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  • La verdad de la violación sexual
    ¡Despertad! 1993 | 8 de marzo
    • La verdad de la violación sexual

      EN EL tiempo que le tome leer esta página, en algún lugar de Estados Unidos se violará a una mujer. Estará sola y se sentirá aterrorizada por un acto de violencia y degradación realizado por alguien a quien probablemente conoce. Puede que la golpeen. Quizás se resista. Pero es seguro que temerá por su vida.

      La violación sexual es el delito violento que aumenta con más rapidez en Estados Unidos, país que ya tiene uno de los mayores índices de violación del mundo. Según informes policiales, cada hora se producen dieciséis intentos de violación y se consuman diez violaciones, sin contar el número de violaciones no denunciadas, que puede ser diez veces mayor.

      Pero Estados Unidos no es el único país que reúne esas horribles cifras. En Francia, la cantidad de víctimas que denunciaron la violación aumentó en un 62% entre 1985 y 1990. En Canadá, el número de agresiones sexuales denunciadas en 1990 fue de 27.000, lo que quiere decir que se ha duplicado en tan solo seis años. Alemania informó una agresión sexual femenina cada siete minutos.

      La violación sexual también afecta a hombres inocentes.a Según la psicóloga Elizabeth Powell, los hombres “sufren por tener que vivir en una sociedad en la que la mitad de la población tiene razones para sentirse resentida, desconfiada y asustada”. Además, muchos hombres se convierten en víctimas indirectas de la violación porque temen por el bienestar de su esposa, madre, hermanas, hijas y amigas, o tienen que enfrentarse a sentimientos de culpa y dolor cuando una de estas personas queridas sufre esa agresión sexual.

      ¿Por qué aumentan las violaciones?

      En las sociedades que toleran la violencia y la manipulación de la mujer por motivo de su sexo se producen muchas violaciones. En varios países, los hombres y las mujeres son bombardeados desde su infancia a través de los medios de comunicación, la familia y sus compañeros con mensajes destructivos e información errónea acerca del sexo. Aprenden los perniciosos conceptos de que el sexo está vinculado a la violencia y de que no hay que tomar en cuenta los deseos de la mujer, pues solo sirve para la satisfacción sexual del hombre.

      Observe la actitud de Jay, un oficinista de 23 años. “La sociedad dicta que para ser un verdadero hombre hay que tener una vida sexual activa con muchas mujeres —dijo—. ¿Qué pasa si no tienes esa vida? ¿Qué eres entonces?” Por culpa de esa presión, cuando una mujer le enojaba o frustraba, se exponía a que la violara.

      La investigadora Linda Ledray cree que en culturas propensas a la violación son comunes ese tipo de actitudes violentas y agresivas hacia la mujer. Ella dice: “El violador en buena medida no hace más que interpretar su papel según las exigencias del guión que la sociedad ha concebido”. El cine y la televisión contribuyen al carácter destructivo de ese guión. La violación es un tema común en la pornografía, pero no toda la culpa es de ella. Los estudios han indicado que las películas violentas sin contenido sexual producen actitudes más agresivas hacia la mujer que las películas no violentas que contienen escenas sexuales explícitas. Elizabeth Powell dice que la televisión también tiene culpa cuando “presenta en la pantalla algunas de las escenas de manipulación sexual más crudas que pueden verse”. ¿Qué mensaje transmiten los medios de comunicación? “Cuando esté enojado, hiera a alguien.”

      Cuando ese mensaje se traslada a las relaciones cotidianas, los resultados son trágicos. En un mundo cada vez más permisivo, el hombre muchas veces opina que la mujer debe someterse a sus deseos sexuales, en especial si le ha hecho algún regalo o si al principio parecía receptiva a sus insinuaciones.

      “Tocante a las relaciones sexuales, la palabra ‘no’ suele carecer de significado cuando la pronuncia una mujer”, dijo el periodista Robin Warshaw. Con mucha frecuencia el desenlace es una violación.

      “La segunda violación”

      Kathi tenía 15 años cuando tres miembros del equipo de hockey de su escuela la violaron. Cuando su familia llevó el caso a los tribunales, tanto amigos y vecinos como extraños la rehuían y la hostigaban. La gente decía a su familia: “Ya se sabe lo que son los muchachos”. Sus condiscípulos llamaban a Kathi obscenidades y le dejaban mensajes amenazantes en su armario de la escuela. El castigo que recibieron los violadores fue libertad condicional y la obligación de prestar servicios para la comunidad, y así siguieron adelante hasta convertirse en héroes deportivos de la escuela. Kathi, en cambio, fue castigada con meses de hostigamiento, y finalmente se suicidó.

      El caso de Kathi es un trágico ejemplo de cómo las víctimas de la violación primero sufren el ataque físico del violador y luego el maltrato emocional de otros. Muchas mujeres han comprobado que las actitudes e ideas erróneas que hay respecto a la violación resultan en que la culpa recaiga sobre la víctima. Amistades, familiares, policías, médicos, jueces y miembros de jurados —los que deberían ayudar a la víctima— pueden compartir tales ideas equivocadas y herir a la víctima casi tan profundamente como el propio violador. Es tan duro que culpen a la violada de lo sucedido que algunos han llamado a este problema “la segunda violación”.

      Los mitos sobre la violación crean un falso sentido de seguridad. Hay personas que tratan de descubrir alguna falta en la conducta de la víctima —vestía ropa ceñida, salió sola por la noche o realmente deseaba tener relaciones sexuales—, y piensan que con tal de evitar esas actitudes, tanto ellas como sus seres queridos estarán a salvo y nunca serán violados. Prefieren opinar así, pues aceptar la otra posibilidad —la violación es un acto de violencia inexplicable que cualquiera puede sufrir, prescindiendo de cómo se vista— sería demasiado terrible.

      Una mujer que fue violada por alguien a quien consideraba “agradable y respetable” aconseja: “Lo peor que se puede hacer es creer que a ti no te va a pasar”.

      Mitos y realidades sobre la violación

      A continuación se exponen algunas de las ideas erróneas sobre la violación que se han sostenido por mucho tiempo y que sirven para culpar a la víctima y para perpetuar actitudes que incitan a los violadores:

      Mito: Los violadores son siempre personas que la víctima no conoce.

      Realidad: La mayoría de las mujeres violadas son atacadas por algún conocido en quien confiaban. Un estudio descubrió que el 84% de las víctimas conocían a sus atacantes y que el 57% de las violaciones ocurrieron cuando víctima y atacante salían en pareja. Una de cada siete mujeres casadas será violada por su propio esposo.b Las violaciones son siempre violentas y causan traumas emocionales tanto si el atacante es un desconocido como si es el cónyuge o la pareja de la víctima.

      Mito: Solo se considera violación si la mujer presenta secuelas físicas —como contusiones— que demuestren que se resistió.

      Realidad: Tanto si opusieron resistencia física como si no, pocas mujeres presentan secuelas físicas visibles, como contusiones o cortes.

      Mito: La víctima de una violación es culpable en parte a menos que oponga resistencia activa.

      Realidad: Por definición, se califica de violación el acto de forzar a la víctima o intimidarla para tener acceso carnal con ella —de la clase que sea— en contra de su voluntad. Lo que convierte a un hombre en violador es el uso de la fuerza para someter a la víctima contra su voluntad. Por lo tanto, la víctima de una violación no es culpable de fornicación. Como en el caso del incesto, la víctima puede ser obligada a someterse a un acto que no desea mediante la influencia que ejerce en ella el atacante. Cuando un violador obliga a una mujer aterrorizada o desorientada a someterse a él, eso no significa que ella esté de acuerdo o consienta. El consentimiento implica elección sin amenazas, y es activo, no pasivo.

      Mito: La violación es un acto pasional.

      Realidad: La violación es un acto de violencia. La motivación del violador no es únicamente sexual; lo hace para sentir que domina a otra persona.c

      Mito: Una mujer puede provocar o seducir a un hombre hasta el punto de que este ya no sea capaz de controlar sus impulsos sexuales.

      Realidad: Los impulsos sexuales de los violadores no son más fuertes que los de los demás hombres. La prueba es que una tercera parte de los violadores no fueron capaces de realizar la función sexual completa. La mayoría de las violaciones son actos planeados, no impulsos espontáneos. Los violadores acostumbran a buscar el mejor momento para atacar a su víctima; si no la conocen, la acechan hasta que está sola; si la conocen, provocan una situación en la que se encuentre aislada.

      Mito: Las mujeres inventan que han sido violadas para vengarse del hombre o porque se sienten culpables por haber tenido relaciones sexuales.

      Realidad: La proporción de acusaciones falsas de violación es la misma que en cualquier otro delito violento: el 2%. Por otro lado, los investigadores concuerdan en que un gran número de violaciones no se denuncian.

      Mito: La mujer que lleva ropa provocativa, toma alcohol, deja que un hombre la invite o entra en su casa está “buscando” que la violen.

      Realidad: El hecho de que una mujer tenga poco sentido común, sea ingenua o inconsciente no justifica que la violen. La culpa de la violación recae exclusivamente en el violador.

      [Notas a pie de página]

      a Aproximadamente una de cada diez víctimas de violación es un hombre.

      b La violación dentro del matrimonio se produce cuando el marido se vale de la fuerza para obligar a su esposa a tener relaciones sexuales contra su voluntad. Algunos esposos tal vez crean que la “autoridad” que el apóstol Pablo dice que el hombre tiene sobre el cuerpo de su esposa es absoluta. Sin embargo, Pablo también dijo que “los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos”. El apóstol Pedro indica que los maridos deben asignar “honra [a su esposa] como a un vaso más débil, el femenino”. Esas palabras no dejan lugar a la violencia ni al coito forzado. (1 Corintios 7:3-5; Efesios 5:25, 28, 29; 1 Pedro 3:7; Colosenses 3:5, 6; 1 Tesalonicenses 4:3-7.)

      c “El objetivo de la violación no es el acto sexual en sí; más bien, el perpetrador se vale de este para cometer un acto de violencia.”—Wanda Keyes-Robinson, inspectora jefe de la Unidad de Agresiones Sexuales de Baltimore (Maryland, E.U.A.).

      [Comentario en la página 3]

      En Estados Unidos, una de cada cuatro mujeres puede ser víctima de violación o de intento de violación

      [Comentario en la página 4]

      En las sociedades que toleran la violencia y la manipulación de la mujer por motivo de su sexo se producen muchas violaciones

  • Cómo evitar una violación
    ¡Despertad! 1993 | 8 de marzo
    • Cómo evitar una violación

      Eric era alto y bien parecido, y pertenecía a una familia rica. Lori tenía 19 años y había sido invitada junto con otra joven para ser las parejas de Eric y su amigo en una fiesta que se celebraría en casa de Eric. Cuando Lori llegó a la fiesta, se enteró de que la otra pareja no estaría presente. Poco después los demás invitados empezaron a marcharse.

      Ella dijo: “Comencé a pensar: ‘Algo raro está pasando’, pero no le di más importancia”.

      Cuando Eric se quedó a solas con Lori, la violó. Ella nunca denunció lo sucedido a la policía y después se mudó a casi 240 kilómetros de distancia para no ver a Eric de nuevo. Un año después, todavía tenía miedo de salir con un hombre.

      EN VISTA de que el número de violaciones aumenta día a día, la mejor defensa de una mujer es reconocer el peligro y estar preparada. No es posible prever todas las situaciones que pueden conducir a una violación, pero algo que le puede ayudar a captar cualquier señal de peligro es conocer cómo piensan los violadores y cómo planean sus agresiones.a Un antiguo proverbio dice: “El prudente ve el peligro y lo evita; el imprudente sigue adelante y sufre el daño”. (Proverbios 27:12, Versión Popular.)

      La mejor manera de evitar una situación que pueda conducir a una violación es evitar a los violadores. Usted debe saber ver en un hombre —aunque lo conozca bien— los comportamientos que pueden identificarlo como un violador en potencia. (Véase el recuadro de la página 7.) Algunos hombres utilizarán el estilo de vestir de una mujer o el que esta consienta en estar a solas con él como una excusa para violarla. Aunque la mujer no es culpable de que alguien tenga ideas tan pervertidas, sería prudente que supiera discernir cuándo un hombre piensa así.

      Nunca se quede a solas con un hombre al que no conozca bien. (Y aunque lo conozca bien, actúe con discreción.) Un violador desconocido puede presentarse en su casa diciendo que va a reparar alguna avería. Compruebe siempre su identidad antes de dejarle entrar. El violador que conoce a su víctima trata de estar a solas con ella inventándose una excusa para que pase un momento por su casa o mintiendo al decir que habrá un grupo de personas en el lugar donde se han citado. No muerda el anzuelo.

      Si quiere evitar problemas cuando salga con un hombre, vaya siempre en grupo o pida que alguien los acompañe. Trate de conocer bien a su pareja y establezca con firmeza las limitaciones en el grado de intimidad física que va a permitir, si acaso opta por permitir alguna. Piénselo bien antes de aceptar alguna bebida alcohólica. Si tiene la mente embotada, no podrá ver los peligros. (Compárese con Proverbios 23:29-35.) Confíe en sus instintos. Si la compañía de alguien la incomoda, no le brinde un margen de confianza. Márchese.

      Como la mayoría de los violadores y de las víctimas de violación son jóvenes, es muy importante que los padres de adolescentes hablen con ellos sobre lo que pueden hacer para evitar una violación, mencionándoles situaciones específicas que pueden ser peligrosas.

      Reaccione con prontitud

      No es posible prever todas las situaciones que podrían conducir a una violación. Inesperadamente, pudiera hallarse a solas con un hombre más fuerte que usted y con intenciones de violarla. ¿Qué hará?

      Reaccione con prontitud y no olvide que su objetivo es escapar. Como el violador suele tantear a su víctima antes de decidirse a atacar, es importante desbaratar sus planes lo más pronto posible para impedir que cobre confianza y actúe. Los especialistas en este campo proponen dos formas de reaccionar: oponer resistencia pasiva o resistencia activa. Puede probar primero con la resistencia pasiva y si esta falla, trate de oponer resistencia activa.

      La resistencia pasiva puede incluir cualquier estrategia, desde ganar tiempo hablando con el presunto violador hasta fingir que tiene una enfermedad de transmisión sexual o vomitar encima del atacante. (Compárese con 1 Samuel 21:12, 13.) “Hay tantas tácticas como las que uno se pueda imaginar”, escribió Gerard Whittemore en su libro Street Wisdom for Women: A Handbook for Urban Survival (Manual de supervivencia urbana para la mujer).

      Las tácticas pasivas —que abarcan todo menos luchar físicamente con el presunto violador— requieren pensar con calma y deberían utilizarse con el objetivo de distraer o apaciguar al atacante. Si observa que la táctica que emplea hace que su atacante se enoje más o se ponga más violento, pruebe otra. Pero mientras piensa, no se deje empujar hacia algún rincón más aislado. Y no olvide que una de las formas de resistencia pasiva más eficaces es gritar. (Compárese con Deuteronomio 22:23-27.)

      Otra opción es rechazar la agresión de manera contundente. Dígale a su atacante en términos claros que no se someterá a sus deseos. Si el agresor es su pareja, trate de sobresaltarle con la táctica de calificar sus intentos de lo que son. Grite: “¡Esto es una violación! ¡Voy a llamar a la policía!”. Así puede hacer que su presunto violador lo piense bien antes de tratar de llegar más lejos.

      Defiéndase

      Si hablar no surte efecto, no tema pasar a la resistencia activa. Hacerlo no significa que correrá más peligro de que el agresor la hiera o la mate, como tampoco le garantizará que no lo haga someterse a sus deseos. Por esa razón la mayoría de los especialistas en la violación sexual aconsejan que la víctima luche contra el atacante.

      A las mujeres les puede resultar difícil defenderse luchando porque durante toda su vida se las ha condicionado para que sean corteses, pasivas y sumisas aun cuando alguien las amenace con violencia física. Por consiguiente, usted debe decidir de antemano que opondrá resistencia, de manera que si sufre una agresión, no perderá tiempo valioso pensando qué hacer.

      El que alguien la amenace o la presione tiene que ofenderla. Debe darse cuenta de que dicho ataque es premeditado y que el presunto violador cuenta con que usted se someterá. Enójese, pero no se asuste. “Su miedo es el arma más poderosa del atacante”, dijo la investigadora Linda Ledray. No se preocupe pensando que su reacción quizás sea algo exagerada o que parezca ridícula. “Mejor brusca que violada”, dijo cierta especialista. Las mujeres que han logrado impedir que las violen generalmente opusieron resistencia activa y probaron más de una táctica, incluidos mordiscos, patadas y gritos.

      Y si le resulta totalmente imposible repeler la agresión, concéntrese en poder identificar a su atacante después. Trate de arañarle o rasgarle la ropa, pues de esa forma se le quedará entre las uñas algo de sangre o restos de tejido, que podrían ayudar a identificarlo. Pero llegado ese momento, quizás ya no le queden fuerzas para seguir luchando. En ese caso, “no se atormente pensando que ‘permitió’ que la violase —dijo Robin Warshaw en su obra I Never Called It Rape (Nunca lo califiqué de violación)—. Usted no tiene que sufrir heridas o perder la vida para ‘demostrar’ que la violaron”.

      [Nota a pie de página]

      a No hay dos situaciones iguales ni ningún consejo preventivo que sea infalible. Hasta los especialistas en este campo discrepan en cuanto al grado y la clase de resistencia que debe oponer la víctima durante un intento de violación.

      [Fotografía en la página 7]

      Las mujeres que han logrado impedir que las violen generalmente opusieron resistencia activa y probaron más de una táctica

      [Recuadro en la página 7]

      Retrato de un violador en potencia

      □ Abusa emocionalmente de usted insultándola, pasando por alto sus opiniones o enfadándose cuando usted sugiere algo.

      □ Trata de controlar diferentes partes de su vida, como su forma de vestir y los amigos que tiene. Cuando salen juntos, quiere tomar todas las decisiones, como dónde comerán o qué película irán a ver.

      □ Se pone celoso sin ninguna razón.

      □ Habla con desprecio de las mujeres en general.

      □ Se emborracha o se droga y trata de que usted haga lo mismo.

      □ La presiona para que se quede a solas con él o para que acceda a sus proposiciones sexuales.

      □ No le permite compartir los gastos cuando salen juntos y se enfada si usted ofrece pagar.

      □ Se percibe que es violento incluso en detalles pequeños, como al agarrarla o empujarla.

      □ La intimida sentándose demasiado cerca, cerrándole el paso, tocándola cuando usted ha dicho que no lo haga o hablando como si la conociera mejor de lo que en realidad la conoce.

      □ No puede asumir un fracaso sin enfadarse.

      □ No la ve como a un igual.

      □ Le gustan las armas y disfruta de tratar con crueldad a los animales, a los niños o a cualquier persona a la que pueda amedrentar.

      Tomado de la obra I Never Called It Rape, de Robin Warshaw.

  • Cómo superar el trauma de una violación
    ¡Despertad! 1993 | 8 de marzo
    • Cómo superar el trauma de una violación

      A Mary la violaron a punta de cuchillo hace treinta y tres años. Todavía hoy se le acelera el corazón y le sudan las manos cada vez que trata de relatar lo que le pasó. “Es lo más degradante que le puede ocurrir a una mujer —dice casi llorando—. Es algo repulsivo, horrible.”

      LA VIOLACIÓN sexual puede ser una de las experiencias emocionales más devastadoras de la vida de una persona, y las secuelas pueden durar toda la vida. Casi la tercera parte de las mujeres violadas que fueron entrevistadas durante un estudio confesaron que habían pensado en suicidarse, y la inmensa mayoría declaró que esa experiencia había causado en ellas un cambio permanente.

      Los efectos son aún más traumáticos si la mujer conocía a su agresor. Cuando el que viola a la víctima es un conocido, hay menos probabilidad de que otros la apoyen, porque o bien ella no cuenta a nadie lo sucedido o bien lo dice y nadie cree que fue una violación. Además, como el hombre que le hizo daño fue alguien en quien confiaba, es muy probable que se culpe a sí misma y que dude de su capacidad de juzgar a otros.

      Acepte ayuda

      Al principio, la reacción de muchas mujeres violadas es la de choque y negación. Ese fue el caso de cierta mujer que fue violada poco antes de un importante examen universitario. Apartó de su mente lo sucedido hasta después del examen. Otra mujer violada dijo: “Me negaba a recordar lo que había pasado porque él era un conocido de confianza y se convirtió en mi agresor delante de mis propios ojos. No sabía que alguien conocido podía violarme. Quizás suene absurdo, pero esa idea me descorazonó. Me sentí sumamente sola”.

      Algunas mujeres siguen negando lo sucedido y no cuentan a nadie que las han violado. Reprimen durante años los recuerdos de la agresión, pero eso retrasa el proceso de curación y provoca otros problemas emocionales que la víctima quizás no relacione con la violación.

      Por lo general, la mujer no empieza a recuperarse del trauma hasta que habla del asunto. Una amiga de confianza podría ayudarla a ver que lo que le sucedió fue efectivamente una violación y que ella no tuvo la culpa. Un antiguo proverbio dice: “Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia”. (Proverbios 17:17.) Además, los pastores espirituales pueden “resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia”. (Isaías 32:2; 1 Tesalonicenses 5:14.) Algunas víctimas quizás necesiten acudir a alguna asociación para la asistencia de mujeres violadas o a algún consejero profesional para que las ayude a aclarar sus sentimientos.

      Es bastante común que las víctimas teman hablar de su violación porque se sienten culpables, especialmente si durante la agresión experimentaron excitación sexual. Quizás se sientan sucias e ineptas, y hasta se culpen de lo sucedido, aunque deben saber que el único culpable es el violador.

      “Contar con una buena amiga con quien hablar me ayudó mucho —dijo Mary refiriéndose a una compañera de creencia—. Podía hablar con ella y no me sentía sucia ni sentía ningún estigma por haber sido violada.”

      Confórtela

      Por otro lado, no sería adecuado ni amoroso que los amigos de la víctima pusieran en tela de juicio su versión de lo sucedido ni que se tomaran la libertad de decidir si “realmente fue violada”. No dé a entender jamás que ella derivó placer de aquello ni que fue inmoral. Cuando una mujer violada pide ayuda a un amigo o una amiga, lo más importante que esa persona puede hacer es creerle. Confórtela. Esté dispuesto a escucharla cuando ella desee hablar, pero no insista en que le diga con exactitud lo que sucedió.

      Si la violación ocurrió recientemente, los amigos pueden ayudar a la víctima a recibir ayuda médica y ofrecerle un lugar seguro donde alojarse. Anímela a denunciar la violación, pero permita que ella tome las decisiones. La experiencia por la que acaba de pasar la despojó de todo control de su vida. Permítale decidir lo que va a hacer a continuación para que recupere algo de ese control.

      Los familiares de una mujer que ha sido violada tienen que resistir el impulso de dejarse llevar por las emociones. Quizás quieran buscar a alguien a quien culpar de lo sucedido o vengarse del violador, pero ni una cosa ni la otra ayudará a la víctima. (Romanos 12:19.) Culpar de lo sucedido a cualquier persona que no sea el violador no sirve de nada, y la venganza es peligrosa. Además, hará que la víctima se preocupe por la seguridad de sus seres queridos en lugar de centrar sus esfuerzos en recuperarse del trauma.

      La familia también debería reconocer que muchas víctimas de la violación ven las relaciones sexuales de manera diferente después de sufrir esa agresión. En su mente, el sexo se ha convertido en un arma, y puede que por un tiempo les cueste mantener relaciones sexuales, aunque sea con alguien a quien aman y en quien confían. Por esa razón, un marido no instaría a su esposa a reanudar su vida sexual hasta que ella estuviera preparada. (1 Pedro 3:7.) La familia puede ayudar a la joven devolviéndole su amor propio y demostrándole que la siguen queriendo y respetando sin importar lo que le ha sucedido. La víctima de una violación necesitará que la conforten de continuo durante el proceso de su recuperación emocional, que a veces es bastante largo.

      Cómo vencer el miedo y la depresión

      Las mujeres que han sido violadas dicen que la reacción más aplastante que han tenido es el miedo. La mayoría de las víctimas pensaron que no sobrevivirían a la agresión. Más adelante puede que teman ser violadas de nuevo o hasta teman ver por casualidad al violador.

      Sonidos, olores y lugares similares pueden volver a despertar en la mujer el miedo que pasó durante la violación. Si una mujer fue violada en un callejón, tal vez tema pasar por callejones. Si fue violada en casa, quizás nunca vuelva a sentirse segura en esa casa y tenga que mudarse. Hasta es posible que oler una colonia parecida a la que llevaba el violador le traiga recuerdos desagradables.

      Por otra parte, aunque pocas violaciones resultan en un embarazo, muchas víctimas se aterrorizan ante esa posibilidad. A muchas también les preocupa, y con razón, haber contraído alguna enfermedad de transmisión sexual. Alrededor de la mitad de las víctimas experimentan sentimientos de depresión, desesperanza e inutilidad, que pueden durar varias semanas o varios meses. También es posible que sufran de ansiedad, fobias y ataques de pánico.

      Aunque una mujer quizás no sea capaz de impedir que la violen, si eso sucede, con el tiempo puede recuperar el control de sus pensamientos, sentimientos y reacciones ante la agresión. Puede aprender a reemplazar pensamientos negativos con opiniones positivas de sí misma.

      “En lugar de decirse a sí misma lo débil, inútil o impotente que es, aprenda a decirse lo bien que está haciendo las cosas y cuánto ha progresado desde aquella confusión inicial que sintió inmediatamente después de la agresión —aconsejó Linda Ledray en el libro Recovering From Rape (Cómo recuperarse tras una violación)—. Cada día que usted se sienta menos agobiada por pensamientos y sentimientos negativos, dígase: ‘Estoy aprendiendo a recuperar el control de mi vida’.”

      Otra forma de vencer el miedo es aprendiendo a identificar cuál es exactamente la causa. Una vez hecho esto, la víctima puede preguntarse si es realista ese temor. Por ejemplo, si ve a alguien que se parece al violador, puede tratar de tranquilizarse diciéndose que él no es el violador y que no va a hacerle daño.

      También se recomienda la insensibilización sistemática. Este método consiste en hacerse una lista de actividades o situaciones que le atemorizan ordenadas de menos a más. La víctima imagina que se encuentra en la situación menos estresante hasta que ya no le da miedo. Hace lo mismo con cada situación de la lista hasta que se siente cómoda cuando piensa en todas las situaciones anotadas.

      A continuación, con la ayuda de una amiga puede pasar a realizar dichas actividades en la vida real —por ejemplo: salir de casa por la noche o quedarse sola—, hasta que con el tiempo pueda controlar el miedo, de modo que ya no afecte sus actividades cotidianas. No obstante, es normal que ciertas cosas atemoricen —como pasar por un callejón oscuro de noche—, y no tendría sentido esforzarse por vencer la inquietud que se siente en tales situaciones.

      Canalice su ira

      Las mujeres violadas también sienten ira, que en un principio puede estar dirigida a todos los hombres, pero que con el tiempo suele circunscribirse al violador. Muchas personas airadas tienden a manifestar su ira sin discriminación, mientras que otras reaccionan reprimiendo sus sentimientos. Sin embargo, la ira puede canalizarse de manera constructiva, y la forma de hacerlo contribuirá a la recuperación de la víctima. Las Escrituras dicen: “Estén airados, y, no obstante, no pequen”. (Efesios 4:26.)

      En primer lugar, las víctimas no deben avergonzarse de sentirse airadas. Pueden hablar a otros de cómo se sienten. Hay mujeres que encuentran una salida para su ira interviniendo en el proceso legal o manteniendo unas notas de este. También se puede desahogar la ira con actividades físicas, como jugar al tenis, al bádminton, al balonmano, pasear, correr, montar en bicicleta o nadar, actividades que tienen además el beneficio de contribuir a combatir la depresión.

      No lo dude, usted puede recuperar el control de su vida.

      ¿Qué pondrá fin a la violación sexual?

      Poner fin a la violación sexual no es solo cuestión de que las mujeres se escondan o se defiendan de los violadores. “Quien viola es el hombre, y es el hombre el que colectivamente tiene el poder de poner fin a la violación”, dijo el autor Timothy Beneke en su libro Men on Rape (Violación. La opinión del hombre).

      Las violaciones no desaparecerán hasta que los hombres dejen de tratar a las mujeres como simples objetos y aprendan que las buenas relaciones no dependen de la dominación violenta. A nivel individual, los hombres maduros pueden pronunciarse e influir en otros hombres. Tanto hombres como mujeres pueden rechazar los chistes sexistas y las películas que contengan escenas de agresión sexual, así como negarse a apoyar a los anunciantes que explotan el sexo para vender productos. La Biblia aconseja: “Que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal como es propio de personas santas; tampoco comportamiento vergonzoso, ni habla necia, ni bromear obsceno, cosas que no son decorosas, sino, más bien, el dar gracias”. (Efesios 5:3, 4.)

      Los padres pueden enseñar a sus hijos a mostrar respeto a las mujeres con su propio ejemplo. También deben enseñarles a ver a las mujeres como las ve Jehová Dios, con imparcialidad. (Hechos 10:34.) Deben animarles a incluirlas entre sus amistades y enseñarles a sentirse cómodos cuando estén con ellas, como fue el caso de Jesús. Han de explicarles que las relaciones sexuales son un acto de ternura y amor reservado exclusivamente para los casados. Los padres deben hacer ver a los hijos con toda claridad que no tolerarán la violencia ni aprobarán una actitud dominante. (Salmo 11:5.) Además, tienen que animarlos a hablar abiertamente con ellos de cuestiones sexuales y a esforzarse por resistir la presión sexual.

      Un problema que pronto dejará de existir

      Sin embargo, no dejará de haber violación sin que se produzcan cambios revolucionarios en la sociedad mundial. “La violación no es solo un problema individual, también es un problema de familia, un problema social y un problema nacional”, dijo la investigadora Linda Ledray.

      La Biblia promete que toda la Tierra estará habitada por una sociedad libre de violencia en la que el hombre ya no ‘dominará al hombre para perjuicio suyo’. (Eclesiastés 8:9; Isaías 60:18.) Pronto llegará el día en que Jehová Dios no tolerará más ningún tipo de abuso de poder, incluida la violación. (Salmo 37:9, 20.)

      En esa nueva sociedad mundial, se educará a todas las personas para que sean pacíficas y se amen unas a otras sin tener en cuenta el sexo, la raza o la nacionalidad. (Isaías 54:13.) En ese tiempo, las personas mansas vivirán sin temer a nadie —sea amigo o extraño— y “hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. (Salmo 37:11.)

      [Recuadro/Fotografía en la página 11]

      Si usted es víctima de una violación

      □ Solicite atención médica.

      □ Si lo desea, pida que una asesora especializada en estos casos —si existe dicho servicio donde usted vive— la acompañe mientras se encarga de los trámites médicos y legales.

      □ Llame a la policía tan pronto como le sea posible. Los asesores recomiendan que denuncie la agresión, tanto por su propia seguridad como por la de otras mujeres. Recuerde que denunciar no es lo mismo que entablar una acción judicial, pero si más adelante decide entablar dicha acción, el haber demorado la denuncia puede restar fuerza a sus declaraciones.

      □ Conserve las pruebas. No se bañe, no se cambie de ropa, no se lave el cabello ni se lo peine y tampoco elimine las huellas dactilares ni las pisadas.

      □ El personal médico reunirá las pruebas y comprobará si ha contraído alguna enfermedad de transmisión sexual o si ha quedado embarazada. En caso de que le ofrezcan algún tratamiento para evitar el embarazo, lo que se conoce como píldora post-coito, o “del día siguiente”, las cristianas deben tener presente que tales fármacos pueden provocar el aborto de un óvulo fecundado.

      □ Haga lo que tenga que hacer para sentirse segura —cambiar las cerraduras de la casa, quedarse en casa de una amiga, bloquear la puerta de entrada—, aunque a algunos les parezca una reacción exagerada.

      □ Sobre todo, acuda a las Escrituras en busca de consuelo y ore a Jehová. Pronuncie el nombre de Jehová en voz alta tanto durante la agresión como después. Asista a las reuniones si le es posible y busque la compañía de los miembros de la congregación en el ministerio cristiano.

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