-
La búsqueda de prosperidad material¡Despertad! 1994 | 8 de diciembre
-
-
La búsqueda de prosperidad material
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN TAIWAN
AUNQUE la mayoría de la gente está más o menos de acuerdo en que ‘la felicidad no se compra con dinero’, muchas personas se dedican a la búsqueda incesante de riquezas como medio para acrecentar la felicidad en la vida. ¿Y por qué no? Al fin y al cabo, parece ser que la solución de muchas de las dificultades que agobian a la humanidad estriba en la prosperidad material.
Imagínese qué diferente sería el mundo si todos los hombres, mujeres y niños gozaran de prosperidad. Desaparecerían las vejaciones y el sufrimiento que experimentan los millones de habitantes de los barrios bajos y guetos del mundo. También se acabaría el problema de las personas sin hogar, que ataca por igual a las naciones ricas y pobres.
¿Y qué podemos decir de la buena salud, tan esencial para la felicidad? A pesar de que la ciencia médica continúa adelantando a pasos agigantados, cada vez son menos los que pueden encarar el costo de la atención médica. Por otro lado, el hambre y la desnutrición siguen siendo la realidad cotidiana de millones de seres humanos. Si el bienestar económico fuera general, todo el mundo tendría la oportunidad de gozar de mejor salud y, por consiguiente, sería más feliz, ¿no es verdad?
Incluso la misma Tierra se beneficiaría. ¿De qué manera? La emisión de contaminantes letales, originados principalmente por la utilización de combustibles fósiles, está arruinando el medio ambiente. No obstante, una de las razones que se aducen para no emplear la tecnología necesaria que permita aprovechar formas de energía más limpias, es que cuesta demasiado. Asimismo, la devastación de las selvas tropicales, otra de las graves amenazas ecológicas, se achaca en buena medida a factores de carácter económico.
Dado que, por lo visto, la prosperidad material podría solucionarnos tantos problemas y mitigar tanto sufrimiento, no es de extrañar que por mucho tiempo la gente haya asociado la riqueza con la felicidad. Por ejemplo, es costumbre en Occidente que el día de Año Nuevo se desee a las personas un “feliz y próspero año”, y la fórmula tradicionalmente empleada en China al comienzo del nuevo año lunar es “Kung hsi fa tsai”, hazte rico. No cabe duda de que vivimos en un mundo donde la gente concede gran importancia, por no decir la máxima, a la búsqueda de prosperidad material. El éxito o el fracaso del individuo suele medirse en términos de sus posesiones.
Aun cuando no es malo en sí adquirir y disfrutar de bienes materiales, ¿pueden estos garantizar la felicidad? ¿Cuánta importancia debe dárseles? ¿Es realmente la prosperidad material la clave de un mundo mejor?
-
-
¿Es la prosperidad material garantía de felicidad?¡Despertad! 1994 | 8 de diciembre
-
-
¿Es la prosperidad material garantía de felicidad?
“EN NUESTRA escuela, de cada cincuenta estudiantes aproximadamente, solo uno o dos llevaban zapatos —recuerda un hombre de 45 años llamado Poching, que creció en el sur de Taiwan en los años cincuenta—. No teníamos con qué comprarlos. Aun así, nunca nos consideramos pobres, pues disponíamos de todo lo necesario.”
De eso hace ya unos cuarenta años. Desde entonces, la vida de Poching y del resto de los veinte millones de habitantes de la isla ha cambiado de manera espectacular. Como explica el libro Facts and Figures—The Republic of China on Taiwan (Hechos y números. La República de China en Taiwan): “Taiwan dejó de ser una sociedad agrícola y se transformó en una activa sociedad industrial”. Hacia finales de los años setenta, se la reputaba de “sociedad estable y próspera”.
En efecto, la pujante economía de Taiwan se percibe por todas partes: desde las elevadas y ultramodernas torres de oficinas que proliferan en la isla, hasta las autopistas atestadas de costosos vehículos importados. Otros países en vías de desarrollo envidian su prosperidad. El China Post, el diario en inglés de mayor circulación del país, se jacta de que “en la actualidad la población taiwanesa disfruta del nivel de vida más elevado de la historia de China”.
‘Una multitud de problemas espinosos’
¿Ha proporcionado tal nivel de bienestar económico verdadera felicidad y satisfacción a la gente? No cabe duda de que los taiwaneses tienen mucho de lo que sentirse orgullosos; pero en esta feliz historia también hay un lado oscuro. Como destaca el China Post, “la gran expansión económica ha traído como consecuencia una multitud de problemas complicados y espinosos”. Taiwan ha tenido que pagar un precio a cambio de su prosperidad material.
Con respecto a los “problemas complicados y espinosos” que acosan a esta isla, en la que en un tiempo apenas se cometía un delito, el mismo diario observa: “En los últimos años, la criminalidad y el desorden han aumentado de modo alarmante en nuestra opulenta sociedad, amenazando cada vez más la vida y la propiedad de todos los ciudadanos observantes de la ley”. En un artículo titulado “La riqueza convierte a Taiwan en un país de lujuria”, el Post reprueba el aumento en el número de “bares y restaurantes atendidos por jóvenes ligeras de ropa” y de burdeles ilegales que funcionan bajo el disfraz de barberías. La extorsión y el secuestro con la finalidad de cobrar un rescate constituyen otro de los problemas. Un informe dice que el secuestro de niños es “la nueva industria en auge de Taiwan”. Muchas personas recurren a esta clase de delitos con el fin de saldar sus deudas de juego o compensar otras pérdidas económicas.
Los niños no son solo víctimas inocentes del crimen, pues cada vez son más los que participan en hechos delictivos. Según informes, tan solo en 1989 el número de delitos cometidos por menores se incrementó en un 30%. Algunos atribuyen la delincuencia juvenil a la desintegración familiar, un hecho que parecen apoyar las estadísticas. Por ejemplo, entre los años 1977 y 1987 se registró un descenso en el número de parejas taiwanesas que contrajeron matrimonio, mientras que la tasa de divorcios aumentó a más del doble. Como la cultura china tradicionalmente acentúa la importancia de la familia en una sociedad estable, no sorprende que a muchas personas les preocupe el deterioro de las condiciones actuales.
La raíz del problema
Se han dado diversas razones en un esfuerzo por determinar las causas de la descomposición social en una sociedad acaudalada. Algunos afirman, en términos un tanto filosóficos, que es el precio que hay que pagar por el éxito. Pero culpar de ello al éxito o a la prosperidad es como culpar al alimento de la glotonería. No todos los que comen son glotones, como tampoco son materialistas ni delincuentes todas las personas acomodadas. No, la prosperidad material no es en sí la causante del delito ni del desorden social.
Un artículo de fondo del China Post señaló a un factor de mayor relevancia, diciendo: “Durante décadas hemos recalcado con demasiada insistencia la importancia del progreso económico. He ahí la razón del menoscabo de los valores morales y espirituales de nuestra sociedad”. (Cursivas nuestras.) En efecto, el dar demasiado énfasis a la búsqueda de posesiones materiales engendra un espíritu materialista y codicioso, y promueve el egocentrismo. Es precisamente tal espíritu lo que lleva a la desestructuración familiar y a la proliferación de los males sociales. Estas palabras de la Biblia registradas hace dos mil años siguen en vigor: “El amor al dinero [no el dinero en sí] es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales”. (1 Timoteo 6:10.)
Un problema mundial
Miles de taiwaneses han emigrado a otras naciones en busca de paz, tranquilidad y seguridad. Pero los problemas que afectan a Taiwan no son exclusivos de este país: se hallan extendidos por todo el mundo.
Un estudio efectuado hace algunos años reveló que el condado más rico de California (E.U.A.) poseía la tasa de divorcios más elevada del país. Cerca del 90% de todas las transacciones de bienes inmuebles realizadas en algunas zonas fueron el producto de las rupturas matrimoniales. La cantidad de suicidios fue el doble del promedio nacional. El índice de alcoholismo fue uno de los más altos del país, y se contabilizaron más psiquiatras y otros especialistas de la salud mental por persona que en cualquier otra parte de Estados Unidos.
Jesucristo señaló a una verdad fundamental cuando dijo: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová”. (Mateo 4:4.) Por más posesiones materiales que tenga una persona, estas no pueden satisfacer todas sus necesidades ni garantizarle la felicidad. Al contrario, a menudo sucede como reza un proverbio chino: “Cuando uno está bien alimentado y abrigado, empieza a pensar en excesos y placeres carnales”. Así lo demuestra la situación de Taiwan y de otras partes de la Tierra: la prosperidad material sola resulta ser, por lo general, el preludio de la decadencia social y moral y de sus problemas concomitantes.
Entonces, ¿qué se necesita a fin de que la prosperidad material sea una parte de la felicidad real y duradera? Sírvase leer el siguiente artículo para encontrar la respuesta.
[Comentario en la página 6]
“Cuando uno está bien alimentado y abrigado, empieza a pensar en excesos y placeres carnales.” (Proverbio chino.)
[Fotografía en la página 5]
La opulencia transformó pequeños pueblos en bulliciosas ciudades repletas de anuncios luminosos
-
-
Garantizada la felicidad¡Despertad! 1994 | 8 de diciembre
-
-
Garantizada la felicidad
“FELICES son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual”, dijo Jesucristo. (Mateo 5:3.) Contrario a la sabiduría convencional, Jesús indicó que el ingrediente básico para triunfar en la búsqueda de la felicidad consiste en satisfacer la necesidad espiritual antes que los deseos materiales. Sus palabras son, cuando se siguen, garantía de felicidad.
Sin embargo, ser conscientes de nuestra necesidad espiritual implica más que sencillamente reconocer que la tenemos. Una necesidad que no se satisface es más un motivo de angustia y resentimiento que de felicidad. Como lo expresa un proverbio bíblico, “la expectación pospuesta enferma el corazón”. (Proverbios 13:12.) Por lo tanto, la felicidad se hace plena cuando uno averigua cuál es su necesidad espiritual y la atiende. ¿De qué manera podemos hacerlo?
Aquí es donde entra en juego la Biblia. ¿Por qué? Porque solo ella puede contestar las preguntas que durante largo tiempo se han formulado muchas personas sin hallar respuestas satisfactorias. Por ejemplo, ¿se ha preguntado alguna vez cuál es el propósito de la vida, por qué existe el hombre en la Tierra o qué nos deparará el futuro? Además de responder de manera satisfactoria a estas y otras tantas cuestiones, la Biblia suministra pautas para la vida que han ayudado a millones de individuos a afrontar los problemas complejos que se nos plantean hoy y que a menudo estorban nuestra búsqueda de la felicidad. “[La] palabra [de Dios] es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda”, dice el salmista. (Salmo 119:105.) Efectivamente, la Biblia es una guía segura que le puede ayudar en la búsqueda de la felicidad. Considere estas dos experiencias de la vida real.
Del resentimiento a la felicidad marital
El matrimonio puede ser fuente de felicidad o fuente de amargura. Lamentablemente, para muchas personas es esto último. Sin embargo, el consejo de la Biblia, cuando se ha puesto en práctica, ha ayudado a alcanzar la felicidad a multitud de parejas con un matrimonio desgraciado.
Tal es el caso de Yungk’un y Meihsiu. “Los primeros siete años de nuestro matrimonio no fueron felices —confiesa Yungk’un—. Pasaba muy poco tiempo con mi esposa y mis dos hijas. De hecho, a menudo dormía en el lugar de trabajo.” Aun teniendo todo lo necesario en sentido material, no eran felices. Su esposa añade: “Mi esposo mantenía a la familia; pero, aparte de eso, todos los demás asuntos de la casa recaían en mí, y eso me molestaba muchísimo”. Incluso pensaron en separarse.
Yungk’un tenía también otros problemas familiares. Llevaba siete años sin hablarse con una de sus hermanas por causa de una riña familiar, y eso que vivían a menos de 100 metros el uno del otro. No obstante, ahora disfruta de un matrimonio feliz y de una buena relación con su hermana. ¿Qué propició semejante cambio?
“Mi esposa y yo comenzamos a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová y a asistir a sus reuniones bíblicas semanales”, explica Yungk’un. Lo mismo hizo su hermana. Empezaron a poner por obra lo que aprendían, y les sorprendieron los resultados. Yungk’un consiguió un empleo que no solo le permitía atender las necesidades materiales de su familia, sino también sus necesidades espirituales y emocionales. Al presente gozan de una vida familiar unida y feliz.
Encontró propósito en la vida
Los que estudian la naturaleza humana dicen que para lograr la felicidad, el hombre precisa de una razón para vivir, un propósito en la vida. Una existencia dedicada únicamente a la búsqueda egoísta de bienes materiales no llena dicha necesidad, como comprobó una joven de 26 años de edad llamada Lini.
“Solía trabajar doce horas diarias los siete días de la semana —dice—. Soñaba con abrir un gran salón de belleza.” A pesar de que estaba a punto de hacer realidad su sueño, sentía un vacío en la vida. “Con frecuencia me preguntaba cuál era el propósito de esta. ¿Tan solo trabajar y hacer fortuna?”
Cierto día, alguien que entró en su peluquería le hizo esta misma pregunta y le dijo que la Biblia tenía la respuesta. Aunque nunca antes había leído la Biblia, Lini aceptó apartar una hora a la semana para investigarla.
En su estudio semanal aprendió que la Biblia había vaticinado muchas de las cosas que ella veía todos los días. Le asombró la exactitud con que la Biblia describió de antemano las actitudes existentes a su alrededor, al profetizar que los “hombres [serían] amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, [no tendrían] cariño natural, [no estarían] dispuestos a ningún acuerdo, [serían] calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios”. Estudió otras profecías que señalan al sufrimiento inaudito causado por las guerras, el hambre y los desastres naturales que se ven por todo el mundo. (2 Timoteo 3:1-5; Mateo 24:7, 12.)
Lini aprendió algo que la hizo muy feliz: las condiciones mundiales presentes, que tantas veces nos roban la felicidad, son una señal de que se aproxima una nueva era en la historia de la humanidad. (Mateo 24:3-14.) Leyó en la Biblia que el Creador del hombre se propone fundar un nuevo mundo aquí en la Tierra, donde la prosperidad material reinará a un grado jamás visto por la humanidad imperfecta. (Salmo 72:16; Isaías 65:17, 18, 21, 22.) Esta próspera sociedad futura no se verá empañada por la codicia, el egoísmo o el materialismo, con todas sus consecuencias. (Salmo 37:9-11, 29; 1 Corintios 6:9, 10.) A Lini le emocionó mucho leer estas palabras de la Biblia: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:13.)
Le aguarda felicidad
En lugar de estar dedicada exclusivamente a la consecución de fines materiales, ahora Lini pasa mucho de su tiempo enseñando a otros lo que ha aprendido. ¿Desearía saber más de estas maravillosas promesas? ¿Le gustaría descubrir cómo la Biblia puede ayudarle a encontrar la felicidad que Lini, Yungk’un, Meihsiu y millones de otras personas han hallado? Los testigos de Jehová le ayudarán muy gustosamente.
[Ilustración en las páginas 8, 9]
Nuestro Creador se propone establecer un paraíso terrenal
-