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Escuchemos la voz de Jehová dondequiera que estemosLa Atalaya 2014 | 15 de agosto
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EL ORGULLO Y LA CODICIA
10, 11. a) ¿Cómo puede manifestarse el orgullo? b) ¿Qué aprendemos del mal ejemplo de Coré, Datán y Abiram?
10 Debemos reconocer que nuestro corazón puede apartarnos de Jehová. Pensemos, por ejemplo, en el orgullo y la codicia, y en cómo pueden impedirnos oír la voz de Jehová y llevarnos al desastre. El orgulloso tiene una opinión exagerada de sí mismo. Quizás crea que tiene derecho a hacer lo que quiera y que nadie le puede decir lo que debe hacer. Como resultado, tal vez le parezca que no tiene por qué seguir los consejos de otros cristianos o de los ancianos, ni siquiera los de la organización de Dios. Para alguien así, la voz de Jehová será apenas un murmullo lejano.
11 Estando Israel en el desierto, Coré, Datán y Abiram se rebelaron contra la autoridad de Moisés y Aarón. Su orgullo los llevó a intentar adorar a Jehová por su propia cuenta. ¿Qué hizo Jehová? Los ejecutó a ellos y a todos los demás rebeldes (Núm. 26:8-10). Este relato histórico nos enseña la lección importantísima de que rebelarse contra Jehová siempre acaba mal. Y también nos recuerda que “el orgullo está antes de un ruidoso estrellarse” (Prov. 16:18; Is. 13:11).
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14. ¿Qué debemos hacer si vemos que tenemos alguna inclinación al orgullo o la codicia?
14 Tanto el orgullo como la codicia pueden llevarnos al desastre. Reflexionar en las consecuencias nos ayudará a evitar que esas malas inclinaciones ahoguen la voz de Jehová (Deut. 32:29). En la Biblia, el Dios verdadero no solo nos señala el buen camino, sino que también nos explica los beneficios de andar en él y las consecuencias de desviarnos. Si el corazón nos empuja a hacer algo por orgullo o codicia, haríamos bien en pensar en el efecto que tendrá en nosotros, en nuestros seres queridos y, sobre todo, en nuestra relación con Jehová.
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