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¿Cuán significativas son sus oraciones?La Atalaya 1987 | 15 de julio
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Pero ¿qué hay de nuestras oraciones cotidianas? ¿Dan evidencia de la afectuosa y estrecha relación que creemos que existe entre nuestro Padre celestial, Jehová Dios, y nosotros? Bien se ha dicho: “Nuestra oración tiene que significar algo para nosotros si ha de significar algo para Dios”. ¿Meditamos como es debido en lo que expresamos en nuestras oraciones, y nos aseguramos de que en verdad procedan de nuestro corazón figurativo?
8. ¿Qué fallas pudieran tener nuestras oraciones debido a la imperfección humana?
8 A estos respectos, es fácil dejar que nuestras oraciones degeneren. Debido a que por herencia nos inclinamos hacia la imperfección, el corazón puede engañarnos fácilmente y privar a nuestras oraciones de las cualidades que deben poseer. (Jeremías 17:9.) A menos que, en la mayoría de los casos, pensemos detenidamente antes de orar, puede que nuestras oraciones tiendan a hacerse mecánicas, estereotipadas, rutinarias. O pudieran hacerse repeticiosas, lo cual nos recuerda lo que Jesús dijo sobre lo impropio de la ‘manera de orar de la gente de las naciones’. (Mateo 6:7, 8.) O puede ser que nuestras oraciones solo traten de generalidades más bien que de asuntos o personas específicos.
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¿Cuán significativas son sus oraciones?La Atalaya 1987 | 15 de julio
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Sí, debemos orar sobre cosas específicas, y esto exige que pensemos detenidamente en lo que decimos al orar. (Compárese con Proverbios 15:28.) Mientras estamos en el ministerio del campo, pudiéramos pedirle a Dios, no solo su bendición sobre nuestros esfuerzos, sino también sabiduría, prudencia, generosidad, franqueza de expresión, o ayuda respecto a toda debilidad que estorbe nuestra eficacia al testificar. Además, ¿no pudiéramos pedirle que nos guíe hacia los que tienen hambre y sed de justicia? Precisamente antes de pronunciar un discurso público o presentar alguna parte en una Reunión de Servicio o en la Escuela del Ministerio Teocrático, podemos suplicarle a Jehová una abundancia de su espíritu santo. ¿Para qué? Para manifestar confianza y equilibrio, hablar con sinceridad y convicción, honrar el nombre de Dios y edificar a nuestros hermanos. Todas esas oraciones nos conducen también a la condición mental apropiada al hablar.
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