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“La batalla no es de ustedes, sino de Dios”¡Despertad! 2000 | 22 de abril
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El primer ministro y fiscal general de Quebec, Maurice Duplessis, era un dictador que, en palabras del historiador de Quebec, Gérard Pelletier, sometió a la provincia a “un reinado de veinte años de mentiras, injusticias y corrupción, el abuso sistemático del poder, la manipulación de mentes cerradas y el triunfo de la estupidez”. Duplessis consolidó su poder político trabajando de la mano del cardenal católico Villeneuve.
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“La batalla no es de ustedes, sino de Dios”¡Despertad! 2000 | 22 de abril
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A los pocos días, Duplessis declaró en público una “guerra sin cuartel” contra los testigos de Jehová. Pero, sin saberlo, nos hizo un bien. ¿De qué manera? Al dictar que cualquier persona que distribuyera el impreso Quebec’s Burning Hate sería culpable de sedición, un delito bastante grave que nos llevaría al Tribunal Supremo de Canadá, por encima de los tribunales de Quebec. En su arrebato de cólera, Duplessis imprudentemente pasó por alto esa consecuencia. Después, él mismo ordenó que se cancelara la licencia para la venta de licor de Frank Roncarelli, quien había sido nuestro principal apoyo para el pago de fianzas. Al no contar con vino, el buen restaurante que el hermano Roncarelli tenía en Montreal se cerró en cuestión de meses, y el hermano se arruinó.
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“La batalla no es de ustedes, sino de Dios”¡Despertad! 2000 | 22 de abril
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El ataque final de Duplessis
A principios de enero de 1954, cuando se le acabaron las leyes que podía usar en contra de los testigos de Jehová, Duplessis pasó a la asamblea legislativa un nuevo proyecto de ley, la Ley número 38, descrita por los medios noticiosos como la “ley antitestigos de Jehová”, la cual decretaba que cualquier persona que sospechara de que alguien intentaba hacer una declaración “grosera o insultante” podía presentar una demanda sin la necesidad de suministrar ninguna prueba. Como fiscal general, Duplessis podría entonces conseguir un interdicto para prohibirle al acusado cualquier declaración en público. Una vez impuesta la prohibición a un individuo, todos los miembros de su iglesia quedarían igualmente incapacitados para expresarse. Además, se confiscarían y destruirían las Biblias y publicaciones religiosas que fueran propiedad de dicha iglesia, y se cerrarían sus lugares de culto hasta que se emitiera un fallo sobre el caso, lo cual podría tomar años.
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“La batalla no es de ustedes, sino de Dios”¡Despertad! 2000 | 22 de abril
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Para demostrar que estaba dirigida concretamente contra los testigos de Jehová, decidimos dar un paso arriesgado: enviar al mismo Duplessis un citatorio para que declarara en el juicio. Lo interrogué durante dos horas y media. En repetidas ocasiones, lo confronté con sus declaraciones públicas de “guerra sin cuartel contra los testigos de Jehová” y su afirmación de que la Ley número 38 sería el fin de ellos en Quebec. Enfurecido, me lanzó un ataque personal: “¡Es usted muy impertinente, jovencito!”.
“Señor Duplessis —respondí—, si estuviéramos examinando personalidades, yo podría hacer también unas cuantas observaciones. Pero como tenemos asuntos que atender, ¿quisiera, por favor, explicarle al tribunal por qué no contestó a la última pregunta?”
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“La batalla no es de ustedes, sino de Dios”¡Despertad! 2000 | 22 de abril
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Poco antes de que Duplessis muriera en 1959, el Tribunal Supremo de Canadá le impuso pago por daños al hermano Roncarelli debido a la cancelación ilegal de su licencia para la venta de licor.
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“La batalla no es de ustedes, sino de Dios”¡Despertad! 2000 | 22 de abril
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[Ilustración de la página 20]
Duplessis arrodillándose frente al cardenal Villeneuve
[Reconocimiento]
Foto de W. R. Edwards
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