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FilipinasAnuario de los testigos de Jehová 2003
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Primitiva Lacasandile, precursora especial en la región del sur de Luzón, inició un estudio bíblico en un pueblo con una pareja de escasos recursos que tenía dos niños. Cierto día en que Primitiva llegó para dirigir el estudio, se sobresaltó al ver al mayor de los niños colgado dentro de un saco y llorando. Primitiva recuerda: “La madre empuñaba un cuchillo y estaba a punto de matarlo. La detuve y le pregunté por qué iba a hacer aquello. Ella me respondió que a causa de sus penurias económicas”. Primitiva le expuso las pautas bíblicas para resolver el problema, y gracias a eso se salvó la vida del niño. La pareja prosiguió el estudio bíblico y comenzó a acudir a las reuniones, a pesar de que tenían que caminar ocho kilómetros para llegar al lugar donde se congregaban. Ambos progresaron y se bautizaron, y ahora él es anciano de la congregación. Primitiva relata: “En la actualidad, el chico que estuvo a punto de morir es precursor regular. La obra que Jehová encomendó a sus siervos realmente salva vidas, tanto ahora como en el futuro”.
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Pascual y María Tatoy, quienes servían de precursores regulares, acompañaron al precursor especial Angelito Balboa para predicar en el territorio de la isla Coron, situada en el lado oeste de las Filipinas. A fin de ganarse la vida, Pascual iba a pescar con otro hermano y María preparaba tortas de arroz para venderlas.
Cuando el superintendente de circuito los visitó, les señaló la necesidad existente en otra isla, la de Culion. En ese lugar había un hospital de leprosos y tan solo cuatro publicadores. El superintendente invitó a los Tatoy a mudarse allí. Pascual y María aceptaron, y Jehová ha bendecido sus esfuerzos, pues los cuatro publicadores de Culion ya se han convertido en dos congregaciones.
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En muchas zonas remotas de las Filipinas sirven precursores especiales. Cuando van a predicar a lugares distantes, a menudo se llevan con ellos a otros publicadores y precursores. Norma Balmaceda nos cuenta cómo se trabaja en la montañosa provincia de Ifugao: “Solemos salir el lunes con la cartera llena de publicaciones y con toda la ropa y las provisiones que necesitaremos hasta el sábado por la mañana. El sábado por la tarde regresamos para asistir a nuestras reuniones de congregación”.
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Cuando era joven, Sofronio Haincadto estuvo involucrado en una rebelión contra el gobierno, debido a lo cual fue arrestado y condenado a seis años de cárcel. Durante su estancia en la prisión New Bilibid de Luzón se dio cuenta de que un recluso no asistía a los servicios religiosos permitidos a los prisioneros. Supo que ese hombre se había hecho testigo de Jehová, lo que condujo a que conversara sobre la Biblia con él casi a diario. Sofronio relata: “Me convencí de que, en realidad, aquello por lo que había luchado no iba a cambiar ni mejorar a la sociedad”. Aprendió que solo el Reino de Dios produciría los cambios que tanto deseaba. Con la ayuda de los hermanos de una congregación cercana, Sofronio progresó espiritualmente y se bautizó en un pozo de la prisión que se utilizaba para regar las plantas.
Una vez cumplida la condena, Sofronio siguió progresando hasta convertirse en precursor regular y, más tarde, en precursor especial. Durante sus años en el servicio de tiempo completo pudo ayudar a unas quince personas a aceptar la verdad. Después de casarse, tuvo seis hijos. Tres son siervos de tiempo completo, y uno de ellos, superintendente de circuito. En 1995, dos de sus hijos asistieron a la Escuela de Entrenamiento Ministerial. La verdad ha otorgado auténtica libertad a Sofronio, a su familia y a todos aquellos a los que ha ayudado.
A los prisioneros de la colonia penal de Iwahig, en la isla de Palawan, les predican precursores especiales, a quienes incluso se les ha permitido construir un pequeño Salón del Reino dentro de la institución.
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Por eso resulta tan animador conocer a Leodegario Barlaan, quien ha estado en el servicio de tiempo completo desde 1938. A pesar de los malos tratos que sufrieron en la guerra a manos de los japoneses, sus compañeros y él siguieron predicando. En la posguerra continuó en el servicio de tiempo completo junto con su esposa, Natividad, y con el tiempo, se les invitó a colaborar en la obra de superintendente viajante. Más tarde sirvieron de precursores especiales de salud delicada en la provincia de Pangasinán. Natividad murió en el año 2000, pero Leodegario prosigue en esa asignación. Todos se sienten animados por su firme resolución de seguir haciendo lo que siempre ha hecho: predicar.
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Cierto día, una precursora especial dio testimonio en una casa de la pequeña isla de Marinduque. Al terminar, preguntó si allí vivía alguien más. Le dijeron que había una familia en el piso de arriba, pero le advirtieron: “No se moleste en subir; él es una persona violenta y se enfurece con facilidad”. Sin embargo, la precursora consideró que aquel hombre merecía la oportunidad de escuchar el mensaje del Reino. Cuando subió, se encontró con un señor que parecía estar esperándola. Con una sonrisa le ofreció un estudio bíblico gratuito en su hogar, y le sorprendió que el hombre, llamado Carlos, aceptara encantado. Así que se inició un estudio bíblico con él y su esposa.
En la segunda visita, Carlos le confesó que tanto él como su esposa tenían problemas tan graves, que incluso habían intentado suicidarse. Cuando la precursora estaba predicando en el piso de abajo, Carlos había pegado la oreja al suelo y había escuchado cómo trataban de disuadirla de subir las escaleras. Al oír eso, le había pedido a Dios que nuestra hermana no hiciera caso y subiera, puesto que quizás ella fuera la respuesta a su petición de lograr paz mental. El estudio de la Biblia les proporcionó dicha paz. Ambos se bautizaron al mismo tiempo, y la esposa de Carlos sirve en la actualidad de precursora regular.
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