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    Anuario de los testigos de Jehová 2003
    • La luz de la verdad brilla por primera vez

      Las Filipinas tienen la peculiaridad de ser el único país asiático eminentemente católico. En un principio, los filipinos practicaban cultos indígenas, pero después de más de trescientos años de dominación española, el catolicismo se impuso entre los nativos. Y aunque durante el medio siglo de administración estadounidense se introdujeron otras confesiones, siguió predominando la católica. Hoy en día profesa esta religión algo más del ochenta por ciento de la población.

      En 1912, Charles T. Russell, destacado Estudiante de la Biblia —como se conocía anteriormente a los testigos de Jehová—, llegó a Manila como parte de una gira de conferencias que estaba realizando por todo el mundo. El 14 de enero pronunció un discurso en el Gran Teatro de la Ópera de Manila con el título “¿Dónde están los muertos?”, tras lo cual se distribuyeron publicaciones entre los asistentes.

      A principios de la década de los veinte se sembraron más semillas de la verdad bíblica con la llegada desde Canadá de otro representante de los Estudiantes de la Biblia, William Tinney, quien organizó una clase de estudio bíblico. Cuando el hermano tuvo que regresar a Canadá por motivos de salud, los filipinos que estaban interesados continuaron la clase. A fin de mantener viva la verdad en los corazones de la gente, se les enviaban publicaciones por correo. Esta situación no cambió hasta comienzos de la década de los treinta. En 1933 se transmitía el mensaje de la verdad en las Filipinas a través de la emisora de radio KZRM.

      Ese mismo año, Joseph dos Santos partió de Hawai con el objetivo de comenzar una gira mundial de predicación. Las Filipinas fueron su primera y última parada. El hermano Dos Santos recibió la comisión de dirigir la predicación del Reino en el país y abrir una sucursal, la cual comenzó a funcionar el 1 de junio de 1934. El hermano Dos Santos y unas cuantas personas del lugar deseosas de servir a Jehová se dedicaron con ahínco a predicar y distribuir publicaciones. A pesar de la oposición, en 1938 había 121 publicadores en el país, 47 de los cuales servían de precursores.

      Aunque los norteamericanos habían introducido el inglés, los hermanos veían que la gente captaba mejor el mensaje bíblico en su lengua nativa. Esto supuso una nueva complicación debido a que en las Filipinas se hablan cerca de noventa idiomas y dialectos. Aun así, se trabajó duro para traducir ciertas publicaciones a algunas de las principales lenguas. “En estos momentos estamos grabando [discursos bíblicos] en tagalo, a fin de sacar mayor provecho a las máquinas de reproducción de sonido y los fonógrafos para la gloria del Señor”, informó en 1939 la sucursal. También se estaba traduciendo el libro Riquezas al tagalo. Dos años después se concluyó la traducción de unos folletos a otras cuatro lenguas filipinas de importancia, lo que abrió el camino para que la mayoría de la población comprendiera el mensaje del Reino.

      Entre los que respondieron al mensaje de la verdad durante aquellos años estuvo un maestro de escuela llamado Florentino Quintos. Este supo por primera vez de la obra del pueblo de Jehová mediante una conversación con un hombre que había asistido a la conferencia del hermano Russell en 1912 en Manila. En 1936, un testigo de Jehová proporcionó a Florentino dieciséis libros de vivos colores que analizaban la Biblia. No obstante, su trabajo de maestro lo mantenía muy ocupado, así que durante algún tiempo, aquellos libros multicolores tan solo sirvieron de adorno. Pero al estallar la guerra e invadir los japoneses el país, muchas actividades habituales quedaron paralizadas. Entonces, Florentino dispuso de tiempo para leer, y no tardó mucho en terminar los libros Riquezas, Enemigos y Salvación. No pudo seguir leyendo porque tuvo que huir de los japoneses, pero las semillas de la verdad ya habían arraigado en su corazón.

  • Filipinas
    Anuario de los testigos de Jehová 2003
    • [Recuadro de la página 153]

      Se siembran las primeras semillas de la verdad

      Charles T. Russell y el grupo que lo acompañaba visitaron las Filipinas en 1912. Aunque ellos fueron los primeros representantes oficiales de la central de Brooklyn, los informes indican que ya había otros dos Estudiantes de la Biblia en el archipiélago enseñando la verdad bíblica. Louise Bell, de Estados Unidos, escribió:

      “Mi esposo y yo fuimos a las Filipinas en 1908 y conseguimos trabajo de profesores. Éramos los únicos norteamericanos de la ciudad de Sibalom. Encargamos a Brooklyn cientos de kilos de tratados bíblicos, que se mandaron de Nueva York a San Francisco. Luego, la carga cruzó el Pacífico hasta llegar a Manila, y desde allí, en los barcos que comunican las islas entre sí, llegó a Sibalom.

      ”Siempre que teníamos tiempo y se nos presentaba la oportunidad, conversábamos con la gente del lugar y les entregábamos los tratados. No llevábamos un registro de las horas que hablábamos ni de las publicaciones que distribuíamos. Aunque la gente era católica, muchos nos escuchaban encantados. Trabajábamos de profesores con conocimientos médicos, pero nuestra principal labor era la de difundir las buenas nuevas.

      ”Viajábamos a pie o a caballo por caminos difíciles. En algunas ocasiones dormimos sobre suelos de bambú entretejido y comimos pescado y arroz de un plato común.

      ”Cuando el pastor Russell visitó Manila en 1912, le enviamos un telegrama.”

      La hermana Bell asistió en el Gran Teatro de la Ópera de Manila a la conferencia del hermano Russell con el título “¿Dónde están los muertos?”.

  • Filipinas
    Anuario de los testigos de Jehová 2003
    • [Ilustración de la página 154]

      Charles T. Russell y William Hall durante su visita a las Filipinas en 1912

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