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Recompensa por la fidelidadLa Atalaya 1987 | 1 de mayo
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Un sacerdote preparó etiquetas adhesivas con las palabras: “TESTIGOS DE JEHOVÁ: No perturben la paz de esta familia. ¡GRACIAS!”. Mandó poner estas etiquetas en las puertas de las casas del pueblo. Todo el mundo estaba hablando de los testigos de Jehová y haciéndolos objeto de burla y desprecio. A pesar de esto, los hermanos cobraron ánimo y siguieron su ministerio con más celo que antes. La mayoría de las familias dijeron que no había sido idea suya el que se pusieran etiquetas en las puertas de sus casas. Informaron que el sacerdote había dado 100 liras a unos muchachos y los había enviado a pegarlas en las puertas.
Mientras tanto, el señor B——— informó a su esposa que ella tendría que irse del hogar, puesto que él ya había dado los pasos para una separación legal. Pero la situación estaba empezando a cambiar en este pueblo. Una radioemisora local presentó un programa, y el reportero describió el caso como “una maniobra que no parece de buen gusto, que es descortés”. Durante el programa nuestros hermanos explicaron que las etiquetas se habían pegado en las puertas sin contar con la aprobación de muchas familias. Algo que lo probaba era que se habían pegado de noche hasta en las puertas de algunos testigos de Jehová y de familias que recibían con gusto sus visitas. El reportero de la radioemisora alabó a los testigos de Jehová y dijo que son personas “que despliegan gran cortesía, y se comportan muy bondadosamente”.
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Recompensa por la fidelidadLa Atalaya 1987 | 1 de mayo
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La gente del pueblo ha cambiado de actitud, y ahora hay muy buenas conversaciones sobre asuntos bíblicos con la gente. Concuerdan en que no son los testigos de Jehová quienes perturban la paz familiar. Si todavía hay etiquetas en las puertas, ya no tienen ningún significado.
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