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Predicador, predicarPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Después del Diluvio, muchos hombres, como Abrahán, sirvieron de profetas que pronunciaron revelaciones divinas. (Sl 105:9, 13-15.) Sin embargo, no parece que dichas revelaciones se pronunciaran de manera regular o pública antes de que Israel se asentase en la Tierra Prometida. No se ordenó a los antiguos patriarcas que fuesen heraldos. Durante el período de los reyes de Israel, los profetas fueron portavoces públicos que proclamaron abiertamente los decretos de Dios, sus juicios y sus llamamientos. (Isa 58:1; Jer 26:2.) La proclamación de Jonás en Nínive encaja bien con la idea que transmite el término kḗ·ryg·ma, y se emplea dicho término para referirse a su obra. (Compárese con Jon 3:1-4; Mt 12:41.) Sin embargo, el ministerio de los profetas por lo general era mucho más amplio que el de un heraldo o predicador, y en algunos casos tenían voceros. (2Re 5:10; 9:1-3; Jer 36:4-6.) Algunos de sus mensajes y visiones se pusieron por escrito y no se proclamaron oralmente (Jer 29:1, 30, 31; 30:1, 2; Da 7–12); otros muchos se dieron en privado, y a veces también los profetas se valían de acciones simbólicas para transmitir ideas. (Véanse PROFECÍA; PROFETA.)
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Predicador, predicarPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Aunque Juan el Bautista anduvo principalmente en las regiones desérticas, efectuó la obra de predicador o mensajero público, anunciando a los judíos que acudían a él que se había acercado el Mesías y el reino de Dios y llamándolos al arrepentimiento. (Mt 3:1-3, 11, 12; Mr 1:1-4; Lu 3:7-9.) Juan fue al mismo tiempo profeta, maestro (con discípulos) y evangelizador. (Lu 1:76, 77; 3:18; 11:1; Jn 1:35.) Era “representante de Dios” y testigo suyo. (Jn 1:6, 7.)
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