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PoloniaAnuario de los testigos de Jehová 1994
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¿Estaba difamando al papa?
En 1920 Jan Kusina regresó de Estados Unidos a Cracovia, una ciudad grande del anterior territorio austro-húngaro. Aunque era nuevo en la verdad, pronto se las arregló para despertar el interés de un pequeño grupo de personas sinceras, pero fue arrestado bajo el cargo de difamar al papa. En realidad, lo único que hizo fue divulgar las verdades bíblicas. Ante el tribunal basó su defensa en la Biblia. El juez, un hombre imparcial, lo exoneró.
Más o menos para ese tiempo, Józef Krett, un hermano peregrino estadounidense que estaba de visita en Varsovia y Cracovia, informó que se estaba enseñando a los niños de edad escolar a concluir su oración del catecismo de este modo: “De la muerte súbita, el hambre, el fuego, la guerra y la pestilente herejía estadounidense, líbranos Señor”.
Teólogos intentan desacreditar a Los Estudiantes de la Biblia
El hermano Winiarz, hombre acaudalado pero humilde que también había vuelto a su país, compró una casa en Cracovia para que se utilizara como lugar de reuniones. En 1922 aquel lugar sirvió de palestra para un debate que sostuvieron tres hermanos y tres teólogos católicos.
Un año antes, Franciszek Puchała había vuelto de Estados Unidos y había publicado por cuenta propia un volante con una lista de trece doctrinas —la inmortalidad del alma, el infierno, el purgatorio, el sacrificio de la misa, el celibato sacerdotal, la confesión auricular, el rezo del rosario y otras más—, y ofreció 10.000 marcos polacos por cada una de estas, a la persona que pudiera probar que se fundamentan en las Santas Escrituras. Tiempo después escribió: “Aquello fue como alborotar un hormiguero”.
Por medio de los periódicos católicos, el clero le exigió que se retractara públicamente. De lo contrario —dijeron—, lo demandarían por difamar a la Iglesia. Sin dejarse intimidar, él solicitó un debate público.
Tras consultar con la curia romana, el clero aceptó el debate pero a puerta cerrada, ‘dada la naturaleza sagrada de los temas a tratar’, según dijeron. El hermano Puchała accedió. El clero se sentía tan seguro de la victoria, que dispuso que estuviese presente un abogado para que procesara a los hermanos en cuanto estos fueran derrotados. El periódico de la Iglesia dijo con arrogancia: “Veremos quién tiene razón, si la Iglesia Católica Romana con siglos de antigüedad, o este pobre puñado de gente extraviada que ni siquiera puede leer la Biblia correctamente”.
El conocido teólogo jesuita Jan Rostworowski dirigió la delegación católica, que incluía a otros dos sacerdotes. Los Estudiantes de la Biblia fueron representados por Franciszek Puchała y otros dos hermanos. También estuvieron presentes las estenógrafas y varias personas que sirvieron de testigos. Los jesuitas llegaron con dos maletines grandes repletos de libros. Los hermanos solo llevaban sus Biblias y diccionarios de griego y hebreo.
Los clérigos solicitaron que el punto número 13 del volante (la inmortalidad del alma) fuera el primero en el orden del día. Tras unas dos horas de debate, los teólogos pidieron permiso para marcharse, arguyendo que no disponían de más tiempo. Aunque nunca reconocieron la derrota en público, más tarde confesaron en un artículo periodístico: “Debemos admitir que los Estudiantes de la Biblia [...] no son unos ignorantes”.
El debate completo se publicó en un folleto titulado Bitwa na niebie (Lucha en los cielos), con una circulación inicial de 10.000 ejemplares y varias reimpresiones. La gente de hondas raíces religiosas de Cracovia y sus zonas aledañas se vio obligada a prestar atención a este asunto. ¿Con qué resultado? Para 1923 asistieron a la Conmemoración 69 personas.
El clero, por supuesto, nunca perdonó al hermano Puchała por haber erosionado públicamente la autoridad de la Iglesia Católica. Intentaron por todos los medios hacerle la vida imposible. Se asignó a un policía a tomar notas en las reuniones que se celebraban en su casa, y tuvo que comparecer ante el tribunal en diversas ocasiones. Su vida se vio amenazada más de una vez por asesinos a sueldo, pero Jehová lo protegió.
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PoloniaAnuario de los testigos de Jehová 1994
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[Fotografías en la página 183]
En Cracovia, Franciszek Puchała ofreció una suma considerable a quien pudiera probar que ciertas enseñanzas fundamentales de la Iglesia se basan en la Biblia
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