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  • “Me dijeron que nunca volvería a caminar”
    ¡Despertad! 1990 | 22 de agosto
    • Aunque siempre había tenido un profundo respeto por la Biblia, cuando le ocurrió el accidente Bill no sabía el significado de estas promesas bíblicas. Durante los primeros cinco años que vivió imposibilitado, empezó a tomar drogas. “Había tomado drogas en Vietnam para escapar de aquellos horrores —dice él—, y después las tomé para soportar la vida en una silla de ruedas.”

      No obstante, en 1974, con la ayuda de los testigos de Jehová, Bill llegó a creer en la veracidad de la Biblia y en que sus promesas son totalmente confiables. “Desde entonces —dijo—, parecía como si me hubieran caído escamas de los ojos.” Siete meses después Bill dedicó su vida a Jehová Dios, y al poco tiempo él y su esposa empezaron juntos una nueva vida en el ministerio de tiempo completo como precursores.

      Cuando reflexiona en estas experiencias pasadas, Bill admite que su accidente y la subsiguiente incapacidad física le fueron muy dolorosos. “Pero —subraya—, he salido muy beneficiado de mi situación.” ¿Cómo puede decir eso?

      “Si no estuviese impedido —explica— no sé si ahora sería un cristiano verdadero. Antes era demasiado orgulloso, demasiado ambicioso, y probablemente no habría permanecido en un mismo lugar el tiempo suficiente para poder aceptar el mensaje cristiano.”

  • “Me dijeron que nunca volvería a caminar”
    ¡Despertad! 1990 | 22 de agosto
    • Otro joven de poco más de veinte años llamado Bill se zambulló jugando en una ola que rompía y dio con la cabeza en un banco de arena. Al instante se quedó sin poder moverse ni respirar. Aunque Bill no se ahogó gracias a unos amigos que se encontraban cerca, quedó paralizado del cuello para abajo. Los médicos también le dijeron que no volvería a caminar.

      La primera reacción

      “Quería suicidarme —confesó Bill—, pero postrado en la cama del hospital no podía hacerlo.” Bill había luchado en la guerra del Vietnam y su ilusión era llegar a ser piloto de aviación. Cuando en 1969 tuvo el accidente, todos sus sueños se vinieron abajo y ya no veía razón para vivir.

  • “Me dijeron que nunca volvería a caminar”
    ¡Despertad! 1990 | 22 de agosto
    • Hay que encararse al problema

      En lo que respecta a Bill, no conocía las promesas de Dios. Sin embargo, cierto día sucedió algo que le motivó a luchar.

      Después de tan solo vegetar en el hospital durante ocho meses, llevaron a Bill en su silla de ruedas hasta un cuarto de baño para que un enfermero lo afeitase. “Cuando me miré en el espejo —dijo—, ¡no me reconocí!”

      Bill había sido un hombre fuerte de 90 kilogramos de peso y 1,85 metros de altura, pero ahora no era más que un esqueleto de 40 kilogramos. No podía creer que la imagen que veía en el espejo fuera la suya. Esa experiencia despertó en él el deseo de luchar para aceptar su incapacidad física. “El primer año que uno se encuentra en esa situación es la época más difícil —dice Bill—, pues es entonces cuando uno decide qué camino va a tomar.”

  • “Me dijeron que nunca volvería a caminar”
    ¡Despertad! 1990 | 22 de agosto
    • Para Bill la mayor dificultad estriba en vivir con un cuerpo limitado y un cerebro que no lo está. “Es como tener una mente de propulsión a chorro y tener por cuerpo una carreta de bueyes”, explica.

      Al tener dañada la columna vertebral, también surgen complicaciones físicas, como falta de control de la vejiga y el intestino, úlceras de presión y problemas respiratorios. Desde su accidente, Ed ha tenido problemas de riñón y a veces se pasa seis y siete días seguidos con fiebres de hasta 40 °C. A Bill también le produce mucha frustración no poder controlar su vejiga e intestinos. Según él mismo dice: “Nunca te adaptas a tener un cuerpo de bebé”.

  • “Me dijeron que nunca volvería a caminar”
    ¡Despertad! 1990 | 22 de agosto
    • A Bill también le produce mucha frustración no poder controlar su vejiga e intestinos. Según él mismo dice: “Nunca te adaptas a tener un cuerpo de bebé”.

  • “Me dijeron que nunca volvería a caminar”
    ¡Despertad! 1990 | 22 de agosto
    • “Trate de olvidar su incapacidad física —aconseja Bill—, salga y viva su vida lo mejor que pueda. Si no se comporta como una persona imposibilitada, los demás no lo tratarán como tal.” Bill practica lo que predica, pues es propietario de un negocio que él mismo dirige, y para desplazarse utiliza un carrito motorizado, como los que se usan en los campos de golf, su silla de ruedas y sus muletas.

  • “Me dijeron que nunca volvería a caminar”
    ¡Despertad! 1990 | 22 de agosto
    • “El mejor detalle que puede tenerse con una persona impedida —aconseja Bill—, es tratarla como a alguien normal, relacionarse con ella como lo haría con cualquier otra persona.” Es cierto que a algunos les resulta difícil hacerlo, quizás porque exista una barrera mental o emocional entre ellos y las personas incapacitadas. Sin embargo, cuanto más llegamos a conocer a un impedido como persona, menos pensamos en su impedimento.

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