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Libro bíblico número 19: Salmos“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”
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Libro Primero (Salmos 1-41). Todos estos se atribuyen directamente a David, excepto los Salmos 1, 2, 10 y 33. El Salmo 1 da la clave fundamental al principio, cuando declara feliz al hombre que se deleita en la ley de Jehová y la examina día y noche con el fin de seguirla, en contraste con los pecadores impíos. Esta es la primera declaración formal de felicidad que se halla en los Salmos. El Salmo 2 empieza con una pregunta escrutadora y habla de la postura que adoptan en conjunto todos los reyes y altos funcionarios de la Tierra “contra Jehová y contra su ungido”. Jehová se mofa de ellos y luego les dice en su cólera ardiente: “Yo, sí, yo, he instalado a mi rey sobre Sión, mi santa montaña”. Este rey es el que quebrará y hará añicos toda la oposición. ¡Ustedes, los otros reyes y gobernantes, “sirvan a Jehová con temor” y reconozcan a Su Hijo para que no perezcan (vv. Sl 2:2, 6, 11)! Como se ve, los Salmos abordan prontamente el tema principal de la Biblia: el Reino.
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Libro bíblico número 19: Salmos“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”
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Es de interés excepcional el Salmo 104. Este ensalza a Jehová por la dignidad y el esplendor con que se ha revestido, y describe su sabiduría manifestada en sus muchas obras y producciones en la Tierra. Entonces se presenta con pleno vigor el tema de todo el libro de Salmos, cuando por primera vez aparece la exclamación: “¡Alaben a Jah!” (v. 104:35). Este llamamiento a los adoradores verdaderos para que den a Jehová la alabanza que merece su nombre es una sola palabra en hebreo: ha·lelu-Yáh, españolizada en “Aleluya”, la forma que conocen por toda la Tierra hoy los que hablan español. Desde ese versículo en adelante la expresión aparece 24 veces, y varios salmos empiezan y concluyen con ella.
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Libro bíblico número 19: Salmos“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”
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Entonces, como conclusión animadora, los Salmos 146-150 abordan de nuevo el glorioso tema del libro al empezar y terminar cada uno con las palabras: “¡Alaben a Jah!”. Esta melodía de alabanza se eleva a un crescendo grandioso en el Salmo 150, donde, en seis versículos, por 13 veces se pide a toda la creación que alabe a Jehová.
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