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  • ¿Contesta Dios sus oraciones?
    La Atalaya 1991 | 15 de septiembre
    • ¿Contesta Dios sus oraciones?

      “NUNCA me ha parecido que se contesten mis oraciones”, dijo una señora de Hokkaido, Japón. Y ella no es la única que piensa así. Son muchos los que creen que sus oraciones nunca reciben contestación. De hecho, puede que usted mismo se pregunte si Dios contesta las suyas.

      Millones de personas dirigen muchísimas oraciones a gran número de deidades. Pero ¿por qué parece que muchas no reciben contestación? Para averiguar eso, examinemos primero las diversas clases de oraciones que se ofrecen.

      ¿Qué piden algunos en oración?

      Durante la época de Año Nuevo, dos terceras partes de la población de Japón, o sea, unos 80.000.000 de personas, oran en santuarios sintoístas o en templos budistas. Ofrecen monedas y oran por buena fortuna y por la seguridad de la familia.

      En enero y febrero —precisamente antes de los difíciles exámenes de ingreso a las universidades— los estudiantes acuden a santuarios como uno de Tokio conocido por su dios de la educación. Escriben sus peticiones en placas de madera para oraciones y las cuelgan de barras de madera en el recinto de los santuarios. Hubo por lo menos 100.000 de esas placas en el recinto de un famoso santuario de Tokio durante el período de los exámenes de 1990.

      Se hacen muchas oraciones por la salud. En un santuario de Kawasaki, Japón, la gente ora por protección contra el SIDA. “Lo valioso de orar contra el SIDA —explicó el sacerdote del santuario— es que lleva a la gente a portarse sabiamente.” Pero ¿es solo para eso que sirve la oración?

      En otro templo, una ancianita oró por una “muerte súbita”. ¿Por qué? Porque no quería sufrir una larga enfermedad ni hacerse una carga para su familia.

      En cierto país llamado cristiano, el capitán de un equipo de fútbol oró por la victoria de su equipo y por protección contra lesiones. Los católicos de Polonia oran por su bienestar personal y decoran a su Virgen con joyas cuando les parece que Dios ha oído sus oraciones. Muchas personas acuden a iglesias —como a la famosa basílica de Guadalupe en la ciudad de México, y al santuario de Lourdes en Francia— y piden curaciones milagrosas.

      Sea en Oriente o en Occidente, la gente ofrece oraciones por muchas y diversas razones personales. Obviamente quieren que sus oraciones les sean oídas y contestadas. Sin embargo, ¿es realista esperar que todas las oraciones reciban atención favorable? ¿Qué hay de las oraciones suyas? ¿Le son contestadas? Vayamos más allá: ¿contesta Dios oraciones algunas?

  • ¿Quiénes ven contestadas sus oraciones?
    La Atalaya 1991 | 15 de septiembre
    • ¿Quiénes ven contestadas sus oraciones?

      JEHOVÁ es el Dios que contesta las oraciones. De hecho, su Palabra, la Biblia, lo llama el “Oidor de la oración”. (Salmo 65:2.) Está dispuesto a contestarlas. Pero ¿a quiénes en verdad les contesta las oraciones?

      Dios contesta las oraciones de las personas que le agradan. Estas son reverentes, como el salmista que dijo: “Como la cierva que ansía las corrientes de agua, así mi alma misma te ansía, oh Dios. Mi alma realmente tiene sed de Dios, del Dios vivo”. (Salmo 42:1, 2.) Pero ¿qué prueba hay de que Jehová contesta las oraciones de sus adoradores verdaderos?

      Prueba de que Dios contesta oraciones

      La Biblia contiene un registro extenso de que Jehová contesta las oraciones de sus siervos fieles. Por ejemplo, cuando el rey Jehosafat de Judá oró por liberación, Dios le contestó la oración y le concedió victoria haciendo que sus enemigos se degollaran unos a otros. (2 Crónicas 20:1-26.) También el rey Ezequías oró humildemente a Dios por ayuda cuando se vio frente a una fuerza militar formidable. Ezequías vio la salvación de Jehová cuando un ángel derribó a 185.000 asirios en una noche. (Isaías 37:14-20, 36-38.)

      ¿Por qué contestó Dios aquellas oraciones? En ambos casos los reyes indicaron en su súplica que el perder la batalla desacreditaría el nombre de Jehová. (2 Crónicas 20:6-9; Isaías 37:17-20.) Les preocupaba la reputación de Dios. “El objetivo fundamental de la oración —dice The International Standard Bible Encyclopedia— no es solo el bien del que ora, sino honrar el nombre de Dios.” Por eso los siervos fieles de Jehová pueden estar seguros de que él los ayudará “por causa de su nombre”. El registro que prueba que aquellas oraciones fueron contestadas lleva al pueblo de Dios a confiar en que él oye sus oraciones también. (Salmo 91:14, 15; 106:8; Proverbios 18:10.)

      Sin embargo, aunque alguna situación implique el nombre de Jehová, él decide si va a contestar ciertas oraciones o no. Puede que tenga razones válidas para no contestar algunas. Si nos parece que él no oye nuestras oraciones, sería bueno que consideráramos a qué pudiera deberse eso.

      Por qué no se contestan algunas oraciones

      “Aunque hagan muchas oraciones, no escucho”, dijo Jehová a los israelitas en cierta ocasión. Señaló así a la razón: “Sus mismas manos se han llenado de derramamiento de sangre”. (Isaías 1:15.) ¿Cómo puede alguien pasar por alto la ley de Jehová y aún así esperar que Dios escuche su oración? Un proverbio bíblico contesta claramente: “El que aparta su oído de oír la ley... hasta su oración es cosa detestable”. (Proverbios 28:9.)

      La Biblia da otra razón por la cual no se escuchan algunas oraciones: “Sí piden, y sin embargo no reciben, porque piden con un propósito malo, para gastarlo en los deseos vehementes que tienen de placer sensual”. (Santiago 4:3.) No; Jehová no va a contestar oraciones que significarían la satisfacción de malos deseos. También tenemos que recordar que, por decirlo así, Dios no acepta órdenes de humanos. Él es quien decide cómo va a contestar nuestras oraciones.

      Dios de seguro contesta las oraciones que se le hacen con corazón puro, motivo correcto y mediante el conducto que él ha aprobado: Jesucristo. (Juan 14:6, 14.) Pero hasta personas cuyas oraciones satisfacen esos requisitos creen a veces que Dios no las oye. ¿Qué lo llevaría a él a no contestar inmediatamente ciertas oraciones de sus siervos?

      Jehová sabe cuándo es el mejor tiempo para contestar las oraciones. Aunque un niño pida una bicicleta, su padre quizás no se la consiga sino hasta cuando el niño tenga suficiente edad para manejarla con cuidado. Lo mismo pudiera decirse de algunas oraciones de los que aman a Dios. Puesto que él sabe qué les conviene, les concede lo que necesitan al tiempo más oportuno.

      Con todo, los siervos de Jehová no reciben todo cuanto piden en oración. Porque son imperfectos, puede que deseen ciertas cosas que no les beneficiarían. Su amoroso Padre celestial no les daría nada dañino, pues él es el Dador de “toda dádiva buena y todo don perfecto”. (Santiago 1:17.) Además, puede suceder que Dios no conceda algo que desde el punto de vista de él no sea necesario. (Compárese con 2 Corintios 12:7-10.) Dios contesta las oraciones en armonía con su voluntad y con su propósito para su pueblo. (1 Juan 5:14, 15.)

      Jesús “fue oído favorablemente”

      Jesucristo fue un hombre dado a la oración. (Mateo 6:9-13; Juan 17:1-26.) Confiaba de lleno en que su Padre celestial oiría y contestaría sus oraciones. En cierta ocasión Jesús dijo: “Padre, [...] yo sabía que siempre me oyes”. (Juan 11:41, 42.) Pero ¿no quedó decepcionado Jesús al fin de su vida terrestre? ¿No es cierto que en aquella ocasión exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”? (Mateo 27:46.)

      Cuando Jesús dijo aquello, obviamente estaba cumpliendo una profecía relacionada con su muerte. (Salmo 22:1.) En sentido limitado, también puede que haya querido decir que Jehová había retirado su protección y había permitido que su Hijo experimentara una muerte dolorosa y vergonzosa para que su integridad fuera probada hasta el límite. Un examen de lo que sucedió en aquel día final de la vida terrestre de Jesús muestra que Dios sí oía sus oraciones.

      Jesús oró en el jardín de Getsemaní la noche en que fue arrestado. Tres veces suplicó: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa”. (Mateo 26:39, 42, 44.) Jesús no titubeaba en cuanto a dar su vida como rescate por la humanidad creyente. No; pero parece que le preocupaba mucho la posibilidad de deshonrar a su muy amado Padre al morir en un madero de tormento como un blasfemador maldito. ¿Oyó Jehová la oración de Jesús?

      Años después, el apóstol Pablo escribió: “En los días de su carne Cristo ofreció ruegos y también peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas, y fue oído favorablemente por su temor piadoso”. (Hebreos 5:7; Lucas 22:42, 44.) Sí, en la noche de su agonía antes de su muerte, Jesús “fue oído favorablemente”. Pero ¿cómo?

      Jehová envió a un ángel que se “apareció [a Jesús] [...] y lo fortaleció”. (Lucas 22:43.) Fortalecido así, Jesús pudo afrontar la muerte en el madero de tormento. Parece que entonces Jehová le aseguró que su muerte en el madero de tormento no traería oprobio al nombre divino, sino que con el tiempo sería precisamente lo que santificaría ese nombre. En realidad, la muerte de Jesús en el madero de tormento abrió el camino para que judíos —que de otro modo estaban condenados bajo la Ley— se salvaran de la condenación a la muerte. (Gálatas 3:11-13.)

      Tres días después de haber muerto Jesús, Jehová lo resucitó y borró toda posible acusación de blasfemia contra él al ensalzarlo a un puesto superior en el cielo. (Filipenses 2:7-11.) ¡Qué maravillosa contestación a la oración de Jesús respecto a “esta copa”! Aquella oración fue contestada a la manera de Jehová. Y Jesús fue bendecido abundantemente porque dijo a su Padre celestial: “Que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya”. (Lucas 22:42.)

      Cómo contesta Jehová las oraciones hoy

      Como Jesús, los que hoy procuran agradar a Jehová siempre deben pedir que se efectúe la voluntad de Dios. Es preciso que tengan fe en que Jehová contestará sus oraciones de la manera que mayor provecho les traiga. Sí; ‘hará más que sobreabundantemente en exceso de todas las cosas que pidan o conciban’. (Efesios 3:20.)

      Cierta joven cristiana que vivía con sus padres incrédulos experimentó lo verídico de ese texto bíblico. En una carta que recibió de la Sociedad Watch Tower, se le pidió que considerara en oración la posibilidad de aceptar una asignación misional especial. Aunque su deseo sincero era quedarse en casa para ayudar a sus padres a hacerse cristianos, ella oró a Dios: “¿Cuál es tu voluntad? ¿Quieres que acepte esta invitación a pesar de la oposición de mis padres, o que siga viviendo con ellos y les ayude?”. Cada vez que oraba, la conciencia le decía que aceptara la invitación. Decidió que esa era la contestación de Jehová.

      Dios fortaleció a esta cristiana para que se adhiriera a su decisión. Cuando le pidieron que se mudara a la isla de Awaji, en Japón, sus padres se disgustaron e intensificaron su oposición. Sin embargo, puesto que no pudieron disuadirla, su madre decidió estudiar la Biblia solo para ver por qué su hija había tomado aquella decisión. Tres meses después sus padres la visitaron. Al ver cómo cuidaban de ella otros testigos de Jehová, su padre quedó muy impresionado, y lloró al hallarse a solas. Pronto él también empezó a estudiar la Biblia. Con el tiempo ambos padres se bautizaron y empezaron a servir fielmente a Jehová. ¿Verdad que Jehová Dios bendijo sobreabundantemente a esta joven cristiana?

      Sus oraciones son contestadas

      ¿Recuerda usted las palabras de una señora que se citaron al principio del artículo anterior? A ella nunca le había parecido que sus oraciones recibieran contestación. Pero después discernió que Dios se las estaba contestando. Ella había llevado un registro de lo que principalmente había pedido en sus oraciones. Un día examinó aquel registro y se dio cuenta de que Jehová había oído la mayoría de sus oraciones, ¡hasta las que ella misma había olvidado! Así pudo ver que Dios estaba cuidándola y contestando sus oraciones con una ternura que significaba el mayor beneficio para ella.

      Si a usted le parece que no ve contestadas sus oraciones, pregúntese: ‘¿Tengo una relación personal con Jehová, el “Oidor de la oración”? Si no es así, ¿estoy dando pasos para aprender acerca de él y llegar a estar entre sus siervos dedicados?’. Él contesta las oraciones de los que lo aman y hacen Su voluntad. Como Jesús, ellos ‘perseveran en la oración’ y reciben audiencia favorable. (Romanos 12:12.) Por eso, ‘derrame su corazón’ ante Jehová y haga Su voluntad. (Salmo 62:8.) Entonces Dios oirá sus oraciones.

      Hoy millones de personas están orando por algo especial. Sí, y Dios está oyendo esas oraciones. Veamos por qué podemos confiar en que esas oraciones recibirán contestación.

  • Oraciones que de seguro serán contestadas
    La Atalaya 1991 | 15 de septiembre
    • Oraciones que de seguro serán contestadas

      HAY oraciones que de seguro serán contestadas. Su esencia está incorporada en una oración que Jesucristo dio como modelo a sus discípulos cuando les dijo: “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra’”. (Mateo 6:9-13.)

      Aquellas palabras de la oración modelo de Jesús se han expresado muchos millones de veces. Aunque Cristo no esperaba que sus seguidores verdaderos sencillamente recitaran aquella oración, de seguro se contestarán las peticiones de ellos que expresen sentimientos como aquellos. (Mateo 6:7, 8.) Por eso, ¿qué significa santificar el nombre de Dios? ¿Por qué debemos orar que venga su Reino? Y ¿por qué debemos pedir que se efectúe la voluntad de Dios?

      “Santificado sea tu nombre”

      Jehová, “el Altísimo sobre toda la tierra”, es Aquel a quien Jesús llamó “Padre nuestro que estás en los cielos”. (Salmo 83:18.) Dios “llegó a ser padre” de los israelitas al librarlos del cautiverio en Egipto y entrar en relación con ellos mediante un pacto. (Deuteronomio 32:6, 18; Éxodo 4:22; Isaías 63:16.) Hoy los cristianos ungidos ven con ternura a Jehová como su Padre. (Romanos 8:15.) También sus compañeros, que tienen la esperanza de vivir en la Tierra, llaman a Jehová Dios su Padre al orarle. (Juan 10:16; Revelación 7:1-9.)

      Pero ¿por qué debemos orar que el nombre de Dios sea santificado? Pues bien, ese nombre divino ha sido deslustrado desde la rebelión de la primera pareja humana en el jardín de Edén. En respuesta a esa oración Jehová borrará todo el oprobio que se ha lanzado contra su nombre conmemorativo. (Salmo 135:13.) Hará esto al quitar de la Tierra la iniquidad. Respecto a ese tiempo, Dios dijo mediante el profeta Ezequiel: “Y ciertamente me engrandeceré y me santificaré y me daré a conocer delante de los ojos de muchas naciones; y tendrán que saber que yo soy Jehová”. (Ezequiel 38:23.)

      Jehová Dios es santo y limpio. Por eso su nombre debe ser santificado, o apartado como santo. Él demostrará su santidad cuando tome acción para santificarse delante de toda la creación. (Ezequiel 36:23.) Los que desean el favor de Dios y la vida eterna tienen que considerar a Jehová con temor respetuoso y santificar su nombre mediante mantenerlo completamente separado y por encima de todos los demás. (Levítico 22:32; Isaías 8:13; 29:23.) Por eso Jesús enseñó a sus seguidores a orar: “Santificado sea tu nombre”, es decir, ‘sea considerado sagrado; sea tratado como santo’. Podemos estar seguros de que Dios contestará esta parte de la oración modelo de Jesús.

      “Venga tu reino”

      Jesús también enseñó a sus seguidores a orar: “Venga tu reino”. De seguro serán contestadas las oraciones en que pedimos que venga el Reino de Dios. El Reino es la gobernación soberana de Jehová manifestada mediante un gobierno mesiánico celestial en las manos de su Hijo, Jesucristo, y sus “santos” asociados. (Daniel 7:13, 14, 18, 22, 27; Isaías 9:6, 7.) Desde hace mucho tiempo los testigos de Jehová han probado con las Escrituras que Jesús fue entronizado como Rey celestial en 1914. Entonces, ¿por qué debemos orar que “venga” el Reino?

      El orar que venga el Reino realmente quiere decir que pedimos que venga contra todos los opositores terrestres de la gobernación divina. Dentro de poco ‘el reino de Dios triturará y pondrá fin a todos estos reinos terrestres, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos’. (Daniel 2:44.) Ese acontecimiento contribuirá a la santificación del nombre sagrado de Jehová.

      “Efectúese tu voluntad”

      Jesús también dio a sus seguidores el mandato de orar: “Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. Así pedimos que Jehová obre conforme a su voluntad para la Tierra. Es similar a esta declaración del salmista: “Todo cuanto a Jehová le deleitó hacer lo ha hecho en los cielos y en la tierra, en los mares y en todas las profundidades acuosas. Está haciendo ascender vapores desde la extremidad de la tierra; ha hecho hasta conductos para la lluvia; está sacando el viento de sus almacenes, aquel que derribó a los primogénitos de Egipto, tanto a hombre como a bestia. Envió señales y milagros en medio de ti, oh Egipto, sobre Faraón y sobre todos sus siervos; aquel que derribó a muchas naciones y mató a reyes potentes”. (Salmo 135:6-10.)

      Al orar que se efectúe la voluntad de Jehová en la Tierra pedimos que Dios cumpla sus propósitos respecto a este globo terrestre. Esto incluye la eliminación completa de sus opositores, tal como lo hizo en escala pequeña en la antigüedad. (Salmo 83:9-18; Revelación 19:19-21.) Las oraciones en que pedimos que se efectúe la voluntad de Jehová por toda la Tierra y el universo de seguro serán contestadas.

      Cuando gobierne el Reino

      En vez de la iniquidad que cunde en la sociedad humana, ¿qué podemos esperar cuando gobierne el Reino de Dios y en la Tierra se efectúe la voluntad divina tal como se efectúa en el cielo? Según el apóstol Pedro “hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según [la] promesa [de Dios], y en estos la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:13.) Los “nuevos cielos” son justas potencias gobernantes espirituales, a saber, Jesucristo y los 144.000 coherederos en el Reino celestial. (Romanos 8:16, 17; Revelación 14:1-5; 20:4-6.) La “nueva tierra” no es otro globo terrestre. Más bien, es una justa sociedad de personas que vivirán en la Tierra. (Compárese con Salmo 96:1.)

      Bajo la gobernación del Reino la Tierra será transformada en un paraíso global. (Lucas 23:43.) Entonces toda la humanidad obediente disfrutará de verdadera paz y prosperidad. (Salmo 72:1-15; Revelación 21:1-5.) Usted puede estar entre esas multitudes de personas felices si apoya lealmente la gobernación mesiánica que regirá sobre los súbditos obedientes en la Tierra. Los apoyadores de esa gobernación oran solícitamente por la santificación del nombre de Jehová, que venga su Reino y que se efectúe su voluntad. Esas oraciones sinceras de seguro serán contestadas.

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