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  • Un paraíso sin problemas, ¿es solo un sueño?
    ¡Despertad! 1997 | 8 de octubre
    • Un paraíso sin problemas, ¿es solo un sueño?

      “¡QUÉ tranquilidad!” Desde lo alto del pinar que hay junto al lago Redfish en el estado de Idaho (E.U.A.), la vista era verdaderamente serena. “Así mismo me imagino el Paraíso”, dijo el viajero.

      El sol brillaba con intensidad sobre la costa sur de la isla mediterránea de Chipre. Las olas lamían la orilla. El visitante, sentado en un restaurante en lo alto de un acantilado desde el que se dominaba el panorama, exclamó: “¡Esto es el Paraíso!”.

      Muchos de nosotros guardamos gratos recuerdos de escenas como estas. Pero las personas que viven en tales lugares se dan cuenta de que los alrededores paradisíacos a menudo no dejan traslucir las duras realidades de la vida diaria, como los incendios forestales en las estribaciones de las Montañas Rocosas y la contaminación marina que afecta a los peces y a la larga a los seres humanos, por no mencionar la amenaza que representan para la vida los conflictos internacionales o entre comunidades.

      ¿Qué es el Paraíso?

      ¿Cómo se imagina usted el Paraíso? El Diccionario Esencial Santillana da como primera acepción de paraíso: “Lugar en que, según el Génesis, vivían Adán y Eva antes de cometer el primer pecado”. En ese paraíso original que describen los Gé capítulos 2 y 3 del primer libro de la Biblia, había una abundancia de árboles ‘deseables a la vista de uno y buenos para alimento’. (Génesis 2:9.)

      El segundo significado que recoge el diccionario es: “Cielo, lugar o estado en que los bienaventurados gozan de la presencia de Dios”. Para el viajero y el visitante que hemos mencionado, en cambio, el paraíso era un “lugar muy bello o muy agradable”, la tercera acepción que da el diccionario.

      Tomás Moro, estadista británico del siglo XVI, escribió un libro titulado Utopía en el que hablaba de un país imaginario en el que las leyes, el gobierno y las condiciones sociales eran perfectos. Tan irreal pareció su descripción que la palabra utopía pasó a designar un “hecho, y especialmente plan, proyecto, idea, doctrina, etc., muy bueno y atractivo, pero imposible de realizar”. (Diccionario Esencial Santillana.)

      Para los seguidores de Jim Jones, líder de la secta Templo del Pueblo, Utopía era un claro en la selva de Guyana. Lamentablemente, en 1978 este ansiado paraíso se convirtió en escenario de muerte para más de novecientos miembros del grupo, una verdadera pesadilla. De ahí que a veces se relacione la idea de paraíso con sectas extrañas de prácticas espantosas y perturbadoras.

      En un mundo en el que nos acechan el crimen y la violencia, en el que las enfermedades causan estragos en los adultos y los niños, y en el que el odio y las diferencias religiosas dividen comunidades, los alrededores hermosos muchas veces no son más que una fachada. ¡Con razón la gente piensa que el paraíso es solo un sueño! Pero esto no ha impedido que algunos traten de encontrar o incluso fabricar su propio paraíso. ¿Cómo les ha ido?

  • La búsqueda de un paraíso sin problemas
    ¡Despertad! 1997 | 8 de octubre
    • La búsqueda de un paraíso sin problemas

      “LO ÚNICO que pretendemos es crear un estilo de vida seguro y tal vez anticuado en el que las personas se preocupen las unas por las otras”, explicó una pareja británica. Ellos decidieron buscar una isla tropical paradisíaca y establecer en ella una comunidad cuyos miembros vivieran juntos pacíficamente. Sin duda usted comprende por qué abrigaban tales deseos. ¿Quién no aprovecharía la oportunidad de vivir en un paraíso sin dificultades?

      ¿Es el aislamiento la solución?

      La idea de vivir en una isla atrae a muchos buscadores de paraísos, pues el aislamiento ofrece cierta seguridad. Algunos escogen islas del litoral pacífico de Panamá o islas caribeñas, como las cercanas a la costa de Belice. Otros dirigen su atención a lugares idílicos del océano Índico, como por ejemplo, las Seychelles.

      Los problemas que plantea establecer una comunidad aislada son difíciles de imaginar. Aun cuando se disponga de suficiente dinero, es posible que la legislación gubernamental vigente restrinja la compra rápida de terreno. Pero suponga que le es posible adquirir la isla tropical idónea, ¿sería feliz allí? ¿Estaría libre de dificultades su paraíso?

      Las islas remotas que rodean Gran Bretaña albergan actualmente a una población creciente. Sus nuevos habitantes son en su mayoría personas que buscan soledad y paz. El único residente de la isla Eorsa, de 100 hectáreas, situada al oeste de Escocia, afirma que nunca se siente solo porque el cuidado de su rebaño de cien ovejas lo mantiene muy ocupado. Otros que se han recluido en una isla se han sentido solos enseguida. Se dice que algunos han intentado suicidarse y ha sido necesario rescatarlos.

      Para muchas personas el paraíso sería una idílica isla tropical. Les atrae la idea de vivir en un clima templado con pocos extremos de frío o calor. Pero la preocupación por el posible calentamiento de la Tierra y el consiguiente ascenso del nivel del mar ha causado alarma entre muchos isleños. Los habitantes de los atolones bajos que conforman el territorio de Tokelau, en el Pacífico occidental, así como los de las dispersas islas Maldivas, en el océano Índico, que apenas se elevan dos metros por encima del nivel del mar con la marea alta, se sienten igualmente amenazados.

      Casi cuarenta gobiernos han formado la federación de Pequeños Estados Insulares en Desarrollo para presionar en favor de su situación. Aunque los habitantes de islas pequeñas por lo general tienen una esperanza de vida alta y una mortalidad infantil baja, siguen enfrentándose a serios problemas medioambientales. Los derrames de petróleo y la contaminación de los mares socavan la economía de algunas islas. Otras se convierten en vertederos de residuos tóxicos de naciones grandes.

      El mismo hecho de que las islas sean refugios predilectos de los buscadores de paraísos representa una amenaza. ¿En qué sentido? Los turistas que acuden en tropel a sus soleadas costas causan serios congestionamientos y agotan los escasos recursos. Los visitantes también agravan el problema de la contaminación. En el Caribe, por ejemplo, solo se depura una décima parte de las aguas residuales de los 20.000.000 de visitantes anuales.

      Algo parecido sucede en otros sitios exóticos. Tome el caso de Goa, en la costa occidental de la India. “El turismo masivo ‘está corrompiendo un paraíso’”, anunciaba el periódico londinense The Independent on Sunday. Según cálculos oficiales, la cantidad de turistas aumentó de 10.000 en 1972 a más de un millón a principios de los años noventa. Cierto grupo advierte que los codiciosos propietarios de hoteles, en su ansia de sacar provecho de la afluencia de turistas, están poniendo en peligro la frágil ecología y la cultura peculiar de Goa. Un informe del gobierno indio confirma que han surgido hoteles ilegales en la playa. Se ha extraído la arena, se han talado los árboles y se han allanado las dunas. Las aguas residuales son vertidas en la playa o se filtran en arrozales cercanos, con lo cual se esparce la contaminación.

      ¿Lugares exentos de crimen?

      El avance progresivo del crimen empaña la reputación hasta de las zonas más pacíficas. De la pequeña isla caribeña de Barbuda llega un informe titulado “Masacre en el paraíso”, que detalla el asesinato espeluznante de cuatro personas a bordo de un yate de lujo anclado cerca de la costa de la isla. Incidentes como este hacen que aumente la preocupación por la propagación del crimen por toda esa región.

      “Las drogas provocan guerras de bandas en el ‘paraíso’” era el titular de un reportaje del periódico londinense The Sunday Times respecto a la situación en un país centroamericano. Un redactor local deploró la desaparición de la paz y comentó: “Ahora es normal despertarse por la mañana y encontrarse a un muchacho de 16 años tendido en un charco de sangre en la calle”.

      Los que se proponen crear comunidades paradisíacas esperan atraer a otros que accedan a vivir pacíficamente. Pero ¿qué sucede en realidad? En el caso de la pareja británica mencionada al principio, enseguida surgieron desacuerdos. Fue obvio que algunos de los aspirantes a participar en aquella empresa deseaban obtener beneficios económicos. “Nosotros no queremos líderes —declaró el promotor de la idea, el esposo—. Nuestra intención es hacer un fondo común para poner en marcha los planes. Yo lo llamo una comunidad utópica.” Su proyecto no era ni mucho menos el primero de ese tipo. (Véase el recuadro “Experimentos de comunidades paradisíacas”.)

      Otros buscadores de paraísos creen que lograrán su objetivo si ganan la lotería. Pero las ganancias obtenidas de este modo raramente producen felicidad. The Sunday Times publicó en febrero de 1995 que la familia de la persona que más dinero ha ganado hasta ahora en la lotería británica sufrió encarnizadas luchas internas; el dinero no les ha traído más que “resentimiento, peleas y desilusiones”. Tales resultados no son raros en estas situaciones.

      En un estudio sobre la búsqueda que el hombre ha realizado de la utopía, el periodista Bernard Levin habla del “sueño de las riquezas instantáneas” y asevera: “Como muchos otros sueños, puede fácilmente convertirse en pesadilla”. Hay demasiados casos corroborados de riquezas instantáneas que han acabado en desastre total (incluido el suicidio) como para que se les rechace como coincidencias.

      Las sectas catastrofistas

      Otros proyectos paradisíacos han tenido resultados más siniestros. En un reportaje sobre el asedio que efectuaron los agentes federales estadounidenses al recinto de la secta Rama Davidiana en Waco (Texas) en 1993, un periódico mencionó que la “combinación explosiva de armas, control de las mentes y profeta catastrofista” había conducido al desastre. Lamentablemente, no es un incidente aislado.

      Los seguidores del difunto Bhagwan Shree Rajneesh, líder espiritual indio, fundaron una comunidad en Oregón, pero ofendieron la sensibilidad moral de sus vecinos. La opulencia del líder y la experimentación sexual que llevaban a cabo restaban crédito a su afirmación de que habían establecido “un bello oasis”.

      Muchas sectas dirigidas por líderes con expectativas paradisíacas exigen a sus seguidores la práctica de extraños ritos, que a veces acaban en violentas confrontaciones. El columnista Ian Brodie explica: “Las sectas ofrecen un santuario y una sociedad estructurada a los que se sienten marginados o no pueden hacer frente a las presiones del mundo real”. No obstante, sus palabras demuestran que a muchas personas les gustaría vivir en un paraíso.

      Un paraíso sin problemas

      La lista de problemas parece interminable: contaminación, delincuencia, drogadicción, superpoblación, conflictos étnicos, agitaciones políticas... además de los que son comunes a todos los seres humanos: la enfermedad y la muerte. La conclusión debe ser que en ningún lugar de este planeta existe un paraíso totalmente libre de dificultades. Como reconoce Bernard Levin, “el expediente de la humanidad tiene una mancha que parece haber estado ahí casi desde el comienzo. Se trata de la incapacidad de vivir felices en estrecha relación con más de unos cuantos seres humanos”.

      No obstante, llegará a haber un paraíso mundial sin ningún problema en absoluto. Su duración está garantizada por un poder sobrenatural. De hecho, aun ahora hay más de cinco millones de personas que están avanzando hacia esa meta, y que ya disfrutan de una unidad preciosa y un ambiente relativamente libre de problemas entre sí. ¿Dónde puede encontrarlas? ¿Qué debe hacer para tener su misma esperanza y beneficios? ¿Y cuánto durará ese paraíso venidero?

      [Recuadro de la página 6]

      Experimentos de comunidades paradisíacas

      A principios del siglo XIX, el socialista francés Étienne Cabet (1788-1856) y 280 compañeros suyos fundaron una comunidad en Nauvoo (Illinois) basada en los ideales de aquel. Pero en los siguientes ocho años surgieron tantas disensiones entre ellos que la comunidad se disolvió pronto, como sucedió con grupos similares en Iowa y California.

      Otro francés, Charles Fourier (1772-1837), ideó una comunidad cooperativa agrícola en la que los trabajos se rotaban entre todos los miembros. Cada individuo recibía una retribución basada en los resultados de todo el grupo. Pero las comunidades de este tipo que se establecieron en Francia y Estados Unidos duraron poco.

      Por la misma época, el reformador social galés Robert Owen (1771-1858) propuso la creación de unos poblados de régimen cooperativo en los que convivirían cientos de personas y que dispondrían de cocina y comedores comunales. Cada familia viviría en su propio apartamento y cuidaría de sus hijos hasta que alcanzaran la edad de tres años, momento a partir del cual la entera comunidad se encargaría de su cuidado. Pero los experimentos de Owen fracasaron, y él perdió gran parte de su fortuna personal.

      John Noyes (1811-1886) fue el fundador de lo que The New Encyclopædia Britannica llama “la comunidad socialista utópica de mejores resultados en Estados Unidos”. Cuando sus seguidores abandonaron la monogamia y permitieron las relaciones sexuales sobre la única base del consentimiento mutuo, Noyes fue arrestado por adulterio.

      La ciudad de Laissez Faire, un tipo de “utopía capitalista” centroamericana, constituye un intento reciente de crear una comunidad utópica de ese tipo, según informa el periódico londinense The Sunday Times. Los promotores buscaron inversionistas para el proyecto. Instaron a los buscadores de paraísos atraídos por la perspectiva de vivir en “la ciudad milagro del siglo XXI” a enviar 5.000 dólares y entrar en un sistema de venta piramidal en el que deben buscar personas de ideales semejantes que, a su vez, inviertan su dinero. Al parecer, lo único que se paga con dicha suma de dinero es un pasaje de avión para ver el lugar, “en caso de que finalmente se convenza a algún país para que conceda el solar, y de que se construya en él un pequeño hotel”, comentó el periódico. Las esperanzas de que se llegue a establecer un “paraíso” en la zona no son realistas.

  • Un paraíso sin problemas pronto será una realidad
    ¡Despertad! 1997 | 8 de octubre
    • Un paraíso sin problemas pronto será una realidad

      “ESTARÁS conmigo en el Paraíso.” ¡Cuánto confortaron estas palabras al hombre a quien se dirigieron, que tenía un historial delictivo! No es que él pensara que se libraría del fuego del infierno e iría al cielo al morir. Aquel ladrón que estaba junto a Jesús se consoló, más bien, con la esperanza de resucitar cuando se restaurara el Paraíso en el planeta. Tome en cuenta quién hizo tan notable afirmación referente al Paraíso: el propio Hijo de Dios, Jesucristo. (Lucas 23:43.)

      ¿Por qué hizo Cristo tal promesa con respecto al Paraíso? Porque el ladrón le había pedido: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino”. (Lucas 23:42.) ¿A qué reino se refería, y qué relación hay entre este y un paraíso terrestre? ¿Cómo garantiza tal relación que el Paraíso estará exento de problemas?

      El poder tras el Paraíso

      Estará de acuerdo en que para que haya un verdadero paraíso en la Tierra primero tienen que desaparecer todos los problemas actuales. Pero los esfuerzos humanos por eliminarlos han fracasado hasta ahora, como testimonia muy bien la historia. El profeta hebreo Jeremías reconoció: “Bien sé yo, oh Jehová, que [...] no pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jeremías 10:23.) ¿Quién, entonces, puede acabar con todos los problemas de la actualidad?

      Los extremos climáticos y la contaminación. Cuando una fuerte tempestad levantó olas lo suficientemente grandes como para hacer zozobrar la embarcación que se hallaba en el mar de Galilea, los marineros despertaron a su compañero de viaje. Este se limitó a decirle al mar: “¡Silencio! ¡Calla!”. El Evangelio de Marcos relata lo que sucedió: “Y el viento se apaciguó, y sobrevino una gran calma”. (Marcos 4:39.) Dicho compañero de viaje era nada menos que Jesús. Él tenía poder para controlar el clima.

      Fue este mismo Jesús quien predijo mediante el apóstol Juan que a su debido tiempo Dios “causar[ía] la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación [Apocalipsis] 1:1; 11:18.) Para Aquel que eliminó un mundo entero de gente impía en el Diluvio de los días de Noé, tal acción no es imposible. (2 Pedro 3:5, 6.)

      El delito y la violencia. La Biblia promete: “Los malhechores mismos serán cortados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra.[...] Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. (Salmo 37:9, 11.) Una vez más, es Dios, Jehová, quien promete acabar con todo el delito y la violencia, y reservar el Paraíso para los mansos.

      La pobreza y el hambre. Hoy en día reina tal injusticia que los gobiernos de una parte del mundo acumulan montañas de excedentes de alimento, mientras los países pobres pasan grandes dificultades para alimentarse. Los organismos de socorro, respaldados por ciudadanos humanitarios de todo el mundo, tratan de suministrar los artículos de primera necesidad, pero muchas veces no lo consiguen porque la ausencia de ley y orden hace fracasar los programas de distribución. Contraste esta situación con lo que escribió el profeta Isaías: “Jehová de los ejércitos ciertamente hará para todos los pueblos, en esta montaña, un banquete de platos con mucho aceite, un banquete de vino mantenido sobre las heces, de platos con mucho aceite, llenos de médula, de vino mantenido sobre las heces, filtrado”. (Isaías 25:6.) ¿No comunica este texto la idea de que el hambre y la inanición desaparecerán? Sin duda.

      La guerra. Los intentos de gobernar este mundo mediante una autoridad supranacional han sido infructíferos. La Sociedad de Naciones, fundada en 1920, no pudo evitar el estallido de la II Guerra Mundial, y se disolvió. La ONU, aclamada muchas veces como la mejor esperanza para la paz, lucha por mantener separados a los bandos opuestos en las zonas conflictivas. A pesar de sus esfuerzos en pro de la paz, que tanta publicidad han recibido, abundan las guerras, sean civiles, étnicas o entre comunidades. El gobierno del Reino de Dios promete terminar con las facciones bélicas de la actualidad y educar a sus súbditos en los caminos de la paz. (Isaías 2:2-4; Daniel 2:44.)

      La crisis familiar y moral. La desintegración de la familia está generalizada. La delincuencia juvenil abunda. La inmoralidad invade todos los niveles sociales. Sin embargo, las normas de Dios no han cambiado desde el principio. Jesús dio testimonio de que “el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne [...]. Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre”. (Mateo 19:5, 6.) Jehová Dios también mandó: “Honra a tu padre y a tu madre [...] para que te vaya bien y dures largo tiempo sobre la tierra”. (Efesios 6:2, 3.) Bajo el Reino de Dios tales normas se observarán en toda la Tierra.

      Las enfermedades y la muerte. El profeta Isaías prometió: “Jehová [...] nos salvará. [...] Y ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. (Isaías 33:22, 24.) “El salario que el pecado paga es muerte —reconoció el apóstol cristiano Pablo—, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús.” (Romanos 6:23.)

      Jehová Dios eliminará todos estos problemas mediante su gobierno celestial en manos de su Hijo, Cristo Jesús. No obstante, tal vez usted diga: “Todo esto parece un sueño utópico. Desde luego, sería maravilloso que se hiciera realidad, pero ¿será así?”.

      Una realidad presente

      Para muchos, la posibilidad de vivir en un paraíso sin problemas en esta misma Tierra parece demasiado optimista, irreal. Si esa es su opinión, examine la prueba de que verdaderamente va a suceder así.

      Los testigos de Jehová forman una comunidad internacional de más de cinco millones de personas que ya disfrutan de un entorno relativamente libre de dificultades en sus 82.000 congregaciones repartidas por 233 países. ¿Qué encontrará usted si visita cualquiera de sus reuniones, grandes o pequeñas?

      1) Un ambiente limpio y agradable. El gerente de un estadio de fútbol de Norwich (Inglaterra), en el que se acababa de celebrar una asamblea de los testigos de Jehová, comentó: “El ambiente pacífico que ha reinado durante los cuatro días [...] es contagioso. Se experimenta una tranquilidad personal que contrasta por completo con cuatro días cualesquiera en el mundo tenso de los negocios y de la vida diaria que nos rodea. Los Testigos realmente tienen algo diferente que es difícil de explicar”.

      Un asesor de adiestramiento de la industria de la construcción que visitó la sucursal de Londres de los testigos de Jehová dijo: “Me impresionó mucho lo que vi y escuché, así como la atmósfera de paz y tranquilidad absoluta que hay no solo en sus edificios, sino también entre [todos ustedes, hombres y mujeres]. Creo que este mundo turbulento tiene mucho que aprender de su forma de vida y su felicidad”.

      2) Seguridad y paz. Un articulista del periódico canadiense Journal de Montréal escribió: “Yo no soy Testigo. Pero doy fe de que los Testigos dan un testimonio de eficiencia y buena conducta. [...] Si fueran los únicos habitantes del planeta, no tendríamos que cerrar las puertas con pestillo ni poner la alarma antirrobo por la noche”.

      3) La lealtad al gobierno del Reino de Dios caracteriza a los Testigos. Su postura neutral molesta a algunos, aunque no debería ser así. La razón por la que no participan en los programas políticos actuales, que solo ponen remiendos a los problemas, no es falta de interés por mejorar la sociedad, sino, más bien, que tratan de actuar del modo que agrada al que rige mediante un gobierno celestial, a saber, el Creador de la Tierra, Jehová Dios.

      Las creencias de los Testigos, que se basan por completo en la Palabra de Dios, la Biblia, les impiden caer en la trampa de convertirse en una secta. Ellos se interesan sinceramente en todas las personas, sin importar cuáles sean sus creencias religiosas, y no tratan de obligarlas a cambiar de ideas. Se esfuerzan por imitar a su Caudillo, Cristo Jesús, presentando pruebas bíblicas de que muy pronto se establecerá en la Tierra un paraíso libre de dificultades. (Mateo 28:19, 20; 1 Pedro 2:21.)

      4) Salud espiritual y felicidad. Los testigos de Jehová son realistas y no afirman que estén completamente libres de problemas en la actualidad. Tal circunstancia es imposible entre personas que tienen la marca del pecado heredado de Adán. Pero con la ayuda del espíritu santo de Dios se esfuerzan por cultivar cualidades como “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. (Gálatas 5:22, 23.) Su adoración a Jehová mediante Cristo Jesús los une y mantiene viva su esperanza.

      Si usted visita el centro de reuniones de los Testigos de su localidad, confiamos en que se convencerá de que Dios va a transformar la Tierra en un paraíso.

      Los problemas actuales serán cosa del pasado. Hasta la persistente imperfección irá desapareciendo a medida que se apliquen los beneficios del sacrificio redentor de Cristo a la humanidad obediente. Sí, usted podrá disfrutar de salud y felicidad perfectas.

      Los pasos que debe dar para hacer suya esta esperanza son sencillos. Solicite a los Testigos un ejemplar del libro El conocimiento que lleva a vida eterna.a Con él aprenderá en poco tiempo lo que Dios pide de nosotros, y así podrá disfrutar de vida eterna en un paraíso sin problemas.

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