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Jehová es mi refugio y fuerzaLa Atalaya 2000 | 1 de febrero
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A partir de entonces, la predicación llegó a formar parte habitual de mi vida, así como los arrestos y los encarcelamientos. Con razón le decían a mi esposa en perspectiva: “Si te casas con él, es seguro que terminarás en la cárcel”. Sin embargo, esas experiencias no fueron realmente tan difíciles. Después de pasar una noche en la cárcel, un compañero Testigo solía acudir con la fianza y se nos ponía en libertad.
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Jehová es mi refugio y fuerzaLa Atalaya 2000 | 1 de febrero
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No obstante, al aumentar mi participación en el ministerio, también aumentaron mis visitas a la cárcel. Un día me pusieron en la celda con Mike Miller, un fiel hermano que llevaba muchos años sirviendo a Jehová. Nos sentamos en el suelo de cemento y hablamos. La edificante conversación espiritual me fortaleció muchísimo. No obstante, después me pregunté: “¿Qué habría sucedido si hubiera existido un malentendido entre nosotros y no nos habláramos?”. El tiempo que pasé en la cárcel con este querido hermano me enseñó una de las lecciones más sobresalientes de mi vida: necesitamos a nuestros hermanos, por lo que debemos ser misericordiosos y bondadosos unos con otros. De lo contrario, pudiera ocurrir lo que escribió el apóstol Pablo: “Si ustedes siguen mordiéndose y devorándose unos a otros, cuidado que no sean aniquilados los unos por los otros” (Gálatas 5:15).
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