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Un tiempo de prueba (1914 - 1918)Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Pero no todo el mundo se alegró por el éxito del libro The Finished Mystery. Este hacía referencias que desenmascaraban al clero de la cristiandad. El clero se encolerizó tanto que instó al gobierno a prohibir las publicaciones de los Estudiantes de la Biblia. A comienzos de 1918, y como resultado de aquella oposición fomentada por el clero, se proscribió el libro The Finished Mystery en Canadá. Poco después aumentó la oposición contra los Estudiantes de la Biblia en Estados Unidos.
Para denunciar esta presión de origen clerical, la Sociedad Watch Tower publicó el 15 de marzo de 1918 el tratado Kingdom News (Noticias del Reino) núm. 1. ¿Qué mensaje contenía? El encabezamiento se extendía por seis columnas y decía: “Intolerancia religiosa. Los seguidores del pastor Russell perseguidos porque hablan la verdad a la gente”. Bajo el título “Tratamiento [dado a] los Estudiantes de la Biblia huele a ‘edad del oscurantismo’”, se expusieron los hechos sobre la persecución y la proscripción que habían empezado en Canadá. ¿Quiénes eran los instigadores? El tratado acusó abiertamente al clero de ser una clase de “hombres intolerantes que ha intentado de manera sistemática impedir que la gente entienda la Biblia y suprimir su enseñanza a menos que provenga de ellos”.e ¡Qué contundente era aquel mensaje!
¿Cómo reaccionó el clero ante aquella denuncia? Ya había creado dificultades a la Sociedad Watch Tower. Pero ahora se pusieron rabiosos. En la primavera de 1918 se desencadenó una ola de persecución violenta contra los Estudiantes de la Biblia en Norteamérica y Europa. La oposición promovida por el clero culminó el 7 de mayo de 1918, cuando el gobierno federal emitió órdenes para el arresto de J. F. Rutherford y varios de sus colaboradores más allegados. Para mediados de 1918 Rutherford y otros siete hermanos estaban recluidos en la penitenciaría federal de Atlanta (Georgia).
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[Recuadro en la página 70]
Víctimas de la persecución promovida por el clero
A mediados de 1918 J. F. Rutherford y siete colaboradores suyos estaban encarcelados, víctimas de la persecución promovida por el clero. Pero aquellos ocho hombres no fueron el único blanco de tal odio. Años antes, C. T. Russell había sido el objeto principal de los ataques del clero y la prensa. Ahora el ataque se dirigía contra los Estudiantes de la Biblia mismos. La revista “The Golden Age” (ahora en español, “¡Despertad!”) del 29 de septiembre de 1920 publicó un artículo gráfico y extenso sobre la cruel persecución que estos aguantaron en Estados Unidos. Parecía un informe sobre la Inquisición.g Entre los relatos estaban los siguientes:
“El 22 de abril de 1918, en Wynnewood (Oklahoma), Claud Watson fue primero encarcelado y luego entregado deliberadamente en manos de una chusma de predicadores, hombres de negocios y otras personas, que lo derribaron al suelo e hicieron que una persona de color le diera latigazos, y, cuando se recuperó parcialmente, hicieron que lo azotara de nuevo. Después le untaron alquitrán por todo el cuerpo, restregándoselo por el pelo y el cuero cabelludo, y lo cubrieron con plumas.”
“El 29 de abril de 1918, en Walnut Ridge (Arkansas), W. B. Duncan, de 61 años de edad, Edward French, Charles Franke, el Sr. Griffin y la Sra. D. Van Hoesen fueron encarcelados. Una chusma entró en la cárcel, los insultó empleando el lenguaje más grosero, los azotó, los cubrió de alquitrán y plumas y los expulsó del pueblo. A Duncan lo obligaron a caminar 42 kilómetros hasta su hogar, y apenas se recuperó de la experiencia. Griffin quedó casi ciego y murió pocos meses después debido al maltrato recibido.”
“El 30 de abril de 1918, [...] en Minerva (Ohio), S. H. Griffin fue encarcelado y luego entregado a una chusma; después, por quince minutos le sermoneó un ministro religioso, tras lo cual lo golpearon varias veces, lo maldijeron, patearon, pisotearon, amenazaron con la horca y con que lo iban a ahogar, lo expulsaron del pueblo, lo escupieron, lo hicieron caer varias veces, lo punzaron en numerosas ocasiones con un paraguas, le negaron transporte y lo siguieron por ocho kilómetros hasta Malvern (Ohio), donde fue arrestado de nuevo y encarcelado en Carrollton como medida de protección; finalmente lo llevaron a su casa unos funcionarios valientes y confiables, que, después de examinar la literatura, dijeron en pocas palabras: ‘No hallamos culpa en este hombre’.”
[Nota a pie de página]
g Páginas 712-717.
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