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¿Deja usted que la verdad se le escape?La Atalaya 1986 | 1 de marzo
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Son poco comunes las personas que aprovechan las oportunidades que se les presentan sin dejarlas escapar. Por ejemplo, piense en el gobernador romano Poncio Pilato, del primer siglo de nuestra era común. Se le presentó una oportunidad única. Los líderes judíos le entregaron al maestro más grande de la verdad que jamás había vivido en la Tierra: Jesucristo. ¡Imagínese las preguntas que Pilato pudo haberle hecho y las preciosas verdades que pudo haber aprendido! Es interesante notar que cuando le trajeron a Jesús por primera vez, acusado de alegar que era “el rey de los judíos”, Pilato al menos pareció demostrar alguna curiosidad al preguntar:
“¿Eres tú el rey de los judíos?”.
En respuesta Jesús dijo: “Mi reino no es parte de este mundo. [...] Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz”. Esta fue para Pilato una oportunidad de oro. Ante él se encontraba un hombre cuya vida era un testimonio vivo de la veracidad de las promesas de Dios, un hombre dispuesto y capaz de iluminar su entendimiento como ningún otro podría hacerlo. Sin embargo, ¿cómo respondió Pilato? “¿Qué es la verdad?” Y abruptamente ‘salió de nuevo a los judíos’. (Juan 18:33-38.)
Pilato dejó que la verdad se le escapara.
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No deje escapar la verdadLa Atalaya 1986 | 1 de marzo
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QUIZÁS Poncio Pilato intuyó que aceptar la verdad implicaría algún costo. Ser seguidor de Cristo supondría aceptar su reinado y, sin duda, hacer un cambio moral rotundo.
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