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  • “Le pondré fin a tu prostitución”
    La adoración pura de Jehová: ¡por fin restaurada!
    • “Te convertiste en una prostituta”

      8-10. a) ¿Qué importante requisito de la adoración pura nos permite entender lo que siente Jehová hacia la religión falsa? b) ¿Qué ejemplo nos ayuda a entender esto?

      8 En el libro de Ezequiel, Jehová usa la imagen de una prostituta para ilustrar una situación personal. Inspiró a Ezequiel para que escribiera dos relatos muy gráficos que reflejan el dolor de Jehová por la traición de sus siervos infieles e inmorales. ¿Y por qué los comparó con prostitutas?

      9 Antes de responder, recordemos un requisito fundamental de la adoración pura que analizamos en el capítulo 5 de este libro. En la Ley que le dio a Israel, Jehová dijo: “No tengas otros dioses aparte de mí” o, según la nota, “para desafiarme”. Y añadió: “Yo, Jehová tu Dios, soy un Dios que exige devoción exclusiva” (Éx. 20:3, 5). Más tarde destacó la misma idea al decir: “No te inclines ante otro dios, pues a Jehová se le conoce como aquel que exige devoción exclusiva. Sí, él es un Dios que exige devoción exclusiva” (Éx. 34:14). Jehová no pudo haberlo dejado más claro: solo aceptará nuestra adoración si se la damos exclusivamente a él.

      10 Para entender esto, pensemos en el matrimonio. Tanto el esposo como la esposa tienen el derecho de recibir de forma exclusiva ciertas atenciones o muestras de afecto. Si uno de los dos demuestra interés romántico o sexual por otra persona, el cónyuge tendrá razones para sentir celos y el dolor de la traición (lea Hebreos 13:4). Lo mismo pasa con la adoración, Jehová tiene razones para sentirse traicionado cuando sus propios siervos, personas dedicadas exclusivamente a él, adoran a otros dioses. En el capítulo 16 de Ezequiel, Jehová expresa con términos muy fuertes lo que él siente cuando lo traicionan.

      11. ¿Qué fue lo que contó Jehová sobre Jerusalén y su origen?

      11 El capítulo 16 contiene una intervención muy larga de Jehová; de hecho, es mucho más larga que sus otras intervenciones en el libro de Ezequiel. Se trata de una de las profecías más extensas de todas las Escrituras Hebreas. En ella, Jehová usa a la ciudad de Jerusalén para representar a la infiel Judá y cuenta la triste y estremecedora historia de su origen y su traición. Comienza pintándola como una recién nacida abandonada y sucia. Sus padres eran los idólatras cananeos de esa tierra. De hecho, Jerusalén estuvo mucho tiempo bajo el control de los jebuseos, una tribu cananea, hasta que David conquistó la ciudad. Jehová sintió lástima por esa recién nacida, así que la limpió y la cuidó. Tiempo después, ella se convirtió en su esposa. En realidad, los israelitas, que llegaron a ser los habitantes de la ciudad, ya habían hecho un pacto de forma voluntaria con Jehová en los días de Moisés (Éx. 24:7, 8). Cuando Jerusalén se convirtió en la capital del país, Jehová la bendijo, la enriqueció y la embelleció, tal como un esposo poderoso y adinerado podría honrar a su esposa con los mejores adornos (Ezeq. 16:1-14).

      Salomón mirando a una de sus esposas, que está de rodillas adorando un ídolo.

      Salomón se dejó convencer por sus esposas extranjeras y terminó contaminando Jerusalén con idolatría. (Vea el párrafo 12).

      12. ¿Cómo se convirtió Jerusalén en una ciudad infiel?

      12 ¿Y qué pasó después? Jehová dijo: “Empezaste a confiar en tu belleza y, por tu fama, te convertiste en una prostituta. Te prostituías desenfrenadamente con cualquiera que pasaba por ahí y le entregabas tu belleza” (Ezeq. 16:15). En la época de Salomón, Jehová le dio tantas bendiciones y riquezas a su pueblo que Jerusalén llegó a ser una de las ciudades más prósperas; seguro que destacaba en todo el mundo antiguo (1 Rey. 10:23, 27). Pero poco a poco se introdujo en la ciudad la adoración falsa y, con ella, la infidelidad. Como Salomón trató de complacer a sus muchas esposas extranjeras, empezó a contaminar Jerusalén con la adoración a dioses falsos (1 Rey. 11:1-8). Después, algunos de los que heredaron el trono fueron todavía peores: extendieron la adoración falsa y contaminaron el país entero. ¿Qué pensaba Jehová de toda esa traición y prostitución espiritual? Él mismo dijo: “Estas cosas no deberían pasar, no deberían suceder jamás” (Ezeq. 16:16). Pero su pueblo rebelde se hundió cada vez más en la depravación.

      Algunos israelitas sacrificaban a sus hijos para ofrecérselos a dioses falsos, como Mólek

      13. ¿Qué atrocidades cometió el pueblo de Dios en Jerusalén?

      13 Imaginemos el dolor de Jehová y el asco que sintió al denunciar la maldad de su pueblo escogido: “Tomaste a los hijos y a las hijas que habías dado a luz para mí y los sacrificaste a ídolos para que fueran devorados... ¿Es que no te bastaba con tus actos de prostitución? Mataste a mis hijos y los sacrificaste quemándolos en el fuego” (Ezeq. 16:20, 21). Esa terrible crueldad nos demuestra lo perverso que es Satanás. ¡Cuánto disfruta haciendo que el pueblo de Dios cometa ese tipo de atrocidades! Pero Jehová todo lo ve y puede reparar hasta las peores desgracias que ha causado el Diablo. Dios hará justicia (lea Job 34:24).

      14. ¿Quiénes eran las dos hermanas de Jerusalén en la comparación que hizo Jehová? ¿Y cuál de las tres acabó siendo la peor?

      14 Sin embargo, Jerusalén no se avergonzaba para nada de su propia maldad, siguió con su prostitución. Jehová dijo que era todavía más descarada que otras prostitutas porque era ella la que les pagaba a sus amantes (Ezeq. 16:34). Dios dijo que Jerusalén era igual que su “madre”, las tribus idólatras que habían dominado el país (Ezeq. 16:44, 45). Siguiendo con la comparación de la familia, dijo que la hermana mayor de Jerusalén era Samaria, que había empezado antes que ella a llevar una vida de prostitución espiritual. Dios también menciona a su otra hermana, Sodoma, la famosa ciudad a la que se hace referencia aquí porque había sido destruida mucho antes por su arrogancia y depravación. Jehová quiso destacar que la maldad de Jerusalén era peor que la de su hermana Samaria e incluso que la de su hermana Sodoma (Ezeq. 16:46-50). El pueblo de Dios hizo oídos sordos a todas las advertencias que recibió, y siguió con su repugnante estilo de vida.

      15. ¿Con qué objetivo castigó Jehová a Jerusalén? ¿Qué esperanza le ofrecía esto a su pueblo?

      15 ¿Y qué hizo Jehová? Él le prometió a Jerusalén: “Voy a reunir a todos los amantes a los que les diste placer”. Y añadió: “Te voy a entregar en manos de tus amantes”. Los aliados idólatras que había tenido terminarían destruyéndola, acabarían con su belleza y le quitarían sus cosas valiosas. “Te apedrearán y te matarán con sus espadas”, afirmó Dios. ¿Con qué objetivo castigó Jehová a Jerusalén? No quería exterminar a su pueblo. Más bien, él dijo: “Le pondré fin a tu prostitución”. Y también aseguró: “Saciaré mi furia contra ti y mi indignación se alejará de ti; me calmaré y ya no me sentiré provocado”. Tal como se analiza en el capítulo 9 de este libro, el propósito de Jehová a largo plazo era restaurar la adoración pura en su pueblo después del exilio. ¿Por qué lo haría? Porque Jehová dijo: “Yo mismo me acordaré del pacto que hice contigo en los días de tu juventud” (Ezeq. 16:37-42, 60). A diferencia de su pueblo, Jehová demostraría ser totalmente leal (lea Apocalipsis 15:4).

      Dos hermanas prostitutas: Oholá y Oholibá.

      RECUADRO INFORMATIVO 15A: Dos hermanas prostitutas

      16, 17. a) ¿Por qué no pueden ser Oholá y Oholibá modelos proféticos de la cristiandad? (Vea el recuadro “Dos hermanas prostitutas”). b) ¿Qué lecciones prácticas extraemos de los capítulos 16 y 23 de Ezequiel?

      16 En la larga y poderosa intervención de Jehová registrada en el capítulo 16 de Ezequiel, él nos enseña mucho sobre sus justas normas, su sentido de la justicia y su gran misericordia. Y lo mismo puede decirse del capítulo 23. Los cristianos verdaderos nos tomamos en serio los claros mensajes de Dios sobre la prostitución espiritual de su pueblo. Jamás quisiéramos correr el riesgo de lastimar a Jehová como lo hicieron Judá y Jerusalén. Más bien, queremos evitar por completo la idolatría en todas sus formas, lo cual incluye la codicia y el materialismo (Mat. 6:24; Col. 3:5). Gracias a su misericordia, Jehová ha restaurado la adoración pura en estos últimos días y no volverá a dejar que se contamine. Nunca demos eso por sentado. Jehová ha hecho un “pacto permanente” con el Israel espiritual, un pacto que jamás se romperá por culpa de la infidelidad o la prostitución (Ezeq. 16:60). Así que valoremos el privilegio de ser parte de un pueblo limpio: el pueblo de Jehová.

  • Dos hermanas prostitutas
    La adoración pura de Jehová: ¡por fin restaurada!
    • Oholá y Oholibá, las dos hermanas prostitutas.

      RECUADRO INFORMATIVO 15A

      Dos hermanas prostitutas

      En el capítulo 23 de Ezequiel encontramos fuertes mensajes de condena contra el pueblo de Dios por su infidelidad. Este capítulo tiene muchas semejanzas con el 16. En los dos capítulos se usa la idea de la prostitución. Se dice que Jerusalén es la hermana menor y Samaria la mayor. Ambos capítulos muestran que la hermana menor siguió los pasos de la mayor y se convirtió en prostituta; luego llegó a ser más perversa e inmoral que su hermana. En el capítulo 23, Jehová dice los nombres de las dos hermanas: Oholá, que es la mayor y representa a Samaria, la capital del reino de Israel (formado por diez tribus); y Oholibá, que es la menor y representa a Jerusalén, la capital del reino de Judá (Ezeq. 23:1-4).a

      Los dos capítulos tienen otras semejanzas. Quizá estas sean las más importantes. Al principio, las mujeres eran esposas de Jehová, y luego lo traicionan y se vuelven prostitutas. En ambos casos hay un mensaje de esperanza. En el capítulo 23 la esperanza del perdón no está tan clara como en el 16, pero en los dos capítulos Jehová promete que pondrá fin a la prostitución de su pueblo (Ezeq. 16:16, 20, 21, 37, 38, 41, 42; 23:4, 11, 22, 23, 27, 37).

      ¿Representan a la cristiandad?

      Antes, en nuestras publicaciones se explicaba que las dos hermanas, Oholá y Oholibá, eran modelos proféticos de la cristiandad, concretamente de sus dos divisiones principales: la religión católica y la protestante. Sin embargo, después de muchas oraciones y un estudio más profundo, surgieron algunas preguntas importantes: ¿llegó alguna vez la cristiandad a ser esposa de Jehová de algún modo?, ¿hizo un pacto con él en alguna ocasión? ¡Claro que no! La cristiandad ni siquiera existía cuando Jesús actuó como el Mediador del “nuevo pacto” con el Israel espiritual. Además, nunca fue parte de la nación espiritual de cristianos ungidos (Jer. 31:31; Luc. 22:20). La cristiandad nació mucho después de la muerte de los apóstoles. Surgió en el siglo cuarto como una organización apóstata y corrupta que resultó ser “la mala hierba” —los cristianos falsos— de la parábola profética de Jesús sobre el trigo y la mala hierba (Mat. 13:24-30).

      Otra diferencia fundamental es que, a las ciudades infieles de Jerusalén y Samaria, Jehová les dio la esperanza de perdonarlas (Ezeq. 16:41, 42, 53-55). ¿Pero le ofrece la Biblia una esperanza parecida a la cristiandad? ¡Por supuesto que no! A ella le espera el mismo futuro que al resto de Babilonia la Grande.

      Así que Oholá y Oholibá no son modelos proféticos de la cristiandad. Sin embargo, su existencia nos revela algo mucho más importante: lo que siente Jehová por los que desprestigian su santo nombre y rebajan sus normas de adoración pura. La cristiandad tiene gran parte de la culpa, porque todas sus religiones afirman representar al Dios de la Biblia. Y lo que es más, aseguran que el propio hijo amado de Jehová, Jesucristo, es su líder. Pero ellos mismos se contradicen al representar a Jesús como parte de una trinidad y al desobedecer su claro mandato de mantenerse separados “del mundo” (Juan 15:19). Por su idolatría y su constante contacto con la política, la cristiandad ha demostrado a las claras ser parte de “la gran prostituta” (Apoc. 17:1). No hay duda de que le espera el mismo final que al resto del imperio mundial de la religión falsa.

      Volver al capítulo 15, párrafos 16 y 17

      a El significado de los nombres nos dice mucho. Oholá significa “la tienda [de adoración] de ella”. Al parecer, esto se refiere a que Israel construyó sus propios centros de adoración en vez de adorar en el templo de Jehová en Jerusalén. Por otra parte, Oholibá significa “mi tienda [de adoración] está en ella”, porque Jerusalén era la ciudad donde estaba la casa de adoración de Jehová.

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