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  • ¿Pudo tener Jesús fe en Dios?

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  • ¿Pudo tener Jesús fe en Dios?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
w94 15/10 págs. 12-15

¿Pudo tener Jesús fe en Dios?

Un dilema trinitario

“¿CÓMO pudo tener fe Jesús? Él es Dios; sabe y ve todas las cosas sin depender de nadie. Ahora bien, la fe consiste precisamente en depender de otro ser y admitir lo que no se ve; por lo tanto, está excluida la posibilidad de que Jesús-Dios tuviera fe.”

Según el teólogo francés Jacques Guillet, esta es la opinión general del catolicismo. ¿Le sorprende esta explicación? Es posible que piense que como Jesús es un ejemplo para los cristianos en todo, también debe ser un modelo de fe. En tal caso, no ha tomado en cuenta el dogma de la Trinidad que enseña la cristiandad.

La cuestión de la fe de Jesús es en realidad un enigma para los teólogos católicos, protestantes y ortodoxos que creen en la Trinidad como “el misterio central de la fe y de la vida cristiana”.a Ahora bien, no todos niegan que Jesús tuviera fe. Jacques Guillet afirma que “es imposible no reconocer que Jesús tuvo fe”, aun cuando admite que es una “paradoja” a la luz de la doctrina de la Trinidad.

El jesuita francés Jean Galot, y como él la mayoría de los teólogos, dice explícitamente que siendo “verdadero Dios y verdadero hombre, [...] Cristo no puede creer en sí mismo”. “La fe consiste en creer en otro ser, no creer en uno mismo”, observa el periódico La Civiltà Cattolica. El obstáculo para reconocer la fe de Jesús es, pues, el dogma de la Trinidad, ya que los dos conceptos son claramente contradictorios.

“Los evangelios nunca hablan de la fe de Jesús”, dicen los teólogos. En efecto, los términos que se utilizan en las Escrituras Griegas Cristianas, pi·stéu·o (creer, tener fe) y pí·stis (fe), se refieren, por lo general, a la fe de los discípulos en Dios o en Cristo, y no a la fe de Cristo en su Padre celestial. ¿Debemos concluir, entonces, que el Hijo de Dios no tenía fe? ¿Qué podemos entender de lo que hizo y dijo? ¿Qué enseñan las Escrituras?

¿Oraciones sin fe?

Jesús era un hombre de oración. Oró en todo momento: cuando fue bautizado (Lucas 3:21), toda la noche antes de escoger a sus doce apóstoles (Lucas 6:12, 13) y antes de su transfiguración milagrosa en la montaña, con los apóstoles Pedro, Juan y Santiago. (Lucas 9:28, 29.) Estaba orando cuando uno de los discípulos le pidió: “Enséñanos a orar”, y entonces les enseñó la oración del padrenuestro. (Lucas 11:1-4; Mateo 6:9-13.) Oraba solo y durante largo rato temprano por la mañana (Marcos 1:35-39); al atardecer, en una montaña, después de despedir a sus discípulos (Marcos 6:45, 46); con sus discípulos y por sus discípulos. (Lucas 22:32; Juan 17:1-26.) Sí, la oración fue una parte importante de la vida de Jesús.

Oró antes de ejecutar milagros; por ejemplo, antes de resucitar a su amigo Lázaro: “Padre, te doy gracias porque me has oído. Cierto, yo sabía que siempre me oyes; pero a causa de la muchedumbre que está de pie en derredor hablé, a fin de que crean que tú me has enviado”. (Juan 11:41, 42.) La certeza de que su Padre contestaría aquella oración indica la fuerza de su fe. Esta relación entre la oración a Dios y su fe en él se evidencia en lo que dijo a sus discípulos: “Todas las cosas que oran y piden, tengan fe en que pueden darse por recibidas”. (Marcos 11:24.)

Si Jesús no tenía fe, ¿por qué oró a Dios? La doctrina no bíblica de la Trinidad —Jesús era hombre y Dios al mismo tiempo—, que enseña la cristiandad, oscurece el mensaje de la Biblia. Impide que la gente entienda la sencillez y la fuerza de esta. ¿A quién invocó el hombre Jesús? ¿A sí mismo? ¿No sabía que era Dios? Y si era Dios y lo sabía, ¿por qué oró?

Las oraciones que Jesús pronunció el último día de su vida terrestre nos permiten entender con más profundidad la fe firme que tenía en su Padre celestial. Pidió con esperanza y seguridad: “Así que ahora, Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía al lado de ti antes que el mundo fuera”. (Juan 17:5.)

La noche que estuvo en el jardín de Getsemaní, en el monte de los Olivos, sabía que sus pruebas más difíciles y su muerte eran inminentes, por lo que “comenzó a contristarse y a perturbarse en gran manera”, y dijo: “Mi alma está hondamente contristada, hasta la muerte”. (Mateo 26:36-38.) Luego se arrodilló y oró: “Padre, si deseas, remueve de mí esta copa. Sin embargo, que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya”. Entonces “se le apareció un ángel del cielo y lo fortaleció”. Dios escuchó su oración. Debido a la intensidad de sus emociones y la severidad de la prueba, “su sudor se hizo como gotas de sangre que caían al suelo”. (Lucas 22:42-44.)

¿Qué indican los sufrimientos de Jesús, la necesidad de ser fortalecido y sus súplicas? “Una cosa es cierta —escribe Jacques Guillet—: Jesús oró, y la oración fue una parte esencial de su vida y actuación. Oró como oran los hombres, y oró en favor de los hombres. Ahora bien, las oraciones de los hombres son inconcebibles sin fe. ¿Serían concebibles las oraciones de Jesús sin fe?”

Cuando estaba colgado en el madero de tormento, Jesús clamó con voz fuerte poco antes de morir, y citó un salmo de David. Luego, con fe y voz fuerte clamó una última súplica: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. (Lucas 23:46; Mateo 27:46.) Una traducción italiana interconfesional, Parola del Signore, dice que Jesús ‘encomendó su vida’ al Padre.

Jacques Guillet comenta: “Al mostrarnos al Cristo crucificado clamando al Padre mediante los salmos de Israel, los escritores del Evangelio nos convencen de que aquel clamor, el clamor del Hijo unigénito, un clamor de angustia total, un clamor de confianza plena, es un clamor de fe, un clamor de una muerte con fe”.

Ante esta clara e impresionante demostración de fe, algunos teólogos intentan hacer una distinción entre fe y “confianza”. Sin embargo, esta distinción no está fundamentada en las Escrituras.

Pues bien, ¿qué revelaron exactamente en cuanto a su fe las pruebas severas que Jesús aguantó?

El “Perfeccionador de nuestra fe” perfeccionado

En el Heb capítulo 11 de su carta a los Hebreos, el apóstol Pablo menciona a la gran nube de hombres y mujeres fieles de tiempos precristianos. En la conclusión indica quién es el ejemplo mayor y perfecto de fe: “Mirando atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús. Por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, [...] consideren con sumo cuidado y atención al que ha aguantado tal habla contraria de pecadores en contra de sus propios intereses, para que no vayan a cansarse y a desfallecer en sus almas”. (Hebreos 12:1-3.)

La mayoría de los teólogos dicen que ese versículo no habla de “la fe personal de Jesús”, sino de su papel de “iniciador o fundador de la fe”. El término griego te·lei·o·tés, que se usa en esta frase, se refiere a alguien que perfecciona, que realiza o completa algo. Como “Perfeccionador”, Jesús completó la fe en el sentido de que su venida a la Tierra cumplió las profecías bíblicas y así puso un fundamento más sólido para la fe. Pero ¿significa eso que él no tenía fe?

Los pasajes de la carta a los Hebreos que se incluyen en el recuadro de la página 15 no dejan lugar a dudas. Jesús fue perfeccionado por sus sufrimientos y su obediencia. Aunque ya era un hombre perfecto, sus experiencias lo hicieron perfecto y completo en todas las cosas, incluso en la fe, a fin de estar completamente cualificado como Sumo Sacerdote para la salvación de los verdaderos cristianos. Suplicó a su Padre “con fuertes clamores y lágrimas”, fue “fiel” a Dios y tuvo “temor piadoso”. (Hebreos 3:1, 2; 5:7-9.) Fue “probado en todo sentido” exactamente “igual que nosotros”, dice Hebreos 4:15, esto es, como cualquier cristiano cuya fe es sometida a “diversas pruebas”. (Santiago 1:2, 3.) ¿Es razonable pensar que Jesús pudo ser probado “igual que” sus seguidores sin que se probara su fe como en el caso de ellos?

Las súplicas, la obediencia, el sufrimiento, las pruebas, la fidelidad y el temor piadoso atestiguan que Jesús tenía una fe completa. Indican que llegó a ser el “Perfeccionador de nuestra fe” solo después de que su propia fe fue hecha perfecta. Está claro que no era Dios Hijo, como afirma la doctrina de la Trinidad. (1 Juan 5:5.)

¿No creía él en la Palabra de Dios?

La doctrina de la Trinidad condiciona de tal modo el pensar de los teólogos que llegan al extremo de afirmar que Jesús “no puede creer en la Palabra de Dios y su mensaje” porque, “como es la misma Palabra de Dios, solo puede proclamar esa palabra”. (Angelo Amato, Gesù il Signore, con el imprimátur eclesiástico.)

No obstante, ¿qué muestran realmente las continuas referencias de Jesús a las Escrituras? Cuando fue tentado, citó de las Escrituras tres veces. Con su tercera respuesta mostró a Satanás que adoraba únicamente a Dios. (Mateo 4:4, 7, 10.) En varias ocasiones Jesús mencionó profecías que tenían que ver con él mismo y mostró fe en su cumplimiento. (Marcos 14:21, 27; Lucas 18:31-33; 22:37; compárese con Lucas 9:22; 24:44-46.) Este examen nos lleva a la conclusión de que Jesús conocía las Escrituras inspiradas por su Padre, las observó con fe y tuvo confianza plena en el cumplimiento de las profecías que predecían sus pruebas, sufrimiento, muerte y resurrección.

Jesús, el Modelo de fe que debe imitarse

Jesús tuvo que pelear la pelea de la fe hasta el fin para ser leal a su Padre y ‘vencer al mundo’. (Juan 16:33.) Sin fe es imposible conseguir tal victoria. (Hebreos 11:6; 1 Juan 5:4.) Jesús fue un ejemplo para sus fieles seguidores en virtud de su fe victoriosa. Ciertamente tuvo fe en el Dios verdadero.

[Nota a pie de página]

a En el folleto ¿Debería usted creer en la Trinidad?, publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc., se expone con mayor amplitud la falta de fundamento de la enseñanza de la Trinidad.

[Recuadro/Ilustración en la página 15]

Jesús, el “Perfeccionador”, perfeccionado

Hebreos 2:10: “Le fue propio a aquel por cuya causa todas las cosas son y mediante el cual todas las cosas son, al llevar a la gloria a muchos hijos, perfeccionar mediante sufrimientos al Agente Principal de su salvación.”

Hebreos 2:17, 18: “Le era preciso llegar a ser semejante a sus ‘hermanos’ en todo respecto, para llegar a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en cosas que tienen que ver con Dios, a fin de ofrecer sacrificio propiciatorio por los pecados de la gente. Pues por cuanto él mismo ha sufrido al ser puesto a prueba, puede ir en socorro de los que están siendo puestos a prueba.”

Hebreos 3:2: “Él fue fiel a Aquel que lo hizo tal, así como Moisés también lo fue en toda la casa de Aquel.”

Hebreos 4:15: “No tenemos como sumo sacerdote a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a uno que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado.”

Hebreos 5:7-9: “En los días de su carne Cristo ofreció ruegos y también peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas, y fue oído favorablemente por su temor piadoso. Aunque era Hijo, aprendió la obediencia por las cosas que sufrió; y después de haber sido perfeccionado vino a ser responsable de la salvación eterna.”

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