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  • La fascinación por los números
    ¡Despertad! 2002 | 8 de septiembre
    • La numerología moderna es parecida. El especialista suele tomar como punto de partida el nombre y la fecha de nacimiento de una persona. Tras asignar el valor numérico correspondiente a cada letra del nombre, suma las cifras, junto con las del día y mes del nacimiento, para establecer los números clave del individuo. Luego les atribuye un sentido especial, y de este modo realiza lo que considera una descripción completa, que incluye detalles como su personalidad, deseos inconscientes y el destino que le espera.

  • ¿Debemos guiarnos por los números?
    ¡Despertad! 2002 | 8 de septiembre
    • ¿Debemos guiarnos por los números?

      ¿RESISTE la numerología el examen de la ciencia y la razón? ¿Revelan las cifras nuestro destino? ¿Debe planearse el futuro sobre la base de conclusiones y predicciones numerológicas?

      Un obstáculo que no logran vencer los numerólogos es la existencia de distintos calendarios en diversas culturas. Por ejemplo, ¿qué sucede si alguien vive en una región donde se usa un calendario diferente, como el chino? Tomemos como muestra la fecha indicada en nuestro primer artículo: 11 de septiembre de 2001. En el calendario chino corresponde al día 24 del mes séptimo del año 18 del ciclo 78; en el juliano, al 29 de agosto de 2001; en el musulmán, al 22 de yumada segundo de 1422, y en el hebreo, al 23 de Elul de 5761. ¿Cómo va a tener importancia numérica una fecha que adopta formas tan diferentes? Otro factor a considerar es que cada idioma suele escribir los nombres de una manera particular. Así, el valor numerológico de las letras del nombre inglés John es 2, mientras que el de su correspondencia en español, Juan, es 1.

      Una cosa es admitir que muchos aspectos del cosmos se explican con fórmulas matemáticas, verificables y demostrables, y otra muy distinta afirmar que se predestinó el nombre de cada persona para hacerlo coincidir con la fecha de nacimiento y ligarlo a ciertos números con el fin de determinar su destino.

      La conclusión es evidente: creer que las interpretaciones numerológicas son exactas, cuando en realidad se basan en factores tan variables como el calendario y el idioma, es llevar la credibilidad a los límites de lo absurdo.

      “El tiempo y el suceso imprevisto”

      Hay quienes se interesan en la numerología porque desean que su vida sea predecible. Sin embargo, la Biblia deja claro que el hombre no puede prever los detalles de su futuro. Dice que “los veloces no tienen la carrera, ni los poderosos la batalla, ni tienen los sabios tampoco el alimento, ni tienen los entendidos tampoco las riquezas, ni aun los que tienen conocimiento tienen el favor; porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos” (Eclesiastés 9:11). En efecto, muchos sucesos ocurren inesperadamente. Tales casualidades frustran cualquier intento de pronosticar lo que ocurrirá valiéndose de la fecha de nacimiento o de los valores numéricos de un nombre.

      Veamos otro ejemplo: en una exhortación a la generosidad, la Biblia dice: “Envía tu pan sobre la superficie de las aguas, pues con el transcurso de muchos días lo hallarás otra vez. Da una porción a siete, o aun a ocho, pues no sabes qué calamidad ocurrirá en la tierra” (Eclesiastés 11:1, 2). Salvo contadas excepciones, no tenemos conocimiento previo de las calamidades; de hecho, no podemos tenerlo. De ahí que el profesor Underwood Dudley, especialista en matemáticas, afirme que los numerólogos “no dan suficiente importancia al azar, y lo cierto es que se producen de forma casual acontecimientos sorprendentes”.

      Pero ¿no aciertan los numerólogos a veces en sus predicciones? ¿A qué obedece este hecho? En algunos casos tal vez sea por pura coincidencia, y en otros, porque se emplea un lenguaje ambiguo aplicable a varios sucesos. Con todo, conviene plantearse una posibilidad más peligrosa.

      ¿Un arte adivinatoria?

      Aunque la Biblia no mencione el término numerología, refiere lo que hizo Hamán (Amán) el amalequita cuando conspiró para exterminar a los judíos de Persia del siglo V a.E.C.: “Se echaron suertes en presencia de Amán para fijar el día y el mes en que convenía llevar a cabo su plan, y salió el día trece del mes doce, o sea el mes de Adar” (cursivas nuestras) (Ester 3:7, Versión Popular).

      En la antigüedad echar suertes era un modo legítimo de zanjar disputas (Proverbios 18:18).a Pero Hamán utilizó este método para la adivinación, práctica que la Biblia condena. Deuteronomio 18:10-12 dice que Dios detesta a quien “emplee adivinación”, sea “practicante de magia” o “hechicero”, “busque agüeros”, “ate a otros con maleficio” o “consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos”, y que “todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová”.

      La Biblia relaciona la adivinación y la magia con el espiritismo. Los espíritus malignos pueden manipular algunos sucesos para lograr sus fines. Sea que lo hagan en determinado caso o no, hay algo seguro: Dios condena el espiritismo, el cual expone a sus practicantes a quedar bajo el control de tales criaturas perversas (1 Samuel 15:23; Efesios 6:12).

      La numerología carece de base científica, no resiste el examen a la luz de la razón y, lo que es más importante, está en pugna con las enseñanzas bíblicas, pues es un arte adivinatoria. De modo que no puede considerarse un medio provechoso para orientar nuestra vida o planificar nuestro futuro.

  • Guía fiable sobre el futuro
    ¡Despertad! 2002 | 8 de septiembre
    • Guía fiable sobre el futuro

      DADO que la numerología y otras artes adivinatorias no son fiables, ¿carecemos de medios para conocer nuestro futuro? De ningún modo.

      Las cifras, abstractas como son, no pueden revelar el porvenir a la humanidad, pero sí lo ha hecho el “Dios vivo”, quien “declara desde el principio el final” mediante su Palabra escrita, la Biblia (1 Timoteo 4:10; Isaías 46:10). Asimismo, es la palabra del Dios vivo, no la de los numerólogos, la que “puede discernir pensamientos e intenciones del corazón”, y así ayudarnos a comprender cuáles son nuestras motivaciones y qué nos conducirá al verdadero éxito en la vida (Hebreos 4:12).

      Nuestro Creador, el Autor de las Sagradas Escrituras, es el único capaz de predecir el futuro con precisión, pues es omnipotente y siempre cumple su palabra. Dios dijo: “Lo he hablado; también lo haré venir” (Isaías 46:11). Después de introducir a los israelitas en la Tierra Prometida, Josué tenía sobradas razones para afirmar con confianza: “No falló ni una promesa de toda la buena promesa que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se realizó” (Josué 21:45; 23:14).

      Aún quedan por cumplirse muchas profecías bíblicas, entre ellas las que anuncian que un día se eliminará la maldad de la Tierra para convertirla en un paraíso (Salmo 37:10, 11; Proverbios 2:21, 22). ¿No le atrae un porvenir así? ¿Cree usted que el Creador posee la sabiduría y el poder que se requieren para arreglar la situación en este planeta? Si así es, le interesará examinar lo que dice la Biblia sobre el futuro de la Tierra.a

      Por lo tanto, exhortamos al lector a utilizar bien el tiempo de que dispone, no para tratar de averiguar el futuro mediante los números, sino para adquirir conocimiento exacto de la Biblia y sus profecías.

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