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El abuso del poder... ¿terminará algún día?La Atalaya 1986 | 15 de agosto
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El abuso del poder... ¿terminará algún día?
EL AFÁN por el poder es una de las maneras como las personas imperfectas revelan su egoísmo. Malcolm Muggeridge, el muy conocido escritor inglés, señaló que a la gente le encanta tener poder “porque no se ha dado cuenta de que la vida humana descansa sobre el amor [...] El vivo deseo de tener poder es, en esencia, muy peligroso. Es uno que Jesucristo rehusó tener”.
Debido a lo común que es este deseo vehemente por el poder, y a los estragos que esto puede causar, los Padres Fundadores de los Estados Unidos concibieron una constitución que separaba los poderes del gobierno en tres divisiones: el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Estas divisiones habrían de servir de freno para que no se abusara del poder.
Pese a las nobles intenciones de los Fundadores, en ese país se ha abusado ampliamente del poder. Pero puede que por experiencia personal usted sepa que del poder se ha abusado en todas partes del mundo. En la historia abundan los registros de hombres que abusaron del poder con el fin de engrandecerse y ocasionar daño a su semejante. Piense, por ejemplo, en Alejandro Magno, Carlomagno, Napoleón y Hitler.
¿Cuándo tuvo comienzo esto?
Usted tiene buenas razones para preguntar: ¿cuándo comenzó este abuso del poder? La Biblia, el libro que contiene la historia más antigua de la humanidad, da una respuesta confiable. En ella se pueden leer los acontecimientos que tuvieron lugar en el jardín de Edén. Satanás el Diablo, a quien la Biblia presenta como una criatura real, ansiaba tener poder. Él tentó a la raza humana para que esta tomara el camino del pecado. Una de las manifestaciones del pecado ha sido la codicia, muy común en el hombre, por alcanzar el poder y abusar de él. (Génesis 3:1-19; Romanos 5:12.) Hace mucho tiempo Satanás logró que las naciones llegaran a estar bajo su control, lo cual hizo posible que él ofreciera a Jesucristo la gobernación sobre ellas. (Mateo 4:8-10.) El Diablo ha engañado a casi todos los hombres, por lo que se puede decir que “el mundo entero yace en el poder del inicuo”. (1 Juan 5:19; Revelación 12:9.)
He aquí algo que quizás le sorprenda: A la vanguardia de los que han servido los propósitos del Diablo han estado muchos líderes religiosos. ¿Cómo es posible? Ellos han abusado de su poder, enseñando a la gente doctrinas falsas y esclavizándola. Los líderes de religiones falsas también han abusado del poder al perseguir a los verdaderos siervos de Dios. Esteban, el primer mártir cristiano, hizo notar el triste registro de los guías religiosos de Israel: “Hombres obstinados e incircuncisos de corazón y de oídos [...] ¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados? Sí, mataron a los que de antemano hicieron anuncio respecto a la venida del Justo, cuyos traidores y asesinos ustedes ahora han llegado a ser”. (Hechos 7:51, 52.)
Esteban fue uno de los primeros en aparecer en la larga lista de cristianos fieles a quienes se persiguió. Las palabras del apóstol Pablo de veras han resultado ciertas: “Todos los que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos”. (2 Timoteo 3:12.) El registro moderno de los testigos de Jehová muestra esto. Aun en la actualidad, en unos 40 países estos cristianos están sufriendo el abuso del poder, pues su obra ministerial recibe oposición de las autoridades.
Y, ¡cuánto se abusa del poder! No importa a dónde miremos, vemos a personas gimiendo debido a esto. El abuso por parte de los patronos provocó el movimiento laboral. Pero hoy se hace patente que algunos de los líderes de estos movimientos laborales también son culpables del abuso del poder. Los grupos étnicos minoritarios sufren a causa del abuso del poder por parte de la mayoría de la gente. Otra forma de abuso es la de los hombres en puestos administrativos que se toman libertades con las empleadas a quienes tal vez presionen para que sucumban por temor de perder el empleo. Por ejemplo, a una bailarina con aspiraciones se le ofreció el papel principal en una producción de ballet si se acostaba con el productor.
El mundo está lleno de personas que hacen mal uso de su poder. Todos los que egoístamente lo hacen manifiestan que no temen a Dios. ¿Por qué es esto cierto? Porque, tal como dice la Palabra de Dios: “El temor de Jehová significa odiar lo malo”. (Proverbios 8:13; Salmo 97:10.) Sin duda alguna el abuso del poder o mal uso de este es perjudicial; pero tal abuso no existirá para siempre.
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Por qué terminará sin falta el abuso del poderLa Atalaya 1986 | 15 de agosto
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Por qué terminará sin falta el abuso del poder
EL REY Salomón de la antigüedad notó lo siguiente tocante al abuso del poder en sus días: “Yo mismo regresé para poder ver todos los actos de opresión [mal uso del poder] que se están haciendo bajo el sol, y, ¡mira!, las lágrimas de aquellos a quienes se oprimía, pero no tenían consolador; y de parte de sus opresores había poder”. (Eclesiastés 4:1.)
Puede que usted se pregunte: ‘Dado que el abuso del poder ha existido por tanto tiempo, ¿continuará para siempre?’. No, no seguirá para siempre. Porque, tal como el mismo Salomón escribió bajo inspiración, hay Uno que lo observa todo: “Si vieres la opresión de los pobres, y la perversión de juicio y de justicia en alguna provincia, no te turbes a causa de esto; porque sobre el alto otro más alto vigila, y sobre ellos, el Altísimo”. (Eclesiastés 5:8, Versión Moderna.)
La Palabra de Dios, la Santa Biblia, muestra que Jehová, el Altísimo, es infinito en poder y sabiduría, así como es perfecto en justicia, además de ser la personificación del amor. Por ser tal clase de Dios, no tolerará para siempre estas condiciones injustas. El salmista David escribió lo siguiente: “No te muestres acalorado solo para hacer mal. Porque los malhechores mismos serán cortados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra”. (Salmo 37:8, 9.)
Las palabras del profeta Isaías nos dan aún más seguridad de esto al decir: “Y ciertamente demostraré [...] sobre los inicuos mismos el propio error de ellos. Y realmente haré cesar el orgullo de los presuntuosos, y la altivez de los tiranos [quienes abusan del poder] abatiré”. (Isaías 13:11.)
Pero hace siglos que se escribieron esas palabras; entonces, ¿por qué podemos tener la certeza de que Jehová Dios todavía cumplirá su promesa de poner fin a toda clase de abuso del poder? Porque en tiempos pasados él demostró tener la determinación de hacerlo. Antes del Diluvio del día de Noé, se abusó grandemente del poder. Leemos que “la tierra se llenó de violencia”. (Génesis 6:5, 11.) Y, ¿no es la violencia abuso del poder? Lo mismo sucedió en las ciudades inicuas de Sodoma y Gomorra en los días de Lot. (Génesis 18:20, 21; 19:4-29.) En ambos casos, Jehová le puso fin al abuso. De modo que vemos que Jehová Dios no es alguien que tolere por tiempo indefinido el abuso del poder.
Como base adicional para estar seguros de que Jehová obrará está el hecho de que él tiene celo por su nombre, y todo abuso del poder es un insulto a su majestuosidad. Note esto en los siguientes textos: “El que está defraudando al de condición humilde ha vituperado a su Hacedor”. “El que está haciendo escarnio de la persona de escasos recursos ha vituperado a su Hacedor.” (Proverbios 14:31; 17:5.)
Entonces, podemos estar seguros de que el Altísimo no tolerará que se le vitupere para siempre. Ahora queda solo una pregunta por contestar: ¿Cuándo terminará el abuso del poder?
¿Cuándo terminará?
La Palabra de Dios nos informa que “para todo hay un tiempo señalado, aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos”. (Eclesiastés 3:1.) Puede que algunos se impacienten con el horario de Dios, pero se nos dice que “Jehová no es lento respecto a su promesa, [...] pero es paciente para con ustedes porque no desea que ninguno sea destruido”. (2 Pedro 3:9.)
El cumplimiento de las profecías bíblicas indica que vivimos en los últimos días del mundo inicuo, o sistema de cosas. Esta generación ha visto el cumplimiento de la gran profecía de Jesús tocante a su presencia y la conclusión del sistema de cosas: guerras, terremotos, hambres, pestes, aumento del desafuero y la predicación de las buenas nuevas del Reino de Dios. (Mateo 24:1-35; Lucas 21:10, 11.) Esto señala a nuestros tiempos como los últimos días de este mundo inicuo.
Por ser estos los últimos días, podemos esperar ver cumplirse pronto la profecía de Sofonías 3:8: “‘Manténganse en expectación de mí —es la expresión de Jehová— hasta el día en que me levante al botín, porque mi decisión judicial es reunir naciones, para que yo junte reinos, a fin de derramar sobre ellos mi denunciación, toda mi cólera ardiente; porque por el fuego de mi celo toda la tierra será devorada’”.
No hay duda de que estas palabras son una garantía de que Jehová Dios pondrá fin al abuso del poder.
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Casos notorios de abuso del poder en tiempos modernosLa Atalaya 1986 | 15 de agosto
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Casos notorios de abuso del poder en tiempos modernos
EN LA ley dada por medio de Moisés, el Creador condenó fuertemente el que los jueces aceptaran soborno. (Éxodo 23:8; Deuteronomio 10:17; 16:19.) Al examinar algunos casos de abuso del poder en tiempos modernos por parte de funcionarios oficiales, podemos ver cuánta sabiduría hubo en aquellas instrucciones.
En uno de esos casos está envuelto el juez Martin T. Manton. En 1918 él intentó frustrar los esfuerzos que hicieron los Estudiantes de la Biblia, como se llamaba para entonces a los testigos de Jehová, por sacar de la cárcel, bajo fianza, a J. F. Rutherford y a sus siete compañeros. A estos ocho ministros cristianos se les acusó de interferir con los esfuerzos en pro de la guerra y se les envió a la penitenciaría federal de Atlanta, Georgia (E.U.A.). El tribunal de apelaciones a cargo del caso estaba integrado por tres jueces, entre los que se encontraba Manton. Él disintió, pero los otros dos jueces concedieron la apelación, y la sentencia indebida fue revocada.
¿Qué clase de juez fue Manton? La prensa lo llamó “el oficial jurídico de más alto rango [en los Estados Unidos] junto a los nueve magistrados del Tribunal Supremo”. También fue una de las personas más distinguidas en ese país, y el papa lo nombró “Caballero de San Gregorio”. La caída de Manton vino cuando se le condenó y se le impuso una sentencia de dos años de prisión y una multa de $10.000 (E.U.A.). ¿Por qué razón? Por vender sus decisiones judiciales. Aun más, tuvo la osadía de chantajear a los que comparecían ante él, amenazándolos de juzgar en su contra si no le pagaban una suma considerable de dinero. El periódico The New York Times dijo concerniente a él: “De la corte federal emana el chantaje”. ¡Qué abuso del poder judicial!
Años después surgió otro caso notorio en el que se encontraba involucrado Spiro Agnew, vicepresidente de los Estados Unidos desde 1969 hasta 1973. Se le acusó de estafar al gobierno miles de dólares y, por ello, renunció. Y aún en 1983 tuvo que pagar al estado de Maryland más de $250.000 por haber aceptado sobornos.
Luego surgió el caso de Richard M. Nixon, quien había escogido a Agnew como candidato a la vicepresidencia. El comité del Senado de los Estados Unidos que trató el caso Watergate recomendó que se encausara a Nixon por tres cargos: abuso de su poder presidencial; obstaculización de la justicia; y por desatender las citaciones a comparecer ante la corte. Lo más probable es que usted sepa que él renunció a su puesto el 9 de agosto de 1974, faltándole por cumplir dos años y medio de su período presidencial.
Tal abuso del poder existe por todo el mundo. Por ejemplo, la revista canadiense Maclean’s del 15 de julio de 1985 publicó un informe sobre “orgías que celebraban miembros del Parlamento [...] y sobre pagos financieros que se hicieron sin autorización”. Se relató que en una de las fiestas un funcionario superior del personal del gobierno le dijo a una mujer de 30 años de edad: “Si no te desvistes te quedarás sin empleo”.
En esos días, una revista noticiera internacional publicó un artículo intitulado “La corrupción retrasa el cambio de China”. Decía: “Casi todos los días la prensa oficial informa de casos de engaños financieros en los que están envueltos funcionarios de alto rango”.
Aún más recientemente, el periódico New Zealand Herald, bajo el encabezamiento “La corrupción, una maldición que se ha convertido en una gran amenaza en el ‘País afortunado’”, informó el punto de vista de un juez ya jubilado: “Australia, a mediados de la década de los ochenta, es rica, segura y corrupta”. El artículo habla de “un sistema judicial que el año pasado vio poner en prisión a uno de los jueces del más alto tribunal del país y que casi diariamente se tambalea ante la alarmante evidencia de sobornos policiales”.
Es obvio que todos los que abusan del poder desconocen el principio declarado por Cristo: “Nada hay encubierto que no haya de llegar a descubrirse, ni secreto que no haya de llegar a saberse”. (Mateo 10:26.)
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