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ZambiaAnuario de los testigos de Jehová 2006
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Ayuda para los refugiados
En África hay muchas personas que viven felices y en paz. Pero, lamentablemente, cada vez son más los que se ven afectados por la guerra. De la noche a la mañana, los vecinos se convierten en enemigos, seres inocentes tienen que huir de sus hogares, y poblaciones enteras son arrasadas. En la actualidad hay millones de refugiados que, llevando consigo escasos bienes materiales, buscan seguridad donde la hallen.
En marzo de 1999, miles de habitantes de la República Democrática del Congo entraron en avalancha a Zambia huyendo de la guerra. Como suele suceder en los conflictos armados, en aquel país las tropas saqueaban todo lo que hallaban a su paso, a la vez que obligaban a los hombres a transportar cargas pesadas y maltrataban a las mujeres y los niños. Como los testigos de Jehová se negaban a transportar armas, muchos de ellos fueron víctimas de humillaciones y palizas brutales. Katatu Songa, un precursor regular muy fiel de cincuenta y tantos años, recuerda: “Hicieron que me tendiera en el suelo delante de mujeres y niños, y me dieron latigazos hasta dejarme inconsciente”.
Para evitar esos maltratos, muchas familias huyeron. Mientras corrían por el bosque para escapar, a Mapengo Kitambo se le perdieron sus hijos. “No podíamos detenernos a buscar a nadie —explica—. Debíamos seguir adelante, aunque estábamos angustiados por nuestros seres queridos.” Muchos recorrieron a pie o en bicicleta centenares de kilómetros hasta llegar a un lugar seguro.
La pequeña población de Kaputa se inundó de refugiados. Entre ellos había cerca de cinco mil hermanos y familiares suyos, exhaustos por el largo y duro viaje. Los 200 publicadores del Reino que vivían en el pueblo ofrecieron hospitalidad cristiana con mucho gusto a sus hermanos, a pesar de que no estaban preparados para recibir a los refugiados. Uno de estos, Manda Ntompa, recuerda: “El amor y la hospitalidad que nos mostraron nos llegó al corazón. Al saber que éramos testigos de Jehová, los hermanos del lugar nos abrieron sus casas. Como la viuda de Sarepta, deseaban compartir con nosotros lo poquito que tenían”.
Cerca de la orilla del lago Mweru, en el norte, un grupito de Testigos atendió a centenares de refugiados, proporcionándoles organizadamente alimento y cobijo. Además, las congregaciones cercanas suministraron mandioca (o yuca) y pescado. Por fin, al cabo de tres meses, los Testigos congoleños fueron inscritos y trasladados a un campo de refugiados.
Por lo general, quienes huyen apresuradamente de conflictos violentos tienen que dejar atrás sus bienes más preciados, por lo que raras veces se llevan consigo libros y revistas. Algunos siervos de Dios, en cambio, pese a verse en esa situación, lograron llevarse sus publicaciones. Aun así, las biblias y las publicaciones bíblicas escaseaban. Por ejemplo, era común que en una reunión con 150 asistentes solo hubiera cinco libros. ¿Cómo se las arreglaban? Un hermano explica: “Los que tenían Biblia buscaban los textos, y los que no tenían, escuchaban con mucha atención. De modo que todos podían participar con sus comentarios y así alabar a Jehová y animarse unos a otros”.
Se atienden las necesidades materiales
La mayoría de los refugiados son mujeres y niños, quienes suelen llegar mal de salud y sin nada que comer. ¿Cómo les han ayudado los testigos de Jehová? El periódico Times of Zambia publicó lo siguiente: “Es loable que la Asociación de los Testigos de Jehová de Zambia haya enviado voluntarios y brigadas de socorro al antiguo Zaire con el objetivo de aliviar la carga de los refugiados en la zona de los Grandes Lagos africanos”. El artículo explicaba que Testigos de Bélgica, Francia y Suiza habían “enviado a los refugiados 500 kilogramos de medicamentos, 10 toneladas de suplementos vitamínicos, 20 toneladas de comida, más de 90 toneladas de ropa, 18.500 pares de zapatos y 1.000 mantas [frazadas]. Todo ello por valor de casi un millón de dólares”.
El hermano Ntompa explica: “El día que llegaron los suministros, todos estábamos muy emocionados, y nuestra fe se fortaleció. ¡Qué organización tan humanitaria la nuestra! Aquella gran manifestación de amor hizo que muchos de los familiares no creyentes de nuestros hermanos cambiaran de actitud. Desde entonces, algunos se han unido a nosotros y están progresando bien como adoradores de Dios”. Los suministros se donaron a todos los refugiados, sin discriminación.
A finales de 1999 había ya en el país más de doscientos mil desplazados. Un periódico local señaló: “Zambia se ha convertido en uno de los mayores países de asilo para los refugiados africanos que huyen de los conflictos”. Pese a las iniciativas oficiales para satisfacer las necesidades de los refugiados, la frustración y el descontento de estos han desatado protestas violentas. Tras un alboroto, las autoridades del campo acusaron al superintendente de circuito de no haberles ayudado a mantener el orden, aunque los testigos de Jehová no habían participado en los disturbios. Amable, pero firmemente, el hermano respondió: “¡Claro que les he ayudado! ¿Pueden imaginarse cuánto habrían empeorado las cosas si se hubieran añadido a la turba 5.000 personas? Den gracias de que por lo menos 5.000 refugiados no participaron en el alboroto por ser Testigos. ¡Son hermanos míos!”.
Se reconoce que los testigos de Jehová son una influencia estabilizadora en la comunidad de refugiados. Un funcionario del gobierno comentó: “Como se decía que los testigos de Jehová son muy religiosos, a muchos de ellos los nombramos supervisores de sección. Con su ayuda, desde entonces hay calma en el campo de refugiados y todos se concentran en leer la Biblia. Doy gracias a Dios de que esas personas continúen con nosotros y de que reine la paz en el campo”.
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ZambiaAnuario de los testigos de Jehová 2006
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[Ilustración de la página 193]
Derecha: Manda Ntompa y su familia en el campo de refugiados de Mwange (2001)
[Ilustración de la página 193]
Abajo: campo de refugiados típico
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