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Lo dejé todo para seguir a CristoLa Atalaya (estudio) 2017 | diciembre
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DEJO FILIPINAS PARA IR A LA ESCUELA DE GALAAD
En 1952, a mí y a otros seis hermanos filipinos nos dieron una maravillosa noticia. Nos habían invitado a la clase número 20 de la Escuela de Galaad. Mucho de lo que vimos en Estados Unidos era nuevo para nosotros y nos parecía raro. La verdad es que era muy diferente a lo que había conocido en mi pequeño pueblo.
Estudiando con mis compañeros de Galaad.
Por ejemplo, tuvimos que aprender a usar electrodomésticos y aparatos que no conocíamos. Y, además, el clima era muy diferente. Una mañana salí a la calle y todo estaba blanco. Era la primera vez que veía la nieve. Entonces descubrí que estaba fría, ¡muy fría!
Sin embargo, todos esos inconvenientes no eran nada comparados con el privilegio de asistir a la Escuela de Galaad. Los instructores utilizaban métodos de enseñanza muy buenos. Nos ayudaron a sacarle provecho al estudio y a la investigación. La capacitación que recibí en Galaad sin duda me ayudó a mejorar en sentido espiritual.
Después de la graduación, me asignaron temporalmente a servir de precursor especial en el Bronx, en la ciudad de Nueva York. Así que en julio de 1953 pude asistir a la Asamblea “Sociedad del Nuevo Mundo”, que se llevó a cabo en la misma zona. Al terminar la asamblea, regresé a Filipinas a cumplir con una nueva asignación.
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