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“La sabiduría está con los modestos”La Atalaya 2000 | 1 de agosto
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Veamos con modestia nuestros privilegios
8, 9. a) ¿Por qué debemos tener una opinión modesta de nosotros mismos? b) ¿Cómo pueden ser modestos los que tienen ciertas responsabilidades?
8 Pablo es un buen ejemplo para los cristianos de la actualidad. No importa qué responsabilidades se nos hayan confiado, ninguno de nosotros deberíamos pensar que somos superiores a los demás. “Si alguien piensa que es algo, no siendo nada —escribió Pablo—, está engañando su propia mente.” (Gálatas 6:3.) ¿Por qué? Porque “todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios” (Romanos 3:23; 5:12). En efecto, nunca debemos olvidar que todos hemos heredado de Adán el pecado y la muerte. Los privilegios especiales no nos elevan de nuestra baja condición pecaminosa (Eclesiastés 9:2). Tal como en el caso de Pablo, el ser humano solo puede disfrutar de una relación con Dios y servirle en un puesto privilegiado gracias a Su bondad inmerecida (Romanos 3:12, 24).
9 La persona modesta se da cuenta de esta realidad y nunca se jacta de sus privilegios ni de sus logros (1 Corintios 4:7). Cuando da consejo o dirección, lo hace como colaborador, no como amo. Sería muy impropio que quien se destacara en ciertas labores solicitase la alabanza de sus hermanos en la fe o se aprovechara de su admiración (Proverbios 25:27; Mateo 6:2-4). La única alabanza que vale la pena es la que procede de los demás sin haberse solicitado. Y si la recibimos, no debemos permitir que nos haga pensar más de nosotros mismos de lo que es necesario (Proverbios 27:2; Romanos 12:3).
10. Explique cómo pueden ser “ricos en fe” los que no son prominentes en la congregación.
10 Cuando se nos confía cierta responsabilidad, la modestia nos ayudará a no darnos demasiada importancia, creando la impresión de que la congregación progresa solo gracias a nuestro empeño y nuestras aptitudes. Por ejemplo, puede que tengamos un don especial para la enseñanza (Efesios 4:11, 12). Aun así, debemos reconocer con modestia que algunas de las mayores lecciones que se aprenden en las reuniones de la congregación no se presentan desde la plataforma. ¿No nos anima ver al padre solo que acude regularmente al Salón del Reino con sus hijos a la zaga? ¿O al alma deprimida que asiste fielmente a las reuniones a pesar de sus persistentes sentimientos de inutilidad? ¿O al joven que progresa espiritualmente pese a las malas influencias de la escuela o de otro lugar? (Salmo 84:10.) Por lo general, esas personas no son el centro de atención. Las pruebas de integridad a las que se enfrentan suelen pasar inadvertidas. Sin embargo, pueden ser tan “ricos en fe” como los hermanos más prominentes (Santiago 2:5). Al fin y al cabo, la fidelidad es lo que nos granjea el favor de Jehová (Mateo 10:22; 1 Corintios 4:2).
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“La sabiduría está con los modestos”La Atalaya 2000 | 1 de agosto
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Demostremos modestia y discreción
13, 14. a) ¿Cómo podemos demostrar que somos modestos cuando se nos concede un privilegio de servicio? b) ¿Cómo dio un buen ejemplo de modestia el hermano A. H. Macmillan?
13 Podemos aprender mucho de la modestia de Gedeón. Por ejemplo, ¿cómo reaccionamos cuando recibimos un privilegio de servicio? ¿Pensamos primero en la reputación o el prestigio que este comporta? ¿O reflexionamos, con modestia y oración, sobre nuestra capacidad para cumplir con las exigencias de la tarea? El hermano A. H. Macmillan, que terminó su vida en la Tierra en 1966, dio un buen ejemplo a este respecto. C. T. Russell, el primer presidente de la Sociedad Watch Tower, le preguntó en una ocasión quién creía que podía encargarse de la obra durante su ausencia. El hermano Macmillan no se promovió a sí mismo en la conversación, aunque podía haber aprovechado la oportunidad. Al final, el hermano Russell lo invitó a que pensara si podía aceptar el cargo. “Me quedé de pie medio aturdido —escribió años después el hermano Macmillan—. Lo pensé muy en serio y oré al respecto durante algún tiempo hasta que finalmente le dije que con gusto haría todo lo que pudiera para ayudarle.”
14 El hermano Russell murió poco después, dejando vacante la presidencia de la Sociedad Watch Tower. Ya que el hermano Macmillan estuvo al cargo de la Sociedad durante la última gira de predicación del hermano Russell, un hermano le dijo: “Mac, tienes muchas posibilidades de quedarte con el puesto. Eras el representante especial del hermano Russell cuando se ausentaba, y él nos indicaba a todos que hiciéramos lo que tú decías. Pues bien, ahora se ha ido para siempre. Parece ser que tú eres el sucesor”. El hermano Macmillan respondió: “Hermano, ese no es el enfoque apropiado. Esta es la obra del Señor y la única posición que se consigue en la organización del Señor es la que él tiene a bien conceder; estoy seguro de que no soy el hombre indicado”. Luego, el hermano Macmillan recomendó a otra persona para el puesto. Tenía una opinión modesta de sí mismo como la tuvo Gedeón y como la deberíamos tener nosotros.
15. ¿De qué maneras prácticas podemos demostrar buen juicio en la predicación?
15 Nosotros también deberíamos cumplir nuestra comisión con modestia. Gedeón fue discreto y procuró no encolerizar innecesariamente a sus opositores. De igual modo, debemos ser modestos y discretos cuando hablamos a otras personas en la predicación. Es cierto que participamos en una guerra espiritual y tenemos que derrumbar ‘cosas y razonamientos fuertemente atrincherados’ (2 Corintios 10:4, 5). Pero no deberíamos hablar con aires de superioridad ni darle a nadie ninguna causa válida para sentirse ofendido por nuestro mensaje. Por el contrario, debemos respetar las opiniones de nuestros interlocutores, destacar aquello en lo que concordamos y centrarnos en los aspectos positivos del mensaje (Hechos 22:1-3; 1 Corintios 9:22; Revelación [Apocalipsis] 21:4).
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