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Apreciemos que Jehová sea nuestro AlfareroLa Atalaya (estudio) 2016 | junio
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Apreciemos que Jehová sea nuestro Alfarero
“Oh Jehová, [...] tú eres nuestro Alfarero; y todos somos la obra de tu mano” (IS. 64:8).
1. ¿Por qué es Jehová el mejor Alfarero?
EN UNA subasta que se celebró en Londres (Inglaterra) en noviembre de 2010, se ofrecieron unos setenta millones de dólares por un jarrón chino del siglo dieciocho. Eso demuestra que un alfarero puede convertir algo tan abundante y barato como el barro en una hermosa y carísima obra maestra. Ahora bien, ningún alfarero puede compararse con Jehová. Hacia el final del sexto día creativo, Dios usó “polvo [o barro, según la nota] del suelo” para formar un hombre perfecto y le dio la capacidad de reflejar las cualidades de su Creador (Gén. 2:7). Con razón, a Adán, ese hombre perfecto hecho del polvo, se le llamó “hijo de Dios” (Luc. 3:38).
2, 3. ¿Cómo podemos imitar la actitud de los israelitas arrepentidos?
2 No obstante, Adán dejó de ser hijo del Creador cuando se rebeló contra él. Pero, a lo largo de la historia, una gran nube de descendientes de Adán ha defendido la soberanía de Dios (Heb. 12:1). Al someterse con humildad a Jehová, han demostrado que quieren que él, y no Satanás, sea su Padre y Alfarero (Juan 8:44). Esa lealtad nos recuerda lo que Isaías dijo sobre los israelitas arrepentidos: “Oh Jehová, tú eres nuestro Padre. Nosotros somos el barro, y tú eres nuestro Alfarero; y todos somos la obra de tu mano” (Is. 64:8).
3 Los que adoran hoy a Jehová con espíritu y verdad se esfuerzan por tener la misma actitud humilde y sumisa. Para ellos es un honor dirigirse a Jehová como su Padre y someterse a él como su Alfarero. ¿Nos vemos como barro blando en las manos de Dios, deseando que nos convierta en una vasija muy valiosa a sus ojos? ¿Y cómo vemos a los hermanos? ¿Entendemos que Jehová todavía los está moldeando? Algo que nos ayudará a hacerlo es analizar tres aspectos del trabajo de Jehová como nuestro Alfarero: cómo escoge a quiénes moldear, por qué los moldea y cómo lo hace.
JEHOVÁ ESCOGE A QUIÉNES MOLDEAR
4. ¿Cómo escoge Jehová a los que atrae? Ponga algún ejemplo.
4 Jehová no se fija en las apariencias cuando nos observa. Más bien, examina el corazón, lo que somos por dentro (lea 1 Samuel 16:7b). Esto quedó muy claro cuando formó la congregación cristiana. Él atrajo a sí mismo y a su Hijo a muchas personas que, para cualquier ser humano, podrían parecer indeseables (Juan 6:44). Una de esas personas fue un fariseo llamado Saulo, que era “blasfemo y perseguidor y hombre insolente” (1 Tim. 1:13). Para Jehová, “el examinador de los corazones”, Saulo no era barro inútil (Prov. 17:3). Al contrario, veía que era alguien que podía ser moldeado y convertido en un recipiente valioso, “un vaso escogido”, que daría testimonio “a las naciones así como a reyes y a los hijos de Israel” (Hech. 9:15). Dios también vio el potencial que tenían como vasos “para uso honroso” algunos que habían sido borrachos, ladrones o habían llevado una vida inmoral (Rom. 9:21; 1 Cor. 6:9-11). Pero al conseguir conocimiento exacto de la Palabra de Dios y fortalecer su fe, permitieron que Jehová los moldeara.
5, 6. Si confiamos en que Jehová es nuestro Alfarero, ¿cómo veremos a) a las personas del territorio? b) a los hermanos de la congregación?
5 ¿Cómo nos ayuda saber esto? Como tenemos fe en que Jehová puede leer los corazones y atraer a quienes él escoge, no juzgamos a las personas del territorio ni a los hermanos. Piense en el ejemplo de un hombre llamado Michael. Él cuenta: “Cuando los testigos de Jehová me visitaban, les cerraba la puerta y hacía como si no existieran. Era muy maleducado con ellos. Más tarde, conocí en otro lugar a una familia que me impresionó por su buena conducta. Un día me enteré de que eran testigos de Jehová. Me quedé con la boca abierta. Su comportamiento hizo que me preguntara por qué tenía esos prejuicios. Enseguida me di cuenta de que mi actitud se basaba en la ignorancia y en rumores, no en hechos”. Para estar mejor informado, Michael aceptó un curso de la Biblia. Con el tiempo, se bautizó y empezó el servicio de tiempo completo.
6 Si aceptamos que Jehová es nuestro Alfarero, también veremos a los hermanos de otra manera. ¿Los vemos como lo hace Jehová, es decir, no como una obra terminada, sino como personas que todavía está moldeando? Él puede ver lo que somos por dentro y qué clase de personas podemos llegar a ser en sus hábiles manos. Por eso, Jehová ve lo bueno en nosotros en vez de centrarse en nuestras imperfecciones, que son temporales (Sal. 130:3). Nosotros lo imitamos cuando vemos a los hermanos con buenos ojos. Y si los apoyamos mientras se esfuerzan por progresar espiritualmente, estaremos colaborando con nuestro Alfarero (1 Tes. 5:14, 15). Desde luego, los ancianos —que son “dádivas en hombres”— deben ser los primeros en hacerlo (Efes. 4:8, 11-13).
¿POR QUÉ NOS MOLDEA JEHOVÁ?
7. ¿Por qué debemos agradecer la disciplina de Jehová?
7 Quizás hemos oído alguna vez a alguien decir: “Nunca valoré de verdad la disciplina de mis padres hasta que tuve hijos”. Al adquirir más experiencia en la vida, puede que cambie nuestra opinión sobre la disciplina y empecemos a verla como lo hace Jehová, como una muestra de amor (lea Hebreos 12:5, 6, 11). Así es, Jehová ama a sus hijos. Por eso, nos moldea pacientemente. Quiere que seamos sabios y felices, y que correspondamos a su amor (Prov. 23:15). No le gusta vernos sufrir ni quiere que muramos como “hijos de la ira”, que es la perspectiva que hemos heredado de Adán (Efes. 2:2, 3).
8, 9. a) ¿Cómo nos enseña Jehová en la actualidad? b) En el futuro, ¿cómo nos seguirá educando Jehová?
8 Al ser “hijos de la ira”, teníamos muchos defectos que desagradaban a Dios. Quizás hasta manifestábamos características propias de los animales salvajes. Pero, gracias a que Jehová nos moldea, hemos cambiado y nos parecemos más a corderos (Is. 11:6-8; Col. 3:9, 10). El entorno en el que Jehová nos moldea es un paraíso espiritual que está tomando forma en la actualidad. En él nos sentimos seguros a pesar de vivir en un mundo malvado. Los que crecieron en un hogar sin amor o en una familia con muchos problemas, por fin pueden saber lo que es sentir que los aman (Juan 13:35). Además, hemos aprendido a mostrar amor a los demás. Y lo que es más importante, hemos llegado a conocer a Jehová y ahora sentimos que nos quiere como un padre (Sant. 4:8).
9 En el nuevo mundo, disfrutaremos al máximo de las bendiciones de este paraíso espiritual y de su complemento perfecto: un paraíso literal bajo el Reino de Dios. Cuando se lleve a cabo esta restauración mundial, Jehová seguirá moldeando a quienes vivamos en la Tierra. Nos educará a un grado que no podemos ni imaginar (Is. 11:9). Y no solo eso. Dios hará que nuestra mente y cuerpo sean perfectos, de manera que podremos asimilar mejor sus enseñanzas y obedecerlo a la perfección. Por eso, sigamos sometiéndonos a la voluntad de Jehová. Así le demostraremos que estamos convencidos de que nos moldea porque nos ama (Prov. 3:11, 12).
CÓMO NOS MOLDEA JEHOVÁ
10. ¿Cómo reflejó Jesús la paciencia y la habilidad del Gran Alfarero?
10 Al igual que un alfarero experto, Jehová conoce el tipo y la calidad del “barro” que tiene en sus manos, y lo toma en consideración al moldearnos (lea Salmo 103:10-14). De hecho, nos ayuda de forma personalizada teniendo en cuenta nuestras debilidades, limitaciones y crecimiento espiritual. Podemos saber qué piensa Jehová de sus siervos imperfectos si nos fijamos en la reacción de Jesús ante los defectos de sus apóstoles. Ellos tenían la tendencia a discutir sobre quién era el mayor. Si hubiéramos presenciado sus acaloradas disputas, ¿habríamos pensado que eran hombres apacibles y que se les podía ayudar a cambiar? Jesús no tenía un mal concepto de ellos. Sabía que se podía moldear a sus apóstoles fieles aconsejándolos con bondad y paciencia, y poniéndoles un ejemplo de humildad (Mar. 9:33-37; 10:37, 41-45; Luc. 22:24-27). Después de la resurrección de Jesús y de recibir espíritu santo, los apóstoles dejaron de buscar un puesto prominente y se concentraron en la obra que se les había asignado (Hech. 5:42).
11. a) ¿De qué manera demostró David que era como barro blando? b) ¿Cómo podemos imitarlo?
11 Jehová moldea a sus siervos principalmente por medio de su Palabra, el espíritu santo y la congregación cristiana. La Biblia puede moldearnos, pero debemos leerla con atención, meditar en ella y pedirle a Jehová que nos ayude a poner en práctica sus consejos. El rey David escribió: “Cuando me he acordado de ti sobre mi canapé, durante las vigilias de la noche medito en ti” (Sal. 63:6). En otra ocasión, dijo: “Bendeciré a Jehová, que me ha dado consejos. Realmente, durante las noches mis riñones [o emociones más profundas, según la nota] me han corregido” (Sal. 16:7). David permitió que los consejos de Jehová, aunque fueran difíciles de aceptar, llegaran a lo más hondo de su ser; dejó que moldearan sus pensamientos y sentimientos más profundos (2 Sam. 12:1-13). ¡Qué ejemplo de humildad y sumisión! ¿Meditamos nosotros también en la Palabra de Dios y permitimos que llegue a lo más hondo de nuestro ser? ¿Debemos mejorar en este aspecto? (Sal. 1:2, 3).
12, 13. ¿Cómo usa Jehová el espíritu santo y la congregación cristiana para moldearnos?
12 El espíritu santo puede moldearnos de varias maneras. Por ejemplo, nos ayuda a desarrollar la personalidad cristiana, que se caracteriza por el fruto del espíritu (Gál. 5:22, 23). Una de las cualidades de ese fruto es el amor. Como amamos a Jehová, queremos obedecerlo y que nos moldee, pues sabemos que sus mandamientos no son una carga. Por otra parte, el espíritu santo puede darnos fuerzas para rechazar el espíritu del mundo y no dejar que este nos moldee (Efes. 2:2). Por ejemplo, cuando el apóstol Pablo era joven, el espíritu orgulloso de los líderes religiosos judíos influyó mucho en él. Pero más tarde pudo decir: “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder” (Filip. 4:13). Hagamos lo mismo que Pablo: sigamos pidiéndole a Jehová su espíritu. Él escuchará las peticiones de los mansos (Sal. 10:17).
Jehová usa a los ancianos para moldearnos, pero nosotros debemos poner de nuestra parte. (Vea los párrafos 12 y 13).
13 Jehová usa la congregación y a los superintendentes para moldearnos a cada uno. Por ejemplo, los ancianos tratan de ayudarnos si observan que tenemos problemas espirituales. Naturalmente, no basan sus consejos en ideas humanas (Gál. 6:1). Más bien, son humildes y le piden a Jehová perspicacia y sabiduría. Después, actúan de acuerdo con sus oraciones, pues buscan en la Palabra de Dios y en las publicaciones bíblicas información relacionada con nuestra situación. Así están preparados para darnos justo lo que necesitamos. Si nos dan algún consejo con bondad y cariño —tal vez sobre nuestra manera de vestir—, ¿lo aceptaremos como una muestra del amor de Dios? Al hacerlo, demostraremos que somos como barro blando en las manos de Jehová, dispuestos a que nos moldee para nuestro bien.
14. Aunque Jehová tiene autoridad sobre el barro, ¿cómo respeta nuestra libertad de decidir?
14 Entender cómo nos moldea Jehová nos puede ayudar a llevarnos bien con los hermanos y a tener una actitud positiva hacia las personas del territorio y los que estudian la Biblia con nosotros. En tiempos bíblicos, los alfareros no recogían un poco de barro y se ponían a darle forma enseguida. Antes lo preparaban. Como parte de esa preparación, quitaban las piedras y las impurezas. En sentido espiritual, Dios ayuda a quienes desean prepararse para que él los moldee. Jehová no los obliga a cambiar. Les revela sus justas normas para que, si lo desean, hagan cambios y tengan vidas limpias.
15, 16. ¿Cómo demuestran los estudiantes de la Biblia que quieren que Jehová los moldee? Ponga un ejemplo.
15 Piense en el ejemplo de Tessie, de Australia. La hermana que estudió la Biblia con ella cuenta: “Tessie aprendió las enseñanzas bíblicas con facilidad. Sin embargo, no progresaba mucho espiritualmente. Ni siquiera asistía a las reuniones. Por eso, después de pensar detenidamente en el asunto y pedirle ayuda a Jehová, decidí dejar de estudiar con ella. Entonces pasó algo sorprendente. En la que yo pensaba que sería la última sesión de estudio, Tessie me abrió su corazón. Me dijo que se sentía hipócrita porque le encantaba apostar, pero que había decidido dejar de hacerlo”.
16 Poco después, Tessie empezó a ir a las reuniones y a demostrar cualidades cristianas, aunque sus amistades se burlaban de ella. La hermana añade: “Tessie se bautizó más tarde. Con el tiempo, se hizo precursora regular, y eso que tenía hijos pequeños”. Cuando los estudiantes de la Biblia empiezan a limpiar sus vidas para agradar a Dios, Jehová se acerca a ellos y los moldea para convertirlos en vasijas verdaderamente valiosas.
17. a) ¿Por qué le agrada a usted que Jehová sea su Alfarero? b) ¿Qué veremos en el siguiente artículo?
17 En la actualidad, todavía hay lugares donde se trabaja la cerámica a mano y los alfareros están en contacto continuo con el barro. De igual modo, nuestro Alfarero está pendiente de nosotros y nos moldea con paciencia, dándonos consejos y viendo cómo reaccionamos (lea Salmo 32:8). ¿Percibimos el interés personal de Jehová? ¿Vemos cómo sigue moldeándonos con cariño? Si es así, ¿qué otras cualidades nos ayudarán a seguir siendo barro blando en las manos de Jehová? ¿Qué tendencias debemos evitar para no convertirnos en un material duro e inflexible? ¿Y cómo pueden los padres colaborar con Jehová al moldear a sus hijos? El siguiente artículo contestará estas preguntas.
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¿Estamos dejando que el Gran Alfarero nos moldee?La Atalaya (estudio) 2016 | junio
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¿Estamos dejando que el Gran Alfarero nos moldee?
“¡Miren! Como el barro en la mano del alfarero, así son ustedes en mi mano” (JER. 18:6).
1, 2. a) ¿Por qué Daniel era un “hombre muy deseable” a los ojos de Dios? b) ¿Qué podemos hacer para ser obedientes como Daniel?
CUANDO los judíos exiliados entraron en Babilonia, vieron que la ciudad estaba llena de ídolos y de personas que adoraban a demonios. No obstante, hubo judíos fieles —como Daniel y sus tres compañeros— que no dejaron que Babilonia los moldeara (Dan. 1:6, 8, 12; 3:16-18). Estos jóvenes estaban decididos a dar devoción exclusiva a Jehová, su Alfarero, y lo consiguieron. A pesar de que Daniel había vivido en Babilonia casi toda su vida, un ángel de Dios le dijo que era un “hombre muy deseable” (Dan. 10:11, 19).
2 En tiempos bíblicos, un alfarero podía presionar el barro en un molde para darle la forma deseada. Hoy, los verdaderos adoradores de Jehová reconocen que él es el Soberano del universo; él tiene autoridad para moldear pueblos y naciones (lea Jeremías 18:6). También tiene autoridad para moldearnos individualmente. Sin embargo, respeta nuestra libertad de elegir y quiere que lo obedezcamos de forma voluntaria. ¿Qué nos ayudará a seguir siendo barro blando en sus manos? Para saberlo, respondamos a estas preguntas: 1) ¿Cómo podemos evitar las cosas que nos endurecen y nos impiden aceptar los consejos de Jehová? 2) ¿Cómo cultivamos cualidades que nos ayudan a ser sumisos, a ser como barro blando? 3) Cuando los padres moldean a sus hijos, ¿cómo demuestran que son sumisos a Dios?
EVITEMOS LAS COSAS QUE PUEDEN ENDURECER EL CORAZÓN
3. ¿Qué cosas podrían endurecer nuestro corazón? Ponga un ejemplo.
3 “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida”, dice Proverbios 4:23. Tengamos cuidado con las cosas que podrían endurecer el corazón, como el orgullo desmedido, la práctica del pecado y la falta de fe. Todo ello fomenta un espíritu desobediente y rebelde (Dan. 5:1, 20; Heb. 3:13, 18, 19). Pensemos en Uzías, un rey de Judá que se volvió orgulloso (lea 2 Crónicas 26:3-5, 16-21). Al principio, hizo “lo que era recto a los ojos de Jehová” y fue fiel a Dios por un tiempo. Pero “tan pronto como se hizo fuerte, su corazón se hizo altivo”, y eso que su fortaleza la había recibido de Jehová. Incluso intentó quemar incienso en el templo, un privilegio que solo tenían los sacerdotes, los hijos de Aarón. Cuando estos intentaron detenerlo, Uzías fue orgulloso y se enfureció. Por eso, Jehová lo humilló y lo castigó con lepra hasta el día de su muerte (Prov. 16:18).
4, 5. ¿Qué podría ocurrir si no tenemos cuidado con el orgullo? Ponga un ejemplo.
4 Si no tenemos cuidado con el orgullo, podríamos empezar a tener una opinión demasiado elevada de nosotros mismos, y hasta negarnos a aceptar los consejos de la Biblia (Prov. 29:1; Rom. 12:3). Piense en lo que le ocurrió a Jim, un anciano cristiano que tuvo un desacuerdo con los otros ancianos sobre un asunto de la congregación. Él cuenta: “Les dije que no estaban demostrando amor, y me fui de la reunión de ancianos”. Unos seis meses después, se mudó a una congregación cercana, pero allí no lo nombraron anciano. “Me sentí destrozado. Estaba tan seguro de que tenía la razón que dejé la verdad”, reconoce Jim. Estuvo inactivo durante diez años. “Tenía el orgullo herido —cuenta él— y empecé a echarle la culpa a Jehová por lo que estaba pasando. Durante años, los hermanos vinieron a verme y trataron de razonar conmigo, pero no quise su ayuda”.
5 El ejemplo de Jim muestra que el orgullo puede llevarnos a justificar nuestros actos, haciendo que dejemos de ser fáciles de moldear (Jer. 17:9). “No podía dejar de pensar en lo que me parecía que los demás estaban haciendo mal”, dice él. ¿Nos ha herido alguna vez un hermano o nos ha dolido perder algún privilegio? ¿Cuál fue nuestra reacción? ¿Dejamos que el orgullo nos afectara? ¿O nos preocupó más hacer las paces con el hermano y ser leales a Jehová? (Lea Salmo 119:165 y Colosenses 3:13).
6. ¿Qué puede ocurrir si practicamos un pecado?
6 Si practicamos algún pecado, quizás en secreto, es posible que nos convirtamos en personas indiferentes a los consejos que nos dé Jehová. Cada vez nos será más fácil pecar. Un hermano dice que llegó un momento en el que ya no le molestaba tanto su mala conducta (Ecl. 8:11). Otro hermano, que tenía el hábito de ver pornografía, admitió con el tiempo: “Empecé a tener una actitud crítica hacia los ancianos”. Su hábito estaba dañando su espiritualidad. Al final todo salió a la luz, y recibió la ayuda que tanto necesitaba. Claro, todos somos imperfectos. Pero si comenzamos a tener una actitud crítica o a excusar nuestra mala conducta en vez de pedirle a Jehová que nos perdone y nos ayude, quizás nuestro corazón ya se esté endureciendo.
7, 8. a) ¿Cómo demuestra el ejemplo de los israelitas que la falta de fe puede endurecernos? b) ¿Qué lección aprendemos?
7 El caso de los israelitas que Jehová liberó de Egipto muestra que la falta de fe puede endurecer el corazón. Los israelitas vieron muchos milagros que Dios hizo por ellos, algunos realmente espectaculares. A pesar de eso, cuando ya estaban cerca de la Tierra Prometida, demostraron que no tenían suficiente fe. En vez de confiar en Jehová, les dio miedo y empezaron a murmurar contra Moisés. Incluso quisieron volver a Egipto, donde habían sido esclavos. Esto le dolió mucho a Jehová. “¿Hasta cuándo me tratará sin respeto este pueblo?”, preguntó (Núm. 14:1-4, 11; Sal. 78:40, 41). Esa generación tenía un corazón duro y le faltaba fe. Por eso, murió en el desierto.
8 Cada día estamos más cerca del nuevo mundo, y se pone a prueba nuestra fe. Por eso, es bueno que examinemos qué clase de fe tenemos. Por ejemplo, ¿qué opinamos de las palabras de Jesús registradas en Mateo 6:33? Preguntémonos: “¿Muestran mis prioridades y decisiones que realmente creo en lo que dijo Jesús? ¿Me perdería algunas reuniones o la predicación para ganar más dinero? ¿Qué haré si sigue aumentando la presión en el trabajo? ¿Dejaré que este mundo me meta a la fuerza en su molde y hasta me saque de la verdad?”.
9. ¿Por qué deberíamos seguir poniéndonos a prueba para ver si estamos en la fe, y cómo podemos hacerlo?
9 Pensemos en otro ejemplo. Supongamos que un hermano se resiste hasta cierto grado a obedecer las normas bíblicas en campos como las compañías, el trato con los expulsados o el entretenimiento. De nuevo, preguntémonos: “¿Me estará pasando eso a mí?”. Si nos damos cuenta de que nuestro corazón se está endureciendo, tenemos que examinar nuestra fe de inmediato. La Biblia aconseja: “Sigan poniéndose a prueba para ver si están en la fe, sigan dando prueba de lo que ustedes mismos son” (2 Cor. 13:5). Tengamos la costumbre de hacernos un autoexamen sincero con la ayuda de la Biblia.
SIGAMOS SIENDO MOLDEABLES
10. ¿Qué puede ayudarnos a ser como barro blando en las manos de Jehová?
10 Para ayudarnos a seguir siendo barro moldeable, Jehová nos da la Biblia, la congregación cristiana y la predicación. De la misma manera que el agua ablanda el barro, leer la Biblia y meditar en ella todos los días puede ayudarnos a ser moldeables en las manos de Jehová. Por eso, Dios pedía a los reyes de Israel que escribieran una copia de la Ley y la leyeran a diario (Deut. 17:18, 19). Los apóstoles comprendieron que era vital para su ministerio leer la Palabra de Dios y meditar en ella. Citaron de las Escrituras Hebreas o hicieron referencia a ellas cientos de veces en sus escritos y, cuando predicaban, animaban a la gente a que leyera y meditara en las Escrituras (Hech. 17:11). Hoy también vemos lo importante que es leer cada día la Biblia y meditar profundamente en lo que leemos (1 Tim. 4:15). Esto nos ayudará a ser humildes y moldeables en las manos de Jehová.
Aprovechemos lo que Jehová nos da para seguir siendo moldeables. (Vea los párrafos 10 a 13).
11, 12. Explique con un ejemplo cómo usa Jehová a la congregación para moldearnos según las necesidades de cada uno.
11 Jehová usa a la congregación para moldearnos según las necesidades de cada uno. Jim, mencionado antes, comenzó a ablandar su actitud cuando un anciano se interesó en él. “Nunca me criticó ni dijo que yo fuera el culpable de mi situación —recuerda—. En vez de eso, fue positivo y expresó su deseo sincero de ayudarme”. Después de unos tres meses, el anciano lo invitó a una reunión. Jim cuenta: “La congregación me dio una calurosa bienvenida, y el cariño que me mostraron fue decisivo. Empecé a darme cuenta de que mis sentimientos no son lo más importante. Con la ayuda de los hermanos y de mi querida esposa, que siempre mantuvo una fe fuerte, poco a poco recuperé la salud espiritual. También me animaron mucho dos artículos de La Atalaya del 15 de noviembre de 1992: “Jehová no tiene la culpa” y “Sirva a Jehová lealmente”.
12 Con el tiempo, Jim fue nombrado anciano otra vez. Desde entonces, ha ayudado a otros hermanos a superar pruebas parecidas y a recuperar la salud espiritual. Él concluye: “Pensé que tenía una relación fuerte con Jehová pero, en realidad, no era así. Lamento que mi orgullo me impidiera ver las cosas más importantes, y que por su culpa me obsesionara con las faltas de otros” (1 Cor. 10:12).
13. a) ¿Qué cualidades nos ayuda a desarrollar la predicación? b) ¿A quiénes beneficia nuestra obra?
13 La predicación también puede moldearnos y ayudarnos a mejorar. Hablar con otras personas acerca de las buenas nuevas nos ayuda a ser humildes y a desarrollar los aspectos del fruto del espíritu (Gál. 5:22, 23). Pensemos en las cualidades que hemos adquirido gracias a la predicación. Por otro lado, si cuando predicamos mostramos cualidades cristianas, nuestro mensaje es más atractivo, y hasta es posible que cambie la actitud de algunas personas. Veamos un ejemplo. En Australia, dos Testigos que estaban predicando de casa en casa encontraron a una mujer que fue muy poco amable. Sin embargo, la escucharon con respeto. Pero después ella se arrepintió de haberlos tratado así, y escribió a la sucursal. La carta decía en parte: “Me gustaría ofrecerles mis disculpas a estas dos personas pacientes y humildes por haberlas tratado con desprecio y altivez. Fui tonta por estar delante de dos personas que estaban predicando la Palabra de Dios y rechazarlas de aquel modo”. ¿Habría escrito eso esta mujer si los publicadores se hubieran enojado, aunque solo fuera un poco? Probablemente no. Sin duda, la predicación nos beneficia tanto a nosotros como a los demás.
PADRES, SEAN SUMISOS A DIOS AL MOLDEAR A SUS HIJOS
14. ¿Qué deben hacer los padres si quieren tener buenos resultados al moldear a sus hijos?
14 A la mayoría de los niños les gusta aprender, y suelen ser humildes (Mat. 18:1-4). Por eso, los padres que actúan con sabiduría se esfuerzan para que sus hijos pequeños aprendan la verdad y la amen de corazón (2 Tim. 3:14, 15). Claro, para conseguirlo, los padres tienen que demostrar primero que ellos mismos tienen la verdad en su corazón, que es su forma de vida. Si hacen eso, sus hijos no solo oyen la verdad, sino que la viven. Además, aprenden a ver la disciplina de sus padres como una muestra de cariño que revela el amor de Jehová.
15, 16. Cuando un hijo es expulsado, ¿qué deben hacer los padres para demostrar que confían en Dios?
15 Algunos hijos, a pesar de haber crecido en un hogar cristiano, dejan la verdad o son expulsados. Esto causa mucho dolor a la familia. Una cristiana de Sudáfrica cuenta: “Cuando expulsaron a mi hermano, fue como si hubiera muerto. Nos dolió muchísimo”. ¿Qué hicieron ella y sus padres? Siguieron las instrucciones de la Palabra de Dios (lea 1 Corintios 5:11, 13). “Decidimos hacer lo que dice la Biblia —recuerdan los padres—. Sabíamos que los mejores resultados se obtienen cuando se hacen las cosas a la manera de Dios. Comprendimos que, con la expulsión, Jehová lo estaba disciplinando. Estábamos convencidos de que era una muestra de su amor y de que él solo disciplina hasta el grado debido. Así que decidimos comunicarnos con nuestro hijo solo cuando era totalmente indispensable tratar algún asunto familiar”.
16 ¿Cómo se sintió su hijo? “Sabía que mi familia no me odiaba. Solo estaban siendo obedientes a Jehová y a su organización —contó más tarde—. Cuando Jehová es el único que te puede ayudar y perdonar, te das cuenta de cuánto lo necesitas”. ¡Qué feliz se sintió su familia cuando fue readmitido! Sin duda, tomar en cuenta a Dios en todos nuestros caminos siempre da los mejores resultados (Prov. 3:5, 6; 28:26).
17. a) ¿Por qué debemos someternos siempre a la voluntad de Jehová? b) ¿Cómo nos beneficiará hacerlo?
17 Isaías profetizó que, al final del exilio, los judíos arrepentidos reconocerían lo siguiente: “Oh Jehová, tú eres nuestro Padre. Nosotros somos el barro, y tú eres nuestro Alfarero; y todos somos la obra de tu mano”. En aquel tiempo le rogarían a Dios: “No te acuerdes para siempre de nuestro error. Mira, ahora, por favor: todos somos pueblo tuyo” (Is. 64:8, 9). Si nosotros también nos sometemos humildemente todos los días a la voluntad de Jehová, seremos muy deseables a sus ojos, tal como lo fue el profeta Daniel. Es más, Jehová continuará moldeándonos con la ayuda de su Palabra, su espíritu y su organización para que un día podamos estar en pie delante de él como sus hijos perfectos (Rom. 8:21).
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