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    Anuario de los testigos de Jehová 2012
    • LA VIDA EN LA PRISIÓN

      Vivir en la prisión era horrible. Los presos tenían una sola comida al día, mayormente yuca (mandioca) con frijoles. Comían carne una vez al mes. Las camas estaban plagadas de chinches y, debido al hacinamiento, muchos dormían en el piso. El agua escaseaba. Los hermanos tenían que compartir sus celdas con violentos criminales, y los guardias los maltrataban. No obstante, uno de los guardias, Jean Fataki, era amable con los Testigos. Con el tiempo aceptó un estudio bíblico y se bautizó. En la actualidad es un fiel precursor.

      El hermano Rwakabubu comenta: “Mientras estuvimos en la prisión, el arzobispo celebró una misa para los presos católicos y les dijo que tuvieran cuidado con los testigos de Jehová. Poco después, algunos se acercaron a nosotros para preguntarnos por qué el arzobispo había dicho eso si ellos veían que los Testigos no eran peligrosos”.

      Por aquel entonces, Roger Poels, de Bélgica, llegó a Kigali con su esposa, Noella, para cumplir con un contrato laboral. Como el hermano Rwakabubu y los otros dos precursores aún estaban en prisión, Roger solicitó una audiencia con el ministro de Justicia a fin de explicarle nuestras creencias y preguntarle respetuosamente por qué el gobierno perseguía a los Testigos. El ministro paró en seco la conversación diciendo: “Señor Poels, ¡ya he escuchado suficiente! Se irá en el próximo avión a Bruselas. No lo queremos en este país”.

      Como ninguno de los tres hermanos transigió, tuvieron que cumplir su sentencia completa. No obstante, el segundo año fueron transferidos a una prisión donde las condiciones eran mucho mejores. Finalmente, los liberaron en noviembre de 1984.

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    Anuario de los testigos de Jehová 2012
    • Un año más tarde, agentes de la Seguridad del Estado detuvieron a Palatin Nsanzurwimo y a su esposa, Fatuma. Después de que registraran su casa y los interrogaran durante ocho horas, se los llevaron a la cárcel junto con sus tres hijos. El hermano menor de Palatin, quien los siguió desde que salieron de su casa, logró quedarse con el niño de cinco años y la niña de cuatro. Palatin y Fatuma fueron encarcelados con su niñita de catorce meses. Posteriormente, se transfirió a Fatuma a otra prisión, en la cual estuvo nueve meses.

      Por aquel entonces, los cuatro hijos de Jean Tshiteya fueron expulsados de la escuela. Poco después, las autoridades registraron su casa, arrestaron a su esposa y dejaron a los niños solos. No pasó mucho tiempo antes de que Jean también fuera arrestado y enviado a la prisión de Butare, donde estaban tanto su esposa como otros hermanos. Más tarde, todos los Testigos presos en Butare fueron trasladados a Kigali. Mientras tanto, algunos hermanos de Kigali se encargaron de cuidar a los hijos de los Tshiteya.

      Él recuerda: “Cuando llegaba algún hermano de otra prisión a la de Kigali, nos saludábamos alegremente diciéndonos: ‘Komera’ (o sea, ‘¡Ánimo!’). En cierta ocasión, uno de los guardias escuchó el saludo y replicó: ‘Ustedes están locos. ¿Cómo puede alguien cobrar ánimo en la prisión?’”.

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