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Imitemos la justicia y la misericordia de JehováLa Atalaya (estudio) 2017 | noviembre
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6. ¿Qué diferencia había entre la actitud de Dios y la de los fariseos?
6 A diferencia de Jehová, los fariseos no les tenían misericordia a los demás. Por ejemplo, según la tradición judía, se negaban a perdonar la misma ofensa más de tres veces. Para mostrar lo mala que era su actitud, Jesús relató la historia de un fariseo y un recaudador de impuestos que estaban orando uno al lado del otro. El recaudador le pedía misericordia a Dios. Pero el fariseo decía: “Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, dados a extorsión, injustos, adúlteros, ni siquiera como este recaudador de impuestos”. Los fariseos pensaban que no tenían que mostrar misericordia, pues “consideraban como nada a los demás” (Luc. 18:9-14).
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Imitemos la justicia y la misericordia de JehováLa Atalaya (estudio) 2017 | noviembre
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15. ¿Cómo veía Jesús a los pecadores, y cómo los veían los fariseos?
15 Los fariseos solo se centraban en lo que el pecador había hecho y no en lo que había en su corazón, es decir, en el tipo de persona que era en realidad. Veamos lo que ocurrió cuando Jesús fue a un banquete en la casa de Mateo. Los fariseos les preguntaron a los discípulos de Jesús: “¿Por qué come su maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores?”. Él respondió: “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí. Vayan, pues, y aprendan lo que esto significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’. Porque no vine a llamar a justos, sino a pecadores” (Mat. 9:9-13). ¿Estaba Jesús excusando a los pecadores? Claro que no. Él quería que se arrepintieran. De hecho, esa era una parte importante del mensaje que predicaba (Mat. 4:17). Pero Jesús tenía perspicacia y se daba cuenta de que al menos algunos de estos “recaudadores de impuestos y pecadores” querían cambiar. No habían ido a la casa de Mateo solo para comer. Más bien, muchos de ellos eran seguidores de Jesús (Mar. 2:15). Por desgracia, la mayoría de los fariseos no veían a los demás como los veía Jesús. Los tachaban de pecadores y los trataban como casos perdidos. Aquellos líderes eran muy diferentes del Dios justo y misericordioso al que afirmaban adorar.
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