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  • El daño que causa
    ¡Despertad! 2003 | 22 de julio
    • Es posible romper con el hábito

      ¿Está usted luchando con la adicción a la pornografía? ¿Le será posible vencerla? La Biblia da esperanzas al respecto. Antes de conocer a Cristo, algunos cristianos del siglo primero habían sido fornicadores, adúlteros y personas dominadas por la avidez. “Pero ustedes han sido lavados”, les dijo Pablo. ¿Qué lo hizo posible? El apóstol añadió: “Ustedes han sido santificados [...] con el espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:9-11).

      Nunca subestime el poder del espíritu santo de Dios. “Dios es fiel —dice la Biblia—, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar.” En efecto, él le proveerá la salida (1 Corintios 10:13). Orar constante y fervientemente a Dios acerca de su problema le ayudará. Las Escrituras instan: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará” (Salmo 55:22).

      Claro está, tiene que actuar en armonía con sus oraciones. Es necesario que esté totalmente resuelto a rechazar la pornografía. Puede ser de gran ayuda contar con un amigo de confianza o con un familiar que le brinde el apoyo y estímulo que necesita para adherirse a su decisión (véase el recuadro “Pida ayuda”). También lo animará a perseverar tener presente que a Dios le complace su empeño por vencer la adicción (Proverbios 27:11). Además, recordar que esta práctica ofende a Dios reforzará su resolución de dejarla (Génesis 6:5, 6). La batalla no será fácil, pero puede ganarse; es posible romper con el hábito.

  • El daño que causa
    ¡Despertad! 2003 | 22 de julio
    • [Ilustración y recuadro de la página 10]

      Pida ayuda

      No debe subestimarse el hábito de la pornografía pensando que es un enemigo fácil de vencer; la batalla puede ser difícil. El doctor Victor Cline, que ha tratado a cientos de sexoadictos, señala: “Las promesas no funcionan. Las buenas intenciones no significan nada. [El adicto al sexo] literalmente no puede romper con el hábito sin ayuda”. Según Cline, un requisito esencial para el éxito del tratamiento es la cooperación del cónyuge, en el caso de que la persona esté casada. “La recuperación es más rápida si ambos colaboran —afirma—. Los dos están dolidos, así que los dos necesitan ayuda.”

      Si el adicto no está casado, a menudo puede apoyarse en un amigo de confianza o en un familiar. Sean quienes sean los implicados en el tratamiento, Cline dicta la siguiente regla inamovible: hay que hablar francamente del problema y de cualquier recaída que se produzca. “Los secretos son una trampa mortal —comenta—. Ocasionan sentimientos de culpa y vergüenza.”

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