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Página 2¡Despertad! 1989 | 22 de junio
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En todo el mundo se aprecia un vivo interés por los parques, como lo muestra el que todos los años acudan a ellos millones de personas. Desde que en 1872 Yellowstone (fotografía de esta página) llegó a ser el primer parque nacional del mundo, más de un centenar de países han creado unas dos mil zonas protegidas, como el Parque Nacional de Glacier, en Estados Unidos (portada).
¿Por qué nos atraen tanto? ¿Llegará a ser algún día toda la Tierra un parque? ¿Qué peligros existen en muchos parques, y cómo se puede disfrutar de ellos sin riesgos? Este número de ¡Despertad! responde a estas preguntas, y además explica que con el tiempo se eliminará el peligro que en la actualidad representan ciertos animales.
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Se nos hizo para disfrutarlos¡Despertad! 1989 | 22 de junio
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Se nos hizo para disfrutarlos
LA MAYORÍA de nosotros experimentamos paz y satisfacción internas cuando nos alejamos del ajetreo de la ciudad y disfrutamos de la belleza de algún paraje natural. El difunto John Muir, conocido naturalista y partidario de la conservación de los recursos naturales, comentó: “Los parques y reservas de montaña no solo son útiles como fuentes de madera y de ríos que riegan el terreno, sino también como fuentes de vida”.
Por eso no debería sorprendernos que el hogar que nuestro Creador dio a la primera pareja humana fuese un hermoso parque ajardinado. Aquel parque ocupaba una zona de la región llamada Edén, de ahí su nombre: “el jardín de Edén”. En vista de que el río que lo regaba se dividía y formaba las cabeceras de cuatro importantes ríos, y de que en él había “todo árbol deseable a la vista de uno y bueno para alimento”, se desprende que era un parque muy grande. (Génesis 2:8-10, 15.)
Hasta este siglo, la mayoría de las personas vivían en lugares donde podían obtener refrigerio de esas “fuentes de vida”. Pero entonces se empezaron a apiñar en grandes ciudades y a estropear, e incluso arruinar, los parajes vírgenes, de ahí que acotar ciertas zonas como parques nacionales se haya considerado correctamente “una magnífica idea”. ¿Cuándo y cómo nació esta idea?
Los primeros parques nacionales
Su origen podría remontarse a 1870. Cierta noche los componentes de la expedición que había explorado la región estadounidense de Yellowstone estaban reunidos alrededor de la hoguera del campamento repasando las sobresalientes vistas que habían contemplado. Uno de ellos, Cornelius Hedges, más tarde gobernador del Territorio de Montana, propuso que se preservase esa región como un parque nacional para el beneficio de las generaciones futuras. Los demás concordaron con entusiasmo. Dos años más tarde se aprobó el proyecto, y en 1872 el presidente Ulysses S. Grant firmó el decreto que convirtió Yellowstone en el primer parque nacional del mundo.
Algún tiempo más tarde, siguiendo el ejemplo de Yellowstone, se creó un santuario natural en Nueva Gales del Sur (Australia), al que hoy se conoce como Royal National Park, y solo trece años después de inaugurarse Yellowstone, se creó el tercer parque nacional del mundo, esta vez en Alberta (Canadá). Es interesante saber cómo ocurrió.
Por aquel entonces, Canadá era un joven país dedicado a la construcción de un enlace ferroviario que cruzaría las montañas Rocosas y llegaría hasta la costa del Pacífico. Un día de noviembre de 1883 tres trabajadores del ferrocarril que exploraban el desierto cerca de Fort Calgary encontraron aguas minerales termales que borbotaban del suelo. Al percatarse del valor de aquellos manantiales, se pelearon batallas legales para establecer los derechos de propiedad.
Sin embargo, pronto intervino el gobierno canadiense, que vio que aquella zona podía atraer el turismo, y no se mostró dispuesto a conceder los derechos a ningún particular. Así que en 1885 promulgó un decreto que permitía acotar aquella zona para “el beneficio sanitario del público” y ‘reservarla sin ser vendida, poblada u ocupada ilegalmente’. El paraje original, de 26 kilómetros cuadrados, ha sido agrandado hasta formar parte de una reserva de 6.641 kilómetros cuadrados llamada Parque Nacional de Banff.
Hoy en día Canadá cuenta con unos treinta parques en todo el país, con una superficie de terreno equivalente a la de Inglaterra. Estados Unidos tiene más de trescientas reservas en su Sistema de Parques Nacionales, con una extensión total más de dos veces mayor que la de Inglaterra. La “magnífica idea” de tener parques nacionales se ha hecho tan popular en todo el mundo, que ya existen en total más de dos mil zonas protegidas en unos ciento veinte diferentes países.
Se pone el énfasis en otro aspecto
En un principio la región de Banff era, en realidad, un balneario para unos pocos privilegiados. “Como no podemos exportar el paisaje —dijo uno de los primeros promotores—, tendremos que importar turistas.” Y bien de turistas que acudieron. De hecho, algunos parques nacionales reciben tantas visitas que se encuentran increíblemente atestados y congestionados. “Nos desanimó ver tantísima gente —dijo una familia después de visitar Yellowstone—, era como andar por Manhattan [un barrio de Nueva York].” Los guardas de algunos parques han tenido que recibir adiestramiento en técnicas policiales y control de narcóticos.
Sin embargo, recientemente se han hecho mayores esfuerzos encaminados a preservar la condición natural de los parques. Por ejemplo: en Yosemite, un famoso parque de California (E.U.A.), se ha debatido mucho sobre la posibilidad de eliminar algunas instalaciones: el taller comercial de reparación de automóviles, tiendas de regalos, pistas de patinaje sobre hielo, campos de golf, pistas de tenis y piscinas. El objetivo de los administradores de los parques es dotarlos de instalaciones recreativas compatibles con la protección a largo alcance de los recursos naturales.
Esto es especialmente cierto en Canadá, como lo evidencia una normativa de 1979 llamada Parks Canada Policy, en la que se declara que los parques nacionales se han concebido ‘con el fin de proteger de modo permanente regiones naturales representativas y dejarlas intactas para las generaciones futuras’.
Una de las principales funciones de muchos parques es proteger a los animales. El Parque Nacional italiano Gran Paradiso, creado en 1922, protege a la cabra montés, animal en el pasado muy codiciado por los cazadores y que llegó a estar al borde de la extinción. El Santuario Fáunico de Gir, creado en 1965 en la India, protege a los últimos ejemplares de leones asiáticos, que una vez abundaron en el país. Según una estimación aproximada, en un tiempo hubo en América del Norte unos sesenta millones de bisontes norteamericanos, pero para el año 1900 este animal estaba en peligro de extinción. En la actualidad, como resultado de medidas protectoras, muchos miles de bisontes se encuentran en lugares como el gran Parque Nacional de Wood Buffalo.
En efecto, visitar parques nacionales, ir de excursión por zonas vírgenes y ver animales en su hábitat natural es un refrigerio para el espíritu, es, por decirlo así, una fuente de vida. No obstante, hay que darse cuenta de que existen algunos riesgos.
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Disfrútelos sin riesgos¡Despertad! 1989 | 22 de junio
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Disfrútelos sin riesgos
Por un guarda del Parque Nacional de Waterton Lakes
CON frecuencia los guardas tienen que participar en misiones de búsqueda y rescate porque los turistas no actúan con buen juicio y se meten en problemas. Un caso que lo ilustra es el de dos jóvenes que habían ido a escalar una montaña próxima al Parque Nacional de Banff. Como tardaban mucho en regresar, sus padres se pusieron en contacto con el servicio de guardas, y poco después localizamos su automóvil. Con nuestro telescopio de observación vimos que uno de los alpinistas estaba sobre un saliente de la montaña sin poder moverse.
Subimos hasta cerca de donde estaba y le preguntamos por el paradero de su compañero. “¿Está más arriba de donde tú estás? ¿Está más abajo?” La única respuesta que recibimos fue un gruñido. A veces, en situaciones de mucha tensión, las personas se desconectan de la realidad. Encontramos a su compañero abajo: había caído y se había matado. Este tipo de incidentes siempre se deben a un error humano.
Así que cuando alguien viene y nos pregunta sobre una excursión, una escalada o un viaje a través del territorio de los osos, la información que le damos es sencilla, clara y específica. En ocasiones, a los que visitan los parques tal vez les parezca que les hablamos como si fuesen niños. Muchos son incapaces de comprender lo que les puede suceder en zonas retiradas o en la montaña. Parecen impacientes por emprender su excursión, pero desconocen lo que se les avecina. Por eso les repetimos mucho las cosas y les damos un sinfín de advertencias.
En el caso de los dos jóvenes, su cuerda de escalada no era más que una cuerda para contrapeso de ventana con un gancho de metal en un extremo. En un momento determinado se encontraron con que no podían ni subir más ni bajar; entonces, el miedo se apoderó del joven al que encontramos sobre el saliente, y se sentó sin poder moverse. Su amigo decidió bajar por la cuerda hasta el próximo saliente e ir en busca de ayuda. Como sabía que iba a tardar bastante en regresar, dejó su chaqueta para que su compañero no pasase frío. Mientras descendía, el gancho al que estaba sujeta la cuerda se soltó de la quiebra de la roca, y el joven se cayó y se mató.
En el territorio de los osos
En otra ocasión, una pareja estaba terminando las últimas etapas de una excursión por Boundary Creek, fuera de Waterton, en la parte sur de la provincia de Alberta (Canadá), cuando de repente vieron un oso que bajaba por el sendero hacia ellos. La mujer, que llevaba una mochila a la espalda, se echó al suelo en posición fetal, con las manos sobre la nuca y las rodillas dobladas contra el estómago. Su marido se quedó de pie a unos seis metros de ella, paralizado de miedo al ver acercarse al oso.
Este se dirigió inmediatamente hacia la mujer y se puso a arañar la mochila que llevaba a la espalda tratando de conseguir alimento, pero también le arañó la espalda, la cadera y las nalgas. El esposo se dio cuenta de que tenía que hacer algo, así que metió la mano en su mochila y arrojó unos bocadillos al suelo. Al hacerlo, se le cayó un cazo y dio contra una roca; el ruido hizo que el oso desistiese y echase a huir hacia el bosque, lo que permitió que la pareja se marchara apresuradamente. Tuvimos que dar muerte al oso, pues ya había estado implicado en otros incidentes con personas.
Esto nos enseña una lección: si llevamos una mochila y se nos acerca un oso, debemos soltarla. Muchas veces los osos se acercan a la gente para que dejen caer sus mochilas y así conseguir el alimento que hay en su interior; aprenden muy deprisa a hacerlo. La mochila, la cámara o cualquier otro objeto que deje caer puede distraer al oso, y a usted le dará tiempo a escapar.
Los fotógrafos deben tener cuidado para que su afán por sacar fotografías no les haga acercarse demasiado a los osos. En la primavera de 1988 un hombre y su esposa que estaban acampados en un lugar del Parque Nacional de Glacier vieron a lo lejos a una osa parda con tres oseznos. El hombre tomó su cámara con motor y se fue a la ladera que quedaba enfrente de los osos, un lugar seguro, donde sacó las primeras fotografías. No obstante, como parecía que a los osos no les importaba su presencia, se confió demasiado.
Con mucho cuidado, atravesó la ladera hasta que estuvo en el mismo sendero que los osos. Cuando posteriormente se revelaron las fotografías de su cámara, se vieron exposiciones consecutivas de los osos en las que cada vez aparecían más cerca. No hay duda de que el hombre quería conseguir la foto de su vida, por lo que se acercó demasiado a la osa, hasta el punto de pisar su terreno, y, como consecuencia, la obligó a tomar la decisión de huir o atacar.
Las últimas fotografías mostraron que la osa ya había tenido bastante... ¡y embistió! El fotógrafo trató de trepar a un árbol, pero fue demasiado tarde. La osa lo alcanzó y lo dejó herido de muerte.
En la zona del lago Louise, en el Parque Nacional de Banff, ocurrió otro incidente relacionado con los osos. Una osa parda que estaba con sus dos oseznos mordió en el muslo y en la mano a un hombre, algo sumamente extraño, pues no es normal que una osa deje a sus cachorros sin protección y embista desde unos ciento cincuenta metros, como ocurrió en este caso, para atacar a una persona sin razón aparente.
Presentíamos que el perro del montañero se había acercado a la osa y que esta lo había perseguido cuando regresaba hacia su amo. Le insinuamos esta posibilidad, pero la negó, y citó las reglas del parque de que no se debe llevar ningún perro suelto, sino que en todo momento debe estar sujeto con la correa para poder controlarlo. Entonces me dirigí al guarda que estaba conmigo y le dije que tendríamos que dar muerte a la osa. La reacción inmediata del montañero fue preguntar por qué.
“Parece que la osa atacó sin provocación alguna —respondimos—, así que hay que matarla.”
Pensó en ello por un momento y entonces confesó: “Está bien. Tienen razón. Sucedió tal y como dijeron. Mi perro estaba suelto y provocó a la osa”.
Algunas personas creen que cuando van de excursión por zonas despobladas, un perro les servirá de protección, pero sucede justo lo contrario. Al ver un oso, un perro que no esté adiestrado suele correr hacia él, ladrar y luego hacer que el oso lo persiga hasta donde está su indefenso amo.
También se nos informó que en otra ocasión un oso mordió a un niño. Descubrimos que dos niños estaban jugando en un banco de grava mientras su padre pescaba cerca de allí. De repente, un oso salió a toda prisa de la maleza, agarró a uno de los pequeños y se lo llevó a rastras. El padre corrió tras él y recuperó al niño, pues el oso lo había abandonado.
Creemos que se trató de un caso de identidad equivocada. Al ver a los niños jugando a gatas, el oso tal vez los confundió con cervatos o crías de alce, y luego, al darse cuenta de que su presa era humana, la abandonó por su propia voluntad. Lamentablemente, aquel mordisco fue suficiente para causar la muerte del niño. Así que recuerde: el que los osos estén en un parque no significa que estén domesticados. Pueden atacar a los niños y, como muestra este caso, a veces lo hacen. De modo que mantenga a sus hijos cerca de usted.
Otra cosa que hay que recordar cuando se está en el territorio de los osos es que se debe hacer ruido para no sorprenderlos. También se está más seguro si se va en grupo; un grupo de unas siete personas alejará a casi cualquier oso. Por otro lado, si usted apenas ha hecho ruido y ve a un oso que no se ha percatado de su presencia, quizás lo mejor sea que no haga ningún ruido súbito e inesperado que pueda provocar su ataque. A veces, cuando un oso se ve sorprendido, simula atacar, resoplando o gruñendo y acercándose a la persona en actitud amenazante. Esa es su manera de advertirle que está demasiado cerca. Entonces es el momento de usar discreción y retroceder en silencio, dejando esa zona para el oso, pues por mucho que usted discutiera, siempre tendría las de perder.
Tómese el tiempo necesario para leer la información que los parques publican sobre los osos a fin de saber qué hacer y qué buscar cuando esté en su territorio.
Otras responsabilidades de los guardas
Además de controlar a los osos, solemos patrullar por las carreteras del parque, los lagos, las zonas de acampada y los despoblados, y también somos responsables de que se cumpla la ley, de cómo se tratan los recursos naturales, de controlar los incendios y de la seguridad pública. Mientras protegemos y cuidamos el parque de muchas diferentes maneras, también protegemos a la gente de sí misma. El siguiente suceso ilustra esta afirmación:
En el Parque Nacional de Banff hay una zona muy conocida denominada Johnston Canyon, que se recorre dando un agradable paseo de una hora hasta unas cascadas llamadas Upper Falls. Se han colocado letreros y vallas para que los montañeros no se salgan del sendero. Sin embargo, una mujer no hizo caso de los letreros, pasó al otro lado de la valla y bajó hasta la orilla del agua para lavarse los pies. Otra mujer que subía por el sendero pensó que era una buena idea e hizo lo mismo. Una vez terminada esa sencilla tarea, se puso de pie sobre un bloque de roca liso, perdió el equilibrio, resbaló y se cayó a la impetuosa corriente.
La primera mujer alargó el brazo y pudo tocarle la mano, pero no consiguió agarrarla. La corriente la arrastró hasta la cascada, cayó por ella y murió. Lo más lamentable es que estaba de luna de miel, no llevaba casada más de tres días. ¡Qué muerte tan inútil! ¡Si hubiese respetado los letreros y la valla!
Por lo general, la vida de un guarda es remuneradora. Estamos muy relacionados con la naturaleza, pues participamos directamente en su preservación y restauración. No obstante, el elemento humano siempre está presente, y, como he relatado, algunas visitas a los parques terminan en tragedia, aunque la mayoría concluyen felizmente y hasta con un toque de humor.
Veamos un caso: un día un guarda circulaba por una carretera de un parque muy transitada cuando vio que un automovilista había aparcado en el arcén y que uno de los ocupantes del vehículo estaba dando de comer a un oso a través de la ventanilla. El guarda se acercó a pie al conductor para hablarle de ello mientras en el otro lado seguían dando comida al animal. Cuando se les informó que lo que hacían era peligroso e iba contra la ley, el pasajero subió en seguida la ventanilla, ante lo que el oso, contrariado, se fue corriendo hacia el otro lado del automóvil, donde el guarda todavía hablaba con el conductor. El sorprendido oso se detuvo en seco a apenas un metro del guarda y esperó, con toda la apariencia de estar diciendo: “Esperaré mi turno, guarda, pero ¡dése prisa!, ¿quiere?”.
En las últimas dos décadas nuestras responsabilidades en el parque han cambiado mucho. Hoy día, los visitantes no están bien preparados para enfrentarse al terreno agreste, como hacían los de años pasados. De modo que acepte este pequeño consejo: si planea una excursión por algún despoblado, no tendrá suficiente con los pantalones cortos, las camisetas, las sandalias y una comida ligera. Un hermoso día de verano puede cambiar muy deprisa a un día de viento y nieve, y es posible que usted sufra los efectos de la exposición a los elementos hasta el grado de padecer hipotermia. Vaya preparado para lo inesperado y lleve siempre comida y ropa adicional para terminar su excursión sin contratiempos.
Además, nunca escale o pasee solo. Cuando escale, no vaya más allá de sus posibilidades. Algunos montañeros aficionados viven en zonas que están al nivel del mar y no tienen las mismas fuerzas a alturas de 1.400 a 2.400 metros. Así que no sobrestime sus fuerzas, pues las demandas siempre serán mayores de lo que se imagina. Comience temprano y regrese cuando las condiciones climáticas se hagan adversas.
En conclusión: recuerde que en estos parques es un invitado. Hasta las rocas y las pequeñas criaturas están protegidas, al igual que las flores y el resto de la vegetación. De modo que no deje más que las huellas de su pisadas. Llévese a casa solo fotografías y buenos recuerdos.
[Fotografía en la página 7]
Cuando se está en el territorio de los osos pardos, es vital ejercer mucha precaución
[Ilustración en la página 8]
Trabajo de guarda aquí, en el Parque Nacional de Waterton Lakes
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Hermosos parques del mundo¡Despertad! 1989 | 22 de junio
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Hermosos parques del mundo
NUEVA ZELANDA
El Parque Nacional de Fiordland, el mayor de Nueva Zelanda, se creó en 1904. Algunas características de él son: un litoral espectacular, montañas elevadas, lagos, ríos, cascadas, bosques y glaciares. Fue en este parque donde se descubrió en 1948 un animal al que se creía extinguido: el notornis, un tipo de ave que no vuela.
KENIA
El Parque Nacional de Nairobi está situado a las puertas de la capital de la nación, a solo unos minutos en automóvil del centro. En él se pueden ver búfalos, cebras, jirafas, ñus, avestruces, rinocerontes y leones dormidos que ni se inmutan ante la presencia de los visitantes.
E.U.A./CANADÁ
El Parque Nacional de Waterton Lakes, donde las praderas se funden con las montañas, se creó en 1895, y el Parque Nacional de Glacier, en 1910. A instancias de muchas personas, se fusionaron en 1932 para formar el Parque de la Paz Internacional Waterton-Glacier, el primero de su clase. Este parque, a caballo sobre la divisoria continental, goza de un paisaje espectacular. El oso pardo, el oso negro, el carnero americano, la cabra blanca, el alce americano y el puma hacen de este parque fronterizo su hogar, al igual que el ciervo de Virginia y otras especies de ciervos.
BRASIL/ARGENTINA
El Parque Nacional de Iguazú es en realidad dos parques, el argentino, creado en 1909, y el brasileño, lindante y creado en 1939. Las mundialmente famosas cataratas del Iguazú son más altas que las del Niágara y más anchas que las africanas Victoria. Aquí también se encuentra alguna de la vegetación más exuberante y hermosa del mundo.
JAPÓN
El Parque Nacional de Nikko abarca una extensa zona de lagos, cascadas, mesetas y montañas, y es un ejemplo típico del paisaje japonés. En él habita el serau de Japón —un animal protegido— y también el oso negro de Japón y el macaco japonés.
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