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PersecuciónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Pueden promoverla las autoridades religiosas (Mr 3:6; Hch 24:1, 27), personas mal informadas (Gé 21:8, 9; Gál 4:29) e ignorantes (1Ti 1:13), o chusmas irrazonables y fanáticas. (Lu 4:28, 29; Hch 14:19; 17:5.) No obstante, a menudo estos grupos son solo los agentes de instigadores más poderosos y siniestros: las fuerzas espirituales inicuas invisibles. (Ef 6:11, 12.)
En la primera profecía bíblica, registrada en Génesis 3:14, 15, Jehová Dios predijo que habría enemistad entre “la serpiente” y “la mujer” y entre sus respectivas ‘descendencias’. En toda la Biblia se da testimonio del cumplimiento de esta profecía. Jesús identificó claramente a la serpiente como Satanás el Diablo, y al mismo tiempo dijo a los que le perseguían que procedían “de su padre el Diablo”, y por consiguiente eran parte de su “descendencia”. (Jn 8:37-59.) El libro de Revelación muestra que esta persecución continuaría hasta el tiempo en que Cristo asumiera el poder real, y aun después por algún tiempo más, pues cuando se arroja a la Tierra a Satanás y sus ángeles, el Dragón ‘persigue a la mujer, y se va para hacer guerra contra los restantes de su descendencia que obedecen a Dios y dan testimonio de Jesús’. (Rev 12:7-17.) A través de la historia, la “bestia salvaje” —figura simbólica que se explica en el artículo BESTIAS SIMBÓLICAS (Rev 13:1, 7)— ha desempeñado un papel destacado como instrumento de Satanás, y lo mismo puede decirse de “Babilonia la Grande”, un símbolo que se explica en el mismo artículo. (Rev 17:5, 6.) Como prueban los hechos históricos que se comentan a partir del próximo párrafo, a través de todos los períodos de tiempo registrados en la Biblia ha quedado constancia de la enemistad de Satanás hacia aquellos que procuran hacer la voluntad de Dios con rectitud y de cómo ha empleado las figuras simbólicas mencionadas anteriormente.
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PersecuciónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Sin embargo, los principales instigadores humanos de la persecución religiosa han sido los promotores de la religión falsa. Así ocurrió en el caso de Jeremías. (Jer 26:11.) El apóstol Pablo también pasó por esta experiencia. (Hch 13:6-8; 19:23-29.) En el caso de Jesús, leemos que “los sacerdotes principales y los fariseos reunieron el Sanedrín y [...] Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: ‘[...] No raciocinan que les es de provecho a ustedes que un solo hombre muera en el interés del pueblo, y no que la nación entera sea destruida’. [...] Por eso, desde aquel día entraron en consejo para matarlo [a Jesús]”. (Jn 11:47-53.) Antes que Jesús finalmente muriera en el madero de tormento, sufrió de otras maneras severa persecución a manos de hombres impíos que apoyaban a los líderes religiosos, quienes estaban resueltos a deshacerse de él. (Mt 26:67; 27:1, 2, 26-31, 38-44.)
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