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Marea negra. Aquí nunca sucederá¡Despertad! 1989 | 22 de septiembre
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Marea negra. Aquí nunca sucederá
“¿UNA MAREA NEGRA en el golfo del Príncipe Guillermo? Jamás. Nunca sucederá. El paso es muy ancho y profundo, así que no supone ningún peligro para la navegación.”
Eso es lo que se hizo creer a la gente. Pero, lamentablemente, cuatro minutos después de la medianoche del viernes 24 de marzo, el Exxon Valdez, un superpetrolero que transportaba 200 millones de litros de crudo, se desvió unos dos kilómetros de su ruta y encalló en las dentadas rocas del arrecife de Bligh. Como consecuencia, se le abrieron enormes agujeros en el casco y más de cuarenta millones de litros de crudo se vertieron en las limpias aguas del golfo del Príncipe Guillermo, un lugar de inmensa belleza situado al sur de Valdez (Alaska).
En el momento en que ocurrió la catástrofe, un tercer oficial no cualificado estaba al mando y el servicio de guardacostas que debería haber dirigido el trayecto del Exxon Valdez mediante radar no pudo hacerlo. Además, cuando se produjo la fuga, ni la compañía Alyeska Pipeline Service ni la compañía Exxon pudieron cumplir con su plan de emergencia para controlar fugas de petróleo.
Se llamó a submarinistas especializados para que inspeccionaran en el lugar del siniestro los daños sufridos por el Exxon Valdez. Uno de ellos informa:
“Cuando nos dirigíamos al petrolero, vimos que el manto de petróleo ya tenía varios centímetros de espesor, y ni siquiera podíamos ver el agua en la estela que dejaba nuestra barca. Una vez en el superpetrolero, la primera preocupación era la seguridad. ¿Era estable la posición del barco, o volcaría encima de nosotros? Estaba encallado en el arrecife de Bligh, cerca de un lugar donde el fondo marino sufre un desnivel de unos cien metros. Si la marea ascendente lo desplazaba, iría a parar al fondo, y es posible que el casco se acabara de resquebrajar y dejara salir el resto del petróleo: 160 millones de litros.
”Inspeccionamos casi cada metro cuadrado del barco: el casco, el interior de los depósitos y la estructura. El petróleo no dejaba de salir a chorros. No se mezclaba con el agua, sino que rápidamente subía a la superficie. Cuando entramos en los depósitos, nuestras burbujas de aire alteraron las bolsas de petróleo, obligándolo a salir, lo que ocasionó que se arremolinara alrededor de nuestras máscaras. No estábamos allí para hacer reparaciones, solo para determinar los daños.”
La compañía Alyeska había prometido acudir al lugar del siniestro con barreras de contención y skimmers (sistemas de almacenamiento con vertederos) en el plazo de cinco horas, pero no se hizo nada antes de diez horas y muy poco durante los siguientes tres días. Ya no hacía el buen tiempo de los días anteriores, cuando las barreras de contención y los skimmers podían haber limitado los daños. El lunes soplaron vientos de 110 kilómetros por hora a través del golfo del Príncipe Guillermo, y batieron la superficie hasta convertirla en una mezcla espumosa de petróleo y agua llamada mousse (espuma).
Entonces todos empezaron a echarse la culpa unos a otros. Los funcionarios de Alaska, los habitantes de Valdez y el servicio de guardacostas culparon a las compañías Alyeska y Exxon por haber perdido el tiempo y haber dejado pasar los primeros tres días, cuando las condiciones climáticas eran favorables. Algunos culparon al servicio de guardacostas por su reducción de gastos, que resultó en “que se reemplazase el radar ubicado en Valdez por una unidad más débil que no pudo advertir al desafortunado petrolero de que se dirigía a un arrecife”. La compañía Exxon culpó al estado y al servicio de guardacostas por no conceder permiso para utilizar dispersantes químicos a fin de descomponer el manto de crudo.
En dos meses la marea negra avanzó unos 800 kilómetros desde el arrecife Bligh, contaminó 1.600 kilómetros de litoral y cubrió con una capa de petróleo 2.600 kilómetros cuadrados de las hermosas aguas del golfo del Príncipe Guillermo. No se detuvo hasta que pasó el Parque Nacional Kenai Fjords, rodeó el extremo de la península de Kenai y se adentró en la ensenada de Cook. También se desplazó hacia el sur, donde contaminó el Parque Nacional de Katmai y la isla de Kodiak.
Se contrató a miles de personas para limpiar las playas. Cuando se le entrevistó, uno de esos trabajadores dijo lo siguiente sobre el método utilizado y los resultados conseguidos:
“Se empieza a trabajar con mangueras de alta presión a las 4.30 de la mañana y se continúa hasta las 10.00 de la noche. Algunas echaban agua fría del mar y otras, vapor caliente mezclado con agua del mar. Se lanza el agua a presión contra la grava de las playas, haciendo que penetre hacia abajo. El petróleo que se encuentra entre medio metro y un metro bajo tierra sale a la superficie. Entonces el agua de las mangueras lo arrastra hacia el mar, donde barreras de contención impedirán que se extienda hasta que acudan los skimmers y lo absorban. En una sección de playa de 200 metros de ancho se recogen diariamente entre doscientos y cuatrocientos barriles (30.000 a 60.000 litros).
”Este proceso se repite una y otra vez durante dos semanas, y siempre se consigue la misma cantidad de petróleo. También hay personas que se sientan en la playa con trapos absorbentes y limpian las rocas una a una. La playa parece limpia, pero si uno mete la mano entre las rocas y la introduce en la arena unos nueve centímetros, la saca cubierta de una sustancia negra pegajosa, y eso después de haber pasado dos semanas limpiando. Se vuelve al cabo de tres días, y el petróleo ha subido entre ocho y dieciséis centímetros más. La siguiente marea lo devolverá al mar.”
¿Un esfuerzo inútil? Quizás, pero el trabajo está bien remunerado. Un trabajador que gana 250 dólares diarios declara: “Calculo que es fácil que saque de esto unos diez mil dólares”. Otro trabajador ganó casi 2.000 dólares por una semana de trabajo de doce horas diarias durante siete días. “Hoy limpiamos dos playas —dijo—, pero estoy seguro de que mañana, después de que entre la marea, estarán igual.” Algunas playas del golfo del Príncipe Guillermo están enterradas bajo un metro de lodo aceitoso.
Una vez que se abrieron los boquetes en el casco del Exxon Valdez y se produjo el vertido de 40 millones de litros de petróleo en las aguas del golfo del Príncipe Guillermo, ¿qué habría ayudado a hacer frente al desastre? Es posible que una rápida intervención con barreras de contención y skimmers durante los primeros tres días, cuando el mar estaba en calma, hubiera contenido la marea negra lo suficiente como para mantenerla dentro del golfo del Príncipe Guillermo sin que se extendiese hacia el golfo de Alaska.
¿Habría ayudado el uso de dispersantes químicos? Parece que no. Los dispersantes no surten efecto en aguas calmadas. El mar tiene que estar agitado para poder mezclarlos y distribuirlos de modo que hagan su trabajo. Durante los primeros tres días de calma, habrían sido inútiles, y el cuarto día, cuando quizás hubieran servido de ayuda, ya que las aguas estaban agitadas, los fuertes vendavales impidieron el despegue de los aviones que tenían que pulverizar dichas sustancias químicas sobre el agua. De todas formas, su uso es controvertido. Un artículo del Anchorage Daily News explica:
“Los dispersantes funcionan de modo parecido a los detergentes. Cuando se les pulveriza sobre la superficie de una capa de petróleo y el mar los agita, dividen el crudo en minúsculas gotas y hacen que se esparzan por el agua. A los defensores del medio ambiente no les gustan los dispersantes, porque, según dicen, las sustancias químicas simplemente esparcen el crudo a través de todas las capas de agua, con lo que presentan una amenaza para las diferentes formas de vida que encuentran desde la superficie hasta el fondo.” De todas formas, los dispersantes químicos son menos eficaces en agua fría, “apenas surten efecto con el crudo de Prudhoe Bay” y “son casi inútiles más de un día después de la fuga”.
Además, los dispersantes mismos son tóxicos. Se afirma que los que se utilizaron para controlar la gigantesca marea negra producida por la fuga del superpetrolero Torrey Canyon que alcanzó la costa francesa en 1967 causaron más efectos tóxicos que el propio petróleo. “Se aniquiló la flora y la fauna.”
Pete Wuerpel, director del Servicio de Comunicaciones de Emergencia de Alaska, confirma la declaración ya citada de uno de los contratados para limpiar las playas. Dice: “El petróleo no se quedará estancado y tampoco desaparecerá. Hasta el que ahora se encuentra en algunas de las playas será arrastrado a otras playas por la acción de las olas y las mareas. Es un desastre continuo. Cuando se considera la profundidad a la que ha penetrado el petróleo, el trabajo de limpiar las playas resulta imponente. Es posible limpiar la superficie, pero la acción de las olas y las mareas hará que el petróleo que hay debajo siga filtrándose hacia la superficie. ¿En qué punto se reconoce lo ineficaz de los esfuerzos humanos?”.
Wuerpel concluye que la tecnología del hombre todavía no puede hacer frente a las mareas negras, y dice que en esos casos hay que dejar el trabajo a la naturaleza. Otros concuerdan con él. La bióloga marina Karen Coburn declaró: “La realidad es que incluso en las mejores circunstancias, no tenemos la capacidad de recuperar más de aproximadamente el diez por ciento del petróleo vertido en una gran fuga”. Otro informe comenta que según científicos que estudian las mareas negras, “a la naturaleza le podría costar una década, o quizás más tiempo, eliminar de las aguas del golfo del Príncipe Guillermo los últimos vestigios de la mayor marea negra de América del Norte”.
Dos semanas después del accidente, un titular del Anchorage Daily News decía: “La batalla para limpiar la marea negra está perdida. Los equipos ganan pequeñas victorias, pero los expertos aseguran que la recuperación del golfo está en manos de la naturaleza”. Y añadía: “El personal de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional ha dicho desde el principio que era imposible ganar la guerra”. Han controlado toda marea negra importante producida durante la última década, entre las que se halla la fuga de 250 millones de litros del superpetrolero Amoco Cádiz ocurrida frente a la costa francesa en 1978, y su veredicto es: “En ningún caso el esfuerzo del hombre ha podido eliminar gran parte del petróleo”.
[Fotografía en la página 7]
Las playas que se limpian un día aparecen cubiertas de petróleo al día siguiente
[Reconocimiento en la página 2]
Mike Mathers/Fairbanks Daily News-miner
[Reconocimiento en la página 5]
Portada: The Picture Group, Inc./Al Grillo
[Recuadro en las páginas 6, 7]
Superpetrolero, supercontaminador
Imagínese un barco con una longitud equivalente a la altura de un edificio de cien pisos, que surca las olas del océano con una proa que queda casi 500 metros por delante de quien lo dirige, tan grande que hay quienes se han preguntado si la rotación del planeta puede afectar sus movimientos. Se trata del superpetrolero, un barco muy grande acondicionado especialmente para el transporte de petróleo. No, no es obra de la imaginación; muchas de esas embarcaciones y de otras casi tan grandes como ellas surcan los mares. ¿Por qué? Porque vivimos en un mundo sediento de petróleo, y debido a su gran tamaño, los petroleros han resultado un medio económico y lucrativo de transportarlo.
Pero como tristemente han demostrado los sucesos recientes, los grandes petroleros también tienen desventajas. Por un lado, su enorme fuerza también constituye su debilidad. Su impresionante tamaño puede obrar en contra suya, hacer que sea muy difícil maniobrarlos y conducirlos. Cuando el timonel quiere detenerlo o girarlo con rapidez para evitar un peligro, las leyes físicas del movimiento (en particular la que dice que un objeto en movimiento tiende a permanecer en ese estado a menos que reciba la acción de una fuerza exterior) asumen proporciones verdaderamente considerables.
Por ejemplo: cuando un petrolero de entre 240 y 270 metros de eslora está totalmente cargado y surca las aguas a su velocidad normal (el Exxon Valdez, de 300 metros de eslora, transportaba 200 millones de litros de petróleo y navegaba a 19 kilómetros por hora), parar los motores no hace que se detenga de inmediato, sino que se deslizará por unos ocho kilómetros más. Si se ponen los motores en marcha atrás, el barco todavía necesitará unos tres kilómetros para detenerse por completo. Las anclas tampoco ayudarían; en caso de echarlas, se clavarían en el fondo del mar y entonces el ímpetu del petrolero sencillamente las arrancaría de la cubierta del barco. Asimismo, maniobrar un petrolero es un auténtico desafío. Puede ser necesario casi medio minuto para que el timón gire después de haber girado la rueda del timón. Luego el petrolero tal vez necesite unos angustiosos tres minutos para dar pesadamente ese giro.
Como el timón está a unos 300 metros detrás de la proa, a unos 45 metros del costado exterior y a 30 metros por encima del nivel del mar, no sorprende que haya colisiones. Los accidentes, sea que se deban a encallamiento o a colisión, pueden producir enormes mareas negras. Es lamentable, pero los litorales de África, Asia, Europa y América del Norte y del Sur, así como los de cerca de los polos de la Tierra, en su día limpios, han sido ensuciados.
Ahora bien, los petroleros no ensucian los océanos solo debido a sus catastróficos accidentes. Todos los años sueltan en los mares unos dos millones de toneladas de petróleo. Estudios realizados han demostrado que la mayor parte de este petróleo proviene de procedimientos rutinarios, como vaciar sin ningún escrúpulo los residuos de petróleo de los depósitos vacíos cuando se encuentran en alta mar. Como escribió Noël Mostert en su libro Supership, “por bien llevado que esté, todo petrolero suelta algo de su petróleo en el mar de una forma u otra; los mal llevados constituyen una incesante fuente de contaminación, y, al igual que a los caracoles, se les puede seguir con facilidad por el rastro iridiscente que dejan detrás”.
El oceanógrafo Jacques Cousteau hizo un fuerte comentario sobre los drásticos ataques que la humanidad ha infligido al medio ambiente. Dijo: “Tratamos la Tierra con vandalismo. Estamos destruyendo todo lo que hemos heredado”.
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Marea negra. Su efecto en los animales¡Despertad! 1989 | 22 de septiembre
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Marea negra. Su efecto en los animales
LA CANTIDAD de bajas en la fauna que la marea negra causó en los primeros meses fue enorme. Un despacho especial de Alaska al New York Times dijo: “Se ven las víctimas desde las islas cercanas a Valdez, donde miles de focas paren a sus crías en playas contaminadas, hasta las zonas lejanas del Parque Nacional de Katmai, en la península de Alaska, a 500 kilómetros al sudoeste de aquí, donde las águilas de cabeza blanca, los osos pardos y los leones marinos se enfrentan a un hábitat tóxico. Los daños ecológicos que la marea negra ha causado hasta ahora afectan a más de 20.000 aves de 30 diferentes especies, 700 nutrias marinas y 20 águilas de cabeza blanca”. Según los biólogos que llevan a cabo el recuento, las cifras verdaderas tal vez sean cinco veces mayores, ya que jamás se encontrará a muchas de las víctimas.
En el Parque Nacional de Katmai vive la mayor concentración de osos pardos del mundo. Las autoridades temen por estos animales, algunos de los cuales miden 3 metros de altura y pesan 540 kilogramos. Han estado merodeando por las playas y comiendo aves y peces contaminados de petróleo. “¿Qué les sucederá a estos animales al introducirse el petróleo en su cadena alimentaria?”, se preguntan las autoridades. Las águilas que se alimentan de los peces y aves muertos perecen, por lo que se supone que “cuando el petróleo tóxico se acumule en sus sistemas”, algunos osos también morirán.
En el Parque Nacional Kenai Fjords existen preocupaciones similares, pues el petróleo ha arruinado el 90% de sus 390 kilómetros de litoral oriental. Un biólogo estatal asignado a esa zona dijo: “En estos momentos todavía encuentro nutrias marinas muertas en la playa. Las águilas de cabeza blanca se las comen, así que también me encuentro águilas muertas. Y aquí estoy yo, un científico doctorado en Filosofía que cuando ve a esas aves recubiertas de petróleo tratar de alzar el vuelo, comienza a llorar”.
Es posible que centenares de otras personas también lloren y miles compartan sus sentimientos. Hay quienes manifiestan su interés esforzándose por limpiar el petróleo de las aves y nutrias, aunque muchos de esos animales mueren de todas formas. Es una tarea angustiosa para los que se preocupan por la conservación de la fauna.
Se calculaba que en el golfo del Príncipe Guillermo había entre 10.000 y 15.000 nutrias marinas. Un biólogo temía que se encaraban a una total extinción, y otro concordaba en que “serían totalmente eliminadas”. Es posible que estos cálculos hayan resultado demasiado pesimistas; otros estiman que se perderá una tercera parte de ellas, una cifra que ya es preocupante. Las nutrias todavía abundan en algunos lugares a los que no ha llegado el petróleo, pero en las zonas contaminadas apenas se ven unas pocas. En realidad, nadie sabe cuántos miles de nutrias marinas han perecido, porque cuando mueren por causa de la marea negra, se hunden en el fondo. Por eso no es posible hacer ningún recuento, solo cálculos basados en que cada vez se ven menos.
La mayoría de las personas se conmueven ante la muerte de miles de aves y animales a causa de las mareas negras, pero pocos piensan en las víctimas pequeñas y microscópicas, que ascienden a millones, hasta a billones. Estas también son importantes y el Creador no las pasa por alto. “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones. En cuanto a este mar, tan grande y ancho, allí hay cosas movientes sin número, criaturas vivientes, pequeñas así como grandes.” (Salmo 104:24, 25.)
Con el tiempo, el cieno aceitoso dispersado en el agua se hunde en el fondo. Allí envenena a los microorganismos y al zooplancton, el primer eslabón en la cadena alimentaria de una abundante variedad de animales. De modo que las sustancias químicas tóxicas ascienden los peldaños de la vida, hasta que por fin llegan al mismo hombre.
El hombre no está por encima de todo esto. Es parte de ello y es el encargado de cuidarlo, un encargo que le dio Dios, su Creador. Jehová le dijo al primer hombre que tuviera “dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo, y sobre todos los animales que se mueven sobre la tierra”. El hombre estaba hecho a la imagen de Dios, tenía Sus atributos: sabiduría, poder, justicia y amor, cualidades que le capacitaban para ejercer dominio amoroso sobre la Tierra y sobre sus plantas y animales. La Tierra y toda su riqueza fueron puestas a su cargo, no para que las explotase y arruinase, sino para que las cuidase y protegiese. (Génesis 1:26-28; 2:15, Versión Moderna.) Jehová Dios se interesa por Su creación, ¿nos interesamos también nosotros? Deberíamos hacerlo, pues Él declara que causará “la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación 11:18.)
[Fotografías en las páginas 8, 9]
Esquina superior izquierda: cría de foca común de tres días
Izquierda: colimbo de Adams
[Reconocimiento]
Anchorage Times photo/Al Grillo
Abajo: leones marinos
Golfo del Príncipe Guillermo
[Recuadro/Fotografía en la página 10]
El interés de Dios en los animales
Dios se interesa en ellos:
“Gorriones [...], ni uno de ellos cae a tierra sin el conocimiento de su Padre.” (Mateo 10:29.)
Exige que se les muestre consideración:
‘Trabaja seis días, en el séptimo desiste, para que descansen tu toro y tu asno.’ (Éxodo 23:12.)
“No debes poner bozal al toro mientras está trillando.” (Deuteronomio 25:4.)
“No debes arar con un toro y un asno juntos.” (Deuteronomio 22:10.)
“Si vieras echado debajo de su carga el asno de alguien que te odia, [...] sin falta has de librarlo.” (Éxodo 23:5.)
“¿Quién de ustedes, si su [...] toro cae en un pozo, no lo saca inmediatamente en día de sábado?” (Lucas 14:5.)
Hace provisión para la supervivencia de las especies:
“En caso de que un nido de pájaro esté delante de ti [...], no debes llevarte la madre junto con los hijos.” (Deuteronomio 22:6.)
Les suministra alimento:
“El sábado de la tierra tiene que servirles de alimento a ustedes, [...] y a la bestia salvaje que está en tu tierra.” (Levítico 25:6, 7.)
“Abres tu mano... se satisfacen con cosas buenas.” (Salmo 104:28.)
“Observen atentamente las aves del cielo, [...] su Padre celestial las alimenta.” (Mateo 6:26.)
Les da la sabiduría necesaria para sobrevivir:
“Son instintivamente sabias: [...] En el verano preparan su alimento.” (Proverbios 30:24, 25.)
Exige que se les muestre el respeto apropiado:
“No debes cocer el cabrito en la leche de su madre.” (Éxodo 23:19.)
[Reconocimiento]
Anchorage Times photo/Al Grillo
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Marea negra. Su efecto en las personas¡Despertad! 1989 | 22 de septiembre
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Marea negra. Su efecto en las personas
DESDE que el 24 de marzo de 1989 se produjo la marea negra, ha habido una explosión demográfica en Valdez, que ha pasado de ser una población de dos mil ochocientos habitantes a tener más de diez mil. La compañía Exxon ha contratado a miles de personas, a las que paga sueldos elevados, para deshacer los daños que la marea negra ha causado al medio ambiente. La llegada de esos miles de personas ha ocasionado trastornos económicos y sociales a los que los residentes permanentes de esta pequeña ciudad, en un tiempo tranquila, no pueden sobreponerse con facilidad.
Pete Wuerpel, director del Servicio de Comunicaciones de Emergencia de Alaska, hace resaltar algunos de los cambios debidos a la abrumadora afluencia de personas en busca de empleos bien remunerados. Wuerpel dijo durante una entrevista:
“El impacto a largo plazo en Valdez puede ser más grande de lo que en estos momentos es posible calcular. La tremenda oleada de gente que ha venido a esta ciudad ha exigido demasiado de sus instalaciones y servicios. En las siete semanas posteriores a la fuga, la compañía telefónica pasó de tener 60 líneas interurbanas a tener 170. El alcantarillado, el fluido eléctrico, el puerto para pequeñas embarcaciones, el vertedero municipal, las calles de la ciudad... nada de eso se había diseñado para hacer frente a la actual demanda. Durante el mes de abril se pasó de 3.000 vehículos a 9.600. El tráfico aéreo, por lo general de 20 vuelos diarios, llegó a más de 680. El impacto de esto en la ciudad ha sido enorme.
”La crisis que ha causado la explosión demográfica ha sido eclipsada por el énfasis que se da al petróleo vertido, las playas contaminadas, las aves y nutrias marinas muertas, los criaderos amenazados y las pérdidas de mariscos. Se ha trastornado la economía, los salarios están desequilibrados, los negocios luchan por encontrar empleados confiables. La subida de los precios afecta el bolsillo de los que cuentan con salarios fijos.
”No se dice todo esto para quitar importancia a los desastres ocasionados por la marea negra, sino para ver desde una mejor perspectiva la totalidad de la tragedia y su efecto en las personas. En mi opinión, el trastorno que ha sufrido la vida de los residentes de Valdez ha sido eclipsado por la impresionante publicidad dada a la aniquilación de miles de aves y mamíferos.”
Se entrevistó a algunos de los antiguos residentes de Valdez y se les preguntó cómo les había afectado esta explosión demográfica en la ciudad.
Un empleado de la compañía telefónica expresó su parecer:
“Ya han pasado dos meses desde la fuga y Valdez es un verdadero caos. Todavía acuden miles de personas en busca de trabajos bien remunerados. Viene gente de todo tipo: gente que huye de la ley y que es aprehendida, prostitutas que vienen a ejercer su profesión. Los niños ya no pueden moverse con libertad por la ciudad. Los padres están muy pendientes de ellos, y con razón. Algunos niños están desatendidos, pues tanto el padre como la madre trabajan muchas horas para la compañía Exxon. La obsesión por el dinero ha afectado a muchos.
”Los precios se han disparado. Se duplican de la noche a la mañana, y en el plazo de una semana vuelven a duplicarse. ¿Tiene una casa para alquilar? Puede cobrar 500 dólares por noche. Casi se cobra lo mismo por el alquiler de una habitación, y hasta es posible alquilar espacio para un sofá. Los alquileres de las casas son de 5.000 ó 6.000 dólares al mes, y se sabe de un caso en que se pidieron 13.000 dólares mensuales por una casa. Se han alquilado automóviles a 250 dólares diarios.
”Los salarios que paga Exxon son elevadísimos, así que a los demás negocios les es imposible hacerle la competencia. Por esta razón, sus empleados abandonan su puesto de trabajo a fin de trabajar para Exxon. Los trabajadores nuevos permanecen un tiempo y luego también se van a hacer trabajos relacionados con la marea negra. La situación de los restaurantes es muy difícil, pues permanecen abiertos las veinticuatro horas del día, sirven a miles de personas y algunos han tenido que cambiar de personal cuatro o cinco veces en los pasados dos meses, ya que sus empleados se marchan para conseguir los elevados salarios que les paga Exxon por menos horas de trabajo. La mitad de los empleados del hospital también abandonaron su empleo.”
Es muy comprensible que todo ese dinero atraiga a alguien de escasos recursos con muchas facturas que pagar. Qué fácil es razonar así: “Puedo trabajar el domingo y ganar 30 ó 50 dólares a la hora, trabajo doce horas y cobro el doble porque es domingo. Así puedo terminar de pagar el automóvil y todas mis facturas”. Aunque con ese horario también se desatiende a la familia y los valores espirituales tal vez se vayan a pique. “Pero no lo voy a hacer para siempre, solo durante un tiempo, hasta que pague mis deudas”, se dice a sí mismo. Tal vez sí y tal vez no.
Aún más inquietantes son los estados de ánimo que resultan de las frustraciones. Una persona dijo:
“Muchos han hecho de Exxon el objeto de toda su ira, y salen a flote comportamientos muy extremados. El sistema de valores se ha trastornado, se ha distorsionado. Hay gente que por causa de su frustración y su ira se inclinan a actuar de un modo que por lo general aborrecerían. Muchos están airados por lo que la fuga de petróleo le ha hecho al hermoso golfo del Príncipe Guillermo y a las miles de aves, nutrias, focas y demás animales que por mucho tiempo han sido fuente de orgullo para ellos.
”Debido a dicha ira, algunos han obligado a los automóviles de la compañía Alyeska a salirse de la carretera, se han recibido amenazas de bomba y en Valdez hasta ha habido amenazas de muerte contra el presidente de Exxon. Como consecuencia, se ha contratado a centenares de policías de seguridad más.”
Un profesor suplente comenta:
“Muchos niños se preparan solos para ir a la escuela. Sé de una niña de cinco años que está en párvulos que por las mañanas se levanta sola de la cama porque su mamá y su papá se han ido horas antes a trabajar en las labores relacionadas con la marea negra. Se prepara el desayuno, va a la escuela, vuelve a casa, cena y está sola hasta que sus padres regresan a las nueve o las diez de la noche. ¿Cómo le afecta esto?, ¿qué le comunica? El dinero ha cegado a algunos padres, y sus hijos sufren. Los niños viven con demasiado estrés como para trabajar en la escuela, así que los maestros no les presionan, sino que les leen cuentos y les dejan jugar.”
Un ama de casa se topa con descortesía e ira:
“Las aglomeraciones producen estrés y frustración, lo que abre la puerta a la ira y los arrebatos de cólera. Cuando los suministros son limitados, algunas mujeres arrebatan el pan o la leche de otras que han estado haciendo la compra. Personas que acaban de llegar a los restaurantes se abren paso a empujones y toman mesas por las que otros han esperado horas.”
Un hombre expresa de la siguiente manera su preocupación por lo que le sucede a la gente:
“El impacto en la zona ha sido bastante grave, pues la población casi se ha triplicado. La ciudad ha pasado de unos dos mil ochocientos habitantes a más de nueve mil. Resulta difícil conseguir suministros e incluso algo tan simple como moverse por la ciudad. El tráfico está más congestionado, por lo que el simple hecho de circular por esta pequeña localidad se convierte en una fuente de frustración y estrés.
”Las ofertas de empleo han cambiado mucho. Trabajos que se pagan entre 20 y 50 dólares la hora han hecho difícil mantener en equilibrio las prioridades. Cuesta impedir que el materialismo afecte las responsabilidades familiares y los valores espirituales. Mi esposa y yo también hemos recibido muchas llamadas de amigos que viven en estados tan distantes como Florida y Nueva York, así como Texas y Oregón, y que querían saber cuáles eran las posibilidades de encontrar empleo aquí.
”Sabemos que la situación económica actual es difícil en todas partes, pero les hemos recomendado que no vengan. Son testigos de Jehová como nosotros, y mi esposa y yo tratamos de mantener los asuntos espirituales en primer lugar, asistiendo a las reuniones y hablando a otros del Reino de Dios. Opinamos que eso también es lo mejor para ellos, y no es fácil hacerlo en medio de las actuales condiciones estresantes de Valdez. El materialismo ahoga la espiritualidad, y aquí es desenfrenado.
”Cuánta razón tienen las palabras de la Biblia de 1 Timoteo 6:10: ‘El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores’.”
Estas entrevistas se llevaron a cabo dos meses después de producirse la marea negra. Se predijo que los trabajos de limpieza del entorno habrían terminado para estas fechas, la meta era el 15 de septiembre. Cuando se acaben de deshacer los daños causados por la marea negra, cuando los miles de puestos de trabajo desaparezcan y el chorro de dólares se corte, los antiguos residentes de Valdez que han mantenido intactos sus valores espirituales a través de toda esta situación harán los ajustes necesarios.
Pero puede que pasen años antes de que Valdez vuelva a ser de nuevo la pequeña y tranquila ciudad que había sido.
[Comentario en la página 12]
“Valdez es un verdadero caos”
[Comentario en la página 12]
Amenazas de violencia
[Comentario en la página 13]
‘El amor al dinero es raíz del mal’
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