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La pornografía se introduce en la Red¡Despertad! 2000 | 8 de junio
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La pornografía se introduce en la Red
TODOS LOS DÍAS, MILLONES DE PERSONAS DE TODO el planeta utilizan Internet. Muchos se conectan para realizar operaciones comerciales, ponerse al día con la actualidad mundial, averiguar el estado del tiempo, aprender sobre otros países, obtener información turística o comunicarse con familiares y amigos de distintas partes del mundo. Pero algunos usuarios —tanto casados como solteros, además de una cantidad sorprendente de niños— acceden a la Red con un motivo muy diferente: CONTEMPLAR PORNOGRAFÍA.
LA PORNOGRAFÍA VIRTUAL (también llamada cibersexo y ciberporno) es tan popular que se ha convertido en un negocio multimillonario. El diario The Wall Street Journal señaló: “Si ve que un sitio de la Red produce beneficios, lo más probable es que sus objetivos y su contenido sean claramente pornográficos”.
El periódico pasó a explicar por qué la gente recurre a Internet para contemplar pornografía: “Los clientes pueden ver imágenes de sexo sin tener que entrar a hurtadillas en una librería sórdida ni visitar la trastienda del videoclub del vecindario. Pueden examinar con detenimiento material erótico en la intimidad de su hogar o de su oficina”.
La pornografía y los niños
Lamentablemente, muchos de los observadores del cibersexo son niños. Aunque la ley no les permite comprar publicaciones eróticas ni alquilar vídeos pornográficos, pueden acceder a estos desde su propia casa mediante unos cuantos clics con el ratón. El surtido que se les ofrece es interminable.
Un gran número de menores visitan con frecuencia sitios de Internet sin el conocimiento de sus padres. De hecho, el diario The Detroit News afirma que “más de 2 de cada 5 niños se han suscrito a un sitio o un servicio de la Red, aunque casi el ochenta y cinco por ciento de los padres lo prohíben a sus hijos”.
Si bien la mayoría de los menores, así como de los adultos, ocultan celosamente el hecho de que son aficionados a la pornografía, no todo el mundo ve la necesidad de hacerlo. Algunos la consideran una forma inocente de entretenimiento. Otros admiten que la pornografía es dañina para los niños, pero piensan que lo que los adultos hagan en su vida privada es asunto suyo.
En algunos países, la polémica en torno a este asunto se ha convertido en una declarada batalla política. En un lado del debate se encuentran los defensores de la libertad de expresión, que abogan por la pornografía, y en el otro, los defensores de los valores familiares, que presionan a las autoridades para que la proscriban.
¡Despertad! no toma partido en cuestiones políticas. El propósito de este reportaje es informar a nuestros lectores sobre los peligros de mirar imágenes obscenas, sugerir formas de protegerse a sí mismos y proteger a sus seres queridos, y dar consejos basados en la Biblia a los que han caído en el lazo de la pornografía y desean liberarse.
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¿Tan nociva es?¡Despertad! 2000 | 8 de junio
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¿Tan nociva es?
COMO hemos visto, Internet ha facilitado el acceso a la pornografía a adultos y menores por igual. ¿Debe ser esto motivo de preocupación? ¿Es verdaderamente nociva la pornografía?
Muchos piensan que un contacto superficial con el cibersexo no puede perjudicar. Sin embargo, los hechos muestran lo contrario. Pongamos por ejemplo el caso de una pareja que parecía tener un matrimonio ideal. Disfrutaban de seguridad económica y les encantaba viajar. Sus amigos los consideraban una pareja muy unida y cariñosa, y lo eran en muchos sentidos.
Los problemas surgieron tan pronto como el esposo empezó a contemplar pornografía. Su esposa escribió, preocupada, al conocido consultorio sentimental de un periódico. Explicó: “Cuando [mi esposo] comenzó a pasar mucho tiempo frente a la computadora a altas horas de la noche y en la madrugada, me dijo que estaba ‘buscando información’. Un día entré inesperadamente en el cuarto y lo sorprendí mirando [escenas eróticas] [...]. Me aclaró que era por pura curiosidad. Cuando me fijé mejor en lo que estaba viendo, me dieron náuseas. Él se sintió avergonzado y me prometió que no lo haría más. Yo le creí; siempre ha sido un hombre de palabra, respetable”.
Al igual que este hombre, muchos se inician en el sexo virtual por curiosidad. A fin de no ser descubiertos, se conectan muy entrada la noche o de madrugada. Si los sorprenden, por lo general intentan excusarse con mentiras, como hizo este señor. ¿Puede alegarse justificadamente que es inofensivo un “pasatiempo” que lleva a un “hombre de palabra” a levantarse a escondidas durante la noche y a mentir a sus seres queridos?
La afición al cibersexo puede desembocar en graves problemas personales y familiares. Algunos han reconocido que ha impedido que desarrollen relaciones estrechas con otras personas. Mientras se entregan a su pasión por la pornografía, no quieren gente a su alrededor. Tienden a fantasear con lo que ven, y la fantasía no prepara a la persona para cultivar relaciones fuertes ni para desenvolverse en el mundo real. ¿Puede un pasatiempo que aleja al individuo de aquellos que más lo quieren ser verdaderamente inocuo?
En algunos casos, los que contemplan o leen material pornográfico tienen dificultades incluso para disfrutar de relaciones sexuales normales con su cónyuge. Para entender la razón, recordemos el propósito original de Dios para los casados. Él dotó a los esposos con la capacidad de dar expresión gozosa a su amor mutuo mediante las relaciones sexuales honorables. Proverbios 5:18, 19 muestra que estas debían ser placenteras: “Regocíjate con la esposa de tu juventud [...]. Que sus propios pechos te embriaguen a todo tiempo. Con su amor estés en un éxtasis constantemente”.
Observemos que el amor tenía que ser la base de las relaciones sexuales. ¿Está cultivando una cálida relación de amor e intimidad la persona que ve imágenes pornográficas? No, está satisfaciendo sus deseos sexuales, y en la mayoría de los casos, a solas. El hombre casado que se entretiene con el cibersexo puede empezar a considerar a su esposa como un mero objeto, alguien destinado exclusivamente a complacerle a él, actitud que dista mucho del trato digno y honroso que el Creador deseaba que los hombres dieran a las mujeres (1 Pedro 3:7). ¿Puede considerarse deseable una actividad que afecta a los aspectos más íntimos del matrimonio?
Además, lo que se pretendía que fuera una acción ocasional puede convertirse en una adicción duradera. Una escritora señala: “Tal como los toxicómanos necesitan drogas cada vez más fuertes para alcanzar un estado de euforia, los consumidores de pornografía deben vivir una experiencia cada vez más intensa para alcanzar los mismos sentimientos eufóricos que antes”.
Aparentemente, esto fue lo que le sucedió al esposo antes mencionado. Una noche, varios meses después de haber prometido que dejaría de acceder a sitios pornográficos, su esposa regresó a casa y lo encontró sentado frente a la computadora. Por la reacción de él, supo que algo pasaba. “Se mostró muy nervioso y contrariado —escribió ella—. Miré la pantalla y, en efecto, había estado viendo imágenes increíblemente obscenas. Me dijo que cuando prometió no volver a hacerlo fue sincero, pero que no había podido dejarlo.”
En vista del daño que puede causar la pornografía y de lo accesible que es, hay razones para preocuparse. ¿Cómo puede el lector protegerse a sí mismo y proteger a sus hijos? En el artículo final de esta serie se tratará esta cuestión.
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Protección propia y de los seres queridos¡Despertad! 2000 | 8 de junio
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Protección propia y de los seres queridos
INTERNET puede ser un instrumento valioso, pero, como a la mayoría de los instrumentos, puede dársele un mal uso. Y el cibersexo —la pornografía virtual— es un ejemplo de ello.
Sabiendo lo impactante que puede ser una imagen, los padres deben hacer todo lo posible para que sus hijos no puedan acceder a los sitios de Internet censurables. El folleto Teen Safety on the Information Highway (Medidas de seguridad para los adolescentes en la autopista de la información) ofrece datos útiles sobre este asunto. Dice: “Ahora hay servicios que clasifican los sitios de Internet según su contenido, así como navegadores y programas que permiten a los padres filtrar la información y excluir la que no consideran apropiada. Tales programas funcionan de diferentes formas. Algunos bloquean el acceso a los sitios cuyo contenido se sabe que es inaceptable. Otros impiden a los usuarios aportar cierto tipo de información, como el nombre y la dirección. También hay otros que no permiten a los niños utilizar los canales de charla o que les imponen restricciones en el envío y lectura del correo electrónico. Por lo general, los padres pueden configurar estos programas para que solo bloqueen el acceso a los tipos de sitios que ellos desaprueban” (véase también el recuadro “Proteja a sus hijos de la pornografía”).
No obstante, debe reconocerse que el control de los padres al respecto tiene sus límites, pues no pueden vigilar a sus hijos todo el día. Por otra parte, aunque el niño o el joven no esté expuesto a la pornografía en su casa, puede tener acceso prácticamente ilimitado a ella en una computadora de la escuela o en casa de un compañero de clase. Por lo tanto, además de hacer cuanto puedan para impedir que sus hijos accedan al cibersexo, los padres deben ayudarles a formar una conciencia sensible que los impulse a rechazar la pornografía por decisión propia.
Sería un error concluir que los adultos están mejor preparados para enfrentarse al ciberporno que los niños. Como hemos visto en el artículo anterior, este es perjudicial para todo el mundo.
Ahora bien, supongamos que usted lleva algún tiempo viendo material pornográfico y desea quitarse esa mala costumbre, pues entiende que a Dios no le agrada. ¿Puede lograrlo? Claro que sí. Todos los días hay personas que dejan vicios. Si realmente quiere librarse de la pornografía, puede hacerlo.
Pasos para librarse de la pornografía
El primer paso que debe dar es dejar de contemplar imágenes obscenas de inmediato. Cuanto más tarde en hacerlo, más le costará. Sin embargo, hay que reconocer que no es fácil. La Biblia indica de forma realista que el pecado puede brindar disfrute temporal (Hebreos 11:25). Pero también puede conducir a la muerte (Romanos 6:23). Al principio, es posible que su mente trate de fabricar todo tipo de excusas para ver tales escenas una vez más. No se deje convencer. ¡Y no ceda a la tentación de seguir mirando!
Como se ha señalado ya en esta serie de artículos, contemplar pornografía puede perjudicar gravemente su calidad de vida. Reflexione con sinceridad en la repercusión que ha tenido el hábito en las relaciones con sus familiares y amigos. Si es esposo y padre, lo más seguro es que su esposa y sus hijos hayan notado ciertos cambios de conducta en usted. Quizá se haya vuelto más malhumorado, huraño, reservado o retraído, incluso sin darse cuenta de ello. Puede que a veces ataque verbalmente a los miembros de su familia sin ningún motivo. La afición al cibersexo tal vez haya alterado su comportamiento. Sus amigos y sus familiares han notado que le pasa algo, pero no saben de qué se trata, por lo menos de momento.
Si ve que se siente atraído hacia la pornografía una y otra vez, no intente luchar contra esa inclinación en solitario. Busque ayuda. Confíese a un amigo que sea maduro. Es cierto que exigirá valor de su parte admitir el problema, pero un amigo de esa clase probablemente lo admire por tomar la iniciativa de ponerle fin.
La principal razón por la que debe combatirse la afición a la pornografía es, por supuesto, el deseo intenso de agradar a Dios. Cuando llevamos una vida virtuosa, regocijamos Su corazón (Proverbios 27:11). Cuando, por el contrario, nos extraviamos, hacemos que se sienta “herido en el corazón” (Génesis 6:6). Si usted es cristiano, sin duda le importan los sentimientos de Dios. También debería preocuparle el uso que usted da a su mente y corazón, que están dedicados a Dios y, por lo tanto, deben mantenerse limpios para Su servicio (Ezequiel 44:23). La Biblia insta a los cristianos a limpiarse de “toda contaminación de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1). En efecto, un temor sano de desagradar a Dios, quien ve todas las cosas, puede impulsarle a librarse de la pornografía.
Supongamos, sin embargo, que mientras se está esforzando por lograrlo, abre accidentalmente un sitio de la Red de contenido pornográfico. ¡Ciérrelo de inmediato! De ser necesario, cierre también el navegador de Internet. Si se siente tentado a regresar al sitio, diríjase con fervor a Dios para rogarle que le ayude a resistir la tentación. La Biblia dice: “En todo [...], dense a conocer sus peticiones a Dios”. Si le atormentan pensamientos impropios, ore hasta sentir alivio. Entonces, ‘la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará su corazón y sus facultades mentales’ (Filipenses 4:6, 7). Por supuesto, tendrá que reemplazar los pensamientos impuros por los que son ‘verdaderos, de seria consideración, justos, castos, amables y de buena reputación’ (Filipenses 4:8).
Tal vez le ayude memorizar textos bíblicos como los que se exponen a continuación, y meditar en ellos.
“Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo.” (Salmo 97:10.)
“Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo.” (1 Corintios 9:27.)
“Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual.” (Colosenses 3:5.)
“Cada uno de ustedes sepa tomar posesión de su propio vaso en santificación y honra, no en codicioso apetito sexual.” (1 Tesalonicenses 4:4, 5.)
“Todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.” (Mateo 5:28.)
“Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama.” (Efesios 5:28.)
Hay muchas razones por las cuales evitar la pornografía. Puede perjudicar gravemente su calidad de vida, distorsionar su juicio, dañar sus relaciones con otras personas y, lo más importante, destruir su relación con Dios. Si no tiene la costumbre de contemplar imágenes obscenas, no comience a hacerlo. Si ya tiene la costumbre, quítesela de inmediato. La pornografía no es para los cristianos, sea que se presente en un libro, una revista o Internet. ¡Evítela a toda costa!
[Ilustración y recuadro de la página 9]
Proteja a sus hijos de la pornografía
Las siguientes sugerencias pueden ayudarle a proteger a sus hijos de los peligros de la pornografía cibernética.
● No permita que su hijo acceda a Internet desde su dormitorio. Sitúe la computadora conectada a la Red en una habitación accesible a toda la familia.
● Familiarícese con los programas que utiliza su hijo.
● Compruebe si el niño ha creado su propio sitio sin que usted lo sepa. Para ello, introduzca su nombre en un buscador que registre toda la Red. Escriba el nombre completo entrecomillado para limitar la búsqueda a ese nombre exacto.
● No permita que su hijo concierte citas con internautas que usted no conozca (véase el recuadro “Más que conversación trivial”).
● Nunca responda a mensajes o a artículos de los tableros de noticias electrónicos que sean insinuantes, obscenos, agresivos o amenazadores.
● Advierta a su hijo que no acceda a información impropia. Enséñele a ser su propio censor cuando usted no esté con él. Tenga presente que en la escuela o en la casa de sus amigos quizá no se han tomado medidas para que las computadoras impidan el acceso de los niños al cibersexo.
[Reconocimiento]
Información basada, en parte, en el folleto Child Safety on the Information Highway y un artículo de Los Angeles Times, del 5 de julio de 1999.
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