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ArrepentimientoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Si una persona tiene fe y amor a Dios en su corazón, sentirá un pesar sincero y tristeza debido a su mal proceder. El aprecio por la bondad y la grandeza de Dios hará que los transgresores sientan un profundo remordimiento por haber ofendido Su nombre. (Compárese con Job 42:1-6.) Por otra parte, el amor al prójimo les hará lamentar el daño que han causado a otros, el mal ejemplo que han puesto y quizás hasta la manera de manchar la reputación del pueblo de Dios ante los de afuera. Dichos transgresores buscan el perdón porque desean honrar el nombre de Dios y trabajar para el bien de su prójimo. (1Re 8:33, 34; Sl 25:7-11; 51:11-15; Da 9:18, 19.) Arrepentidos, se sienten “quebrantados de corazón”, ‘aplastados y de espíritu humilde’ (Sl 34:18; 51:17; Isa 57:15), están ‘contritos de espíritu y tiemblan ante la palabra de Dios’ (Isa 66:2), palabra que hace un llamamiento hacia el arrepentimiento, y, en realidad, ‘van retemblando a Jehová y a su bondad’. (Os 3:5.) Cuando David obró tontamente al ordenar un censo, su “corazón [...] empezó a darle golpes”. (2Sa 24:10.)
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ArrepentimientoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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En la segunda carta que Pablo escribe a los corintios, el apóstol hace referencia a la “tristeza de manera piadosa” que estos expresaron como resultado de la reprensión que les había dado en la primera carta. (2Co 7:8-13.) Había ‘sentido pesar’ (me·ta·mé·lo·mai) por haberles tenido que escribir con tanta severidad y como consecuencia haberles causado dolor, pero dejó de sentirlo al ver que su reprensión había producido en ellos tristeza piadosa, una tristeza que les había llevado a un arrepentimiento sincero (me·tá·noi·a) de su actitud y proceder incorrectos. Sabía que el dolor que les había causado había obrado para su bien y no les haría ningún “daño”. La tristeza que conducía al arrepentimiento no era algo por lo que ellos tuvieran que sentir pesar, pues les mantenía en el camino de la salvación, evitando que reincidieran o apostataran, y les daba la esperanza de vida eterna.
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ArrepentimientoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Como puede verse, el pesar, el remordimiento y las lágrimas no son en sí mismos pruebas de arrepentimiento genuino; el factor determinante es el motivo del corazón. Oseas dice que Jehová denunció a Israel debido a que en su aflicción “no clamaron a [Él] por socorro con su corazón, aunque siguieron aullando en sus camas. A causa de su grano y vino dulce siguieron holgazaneando [...]. Y procedieron a regresar, no a nada más elevado [...]”. Era el egoísmo lo que estaba detrás de su ruego por alivio en tiempo de calamidad, y si se les concedía ese alivio, no aprovechaban la oportunidad para mejorar su relación con Dios adhiriéndose más estrechamente a sus elevadas normas (compárese con Isa 55:8-11); eran como un “arco flojo” que nunca da en el blanco. (Os 7:14-16; compárese con Sl 78:57; Snt 4:3.) El ayuno, el llanto y el plañir eran manifestaciones válidas, pero solo si los arrepentidos ‘rasgaban sus corazones’ y no simplemente sus prendas de vestir. (Joe 2:12, 13; véanse AYUNO; DUELO.)
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