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¿Por qué han de ser razonables nuestras expectativas?La Atalaya 2000 | 1 de agosto
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Las expectativas irrazonablemente elevadas se convierten con facilidad en perfeccionismo, que puede ser muy frustrante. Ben, un joven casado, confiesa: “Siempre que analizo mis acciones, pensamientos o sentimientos, percibo de qué modo podrían haber sido mejores. Busco constantemente la perfección, lo que resulta en impaciencia, frustración y decepción”. Una esposa cristiana de nombre Gail dice: “El modo de pensar perfeccionista no deja lugar al fracaso. Queremos ser supermadres y superesposas. Tenemos que ser productivas para ser felices, por lo que nos irrita el esfuerzo inútil”.
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¿Por qué han de ser razonables nuestras expectativas?La Atalaya 2000 | 1 de agosto
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Las consecuencias del pensar perfeccionista se resumen bien en este dicho: “Esperar que la vida se adapte a nuestras especificaciones es abrir la puerta a la frustración”. Para evitarlo, hay que cambiar de forma de pensar. La humildad y la modestia —ver con realismo nuestras limitaciones— nos harán tener, sin duda alguna, unas expectativas razonables y equilibradas. Romanos 12:3 nos advierte con acierto que ‘no pensemos más de nosotros mismos de lo que sea necesario pensar’. Y Filipenses 2:3 nos anima a tener humildad mental y considerar a los demás superiores a nosotros.
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