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El nombre de Jesús asido con firmezaApocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!
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En los días de Moisés, Jehová suministró maná para el sustento de los israelitas durante el viaje de ellos por el desierto. Aquel maná no era escondido, porque cada mañana —excepto en el día de descanso o sábado— aparecía milagrosamente, como escarcha hojaldrada que cubría la tierra. Era una provisión divina para mantener vivos a los israelitas. Jehová ordenó a Moisés que, como memoria, guardara parte de este “pan” en un jarro de oro dentro del arca sagrada del pacto “durante todas las generaciones” de Israel. (Éxodo 16:14, 15, 23, 26, 33; Hebreos 9:3, 4.)
19 ¡Qué apropiado fue aquel símbolo! Este maná estaba escondido en el compartimiento del tabernáculo que se llamaba el Santísimo, donde la luz milagrosa que se mantenía suspendida sobre la cubierta del Arca simbolizaba la mismísima presencia de Jehová. (Éxodo 26:34.) A nadie se le permitía entrar en aquel lugar sagrado para comer del maná escondido. Sin embargo, Jesús dijo que sus seguidores ungidos que vencen comerían “del maná escondido”. Como Cristo antes de ellos, estos llegan a entrar, “no en un lugar santo hecho de manos, el cual es copia de la realidad, sino en el cielo mismo”. (Hebreos 9:12, 24.) Cuando resucitan, se visten de incorrupción e inmortalidad... una maravillosa provisión de Jehová, simbolizada por el hecho de que se les da el imperecedero “maná escondido”. ¡Qué privilegiado es ese grupito de vencedores! (1 Corintios 15:53-57.)
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El nombre de Jesús asido con firmezaApocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!
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[Ilustración de la página 45]
En el arca del pacto se mantenía escondido algún maná. El que a los ungidos vencedores se les dé el simbólico maná escondido significa que reciben inmortalidad
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