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    La Atalaya 2005 | 15 de abril
    • Confiemos en la palabra de Jehová

      “He confiado en tu palabra.” (SALMO 119:42.)

      1. ¿Quién fue posiblemente el autor del Salmo 119, y qué actitud manifestó?

      EL AUTOR del Salmo 119 amaba la palabra de Dios. Quizás fuera el príncipe Ezequías de Judá, ya que esta composición refleja la misma actitud que él manifestó cuando fue rey, pues “siguió adhiriéndose a Jehová” (2 Reyes 18:3-7). De lo que no cabe duda es de que el salmista tenía conciencia de su necesidad espiritual (Mateo 5:3).

      2. ¿Cuál es el tema central del Salmo 119, y cuál es su estructura?

      2 En el Salmo 119 se destaca ante todo el valor de la palabra o mensaje de Dios.a Probablemente como ayuda para la memoria, el poeta ordenó alfabéticamente sus 176 versos en 22 estrofas, cada una de las cuales consta de 8 versos que comienzan con la misma letra hebrea. Empleó varias expresiones sinónimas, como palabra de Dios, ley, recordatorios, caminos, órdenes, disposiciones reglamentarias, mandamientos, decisiones judiciales, dichos y estatutos. En este artículo y en el siguiente se comentará el Salmo 119 utilizando una traducción exacta del texto hebreo de la Biblia. Al reflexionar en las experiencias de siervos de Jehová del pasado y del presente, comprenderemos mejor esta composición inspirada y apreciaremos más la Palabra escrita de Dios, la Biblia.

      Obedezcamos la palabra de Dios y seamos felices

      3. ¿Qué significa estar exento de falta, y quién fue ejemplo de ello?

      3 La verdadera felicidad estriba en andar en la ley de Dios (Salmo 119:1-8). Si así lo hacemos, Jehová nos considerará “exentos de falta” (Salmo 119:1). Esto no significa que seamos perfectos, pero sí que nos esforzamos al máximo por hacer Su voluntad. Así lo demuestra el ejemplo de Noé, quien resultó “exento de falta entre sus contemporáneos” porque anduvo “con el Dios verdadero”. Aquel fiel patriarca y su familia sobrevivieron al Diluvio por ser obedientes a Jehová (Génesis 6:9; 1 Pedro 3:20). De igual modo, para que los cristianos sobrevivan al fin de este mundo, es preciso que “guarden cuidadosamente” las órdenes de Dios, es decir, que hagan Su voluntad (Salmo 119:4).

      4. ¿De qué dependen nuestra felicidad y éxito en la vida?

      4 Jehová nunca nos abandonará si lo elogiamos con “rectitud de corazón” y continuamos guardando sus “disposiciones reglamentarias” (Salmo 119:7, 8). El caudillo israelita Josué contó siempre con el apoyo divino, pues obedeció la siguiente exhortación: “Día y noche tienes que leer en [el libro de la ley] en voz baja, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él”. Esa buena costumbre le permitió actuar sabiamente y tener éxito (Josué 1:8). Al final de sus días, Josué seguía alabando a Dios, por lo que pudo decir a los israelitas: “Ustedes bien saben con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado” (Josué 23:14). Al igual que Josué y el autor del Salmo 119, seremos felices y tendremos éxito en la vida si alabamos a Jehová y confiamos en su palabra.

      La palabra de Jehová nos mantiene puros

      5. a) ¿Cómo podemos conservar la pureza espiritual? b) ¿Con qué ayuda cuenta el joven que ha cometido un pecado grave?

      5 Para conservar la pureza espiritual debemos mantenernos alerta conforme a la palabra de Dios (Salmo 119:9-16). Y podemos lograrlo aun cuando nuestros progenitores no nos hayan dado el mejor ejemplo. Ese fue el caso de Ezequías, quien ‘limpió su senda’ de las influencias paganas, a pesar de que su padre era un idólatra. ¿Y si un joven siervo de Dios comete algún pecado grave? Entonces debe arrepentirse, orar y pedir ayuda a sus padres y a los ancianos cristianos. De este modo obrará igual que Ezequías: se mantendrá “alerta” y “limpiará [...] su senda” (Santiago 5:13-15).

      6. ¿Qué dos mujeres limpiaron su senda y se mantuvieron alerta conforme a la palabra de Dios?

      6 Rahab y Rut vivieron mucho antes de que se compusiera el Salmo 119, pero ambas limpiaron su senda. La primera era una prostituta cananea; sin embargo, abrazó la adoración de Jehová y se la llegó a conocer por su fe (Hebreos 11:30, 31). Rut, la moabita, dejó atrás a sus dioses, sirvió a Jehová y acató la Ley de Israel (Rut 1:14-17; 4:9-13). Estas dos mujeres extranjeras se mantuvieron alerta conforme a la palabra de Dios y recibieron el maravilloso privilegio de ser antecesoras de Jesucristo (Mateo 1:1, 4-6).

      7. ¿De qué manera dieron Daniel y otros tres jóvenes hebreos un buen ejemplo de cómo mantener la pureza espiritual?

      7 “La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud.” A pesar de ello y de que este mundo corrupto se encuentra bajo el control de Satanás, los jóvenes pueden llevar una vida limpia (Génesis 8:21; 1 Juan 5:19). Exiliados en Babilonia, Daniel y los tres hebreos se mantuvieron alerta conforme a la palabra de Dios. Por ejemplo, no quisieron “contaminarse con los manjares exquisitos del rey” (Daniel 1:6-10). Los babilonios comían animales inmundos, prohibidos por la Ley mosaica (Levítico 11:1-31; 20:24-26). Además, no solían desangrar los animales, por lo que comer su carne constituía una violación de la ley de Dios sobre la sangre (Génesis 9:3, 4). Con razón, los cuatro hebreos no probaron los manjares del rey. Aquellos jóvenes devotos mantuvieron su pureza espiritual y dieron un buen ejemplo.

      La palabra de Dios nos ayuda a ser fieles

      8. ¿Qué actitud y conocimiento necesitamos para entender y obedecer la ley de Dios?

      8 Para ser fieles a Jehová es fundamental sentir cariño por su palabra (Salmo 119:17-24). Como el salmista inspirado, hay que tener el ardiente deseo de comprender “las cosas maravillosas” de la ley de Dios, “ansiar [sus] decisiones judiciales todo el tiempo” y deleitarse con sus “recordatorios” (Salmo 119:18, 20, 24). Aunque llevemos poco tiempo dedicados a Jehová, ¿sentimos “anhelo por la leche no adulterada que pertenece a la palabra”? (1 Pedro 2:1, 2.) Debemos asimilar las enseñanzas bíblicas elementales para entender y obedecer mejor la ley de Dios.

      9. ¿Cómo debemos actuar cuando surja un conflicto entre la ley de Dios y las exigencias del hombre?

      9 Seguramente sentimos apego por los recordatorios de Dios, pero ¿cómo actuaremos si por alguna razón “príncipes” hablan contra nosotros? (Salmo 119:23, 24.) Hoy día, personas que ocupan puestos de autoridad a menudo intentan obligarnos a anteponer las leyes humanas a las divinas. ¿Qué haremos cuando surja un conflicto entre las exigencias del hombre y la voluntad de Jehová? Nuestro apego a la palabra de Dios nos ayudará a permanecer fieles a él. Haremos como los apóstoles de Jesús cuando se les persiguió; diremos: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” (Hechos 5:29).

      10, 11. ¿Qué ejemplo ilustra que podemos ser fieles a Jehová en las peores circunstancias?

      10 Aun en las peores circunstancias podemos ser fieles a Jehová (Salmo 119:25-32). Si queremos lograrlo, debemos solicitarle sinceramente su instrucción, aceptarla y elegir “el camino de la fidelidad” (Salmo 119:26, 30).

      11 Ezequías, quien posiblemente compuso el Salmo 119, escogió “el camino de la fidelidad”. Y lo hizo aunque había adoradores falsos a su alrededor y quizás tuviera que soportar burlas de los miembros de la corte real. Es muy probable que su alma se haya “desvelado de desconsuelo” debido a aquella situación (Salmo 119:28). No obstante, cifró su confianza en Dios, fue un buen rey e hizo “lo que era recto a los ojos de Jehová” (2 Reyes 18:1-5). Si confiamos en Dios, también nosotros aguantaremos las pruebas que nos sobrevengan y seremos íntegros (Santiago 1:5-8).

      La palabra de Jehová infunde valor

      12. ¿Cómo podemos aplicar personalmente Salmo 119:36, 37?

      12 Seguir los consejos de la palabra de Dios nos infunde el valor necesario para enfrentarnos a los retos de la vida (Salmo 119:33-40). Le pedimos humildemente a Jehová que nos instruya, de modo que guardemos su ley “con todo el corazón” (Salmo 119:33, 34). Como el salmista, le rogamos: “Inclina mi corazón a tus recordatorios, y no a las ganancias”, o a “la ganancia injusta” (Salmo 119:36, nota). En imitación del apóstol Pablo, nos comportamos “honradamente en todas las cosas” (Hebreos 13:18). Si el patrono nos pide que hagamos algo poco honrado, nos armamos de valor para obedecer los mandamientos divinos, y Jehová siempre bendice tal proceder. De hecho, nos ayuda a dominar las malas inclinaciones. Por tanto, orémosle: “Haz que mis ojos pasen adelante para que no vean lo que es inútil” (Salmo 119:37). ¡Que nunca lleguemos a desear ninguna de las cosas inútiles que Dios odia! (Salmo 97:10.) Entre las que debemos evitar, cabe destacar la pornografía y el espiritismo (1 Corintios 6:9, 10; Revelación [Apocalipsis] 21:8).

      13. ¿Cómo cobraron valor para hacer frente a la persecución y predicar con denuedo los discípulos de Jesús?

      13 El conocimiento exacto de la palabra de Dios nos inspira confianza para predicar con valor (Salmo 119:41-48). Y lo cierto es que necesitamos dicha cualidad para “responder [...] al que [nos] vitupera” (Salmo 119:42). A veces, quizás nos sintamos como los discípulos de Jesús, que ante la persecución oraron: “Señor Soberano, [...] concede a tus esclavos que sigan hablando tu palabra con todo denuedo”. ¿Cuál fue el resultado? “Todos sin excepción quedaron llenos del espíritu santo, y hablaban la palabra de Dios con denuedo.” Pues bien, es el mismo Señor Soberano quien nos infunde valor para predicar su palabra con valentía (Hechos 4:24-31).

      14. ¿Qué nos ayuda a predicar con valor, tal como lo hizo Pablo?

      14 Cobraremos valor para dar testimonio sin temor a sentir vergüenza si tenemos en alta estima “la palabra de verdad” y “guarda[mos] [la] ley [de Dios] constantemente” (Salmo 119:43, 44). El estudio diligente de su Palabra escrita nos capacita para hablar de sus “recordatorios enfrente de reyes” (Salmo 119:46). Además, la oración y el espíritu de Jehová nos ayudarán a exponer de la manera adecuada lo que debamos decir (Mateo 10:16-20; Colosenses 4:6). Pablo habló con valor de los recordatorios de Dios delante de gobernantes del siglo primero. Por ejemplo, predicó al gobernador romano Félix, quien “lo escuchó acerca de la creencia en Cristo Jesús” (Hechos 24:24, 25). También dio testimonio ante el gobernador Festo y el rey Agripa (Hechos 25:22–26:32). Con el apoyo de Jehová, también nosotros podemos ser Testigos valerosos, que nunca se “avergüenz[an] de las buenas nuevas” (Romanos 1:16).

      La Palabra de Dios nos consuela

      15. ¿Cómo puede la Palabra de Dios consolarnos cuando se nos ridiculice?

      15 La Palabra de Jehová es fuente de auténtico consuelo (Salmo 119:49-56). A veces lo necesitamos de forma especial. Aunque como testigos de Jehová defendemos nuestra postura con valentía, “los presuntuosos” —aquellos que actúan con presunción e insolencia contra Jehová— en ocasiones nos “han escarnecido hasta el extremo” (Salmo 119:51). Puede que al orar, recordemos pasajes de la Palabra de Dios que nos consuelen (Salmo 119:52). En nuestras súplicas, tal vez nos venga a la memoria una ley o principio bíblico que nos dé consuelo y valor para afrontar una situación estresante.

      16. ¿Qué postura han adoptado los siervos de Dios ante la persecución?

      16 Los presuntuosos que se mofaban del salmista eran israelitas, miembros de la nación dedicada a Dios. ¡Qué vergüenza! A diferencia de ellos, nosotros debemos resolvernos a que nada ni nadie nos aparte de Su ley (Salmo 119:51). Miles de siervos de Dios se han aferrado a las normas y principios bíblicos frente a la persecución nazi y a otros maltratos semejantes a lo largo del tiempo (Juan 15:18-21). Y obedecer a Jehová no resulta gravoso, pues sus disposiciones reglamentarias son para nosotros como armoniosas melodías (Salmo 119:54; 1 Juan 5:3).

      Estemos agradecidos por la palabra de Jehová

      17. ¿A qué nos impulsa la gratitud por la palabra de Dios?

      17 Demostramos nuestra gratitud por la palabra de Dios observando sus preceptos (Salmo 119:57-64). El salmista le dijo a Jehová: “He prometido guardar tus palabras. A medianoche me levanto para darte gracias por tus justas decisiones judiciales”. Quien se despierte de noche puede aprovechar la oportunidad para expresarle a Dios su gratitud (Salmo 119:57, 62). La estima que siente por su palabra lo impulsará a buscar su instrucción y lo convertirá en “socio de todos los que de veras [...] temen”, o reverencian, a Jehová (Salmo 119:63, 64). No es posible encontrar mejores compañeros.

      18. ¿Cómo responde Jehová a nuestras oraciones cuando nos cercan las “sogas de los inicuos”?

      18 Solo disfrutará del favor de Jehová la persona que le haya “ablandado [su] rostro” orándole de todo corazón y pidiéndole con humildad que le instruya. Es primordial orarle cuando nos cercan las “sogas de los inicuos” (Salmo 119:58, 61). Jehová puede cortar estas sogas enemigas y liberarnos para que prediquemos el Reino y hagamos discípulos (Mateo 24:14; 28:19, 20). Así ha ocurrido reiteradamente en países donde estaba proscrita nuestra obra.

      Tengamos fe en la palabra de Dios

      19, 20. ¿Cómo puede beneficiarnos la tribulación?

      19 La fe en Dios y en su palabra nos ayuda a hacer su voluntad y soportar la aflicción (Salmo 119:65-72). Aunque los presuntuosos lo habían “embadurnado de falsedad”, el salmista cantó: “Bueno es para mí el que se me haya afligido” (Salmo 119:66, 69, 71). ¿Cómo podría ser bueno para cualquier siervo de Jehová sufrir tribulación?

      20 Cuando pasamos calamidades, sin duda le rogamos a Jehová de corazón que nos sustente, lo que nos acerca más a él. Quizás dediquemos más tiempo a estudiar su Palabra escrita y nos esforcemos más por aplicarla en la vida diaria. Todo ello nos produce mayor felicidad. Pero ¿y si el sufrimiento saca a la luz defectos, como la impaciencia y el orgullo? Podemos vencerlos y vestirnos más cabalmente de “la nueva personalidad” mediante la oración sincera y la ayuda de la Palabra de Dios y del espíritu santo (Colosenses 3:9-14). Además, nuestra fe se fortalece cuando soportamos adversidades (1 Pedro 1:6, 7). Pablo sacó provecho de sus tribulaciones, pues llegó a confiar más en Jehová (2 Corintios 1:8-10). ¿Permitimos que el sufrimiento produzca ese buen efecto en nosotros?

      Confiemos siempre en Jehová

      21. ¿Qué sucede cuando Jehová avergüenza a los presuntuosos?

      21 La palabra de Dios nos brinda razones de peso para confiar en Jehová (Salmo 119:73-80). Si así lo hacemos, no tendremos motivos para sentir vergüenza. Sin embargo, debido a la conducta de otros, tal vez necesitemos consuelo y deseemos orar que “queden avergonzados los presuntuosos” (Salmo 119:76-78). Cuando Jehová los avergüenza, se descubren sus artimañas, y Él santifica su santo nombre. Podemos tener la certeza de que los perseguidores del pueblo de Dios nunca salen airosos. Por ejemplo, jamás han acabado ni acabarán con los testigos de Jehová, quienes confían en Dios con todo su corazón (Proverbios 3:5, 6).

      22. ¿Por qué se sentía el salmista “como un odre en el humo”?

      22 La palabra de Dios acrecienta nuestra confianza en Jehová cuando afrontamos persecución (Salmo 119:81-88). Debido al acoso que sufría, el salmista se sentía “como un odre en el humo” (Salmo 119:83, 86). Los odres —recipientes hechos de piel— se utilizaban en tiempos bíblicos para contener agua, vino y otros líquidos. Cuando no se usaban y se colgaban cerca del fuego en habitaciones sin chimenea, corrían el riesgo de resecarse debido al humo. ¿Nos hemos sentido alguna vez “como un odre en el humo” debido a un ambiente hostil o a las dificultades? En tal caso, confiemos en Jehová y roguémosle: “Conforme a tu bondad amorosa consérvame vivo, para que guarde el recordatorio de tu boca” (Salmo 119:88).

      23. ¿Qué aprendemos al repasar la primera mitad del Salmo 119, y qué podemos preguntarnos antes de estudiar el resto de este salmo?

      23 Del estudio de la primera mitad del Salmo 119 se desprende que Jehová muestra bondad amorosa a sus siervos porque confían en su palabra y aman sus estatutos, recordatorios, mandamientos y leyes (Salmo 119:16, 47, 64, 70, 77, 88). Le complace que sus devotos se mantengan alerta conforme a Su palabra (Salmo 119:9, 17, 41, 42). Ante la perspectiva de estudiar el resto de este bello salmo, podríamos preguntarnos: “¿Permito que Jehová ilumine mi camino?”.

      [Nota]

      a En este salmo, el término “palabra” no alude a la Biblia en sí, es decir, la Palabra de Dios, sino al mensaje divino en general.

  • Dejemos que la palabra de Dios ilumine nuestro camino
    La Atalaya 2005 | 15 de abril
    • Dejemos que la palabra de Dios ilumine nuestro camino

      “Tu palabra es [...] una luz para mi vereda.” (SALMO 119:105.)

      1, 2. ¿Qué debemos hacer para que la palabra de Jehová ilumine nuestro camino?

      LA PALABRA de Jehová iluminará nuestro camino si se lo permitimos. Pero para gozar de su iluminación espiritual, hay que estudiarla con diligencia y aplicar su consejo. Solo entonces podremos hacer nuestros los sentimientos del salmista, que dijo: “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda” (Salmo 119:105).

      2 Estudiaremos ahora la segunda mitad del Salmo 119. Los 88 versos restantes ordenados en 11 estrofas encierran un gran caudal de sabiduría, la cual nos ayudará a permanecer en el camino de la vida eterna (Mateo 7:13, 14).

      ¿Por qué debemos sentir cariño por la palabra de Dios?

      3. ¿Cómo indica Salmo 119:89, 90 que podemos confiar en la palabra de Dios?

      3 Deleitarse en la palabra de Dios proporciona estabilidad espiritual (Salmo 119:89-96). El salmista cantó: “Hasta tiempo indefinido, oh Jehová, tu palabra está estacionada en los cielos. [...] Has fijado sólidamente la tierra, para que siga subsistiendo” (Salmo 119:89, 90). Por la palabra de Dios, que incluye “los estatutos de los cielos”, los cuerpos celestes recorren a la perfección sus órbitas, y nuestro planeta queda establecido para siempre (Job 38:31-33; Salmo 104:5). Podemos confiar en toda expresión que sale de la boca de Jehová; lo que él dice tendrá “éxito seguro”, cumplirá Su propósito (Isaías 55:8-11).

      4. ¿Qué efecto tiene el cariño por la palabra de Dios en quienes sufren aflicción?

      4 El salmista “habría perecido en [su] aflicción” de no haberse “encariñado” con la ley de Dios (Salmo 119:92). No eran los extranjeros quienes le causaban sufrimiento; quienes lo odiaban eran israelitas que desobedecían la ley (Levítico 19:17). Pero ello no lo abrumó, pues amaba la ley divina que lo sostenía. En Corinto, el apóstol Pablo se vio “en peligros entre falsos hermanos”, algunos de los cuales quizás fueran los “apóstoles superfinos”, que buscaban un pretexto para acusarlo (2 Corintios 11:5, 12-14, 26). Aun así, Pablo mantuvo su espiritualidad porque sentía cariño por los dichos divinos. Como estimamos la Palabra escrita de Jehová y aplicamos lo que dice, amamos a nuestros hermanos en la fe (1 Juan 3:15). Ni siquiera el odio del mundo puede hacernos olvidar una sola de Sus instrucciones. Junto con nuestra amorosa hermandad, seguimos efectuando la voluntad de Jehová mientras anhelamos servirle gozosos por la eternidad (Salmo 119:93).

      5. ¿De qué manera buscó el rey Asá a Jehová?

      5 Nuestra devoción a Jehová podría expresarse con palabras como estas: “Tuyo soy. Oh sálvame, porque he buscado tus propias órdenes” (Salmo 119:94). El rey Asá buscó a Dios y eliminó la apostasía de Judá. En una gran asamblea celebrada en el año decimoquinto de su reinado (963 antes de nuestra era), los habitantes de Judá “entraron en un pacto” para buscar a Jehová. Dios “se dejó hallar por ellos” y “continuó dándoles descanso todo en derredor” (2 Crónicas 15:10-15). Este ejemplo debería animar a todo el que se haya apartado de la congregación cristiana a buscar de nuevo a Dios, pues él bendecirá y protegerá a quienes vuelvan a unirse a su pueblo.

      6. ¿Qué modo de actuar nos protegerá de sufrir daño espiritual?

      6 La palabra de Jehová imparte sabiduría que puede protegernos de sufrir daño espiritual (Salmo 119:97-104). Los mandamientos de Dios nos hacen más sabios que nuestros enemigos. La obediencia a sus recordatorios nos da perspicacia, y la observancia de sus órdenes nos permite comportarnos “con más entendimiento que hombres de más edad” (Salmo 119:98-100). Si los dichos de Jehová nos resultan más suaves al paladar que la miel, odiaremos y evitaremos “toda senda falsa” (Salmo 119:103, 104). Este modo de actuar nos protegerá de sufrir perjuicio espiritual al enfrentarnos a personas altivas, feroces e impías en estos últimos días (2 Timoteo 3:1-5).

      Una lámpara para nuestro pie

      7, 8. ¿Qué debemos hacer para que las palabras de Salmo 119:105 sean una realidad en nuestro caso?

      7 La palabra de Dios es fuente inagotable de luz espiritual (Salmo 119:105-112). Tanto si somos cristianos ungidos como si pertenecemos a sus compañeros, las “otras ovejas”, afirmamos: “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda” (Juan 10:16; Salmo 119:105). Los dichos divinos son como una luz que ilumina nuestra senda para que no tropecemos y caigamos en sentido espiritual (Proverbios 6:23). Pero, a cada uno de nosotros nos toca decidir si permitiremos que sean una lámpara para nuestro pie.

      8 Debemos ser tan resueltos como el compositor del Salmo 119, quien había decidido no desviarse de las órdenes divinas y le aseguró a Jehová: “He hecho una declaración jurada —y ciertamente la llevaré a cabo— de guardar tus justas decisiones judiciales” (Salmo 119:106). Nunca subestimemos el estudio regular de la Biblia y la participación en las reuniones cristianas.

      9, 10. ¿Cómo sabemos que personas dedicadas a Jehová pueden desviarse de sus órdenes, y de qué forma podemos evitarlo?

      9 El salmista no se había “desviado de [las] órdenes” de Dios; sin embargo, toda persona dedicada a Jehová corre el riesgo de descarriarse (Salmo 119:110). Así le ocurrió al rey Salomón. A pesar de que pertenecía a una nación en pacto con Jehová y al principio obró con sabiduría divina, “aun a él las esposas extranjeras le hicieron pecar”, pues lo indujeron a adorar a dioses falsos (Nehemías 13:26; 1 Reyes 11:1-6).

      10 Satanás, el “pajarero”, tiende muchas trampas (Salmo 91:3). Es posible que alguien trate de inducirnos a abandonar la senda de la luz espiritual y andar en la oscuridad de la apostasía. Entre los cristianos de Tiatira se encontraba “aquella mujer Jezabel”, probablemente un grupo de mujeres que promovían la idolatría y la fornicación. Jesús no toleró tales conductas, y tampoco deberíamos hacerlo nosotros (Revelación 2:18-22; Judas 3, 4). Por lo tanto, pidamos ayuda a Jehová para no desviarnos de sus órdenes, sino permanecer en su luz (Salmo 119:111, 112).

      La palabra de Dios nos sustenta

      11. Según Salmo 119:119, ¿qué opinión tiene Dios de los inicuos?

      11 Si nunca nos apartamos de sus disposiciones reglamentarias, Dios nos sustentará (Salmo 119:113-120). Tal como Jesús rechaza a los cristianos tibios, nosotros tampoco aprobamos la conducta de “los de corazón irresoluto” (Salmo 119:113; Revelación 3:16). Puesto que servimos a Jehová de todo corazón, él es nuestro “escondrijo” y nos sostendrá. Echará “a un lado a todos los que se descarrían de [sus] disposiciones reglamentarias” y recurren a las artimañas y a la falsedad (Salmo 119:114, 117, 118; Proverbios 3:32). Él ve a los inicuos como “escoria espumajosa”, es decir, impurezas que se eliminan de los metales preciosos, como el oro y la plata (Salmo 119:119; Proverbios 17:3). Por consiguiente, nunca dejemos de amar los recordatorios de Dios, ya que de seguro queremos evitar el fin que les espera a los malvados: la destrucción.

      12. ¿Qué importancia tiene el temor de Dios?

      12 “Por el pavor de ti [Jehová] mi carne ha tenido sensación de hormigueo”, cantó el salmista (Salmo 119:120). El sano temor de Dios, que se manifiesta evitando lo que él desaprueba, es fundamental para que él sustente a sus siervos. El temor reverencial que sentía Job hacia Jehová lo llevó a vivir una vida justa (Job 1:1; 23:15). El temor piadoso nos ayudará a perseverar en un proceder que cuente con el favor divino, pese a las dificultades que tengamos que soportar. Ahora bien, para cultivar aguante se requieren oraciones fervientes expresadas con fe (Santiago 5:15).

      Oremos con fe

      13-15. a) ¿Por qué podemos estar seguros de que nuestras oraciones tendrán respuesta? b) ¿Qué sucede cuando no sabemos qué decir en oración? c) ¿Cómo podría Salmo 119:121-128 reflejar nuestros “gemidos no expresados”?

      13 Podemos orar confiados en que Dios actuará a favor nuestro (Salmo 119:121-128). Como el salmista, estamos seguros de que contestará las oraciones que le dirigimos. ¿Por qué? Porque amamos los mandamientos divinos “más que el oro, aun oro refinado”. Además, consideramos “rectas todas las órdenes [de Dios] respecto de todas las cosas” (Salmo 119:127, 128).

      14 Jehová oye nuestras peticiones porque oramos con fe y cumplimos sus órdenes con esmero (Salmo 65:2). Pero ¿qué sucede cuando nos agobian los problemas y no sabemos qué decirle en oración? Entonces, “el espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados” (Romanos 8:26, 27). En tales ocasiones, podemos emplear expresiones de la Palabra de Dios con las que nos identifiquemos, pues él las acepta.

      15 Las Escrituras contienen muchas oraciones e ideas que reflejan nuestros “gemidos no expresados”. Repasemos Salmo 119:121-128, pues los sentimientos mencionados allí tal vez encajen con nuestra situación. Por ejemplo, si tememos que se nos defraude o engañe, podríamos pedirle ayuda a Dios, como hizo el salmista (versos 121-123). En caso de afrontar una decisión difícil, entonces cabría suplicarle a Jehová que su espíritu nos hiciera recordar y aplicar sus recordatorios (versos 124, 125). Aunque odiemos “toda senda falsa”, quizás tengamos que rogarle a Dios que obre a favor nuestro para no caer en la tentación de quebrantar su ley (versos 126-128). Si leemos la Biblia a diario, seguramente nos vendrán a la mente pasajes útiles como estos cuando le oremos.

      Los recordatorios de Jehová nos ayudan

      16, 17. a) ¿A qué se debe que necesitemos los recordatorios de Jehová, y cómo debemos considerarlos? b) ¿Cómo puede que nos miren los demás, pero qué es lo que importa realmente?

      16 A fin de que Dios oiga nuestras oraciones y obtengamos su favor, tenemos que observar sus recordatorios (Salmo 119:129-136). En vista de que somos olvidadizos, necesitamos que se nos traigan a la memoria los mandamientos y la instrucción de Jehová. Además, claro está, agradecemos la luz espiritual que proporciona cada nuevo entendimiento de sus dichos (Salmo 119:129, 130). Y también nos sentimos privilegiados de que Jehová haya hecho “brillar [su] rostro” hacia nosotros en señal de aprobación, aunque “corrientes de agua” fluyan de nuestros ojos debido a que los demás no guarden Su ley (Salmo 119:135, 136; Números 6:25).

      17 Estamos convencidos de que nunca cesaremos de gozar del favor de Dios si obedecemos sus justos recordatorios (Salmo 119:137-144). Como siervos de Jehová, reconocemos que él tiene el derecho de llamar nuestra atención a sus justos recordatorios y de imponérnoslos para que los obedezcamos (Salmo 119:138). Puesto que el salmista obedecía los mandamientos de Dios, ¿por qué dijo: “Soy insignificante y despreciable”? (Salmo 119:141.) Por lo visto, se refería a la opinión que de él tenían sus enemigos. Si defendemos con ardor la justicia, los demás tal vez nos miren con desdén. Pero lo que realmente importa es que Jehová nos mire con aprobación porque vivimos conforme a sus justos recordatorios.

      Seguros y en paz

      18, 19. ¿Qué resultado produce guardar los recordatorios de Dios?

      18 Guardar los recordatorios de Dios nos mantiene cerca de él (Salmo 119:145-152). Además, nos permite orarle de todo corazón y tener la confianza de que nos escuchará. Quizá nos despertemos “temprano en el crepúsculo matutino” y clamemos por su ayuda. ¡Qué buen momento para orarle! (Salmo 119:145-147.) Dios también está cerca de nosotros porque rechazamos la conducta relajada y reconocemos que su palabra es la verdad, tal como hizo Jesús (Salmo 119:150, 151; Juan 17:17). La relación que tenemos con Jehová nos sustenta en este mundo turbulento y nos conducirá a través de su gran guerra de Armagedón (Revelación 7:9, 14; 16:13-16).

      19 Debido a nuestro profundo respeto por la palabra de Dios, disfrutamos de verdadera seguridad (Salmo 119:153-160). A diferencia de los malvados, ‘no nos hemos desviado de los recordatorios de Jehová’. Amamos sus órdenes y, por tanto, hallamos refugio seguro en su bondad amorosa (Salmo 119:157-159). Los recordatorios de Jehová estimulan nuestra memoria para que nunca olvidemos lo que él espera que hagamos en determinadas situaciones. Por otra parte, el Creador nos dirige mediante sus órdenes, y reconocemos de buena gana que tiene el derecho de hacerlo. Conscientes de que “la sustancia de [la] palabra [de Dios] es verdad” y de que no somos capaces de dirigir solos nuestros propios pasos, aceptamos de buena gana la dirección divina (Salmo 119:160; Jeremías 10:23).

      20. ¿Por qué disfrutamos de “paz abundante”?

      20 El amor que sentimos por la ley de Jehová nos reporta “paz abundante” (Salmo 119:161-168). La persecución no puede arrebatarnos la incomparable “paz de Dios” (Filipenses 4:6, 7). Tanto estimamos las decisiones judiciales de Jehová que lo alabamos a menudo: “siete veces al día” (Salmo 119:161-164). “Paz abundante pertenece a los que aman tu ley —cantó el salmista—, y no hay para ellos tropiezo.” (Salmo 119:165.) Si individualmente amamos y guardamos la ley de Jehová, no tropezaremos en sentido espiritual por lo que alguien haga o por ningún otro asunto.

      21. ¿Qué ejemplos bíblicos muestran que no tenemos por qué tropezar si surgen dificultades en la congregación?

      21 Muchos siervos de Dios de la antigüedad se negaron a permitir que cosa alguna llegara a ser un tropiezo permanente para ellos. Por ejemplo, el cristiano Gayo no tropezó, sino que siguió “andando en la verdad” pese a la impía conducta de Diótrefes (3 Juan 1-3, 9, 10). Pablo exhortó a las cristianas Evodia y Síntique a que fueran “de la misma mente en el Señor”, debido posiblemente a ciertas diferencias entre ellas. Al parecer, recibieron ayuda para resolver su problema y siguieron sirviendo fieles a Jehová (Filipenses 4:2, 3). De modo que no tenemos por qué tropezar si surgen dificultades de algún tipo en la congregación. Concentremos nuestros esfuerzos en guardar las órdenes de Jehová, sin olvidar que “todos [nuestros] caminos están enfrente” de él (Salmo 119:168; Proverbios 15:3). Si así lo hacemos, nada nos arrebatará permanentemente nuestra “paz abundante”.

      22. a) Si obedecemos a Dios, ¿qué privilegio obtendremos? b) ¿Cómo deberíamos considerar a los que se han apartado de la congregación cristiana?

      22 Si obedecemos siempre a Jehová, gozaremos del privilegio de seguir alabándolo (Salmo 119:169-176). Al vivir conforme a las disposiciones reglamentarias de Dios, no solo disfrutamos de seguridad espiritual, sino que nuestros “labios ha[rán] salir burbujeando alabanza” a Jehová (Salmo 119:169-171, 174). Este es el mayor privilegio que podemos alcanzar en estos últimos días. El salmista quería seguir vivo y alabar a Jehová, pero de alguna manera que no se dice, había “andado errante como una oveja perdida” (Salmo 119:175, 176). Algunos de los que se han apartado de la congregación cristiana quizás sigan amando a Dios y quieran alabarlo. Por lo tanto, hagamos todo lo que esté en nuestra mano para ayudarlos a recuperar la seguridad espiritual que perdieron y a experimentar el gozo de alabar a Jehová junto con su pueblo (Hebreos 13:15; 1 Pedro 5:6, 7).

      Luz duradera para nuestra senda

      23, 24. ¿Qué beneficios obtenemos del Salmo 119?

      23 El Salmo 119 nos beneficia de varias maneras. Contribuye a que confiemos más en Dios, pues demuestra que quienes “andan en la ley de Jehová” disfrutan de verdadera felicidad (Salmo 119:1). El salmista nos recuerda que la “sustancia de [la] palabra [de Dios] es verdad”, lo cual debería con toda seguridad acrecentar nuestro agradecimiento por la entera Palabra escrita de Dios (Salmo 119:160). Meditar en el Salmo 119 también debería impulsarnos a estudiar con diligencia las Santas Escrituras. El autor del salmo le pidió a Dios reiteradamente: “Enséñame tus disposiciones reglamentarias” (Salmo 119:12, 68, 135). Y además suplicó: “Enséñame bondad, la sensatez y el conocimiento mismos, porque en tus mandamientos he ejercido fe” (Salmo 119:66). Nosotros haremos bien en orar de igual manera.

      24 La enseñanza divina permite que tengamos una estrecha relación con Jehová. El salmista se denomina vez tras vez siervo de Dios; de hecho, se dirige a Jehová con las conmovedoras palabras: “Tuyo soy” (Salmo 119:17, 65, 94, 122, 125; Romanos 14:8). ¡Qué gran privilegio es servir y alabar a Jehová como uno de sus Testigos! (Salmo 119:7.) ¿Estamos sirviendo a Jehová con gozo como proclamadores del Reino? Entonces tengamos la seguridad de que Jehová nos seguirá apoyando y bendiciendo en esta labor tan especial si confiamos siempre en su palabra y permitimos que ilumine nuestro camino.

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