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“¡Ten valor!”Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
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“De buena gana hablo en mi defensa” (Hechos 23:35-24:21)
10. ¿Qué graves acusaciones se hicieron contra Pablo?
10 Ya estando en Cesarea, a Pablo lo tuvieron “vigilado en el palacio de Herodes” en lo que llegaban desde Jerusalén quienes lo acusaban (Hech. 23:35). Cinco días más tarde llegaron por fin: eran el sumo sacerdote Ananías, un abogado llamado Tértulo y un grupo de ancianos. Tértulo comenzó alabando a Félix por todas las cosas buenas que estaba haciendo por los judíos, obviamente con la intención de adularlo y ganarse su favor.b Luego fue directo al grano y describió así a Pablo: “Este hombre es una plaga. Promueve rebeliones entre todos los judíos por toda la tierra habitada y es un cabecilla de la secta de los nazarenos. También trató de profanar el templo, así que lo arrestamos”. Los demás judíos “se unieron al ataque asegurando que todo era verdad” (Hech. 24:5, 6, 9). Promover rebeliones, ser el cabecilla de una secta peligrosa y profanar el templo eran acusaciones tan graves que podían castigarse con la pena de muerte.
11, 12. ¿Cómo se defendió Pablo?
11 A continuación, a Pablo se le permitió tomar la palabra. Comenzó diciendo: “De buena gana hablo en mi defensa”. Luego negó por completo que hubiera profanado el templo y promovido alguna rebelión. Añadió que, de hecho, llevaba “muchos años” fuera de Jerusalén, adonde había vuelto para “traerles donativos” a los cristianos que, por culpa del hambre o la persecución, se habían quedado pobres. Dejó claro que cuando entró en el templo “estaba ceremonialmente limpio” y que siempre se había esforzado “por mantener la conciencia limpia ante Dios y ante los hombres” (Hech. 24:10-13, 16-18).
12 Eso sí, Pablo reconoció: “Siguiendo el camino que ellos llaman secta, estoy dándole servicio sagrado al Dios de mis antepasados”. Al mismo tiempo, destacó que creía “todas las cosas expuestas en la Ley y escritas en los Profetas”, y que, al igual que muchos de sus acusadores, tenía la esperanza de que iba a haber “una resurrección tanto de justos como de injustos”. Entonces les reclamó lo siguiente: “Que los hombres aquí presentes digan de qué me hallaron culpable cuando estuve ante el Sanedrín, salvo que grité allí en medio: ‘¡Hoy se me está juzgando ante ustedes debido a la resurrección de los muertos!’” (Hech. 24:14, 15, 20, 21).
13-15. Si tenemos que dar testimonio ante las autoridades, ¿cómo podemos imitar el ejemplo de Pablo?
13 Supongamos que, por causa de nuestra fe, tenemos que hablar ante las autoridades acusados falsamente de causar disturbios, promover rebeliones o pertenecer a una “secta peligrosa”. ¿Qué ejemplo nos dejó Pablo? Él no se puso a adular al gobernador para ganárselo, como sí lo hizo Tértulo. En vez de eso, con tacto, calma y respeto presentó una defensa clara y honrada. Además, señaló que los “judíos de la provincia de Asia” que lo habían acusado de profanar el templo no se habían presentado; pero deberían estar allí para darle la oportunidad de escuchar sus acusaciones y defenderse (Hech. 24:18, 19).
14 Y, sobre todo, Pablo no tuvo miedo de dar testimonio sobre sus creencias. Más bien, tuvo el valor de volver a hablar sobre su fe en la resurrección, algo que había causado tanto alboroto cuando estuvo ante el Sanedrín (Hech. 23:6-10). ¿Por qué usó este tema para defenderse? Porque su predicación giraba en torno a Jesús y su resurrección, y sus enemigos estaban totalmente en contra de esto (Hech. 26:6-8, 22, 23). De hecho, el verdadero motivo por el que lo estaban juzgando era por su creencia en la resurrección, y en especial en la de Jesús.
15 Al igual que Pablo, nosotros podemos dar testimonio con valentía y fortalecer nuestra resolución recordando lo que Jesús les dijo a sus discípulos: “Toda la gente los odiará por causa de mi nombre. Pero el que aguante hasta el fin será salvado”. Ahora bien, ¿deberíamos angustiarnos pensando en lo que vamos a decir? No, porque justo antes Jesús prometió: “Cuando los lleven para entregarlos a las autoridades, no se angustien pensando de antemano en lo que van a decir; digan lo que se les indique en ese momento, porque no van a ser ustedes los que hablen, sino el espíritu santo” (Mar. 13:9-13).
“Félix se asustó” (Hechos 24:22-27)
16, 17. a) ¿Qué hizo y dijo Félix durante el juicio de Pablo? b) ¿Por qué se asustó Félix, y con qué intención volvió a hablar con Pablo?
16 No era la primera vez que el gobernador Félix oía hablar del Camino, término que se refiere a la congregación cristiana de aquel tiempo. El relato dice: “Félix, que conocía bastante bien todo lo que tenía que ver con este Camino, pospuso el asunto y les dijo a todos: ‘Tomaré una decisión sobre su caso cuando baje el comandante militar Lisias’. Y le ordenó al oficial del ejército que mantuviera al hombre bajo arresto pero que le dejara cierta libertad, y que les permitiera a los suyos ocuparse de sus necesidades” (Hech. 24:22, 23).
17 Unos días más tarde, Félix llegó acompañado de su esposa Drusila, que era judía. Mandó llamar a Pablo y “lo escuchó hablar acerca de la creencia en Cristo Jesús” (Hech. 24:24). Sin embargo, cuando Pablo se puso a hablar sobre “la justicia, el autocontrol y el juicio venidero, Félix se asustó”, posiblemente porque la conciencia le molestaba por todas las cosas malas que había hecho en su vida. De modo que despidió a Pablo con las siguientes palabras: “Por ahora vete. Volveré a llamarte cuando tenga oportunidad”. Es cierto que volvió a hablar con él varias veces, pero no porque tuviera interés en la verdad, sino porque esperaba sacarle algún soborno (Hech. 24:25, 26).
18. ¿Por qué habló Pablo de “la justicia, el autocontrol y el juicio venidero”?
18 ¿Por qué les habló Pablo a Félix y a su esposa acerca de “la justicia, el autocontrol y el juicio venidero”? Bueno, ellos querían saber en qué consistía “la creencia en Cristo Jesús”. Sabiendo lo inmorales, crueles e injustos que eran los dos, les dejó claro lo que se necesita para ser cristiano. Así, estableció un marcado contraste entre las justas normas de Dios y la vida que llevaban. Seguro que entendieron que Dios nos juzgará a todos por lo que pensamos, decimos y hacemos. También debieron entender que Dios los iba a juzgar a ellos sin importar que en ese momento Félix tuviera autoridad para juzgar a Pablo. ¡Con razón “Félix se asustó”!
19, 20. a) ¿Qué debemos hacer con las personas que parecen interesarse en la Biblia pero en realidad no quieren cambiar? b) ¿Cómo sabemos que Félix no le tenía ningún afecto a Pablo?
19 En el ministerio tal vez encontremos personas como Félix: al principio parecen interesarse en la Biblia, pero la verdad es que desean seguir viviendo a su manera. Es lógico que tengamos cuidado en esos casos. Aun así, como Pablo, podemos explicarles con respeto lo que deben hacer para tener la aprobación de Dios. A lo mejor la verdad bíblica les toca el corazón. Ahora bien, si es obvio que no tienen la menor intención de abandonar ciertas prácticas que Dios odia, es mejor dejarlas y concentrarnos en encontrar a quienes realmente buscan la verdad.
20 ¿Qué había en el corazón de Félix? El relato dice: “Pasaron dos años y Félix fue sucedido por Porcio Festo. Pero, como Félix deseaba quedar bien con los judíos, dejó a Pablo en prisión” (Hech. 24:27). Así quedó claro que no le tenía ningún afecto a Pablo. Sabía que los seguidores “del Camino” no promovían rebeliones y que Pablo no había violado ninguna ley romana (Hech. 19:23). A pesar de eso, lo mantuvo bajo custodia para “quedar bien con los judíos”.
21. ¿Qué pasó con Pablo cuando Porcio Festo fue nombrado gobernador, y qué le ayudó a mantener una fe firme?
21 Como vimos en Hechos 24:27, Porcio Festo fue nombrado gobernador en sustitución de Félix, pero Pablo siguió en prisión. Entonces este apóstol tan valiente empezó una serie de audiencias ante muchos funcionarios. Sin duda, las palabras de Lucas 21:12 resultaron muy ciertas en su caso, pues lo llevaron vez tras vez “ante reyes y gobernadores”. Pero su fe siempre se mantuvo firme, incluso cuando más tarde llegó a darle testimonio al gobernante más poderoso de su época: el césar. Seguro que en todo momento recordó las fortalecedoras palabras de Jesús: “¡Ten valor!”.
a Vea el recuadro “Félix, procurador romano de Judea”.
b Tértulo dijo que gracias a Félix había “mucha paz” en la nación. Pero la verdad es que el periodo que gobernó Félix fue el más violento que hubo aparte de cuando los judíos se rebelaron contra Roma. También dijo que los judíos sentían una “inmensa gratitud” por las reformas que Félix había hecho. Pero la realidad es que la mayoría lo despreciaba porque era un tirano y por la brutalidad con la que frenaba los levantamientos (Hech. 24:2, 3).
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“¡Apelo a César!”Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
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CAPÍTULO 25
“¡Apelo a César!”
Pablo deja un ejemplo de cómo defender las buenas noticias
Basado en Hechos 25:1-26:32
1, 2. a) ¿En qué situación seguía Pablo? b) ¿Qué podemos preguntarnos sobre su apelación a César?
PABLO sigue en Cesarea bajo estricta vigilancia. Hace dos años, cuando regresó a Judea, los judíos intentaron matarlo al menos tres veces en solo unos días (Hech. 21:27-36; 23:10, 12-15, 27). Y, aunque no lo consiguieron, todavía no se han dado por vencidos. Cuando Pablo se da cuenta de que el gobernador Festo quiere enviarlo de vuelta adonde están ellos, le dice: “¡Apelo a César!” (Hech. 25:11).
2 ¿Cómo vio Jehová la decisión de Pablo? ¿Estuvo bien que apelara al emperador de Roma? Saber esto es muy importante para nosotros, que damos testimonio completo del Reino en el tiempo del fin. Necesitamos saber si debemos seguir el ejemplo de Pablo al defender y establecer “legalmente las buenas noticias” (Filip. 1:7).
“Ante el tribunal” (Hechos 25:1-12)
3, 4. a) ¿Por qué querían los judíos que Pablo fuera a Jerusalén, y cómo se salvó? b) Al igual que hizo con Pablo, ¿cómo nos da fuerzas Jehová?
3 Tres días después de que Festoa llegó a ser gobernador, viajó a Jerusalén. Allí escuchó las graves acusaciones que los sacerdotes principales y los judíos más importantes hicieron contra Pablo. Ellos sabían que Festo tenía órdenes de mantener la paz con ellos mismos y con todos los demás judíos. Así que aprovecharon esto para pedirle un favor: que enviara a Pablo de Cesarea a Jerusalén para que fuera juzgado allí. Pero en realidad tenían intenciones de asesinarlo por el camino. Él les dijo que no y añadió: “Bajen conmigo [a Cesarea] aquellos de ustedes que tengan autoridad y, si el hombre de veras ha hecho algo malo, presenten sus acusaciones contra él” (Hech. 25:5). Una vez más, Pablo se salvó.
4 Durante todos estos problemas, Jehová le dio fuerzas a Pablo mediante Jesucristo. Por ejemplo, en una visión Jesús lo animó con estas palabras: “¡Ten valor!” (Hech. 23:11). Hoy, los siervos de Dios también nos enfrentamos a dificultades y oposición. Claro, Jehová no nos libra de todo esto, pero sí nos da sabiduría y fuerzas para aguantar. Podemos estar seguros de que nuestro amoroso Padre siempre nos dará “el poder que va más allá de lo normal” (2 Cor. 4:7).
5. ¿Cómo actuó Festo en el caso de Pablo?
5 Días después, Festo “se sentó en el tribunal” de Cesarea.b Delante de él estaban Pablo y los judíos que lo acusaban. Tras escuchar sus acusaciones infundadas, Pablo respondió: “No he cometido ningún pecado contra la Ley de los judíos ni contra el templo ni contra César”. Era inocente y merecía la libertad. Pero ¿qué decisión tomó el gobernador? Para quedar bien con los judíos, le preguntó: “¿Deseas subir a Jerusalén y ser juzgado allí delante de mí por estas cosas?” (Hech. 25:6-9). ¡Qué propuesta tan absurda! Si lo mandaba a Jerusalén, aquellos judíos se convertirían en sus jueces y terminarían matándolo. A Festo le preocupaba más cuidar sus intereses políticos que hacer justicia. Lo mismo sucedió años antes, cuando el gobernador Poncio Pilato juzgó a Jesús (Juan 19:12-16). En tiempos modernos también hay jueces que toman decisiones injustas con tal de complacer a otros. Así que no debería de sorprendernos que algunos tribunales dicten sentencias en contra de todas las pruebas en casos relacionados con el pueblo de Dios.
6, 7. ¿Por qué apeló Pablo a César, y qué precedente sentó para los testigos de Jehová?
6 Pablo se dio cuenta de que su vida estaba en peligro por culpa de lo interesado que estaba Festo en complacer a los judíos. Así que recurrió a un derecho que tenía como ciudadano romano. Le dijo a Festo: “Estoy ante el tribunal de César y aquí es donde debo ser juzgado. No he hecho nada malo contra los judíos, como tú mismo te estás dando cuenta. [...] ¡Apelo a César!”. Por lo general, una vez que se hacía esta reclamación, ya no había vuelta atrás. Así lo confirmó el propio gobernador: “Has apelado a César y a César irás” (Hech. 25:10-12). Al haber apelado a una autoridad legal más alta, Pablo sentó un precedente para todos los cristianos. Si nuestros enemigos tratan de causarnos “problemas en nombre de la ley”, los testigos de Jehová usamos los medios legales a nuestro alcance para defender las buenas noticias (Sal. 94:20).c
7 Después de dos años en la cárcel por delitos que no había cometido, a Pablo le dieron la oportunidad de presentar su caso en Roma. Pero, antes de viajar, otro gobernante quiso verlo.
Los cristianos apelamos las sentencias desfavorables.
“No desobedecí” (Hechos 25:13-26:23)
8, 9. ¿A qué fue el rey Agripa a Cesarea?
8 Unos días después de que Pablo apeló a César, Festo recibió la “visita de cortesía” del rey Agripa y su hermana Berenice.d En el Imperio romano se tenía la costumbre de que los funcionarios les hicieran ese tipo de visitas a los gobernadores recién nombrados. Al felicitar a Festo por su nuevo cargo, Agripa sin duda pretendía crear una relación amistosa que pudiera serle útil para alcanzar sus objetivos políticos (Hech. 25:13).
9 El rey Agripa sintió mucha curiosidad cuando Festo le contó lo de Pablo. Al día siguiente, los dos gobernantes llegaron con gran ostentación al tribunal para escuchar el caso. Pero lo más impresionante no fue esa llegada espectacular, sino las palabras que Pablo estaba a punto de decir (Hech. 25:22-27).
10, 11. ¿Cómo demostró Pablo su respeto hacia Agripa, y qué le contó sobre su propio pasado?
10 Con mucho respeto, Pablo le agradeció a Agripa la oportunidad de defenderse ante él, sobre todo porque este rey era un experto en todas las costumbres y las controversias de los judíos. A continuación, comenzó a repasar su propio pasado: “Yo viví como fariseo, según la secta más estricta de nuestra religión” (Hech. 26:5). Mientras era fariseo, Pablo esperaba la venida del Mesías. Pero ahora, que era cristiano, afirmaba sin miedo que Jesucristo era ese Mesías que Dios les había prometido siglos antes a sus antepasados. Le dijo que el motivo por el que lo estaban juzgando era que predicaba el cumplimiento de esa promesa, en la que también creían quienes lo acusaban. Esto hizo que a Agripa le picara todavía más la curiosidad.e
11 Después, Pablo le habló de la crueldad con la que había perseguido a los cristianos. Dijo: “Estaba convencido de que debía usar todos los medios posibles para luchar contra el nombre de Jesús el Nazareno. [...] Como estaba sumamente furioso con ellos, llegué al punto de perseguirlos hasta en ciudades apartadas” (Hech. 26:9-11). Pablo no estaba exagerando. Muchas personas fueron testigos de su violencia contra los cristianos (Gál. 1:13, 23). Puede que Agripa se preguntara: “¿Por qué habrá cambiado tanto?”.
12, 13. a) ¿Cómo explicó Pablo por qué había cambiado? b) ¿En qué sentido había estado “dando coces contra el aguijón”?
12 Pablo mismo explicó por qué había cambiado cuando contó lo siguiente: “Viajaba a Damasco, autorizado y comisionado por los sacerdotes principales, cuando al mediodía vi en el camino, oh, rey, una luz del cielo más brillante que el sol, y nos envolvió a mí y a los que iban conmigo. Cuando todos caímos al suelo, oí una voz que me decía en hebreo: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Te estás haciendo daño por estar dando coces contra el aguijón’. Pero yo le dije: ‘¿Quién eres, Señor?’. Y el Señor me contestó: ‘Soy Jesús, a quien tú persigues’” (Hech. 26:12-15).f
13 Antes de esta visión, Pablo se había comportado como un animal que estaba “dando coces [o patadas] contra el aguijón”. ¿En qué sentido? Pues bien, a las bestias de carga las solían guiar usando una vara con punta afilada llamada aguijón. Si el animal se resistía y le daba patadas a la vara, solo conseguía lastimarse. De forma parecida, Pablo se resistía a seguir la guía de Dios, y solo conseguía lastimar su relación con él. Era sincero, pero vivía engañado. Cuando Jesús se le apareció en el camino de Damasco, logró que cambiara su forma de pensar (Juan 16:1, 2).
14, 15. ¿Qué dijo Pablo sobre los cambios que había hecho en su vida?
14 Luego, Pablo le explicó a Agripa lo mucho que cambió su vida: “No desobedecí la visión celestial, sino que fui primero a los de Damasco, luego a los de Jerusalén, así como por todo el país de Judea y también a las naciones, y les llevé el mensaje de que se arrepintieran y volvieran a Dios realizando obras que demostraran su arrepentimiento” (Hech. 26:19, 20). Ahora ya llevaba años cumpliendo la misión que Jesús le había dado cuando se le apareció aquella vez. ¿Qué frutos había dado su predicación? Los que aceptaron el mensaje se arrepintieron, dejaron de hacer cosas malas y empezaron a hacer la voluntad de Dios. Gracias a eso, llegaron a ser gente de bien, ciudadanos ejemplares que promovían el orden y el respeto a la ley.
15 Pero a sus enemigos les daba igual que su predicación le beneficiara a la gente. De hecho, Pablo dijo: “Por eso los judíos me agarraron en el templo y trataron de matarme. Sin embargo, gracias a la ayuda de Dios, sigo hasta este día dando testimonio tanto a grandes como a pequeños” (Hech. 26:21, 22).
16. ¿Cómo podemos imitar a Pablo al hablar de nuestras creencias ante las autoridades?
16 Los cristianos debemos estar “siempre listos para presentar una defensa” de nuestra fe (1 Ped. 3:15). Es bueno que recordemos la forma en que Pablo habló ante Agripa y Festo cuando hablemos de nuestras creencias ante jueces y otras autoridades. Si les explicamos que la Biblia nos ha ayudado a ser mejores personas y que también ayuda a quienes nos escuchan, tal vez lleguen a tener una opinión más positiva sobre nosotros.
“Me convencerías de hacerme cristiano” (Hechos 26:24-32)
17. ¿Cómo reaccionó Festo a los argumentos de Pablo, y cómo reaccionan hoy también muchas personas?
17 Los argumentos tan convincentes de Pablo no dejaron indiferentes a esos dos gobernantes. Veamos lo que pasó: “Mientras Pablo decía estas cosas en su defensa, Festo gritó: ‘¡Te estás volviendo loco, Pablo! ¡Tanto estudiar te está haciendo perder la cabeza!’” (Hech. 26:24). Hoy día, muchas personas reaccionan de manera parecida: se escandalizan y piensan que quienes enseñamos lo que la Biblia realmente dice somos unos fanáticos. Además, a la mayoría de la gente culta de este mundo le cuesta mucho aceptar la enseñanza cristiana de la resurrección.
18. ¿Qué respuesta le dio Pablo a Festo, y qué dijo Agripa después?
18 ¿Qué le respondió Pablo al gobernador? “No estoy volviéndome loco, excelentísimo Festo. Estoy diciendo palabras verdaderas y con sentido. Sé que el rey al que le estoy hablando con tanta franqueza está bien enterado de todo esto”. Entonces le dijo al rey Agripa: “¿Crees lo que dicen los Profetas? Yo sé que tú lo crees”. Y el rey le respondió: “En poco tiempo me convencerías de hacerme cristiano” (Hech. 26:25-28). No sabemos si lo dijo en serio o no, pero está claro que el testimonio de Pablo lo dejó pensando.
19. ¿A qué conclusión llegaron Festo y Agripa en el caso de Pablo?
19 A continuación, los dos gobernantes se pusieron de pie, y así les dieron a entender a los presentes que la audiencia había concluido. “Al ir saliendo, se decían unos a otros: ‘Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o la prisión’. Y Agripa le dijo a Festo: ‘Este hombre podría haber sido puesto en libertad si no hubiera apelado a César’” (Hech. 26:31, 32). Los dos llegaron a la conclusión de que Pablo era inocente. De ahora en adelante, tal vez verían a los cristianos con otros ojos y los tratarían mejor.
20. ¿Por qué valió la pena el testimonio que les dio Pablo a aquellos gobernantes?
20 Al parecer, ninguno de estos poderosos gobernantes se hizo cristiano. Entonces, ¿valió la pena todo el testimonio que les dio Pablo? Sí. Gracias a que habló “ante reyes y gobernadores” de Judea, las buenas noticias llegaron a sectores del Gobierno romano a los que de otra manera quizás nunca habrían llegado (Luc. 21:12, 13). Además, sus hermanos en la fe se sintieron animados al saber todo lo que vivió y la fidelidad con que aguantó las pruebas (Filip. 1:12-14).
21. ¿Por qué vale la pena que sigamos predicando pese a las pruebas y la oposición?
21 ¿Y qué puede decirse de nosotros hoy? Si seguimos predicando pese a las pruebas y la oposición, también valdrá la pena. Quizás podamos dar testimonio a autoridades que de otra manera tal vez nunca podrían escuchar el mensaje. Y puede que nuestra fidelidad y aguante anime a muchos cristianos a ser todavía más valientes y seguir dando un testimonio completo del Reino de Dios.
a Vea el recuadro “Porcio Festo, procurador romano de Judea”.
b Aquí, la palabra que se traduce “tribunal” se refiere a una plataforma con una silla donde se sentaba el juez. Esa posición elevada hacía que la gente viera sus decisiones como algo firme y definitivo. Pilato se sentó en uno de estos tribunales para evaluar los cargos contra Jesús.
c Vea el recuadro “Apelaciones modernas a favor de la adoración verdadera”.
d Vea el recuadro “El rey Herodes Agripa II”.
e Pablo, como todos los cristianos, creía que Jesús es el Mesías. Pero los judíos no creían en Jesús, así que para ellos Pablo era un apóstata (Hech. 21:21, 27, 28).
f Sobre la expresión “al mediodía”, es interesante el siguiente comentario de un biblista: “A menos que un viajero tuviera mucha prisa, al mediodía descansaba a causa del calor. Aquí vemos lo empeñado que estaba Pablo en su misión de persecución”.
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