BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • El poder de la oración
    La Atalaya 2000 | 1 de marzo
    • El poder de la oración

      Se pone el Sol en la ciudad de Nacor, en Oriente Medio. Un sirio de nombre Eliezer llega a un pozo de las afueras de la ciudad con una caravana de diez camellos. Aunque debe de estar cansado y sediento, le preocupan más las necesidades de otras personas. Viene de una tierra extranjera con el propósito de buscar esposa para el hijo de su amo, y además ha de encontrarla entre los parientes de este. ¿Cómo llevará a cabo esa difícil empresa?

      ELIEZER cree en el poder de la oración. Con una fe excepcional, como la que manifestaría un niño en su padre, hace esta humilde súplica: “Jehová, el Dios de mi amo Abrahán, haz que suceda, por favor, ante mí en este día, y ejecuta bondad amorosa para con mi amo Abrahán. Aquí estoy apostado junto a una fuente de agua, y las hijas de los hombres de la ciudad están saliendo para sacar agua. Lo que tiene que suceder es que la joven a quien yo diga: ‘Baja tu jarro de agua, por favor, para que yo beba’, y que realmente diga: ‘Bebe, y también daré de beber a tus camellos’, esta sea la que tienes que asignar a tu siervo, a Isaac; y mediante esto déjame saber que has ejecutado amor leal para con mi amo” (Génesis 24:12-14).

      La confianza de Eliezer en el poder de la oración no es en vano. Resulta que la primera mujer que viene al pozo es nada menos que la nieta del hermano de Abrahán. Se llama Rebeca, y es una joven soltera, casta y hermosa. Cabe destacar que no solo da de beber a Eliezer, sino que se ofrece amablemente a saciar la sed de todos sus camellos. Después, una vez consultada la familia, accede gustosa a irse con Eliezer a una tierra lejana para convertirse en la esposa de Isaac, el hijo de Abrahán. Qué respuesta más emocionante y clara a la oración de Eliezer, en una época en que a veces Dios intervenía milagrosamente en los asuntos de los hombres.

      Aprendemos mucho de la oración de Eliezer. Puso de manifiesto su extraordinaria fe, humildad e interés abnegado en las necesidades de los demás. También reveló que él aceptaba con sumisión la manera como Dios trata con la humanidad. Seguro que era consciente del apego especial que Dios tenía a Abrahán y conocía Su promesa de que en el futuro la humanidad recibiría bendiciones mediante este patriarca (Génesis 12:3). Por ello, abrió su oración con las palabras: “Jehová, el Dios de mi amo Abrahán”.

      Jesucristo fue el descendiente de Abrahán mediante el cual se bendecirá a toda la humanidad obediente (Génesis 22:18). Si deseamos que se contesten nuestras oraciones, hemos de aceptar con humildad que Dios trata con la humanidad mediante su Hijo. Jesucristo dijo: “Si permanecen en unión conmigo y mis dichos permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se efectuará para con ustedes” (Juan 15:7).

      El apóstol Pablo fue un seguidor de Cristo que experimentó la veracidad de estas palabras. No hay duda de que su creencia en el poder de la oración no fue en vano. Animó a sus hermanos cristianos a dar a conocer todas sus inquietudes a Dios, y declaró: “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder” (Filipenses 4:6, 7, 13). ¿Significan estas palabras que Dios concedió a Pablo todas sus peticiones? Veamos.

      No se conceden todas las peticiones

      Durante su abnegado ministerio, Pablo sufrió de lo que denominó “una espina en la carne” (2 Corintios 12:7). Pudo tratarse de la angustia mental y emocional que le causaban los opositores y los “falsos hermanos” (2 Corintios 11:26; Gálatas 2:4). O también pudo ser el malestar físico que le producía una dolencia ocular crónica (Gálatas 4:15). Fuera lo que fuese, la “espina en la carne” minaba las fuerzas de Pablo. “Tres veces supliqué al Señor que esta se apartara de mí”, escribió. Pero Dios no accedió a su ruego. Le indicó que bastaba con los beneficios espirituales que ya había recibido de Él, como la capacidad de aguantar pruebas, y añadió: “Mi poder está perfeccionándose en la debilidad” (2 Corintios 12:8, 9).

      ¿Qué aprendemos de los ejemplos de Eliezer y Pablo? Jehová Dios sí escucha las oraciones de quienes humildemente procuran servirle, si bien eso no significa que siempre les conceda sus peticiones, pues tiene una visión a largo plazo de los asuntos y sabe mejor que nosotros lo que nos reportará mayores beneficios. Más importante aún: siempre obra en conformidad con su propósito expresado en la Biblia.

      Un tiempo de curación espiritual

      Dios promete sanar a la humanidad de las enfermedades físicas, mentales y emocionales durante el Reinado de Mil años de su Hijo sobre la Tierra (Revelación [Apocalipsis] 20:1-3; 21:3-5). Los cristianos sinceros aguardan con ansia este futuro prometido, con una fe absoluta en el poder de Dios para hacerlo realidad. Aunque no esperan que tal curación milagrosa se efectúe ahora, piden a Dios en oración su consuelo y fortaleza para hacer frente a las pruebas (Salmo 55:22). Cuando enferman, también le ruegan que los guíe para conseguir el mejor tratamiento médico posible al alcance de sus medios económicos.

      Algunas religiones instan a los enfermos a pedir que se les devuelva la salud enseguida, y hacen referencia a las curaciones milagrosas que efectuaron Jesús y sus apóstoles. Pero esos milagros se realizaron con un propósito especial. Sirvieron para demostrar que Jesucristo era el Mesías verdadero e indicar que el favor de Dios había pasado de la nación judía a la joven congregación cristiana. En aquel entonces, los dones milagrosos se necesitaban para fortalecer la fe de la congregación cristiana recién formada. Cuando esta alcanzó estabilidad y madurez, los dones milagrosos ‘fueron eliminados’ (1 Corintios 13:8, 11).

      En estos días críticos, Jehová Dios dirige a sus adoradores en la importantísima obra de curación espiritual. Es apremiante que, mientras aún les quede tiempo, las personas respondan a esta súplica: “Busquen a Jehová mientras pueda ser hallado. Clamen a él mientras resulte estar cerca. Deje el inicuo su camino, y el hombre dañino sus pensamientos; y regrese a Jehová, quien tendrá misericordia de él, y a nuestro Dios, porque él perdonará en gran manera” (Isaías 55:6, 7).

      Esta curación espiritual de los pecadores arrepentidos se realiza mediante la predicación de las buenas nuevas del Reino de Dios (Mateo 24:14). Al facultar a sus siervos para llevar a cabo dicha obra salvadora, Jehová Dios está ayudando a millones de personas de todas las naciones a arrepentirse de sus pecados y entablar una relación favorable con él antes del fin del actual sistema malvado. Todos los que piden sinceramente a Dios esa curación espiritual y todos los que oran para que se les ayude a efectuar esta obra curativa, sin duda están viendo contestadas sus oraciones.

  • Dios contesta las oraciones
    La Atalaya 2000 | 1 de marzo
    • Dios contesta las oraciones

      Cornelio buscaba el favor de Dios orándole sinceramente de continuo. Además, aprovechaba bien su puesto como oficial del ejército. Dice la Biblia que “hacía muchas dádivas de misericordia” a las personas necesitadas (Hechos 10:1, 2).

      INTEGRABAN la congregación cristiana en aquel tiempo creyentes judíos, prosélitos y samaritanos. Cornelio, que era un gentil incircunciso, no formaba parte de ella. ¿Fueron, por ello, en vano sus oraciones? No. Jehová Dios se fijó en él y en sus obras piadosas (Hechos 10:4).

      Mediante dirección angélica, se puso en contacto a Cornelio con la congregación cristiana (Hechos 10:30-33). En consecuencia, él y su casa tuvieron el privilegio de ser los primeros gentiles incircuncisos admitidos en la congregación. Jehová Dios juzgó que la experiencia personal de Cornelio era digna de incluirse en el relato bíblico. Seguramente este hombre hizo muchos cambios en su vida para conformarla en todo a las normas de Dios (Isaías 2:2-4; Juan 17:16). Su experiencia debería ser de mucho estímulo para las personas del mundo entero que buscan hoy el favor de Dios. Veamos algunos ejemplos.

      Ejemplos de nuestros días

      Una joven de la India estaba sumamente necesitada de consuelo. Se había casado a los 21 años, y tenía dos hijos. Poco después del nacimiento del segundo, murió su esposo. De pronto, a los 24 años, se encontró viuda, con una hija de dos meses y un hijo de veintidós. No es de extrañar que necesitara consuelo. ¿Adónde acudir? Una noche, profundamente afligida, oró: “Padre celestial, consuélame mediante tu Palabra”.

      A la mañana siguiente la visitó un testigo de Jehová. A este no le había ido bien en el ministerio de casa en casa aquel día, pues le habían abierto la puerta pocas personas. Cansado y un poco desanimado, estaba a punto de marcharse a casa, pero algo lo impelió a llamar a una puerta más. Allí fue donde encontró a la joven viuda, quien lo invitó a pasar y aceptó una publicación que explicaba la Biblia. La lectura y las conversaciones con el Testigo la consolaron mucho. Aprendió sobre la promesa de Dios de levantar a los muertos y sobre Su Reino, que pronto hará de la Tierra un paraíso. Y lo que es más importante, llegó a conocer y amar al único Dios verdadero, Jehová, que había contestado su oración.

      Nora, que vive en la ciudad sudafricana de George, apartó un mes para la obra de evangelización de tiempo completo. Antes de comenzar, pidió de todo corazón a Jehová que la ayudara a encontrar a alguien que estuviera interesado sinceramente en estudiar la Biblia. En el territorio que se le asignó se encontraba la casa de una persona que había sido muy descortés con ella en visitas anteriores. Con valor, volvió a llamar a aquella puerta. Para su sorpresa, se encontró con que se había mudado allí una nueva inquilina llamada Noleen. Además, Noleen y su madre habían estado orando a Dios para que las ayudara a entender la Biblia. “Cuando les ofrecí un estudio bíblico —dice Nora—, aceptaron encantadas.” Noleen y su madre progresaron rápidamente. Con el tiempo, ambas empezaron a acompañar a Nora en la obra de curación espiritual.

      Otro caso que pone de relieve el poder de la oración es el de un matrimonio que vive en la ciudad sudafricana de Johannesburgo. La noche de un sábado de 1996, Dennis y Carol, conscientes de que su matrimonio estaba a punto de romperse, decidieron, como último recurso, pedir ayuda en oración, y estuvieron haciéndolo hasta muy entrada la noche. A las once de la mañana del día siguiente, dos testigos de Jehová tocaron a la puerta. Contestó Dennis, y les pidió que esperaran hasta que llamase a su esposa. Dennis advirtió a Carol que si invitaba a los Testigos a entrar, sería difícil deshacerse de ellos, a lo que ella le recordó que habían estado pidiendo ayuda y que esa podía ser la respuesta de Dios a sus oraciones. Así que invitaron a entrar a los Testigos, y se comenzó un estudio bíblico con el libro El conocimiento que lleva a vida eterna. A ambos les entusiasmó lo que aprendieron. Aquella misma tarde asistieron a su primera reunión en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová próximo a su domicilio. Mediante la aplicación del conocimiento bíblico, Dennis y Carol encontraron soluciones a sus problemas maritales. Ahora son felices alabadores bautizados de Jehová, y hablan asiduamente de sus creencias bíblicas con sus vecinos.

      Qué hacer si nos sentimos indignos de orar

      Puede que algunas personas sinceras se sientan indignas de orar debido a la mala vida que llevan. Jesucristo contó la historia de una de esas personas, un despreciado recaudador de impuestos. Este hombre, que no se consideraba digno de ir al lugar de oración acostumbrado, entró en el patio del templo. “Estando de pie a la distancia, [...] se golpeaba el pecho, y decía: ‘Oh Dios, sé benévolo para conmigo, que soy pecador’.” (Lucas 18:13.) Jesús dijo que se escuchó con favor su oración. Este caso prueba que Jehová Dios es en verdad misericordioso y desea sinceramente ayudar a los pecadores arrepentidos.

      Veamos el ejemplo de un joven sudafricano llamado Paul. De niño había asistido a las reuniones cristianas con su madre. Pero durante la adolescencia, se relacionó con jóvenes que no andaban en los caminos de Dios. Una vez que acabó la escuela, sirvió en el ejército del anterior gobierno segregacionista sudafricano. Entonces su novia rompió inesperadamente con él. La vida que llevaba era tan poco gratificante, que se sentía muy deprimido. “Una tarde —recuerda—, pedí ayuda a Jehová, aunque llevaba años sin dirigirme a él con sinceridad.”

      No había pasado mucho tiempo, cuando su madre lo invitó a asistir a la Conmemoración anual de la muerte de Cristo (Lucas 22:19). A Paul le extrañó que lo hiciera, pues había sido rebelde y había manifestado poco interés en la Biblia. “Interpreté esta invitación como la respuesta de Jehová a mi oración, y sentí que debía corresponderle.” Desde ese momento en adelante, asistió a todas las reuniones cristianas. Tras estudiar la Biblia durante cuatro meses, llenó los requisitos para bautizarse. Además, dejó los estudios de ingeniería y emprendió la carrera como evangelizador de tiempo completo. Hoy día es un hombre feliz, a quien ya no le deprime su vida pasada. Durante los últimos once años ha servido en la sucursal sudafricana de la Sociedad Watch Tower.

      En efecto, Jehová Dios contesta benévolamente las oraciones y “llega a ser remunerador de los que le buscan solícitamente” (Hebreos 11:6). Dentro de poco vendrá el gran día de Jehová y pondrá fin a la maldad. Mientras tanto, Jehová contesta las peticiones de fuerzas y guía que le hace su pueblo al participar con celo en la obra vital de dar testimonio. Así se pone en contacto con la congregación cristiana a millones de personas de todas las naciones para que reciban la bendición del conocimiento bíblico que lleva a vida eterna (Juan 17:3).

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir