-
Exactitud en las afirmacionesBenefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
-
-
LECCIÓN 40
Exactitud en las afirmaciones
¿QUÉ pudiera llevar a un cristiano a hacer una afirmación falsa? Tal vez solo repita algo que ha oído y que no ha tenido tiempo de verificar. O quizá exagere algún punto por haber malentendido la fuente de la información. Cuando hasta en ideas secundarias nos esmeramos en ser precisos, los oyentes sienten que pueden confiar en la veracidad de otros aspectos más importantes de nuestro mensaje.
-
-
Exactitud en las afirmacionesBenefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
-
-
“Que se adhiera firmemente a la fiel palabra.” Nuestras intervenciones en las reuniones deben evidenciar profundo respeto por el hecho de que la congregación sea “columna y apoyo de la verdad” (1 Tim. 3:15). Para defender la verdad, es importante captar el sentido de los pasajes bíblicos que pensamos usar en los discursos. Hay que tener en cuenta el contexto y la intención con que se escribieron.
Es probable que lo que usted diga en una reunión de congregación lo repitan luego otras personas. Claro está, “todos tropezamos muchas veces” (Sant. 3:2). Pero le será provechoso cultivar hábitos que le ayuden a ser más exacto en sus afirmaciones. Numerosos hermanos matriculados en la Escuela del Ministerio Teocrático llegan con el tiempo a ser ancianos; al confiárseles tal responsabilidad, se espera de ellos “más de lo acostumbrado” (Luc. 12:48). Estos hombres podrían perder el favor de Dios si, descuidadamente, dieran un consejo equivocado que causara graves problemas a los miembros de la congregación (Mat. 12:36, 37). Por tanto, a quien satisfaga los requisitos para tal puesto debe conocérsele por ser un cristiano “que se adhiera firmemente a la fiel palabra en lo que toca a su arte de enseñar” (Tito 1:9).
Trate de que sus conclusiones armonicen con “el modelo de palabras saludables”, manifiesto en el cuerpo de la verdad bíblica (2 Tim. 1:13). No hay por qué sentirse intimidado. Si aún no ha leído la Biblia completa, procure hacerlo; mientras, siga las sugerencias que se dan a continuación para analizar los puntos que pretende enseñar.
Primero, pregúntese: “¿Concuerda esta información con el conocimiento bíblico que ya tengo? ¿Atraerá a los oyentes a Jehová, o pondrá en un pedestal la sabiduría del mundo, animando a quienes escuchen a regirse por ella?”. Jesús dijo: “Tu palabra es la verdad” (Juan 17:17; Deu. 13:1-5; 1 Cor. 1:19-21). A continuación, haga buen uso de los instrumentos para el estudio que suministra la clase del esclavo fiel y discreto, ya que no solo lo ayudarán a comprender correctamente los textos bíblicos, sino también a señalar aplicaciones equilibradas y razonables. Si funda sus discursos en “el modelo de palabras saludables” y confía en el conducto de Jehová a la hora de explicar e indicar la aplicación de los textos bíblicos, sus afirmaciones serán exactas.
Compruebe la exactitud de la información. Sucesos actuales, citas y experiencias pueden ser útiles para ilustrar ciertos puntos o mostrar la manera de ponerlos en práctica. ¿Cómo asegurarse de su exactitud? Un modo es obteniendo tales datos de fuentes fidedignas. Compruebe que estén actualizados, pues las estadísticas dejan de estar al día, los descubrimientos científicos se superan con rapidez y, según aumenta la comprensión de la historia y las lenguas antiguas, deben revisarse las conclusiones basadas en los supuestos anteriores. Piénselo bien antes de incluir información difundida a través de la prensa, la televisión, la radio, el correo electrónico o Internet. Proverbios 14:15 aconseja: “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos”. Pregúntese: “¿Tiene esta fuente la reputación de ser exacta? ¿Pueden verificarse estos datos por algún otro medio?”. Descarte todos los puntos de cuya veracidad tenga dudas.
Además de comprobar la confiabilidad de las fuentes, piense con detenimiento en cómo utilizará la información. Asegúrese de que el uso de las citas y estadísticas armoniza con el contexto del que se han extraído. Tenga cuidado de que, en el afán de imprimir fuerza a sus palabras, “algunas personas” no se convierta en “la mayoría de las personas”; ni “muchos”, en “todos”, o de que “en algunos casos” no se transforme en “siempre”. Las exageraciones de asuntos o informes relacionados con cifras o con el alcance o la gravedad de cierta cuestión ponen en entredicho la credibilidad de quien difunde la información.
Si sus palabras son siempre exactas, se ganará la reputación de ser alguien que respeta la verdad. Con ello transmitirá una buena imagen de los testigos de Jehová en conjunto y, lo que es más importante, honrará a Jehová, “el Dios de la verdad” (Sal. 31:5).
-