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FilipinasAnuario de los testigos de Jehová 2003
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En enero de 1942 confinaron en un campo de prisioneros japonés de Manila al hermano Dos Santos, a quien, como se recordará, se le había asignado dirigir la predicación del Reino en las Filipinas. Sin embargo, también él mantuvo un espíritu celoso. “Hablé de las buenas nuevas a cuantos pude en el campamento”, relató. La vida allí era difícil, y muchos murieron de hambre. Cuando encarcelaron al hermano Dos Santos pesaba 61 kilos, y cuando lo pusieron en libertad, apenas 36.
Los norteamericanos liberaron a los prisioneros en 1945 y ofrecieron al hermano Dos Santos repatriarlo a Hawai, pero él rechazó la oferta. ¿Por qué? Porque disfrutaba de participar en la obra del Reino y quería hacer todo lo posible para ver su avance en las Filipinas. Además, aún no había llegado su sustituto. “Yo iba a quedarme allí hasta que él llegara”, dijo posteriormente el hermano Dos Santos. Hilarion Amores señaló acerca de él: “Era muy trabajador y estaba sinceramente preocupado por las necesidades espirituales de los hermanos”.
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Por fin, el hermano Dos Santos tendría sustituto. En 1949, Joseph dos Santos regresó a Hawai con su esposa y sus hijos.
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[Ilustración de la página 159]
Joseph dos Santos (aquí junto a su esposa, Rosario, en 1948) siguió siendo un celoso proclamador del Reino a pesar de los tres años de cruel encarcelamiento que sufrió durante la II Guerra Mundial
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