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¿Resolveremos los desacuerdos y promoveremos la paz?La Atalaya (estudio) 2017 | junio
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LA VARIEDAD DE PERSONALIDADES ENRIQUECE A LA CONGREGACIÓN
Cada uno de nosotros tiene su propia personalidad. Todos tenemos diferentes cualidades y formas de pensar y expresarnos. Esto fomenta amistades agradables e interesantes. Pero las diferencias de personalidad también pueden provocar conflictos. Un anciano con mucha experiencia dice: “Una persona tímida puede pasarlo mal al lado de alguien con una personalidad muy abierta. Aunque parezca que esa diferencia no es importante, puede provocar problemas graves”. Entonces, ¿es imposible que dos personas muy diferentes se lleven bien? Pensemos en dos de los apóstoles: Pedro y Juan. Por lo que leemos en la Biblia, normalmente nos imaginamos a Pedro como alguien directo e impulsivo. Y, cuando pensamos en Juan, se nos viene a la mente un hombre cariñoso y prudente. Los dos apóstoles eran muy diferentes, pero trabajaban bien juntos (Hech. 8:14; Gál. 2:9). Su ejemplo demuestra que los cristianos de hoy también podemos trabajar unidos aunque tengamos personalidades muy diferentes.
Quizás haya algún hermano en la congregación que diga o haga cosas que nos irritan. Aun así, sabemos que Cristo murió por él y que debemos amarlo (Juan 13:34, 35; Rom. 5:6-8). Así que, en vez de evitarlo o pensar que nunca podremos ser amigos, preguntémonos: “¿Está haciendo el hermano algo que va claramente en contra de lo que enseña la Biblia? ¿Intenta hacerme daño? ¿O es que simplemente tenemos personalidades distintas? Es más, ¿qué puedo aprender de sus buenas cualidades?”.
Esta última pregunta es muy importante. Si a alguien le encanta hablar pero nosotros somos más callados, pensemos en lo fácil que le resulta a esa persona empezar conversaciones en la predicación. Quizás podríamos pedirle que saliera con nosotros a predicar y ver qué podemos aprender de su ejemplo. Si el hermano es más generoso que nosotros, ¿podríamos aprender de él y sentir la felicidad que produce dar a los mayores, a los enfermos o a los necesitados? El punto es: aunque tengamos personalidades diferentes, podemos estar más unidos a nuestro hermano si nos concentramos en las cosas positivas. Tal vez nunca llegue a ser nuestro mejor amigo, pero esto puede ayudarnos a llevarnos mejor con él, a tener paz interior y a disfrutar de mayor paz en la congregación.
Evodia y Síntique fueron dos cristianas que vivieron en el siglo primero. Probablemente tenían personalidades muy distintas. Aun así, el apóstol Pablo las animó a que fueran “de la misma mente en el Señor” (Filip. 4:2). ¿Haremos nosotros lo mismo a fin de promover la paz en la congregación?
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