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  • ¿Por qué cambiar?
    ¡Despertad! 1991 | 8 de julio
    • ¿Por qué cambiar?

      A POCAS personas nos gusta admitir que tenemos grandes debilidades. Por eso, el poeta escocés Robert Burns tenía mucha razón cuando dijo: “¡Oh que algún poder nos diera el don de vernos como otros nos ven!”. Nos resulta fácil ver las faltas de otros y quizás seamos prestos en aconsejarles para mostrarles cómo mejorar. Pero cuando se nos insinúa que somos nosotros quienes necesitamos cambiar de comportamiento, puede que nos ofendamos. ¿Se ofende usted?

      Detengámonos por un momento e imaginémonos un mundo perfecto donde todos sean limpios, sanos, felices y honrados; en el que hasta los que ocupan puestos de autoridad sean amables y considerados, y se preocupen por hacer el bien a otros; donde no haya codicia y nadie explote a su prójimo; en el que los niños sean obedientes a sus padres, y estos sean cariñosos con ellos y los cuiden con esmero; donde no haya arrebatos de ira ni violencia ni crimen ni inmoralidad; en el que la gente sea confiada y agradable por naturaleza; y donde se pueda disfrutar de la vida en seguridad y bienestar.

      Si tal mundo utópico llegase a existir algún día, ¿cree que encajaría en él? Las buenas nuevas registradas en la Biblia indican que semejante mundo será pronto una realidad en la Tierra. De modo que la importante pregunta que ahora se plantea es: ¿Tiene usted algún rasgo de personalidad que le descalifique para estar en una comunidad idílica como esa? ¿Cuánto esfuerzo cree usted que merecería la pena hacer a fin de calificar para vivir en semejante paraíso? (Isaías 65:17-25; 2 Pedro 3:13.)

      Incluso ahora, antes de que venga ese nuevo mundo, ¿podría mejorar su vida si hiciese algo respecto a su comportamiento y actitud? Entonces, ¿por qué no cambiar? Es posible hacerlo. Recuerde que en un principio ciertas influencias determinaron y moldearon su comportamiento, de modo que si asume el control y toma interés, podrá remodelar su comportamiento aún ahora.

      No obstante, quizás objete: “¿Puedo de verdad cambiar? Ya lo he intentado muchas veces y no lo he conseguido. Yo soy así, y no puedo hacer nada al respecto”.

      ¿Por qué no considera el ejemplo de Pablo, un apóstol de Jesucristo? (Romanos 7:18-21.) Él cambió; dejó de ser un violento opositor farisaico y se convirtió en cristiano. Cambió porque de verdad quería hacerlo y no cedió ante los reveses ni las influencias genéticas. Él no creía que su vieja personalidad estaba tan arraigada que nunca podría cambiarla. Tuvo que esforzarse mucho, pero también recibió mucha ayuda. (Gálatas 1:13-16.)

      ¿De dónde provino esa ayuda?

  • Métodos deficientes para cambiar
    ¡Despertad! 1991 | 8 de julio
    • Métodos deficientes para cambiar

      UNA vez establecidos los patrones de comportamiento, ¿cómo se logra cambiar? ¿A quién puede recurrir y qué métodos puede utilizar para lograr una mejora permanente?

      Consideremos algunas medidas extremas que se utilizan hoy día.

      Presión política

      Hoy millones de personas viven bajo regímenes políticos que tratan de controlar los ideales y los códigos de conducta. Tales gobiernos utilizan su poder para inducir a la gente a cambiar; unos de forma sutil y otros por la fuerza. Algunos utilizan técnicas de lavado de cerebro, lo que a menudo incluye intimidación, encarcelamiento y tortura. Controlan los medios informativos y otros sistemas educativos, y de ese modo tratan de reemplazar todos los conceptos establecidos con anterioridad por aquellos que desea la minoría en el poder. Toda discrepancia se reprime por la fuerza. El que se resista a ser reeducado puede ser sometido a tratos crueles que con frecuencia quebrantan su voluntad.

      Psicocirugía y estímulo eléctrico

      Se ha descubierto que ciertas partes del cerebro influyen en algunos estados de ánimo y formas de comportamiento específicos. La psicocirugía consiste en la extirpación o destrucción del tejido cerebral de esa zona. Una vez operada, esa sección de su cerebro jamás puede volver a funcionar, y cualquier comportamiento en el que hubiese influido, desaparecerá.

      Se han llevado a cabo miles de esas operaciones, sobre todo en personas con comportamiento sexual invertido y peligroso. A ciertas personas les han introducido profundamente en el cerebro unos pequeños electrodos, y cuando se les aplica corriente, estimulan o bloquean la actividad cerebral en esa zona. Se afirma que con este método se modifican los impulsos que afectan el comportamiento controlado por esa parte del cerebro.

      Drogas

      El uso de drogas en psiquiatría está muy extendido y a menudo se trata de algo necesario. Hay drogas para tranquilizar, para inducir el sueño, para animar y para corregir desequilibrios químicos del cerebro. Pero otras se han utilizado con fines punitivos en prisiones y demás instituciones penitenciarias. Dos de ellas son la apomorfina y los preparados de cloruro de succinilcolina (conocidos por el nombre comercial de Anectine).

      La apomorfina se ha administrado a presos cuyo comportamiento se consideraba inaceptable. Provoca fuertes náuseas y vómitos, y al preso se le advierte que si vuelve a comportarse mal se le administrará más apomorfina. El Anectine, por su parte, provoca una sensación de asfixia asmática tan fuerte que el preso piensa que va a morir. A él también se le dice que si vuelve a comportarse mal se le administrará más Anectine. Este método se denomina terapéutica de aversión.

      ¿Son esos los métodos que usted utilizaría para cambiar su patrón de conducta?

      La mayoría de los métodos mencionados violan el libre albedrío de la persona. También hacen que unas personas con poder influyan en otras, y no siempre en favor de estas últimas. ¿La ventaja de quién busca el poder político, la suya propia o la de la persona? En el caso de la psicocirugía, ¿quién sostiene el escalpelo? Cuando se utilizan estímulos eléctricos, ¿quién controla el interruptor? ¿Hasta qué grado son duraderos los efectos de la terapéutica de aversión? ¿Se puede confiar en los que administran estas terapias?

      Consideremos un procedimiento más adecuado.

  • Cómo puede usted cambiar su modo de ser
    ¡Despertad! 1991 | 8 de julio
    • Cómo puede usted cambiar su modo de ser

      A LOS métodos para establecer o cambiar el comportamiento humano considerados hasta ahora, ¿qué les falta? Que se tengan en cuenta los deseos de la persona, que se le permita el ejercicio de su voluntad. Es decir, que una vez informada, y por decisión propia, ejerza su libre albedrío. En resumen, lo que les falta es que la persona ejerza autodominio.

      Los terapeutas conductistas han descubierto que hay más probabilidades de conseguir resultados duraderos si la persona que tratan tiene la autoridad de tomar la decisión final respecto a establecer metas para su conducta. En su libro The People Shapers (Los moldeadores de personas), Vance Packard dice: “Parece ser que con un poco de consejo, cualquier persona razonablemente despierta puede modificar su comportamiento”. Esto se denomina autodirección. En otras palabras, cuando hay cierta medida de autodominio se producen mejoras admirables.

      A este respecto, los cristianos están en ventaja, pues han aprendido a ejercer autodominio como uno de los nueve frutos del espíritu santo de Dios. (Gálatas 5:22, 23.) De modo que la fuerza activa del Dios Todopoderoso puede influir en su cambio de comportamiento y ayudarle a tener éxito.

      Respecto a su comportamiento, ¿qué quiere lograr? ¿Desea realmente cambiar? En ese caso, ¿qué rasgos quiere dejar? ¿Cómo quiere ser y por qué? ¿Puede usted confiar en su autodominio? ¿Dónde puede encontrar una ayuda que siempre le beneficie?

      Veamos algunos métodos y pasos que pueden ayudarle a cambiar su patrón de conducta.

      Primer paso: Descubra su verdadero yo

      La materia prima de lo que quiere llegar a ser la tiene ya en su propia persona. Para conseguir su nuevo yo debe cambiar el viejo yo, y eso significa que ha de conocerse bien. ¿Puede señalar qué rasgos de su comportamiento le gustaría cambiar?

      Como resulta difícil evaluar el propio comportamiento, necesita consultar unas normas de conducta respetadas y creíbles. Para esto se recomienda la Santa Biblia. Utilícela y podrá verse como nunca antes. Quizás no le guste lo que verá reflejado en ella, pero puede estar seguro de que será una imagen exacta.

      Se ha comparado la Biblia a un espejo y se insta a la gente a que se mire en él. “Si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, este es semejante al hombre que mira su rostro natural en un espejo. Pues se mira, y allá se va e inmediatamente olvida qué clase de hombre es. Pero el que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad, y persiste en ella, este, por cuanto se ha hecho, no un oidor olvidadizo, sino un hacedor de la obra, será feliz al hacerla.” (Santiago 1:23-25.) La Biblia, entendida y usada de forma correcta, tiene un poder de análisis profundo y penetrante que no solo pondrá de manifiesto lo que usted es como persona sino que hasta revelará sus motivos y actitudes. Por eso Pablo escribió: “La palabra de Dios es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos [...], y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón”. La Palabra de Dios va incluso más allá, pues suministra guía respecto a lo que es correcto e incorrecto. (Hebreos 4:12; 5:14.)

      La Biblia puede hacer todas esas cosas por usted porque es la Palabra de Jehová, el Dios verdadero y observador. Según el Salmo 139, Dios le escudriña completamente y analiza con precisión su modo de ser. Como dice el Sl 139 versículo 1: “Oh Jehová, tú me has escudriñado completamente, y me conoces”. Dios le ha estado observando desde que fue concebido y le conoce a la perfección. Él ha hecho que se registren en la Biblia comentarios sobre la vida del hombre en todas sus posibles facetas. Usted se verá reflejado en alguna de sus páginas, sea en sentido positivo o negativo.

      Por consiguiente, si usted lo desea puede descubrir su verdadero yo.

      Segundo paso: Decida cómo quiere ser

      Si va a cambiar, asegúrese de que el cambio merece la pena, que realmente es lo que usted desea, y que es mejor que lo que tiene ahora. ¿Qué mejoras en el comportamiento debería establecerse como meta? ¿Dónde conseguir el consejo apropiado sobre cuáles son los rasgos de comportamiento deseables? De nuevo, se le recomienda que acuda a la Biblia.

      La Biblia le insta a cambiar para mejor, a adoptar una “nueva personalidad”. Pablo aconsejó: “Deben desechar la vieja personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior y que va corrompiéndose conforme a sus deseos engañosos; pero [...] deben ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente, y deben vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad”. (Efesios 4:22-24.) La Biblia le indica cuáles son esos rasgos de personalidad mejores. ¿Recuerda usted el mundo perfecto que se describió antes? Si quiere formar parte de ese mundo, ha de ver la necesidad de cultivar las cualidades que se señalan en Colosenses 3:12-17, como la compasión, la bondad, la humildad, la apacibilidad, la paciencia, el perdón, el amor, la paz y la gratitud.

      Entonces, después de consultar su Biblia, fíjese metas, apúntelas y asigne a cada una su prioridad. Trabaje en esa dirección.

      Tercer paso: Busque buenos ejemplos

      Muchos rasgos de su comportamiento se establecieron a medida que usted se amoldaba a otros: amigos, compañeros, padres, maestros.

      Una vez que ha decidido las metas de comportamiento que desea alcanzar ¿por qué no busca a alguien que se comporte tal como usted desearía comportarse? Cuando la halle, pídale ayuda. Un proverbio bíblico dice con acierto: “El que está andando con personas sabias se hará sabio”. (Proverbios 13:20.)

      La Biblia contiene la biografía del mejor ejemplo para todos nosotros: el propio Jesucristo. Lea cómo se comportó ante todo tipo de circunstancias, su conducta moral, su comprensión y sabiduría, su dignidad, su consideración y extraordinaria amabilidad para con su prójimo. Qué reconfortantes son sus palabras: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”. (Mateo 11:28-30.)

      Millones de personas de todos los países ya han tomado a Cristo Jesús como su ejemplo y hacen todo lo posible por seguir sus pisadas, tal como él anduvo en el camino que le mandó su Padre celestial Jehová Dios. Estos millones de personas, cansados ya del mal comportamiento que se observa hoy día en el mundo en general, han acudido a la congregación local de los testigos de Jehová en busca de ayuda y dirección, y no han quedado decepcionados. En los Salones del Reino hay muchas personas que son ejemplos de conducta a semejanza de Cristo, y a los que desean mejorar su comportamiento se les ha suministrado mucha ayuda. Por supuesto, los Testigos tienen las mismas debilidades que el resto de la humanidad imperfecta, pero también tienen una fuerza espiritual que impulsa su mente de manera positiva. (Efesios 4:23.)

      Cuarto paso: Consiga las fuerzas necesarias para cambiar

      A los que desean cambiar su modo de ser les animará saber que disponen de ayuda. La Biblia dice que “la nueva personalidad” es “creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad”. (Efesios 4:24.) Esto garantiza que quienes lo deseen, tienen la ayuda sobrehumana de Dios mismo. ¿Cómo puede usted recibirla?

      Una de las maneras principales es mediante la oración personal. La oración le permite dirigirse en busca de ayuda a la Fuente del poder necesario para cambiar su modo de ser. Le permite hablar con Dios de forma libre y abierta en cualquier momento, incluso en plena crisis. El poder acceder a un Dios real y que se interesa por sus criaturas es mucho mejor que acceder a cualquier fuente de ayuda humana y, además, no hay que esperar. Por esta razón el apóstol Juan escribió: “Esta es la confianza que tenemos para con él, que, no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye”. (1 Juan 5:14.) Asimismo, las siguientes palabras del profeta Isaías nos animan: “Busquen a Jehová mientras pueda ser hallado. Clamen a él mientras resulte estar cerca. Deje el inicuo su camino, y el hombre dañino sus pensamientos; y regrese a Jehová, quien tendrá misericordia de él, y a nuestro Dios, porque él perdonará en gran manera”. (Isaías 55:6, 7.)

      El estudio de la Biblia también proporciona fuerzas, produce refrigerio y permite que la persona se vuelva a centrar cada día en sus metas. La Biblia suministra la ayuda necesaria mientras usted lucha por cultivar las normas de conducta que se ha propuesto. Además, fomenta el rechazo hacia su anterior proceder. El esfuerzo diario por adquirir conocimiento de la Biblia impedirá que se filtre en usted cualquier información equivocada procedente de los medios informativos y los sistemas educativos del mundo.

      Las reuniones cristianas que se celebran en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová no solo instruyen respecto a las normas bíblicas sino que también suministran ayuda colectiva y estímulo mutuo para mejorar el comportamiento. Esta ayuda provista mediante la congregación ha ayudado a muchas personas a mejorar su proceder. ¿Por qué no le pide a la persona que le proporcionó esta revista que se lo explique?

      Quinto paso: No se desanime si reincide

      Muchos han tratado de mejorar su modo de ser pero, al ver que reinciden, aunque sea inevitable, se desaniman. Eso ha hecho que algunos se hayan dado por vencidos. Con frecuencia, tales personas piensan que si lo que ellos veían como su única esperanza les ha fallado, ya no les queda posibilidad alguna. Como consecuencia, es posible que se entreguen a las influencias del mundo, y es de lamentar que muchas veces acaban peor que antes de intentar cambiar.

      Nunca olvide que merece la pena librarse de cualquier proceder indeseable. El apóstol Pablo aludió a su comportamiento y estilo de vida anteriores como un montón de basura. (Filipenses 3:8.) Por lo tanto, si cuando usted trata de cambiar tropieza con un obstáculo o reincide, levántese de nuevo y siga adelante. ¡No abandone! ¡Luche! ¡Merece la pena!

      Recuerde que muchos rasgos de su personalidad le fueron impuestos por fuerzas externas, usted no los escogió ni tenía control sobre ellos en aquel tiempo. Estas fuerzas continúan en vigor. ¿Les permitirá que le introduzcan a la fuerza en su mundo? ¿No? Entonces, nunca se dé por vencido.

      Millones de personas de diversas culturas —incluso criminales y personas muy inmorales— han logrado cambiar su comportamiento. Han mantenido sus normas de conducta más elevadas hasta el día de hoy, muchos de ellos por décadas, y se han apegado a ese proceder con una voluntad admirable. Pero agradecen a Dios las fuerzas y la motivación para hacerlo. Como dijo el apóstol Pablo, “para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder”. (Filipenses 4:13.)

      Están ganando la lucha por hacer lo correcto. Si usted de verdad lo desea, también puede cambiar y disfrutar de la vida en el nuevo mundo de Dios. (Salmo 37:29; 2 Pedro 3:13.)

      [Fotografía en la página 7]

      Primer paso: Descubra su verdadero yo

      Fotografías en en la página 8]

      Segundo paso: Decida cómo quiere ser

      Tercer paso: Busque buenos ejemplos

      [Fotografías en la página 9]

      Cuarto paso: Consiga las fuerzas necesarias para cambiar

      Quinto paso: No se desanime si reincide

      [Ilustración en la página 10]

      Los que cambian también pueden heredar una Tierra cambiada

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