¿En las promesas de quién podemos confiar?
EN 1893, un grupo de 74 comentaristas de asuntos sociales se reunió en la Feria Mundial de Chicago para dialogar respecto al futuro. (Arriba puede observarse su ubicación.) Visualizando cómo se viviría al cabo de cien años, en 1993, hicieron, entre otras, las siguientes predicciones: “Las expectativas de vida de muchas personas serán de 150 años”. “Existirán menos prisiones, y el divorcio se estimará innecesario.” “La estructura gubernamental se habrá simplificado, pues la verdadera grandeza siempre tiende a la sencillez.”
En la misma línea, un libro intitulado El año 2000 predijo en 1967: “Para el año 2000 probablemente los computadores igualen, reproduzcan o superen ciertas capacidades intelectuales muy ‘similares a las del hombre’, incluso quizá sus posibilidades estéticas o creadoras”. Tocante a “la idea de que robots a precios razonables hagan la mayor parte del trabajo doméstico”, el libro dijo: “Parece más razonable situar en el año 2000 su uso generalizado”.
Existe un marcado contraste entre las facultades de Dios y la incapacidad del hombre para prever los acontecimientos futuros. Por ejemplo, compare las mencionadas predicciones con lo que vaticinó la Biblia hace casi veinte siglos respecto a nuestro tiempo: “Mas sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder”. (2 Timoteo 3:1-5.)
Esta es solo una de las muchas profecías bíblicas sobre los “últimos días” que se han cumplido en nuestro tiempo. La Palabra de Dios predijo que entre los acontecimientos que compondrían “la señal” de la presencia de Jesús se contarían las guerras mundiales, las escaseces de alimentos, las pestes, los terremotos y la predicación mundial de las buenas nuevas del Reino de Dios. (Mateo 24:3-14; Lucas 21:11.)
La exactitud infalible de las promesas de Dios motivaron a un escritor bíblico a decir hace siglos: “Ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado para ustedes. Ni una sola palabra de ellas ha fallado”. (Josué 23:14.)
En efecto, tenemos la seguridad de que todas las promesas de Dios se realizarán pronto. El Reino de Dios pondrá fin a la enfermedad, la delincuencia, el consumo de drogas, el hambre y la guerra; toda la Tierra será un paraíso. (Salmo 37:10, 11, 29; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4.) Podemos confiar en el cumplimiento de esta profecía, pues proviene de nuestro Creador, “que no puede mentir”. (Tito 1:2; compárese con Hebreos 6:13-19.)
[Reconocimiento de la página 32]
Cleveland State University Archive