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¿Debería su Iglesia mezclarse en la política?¡Despertad! 1988 | 22 de diciembre
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¿Debería su Iglesia mezclarse en la política?
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Brasil
EL MUCHACHO es alto y delgado. Por lo que se ve, lleva algún tiempo sin darse un baño. Trabaja de limpiabotas, y está buscando algún cliente. En la sala de espera, alguien le ofrece un pastel hecho en casa que él agarra con avidez con unas manos visiblemente sucias. Sin pronunciar palabra, se sienta en el suelo y comienza a devorarlo. Pronto aparecen otros chicos, y cada uno recibe un trocito. Poco tiempo después, el pastel ha desaparecido.
Escenas lamentables como esta son comunes en cualquier ciudad grande del mundo. En sus calles viven y mueren diariamente un sinfín de personas sin hogar. En chabolas de barrios insalubres y hacinados, muchas madres luchan por alimentar a sus hijitos, y hasta pasan hambre por esta causa. Sin embargo, como dijo en cierta ocasión Lyndon B. Johnson, ex presidente de Estados Unidos, “los cálculos de la política moderna hacen que resulte tentador pasar por alto a los muy pobres debido a que son una minoría que no puede expresarse”.
Al mismo tiempo, el ver a niños con el estómago vacío impele a preguntarse: “¿Qué les pasará a todos los niños abandonados? ¿Recibirán ayuda algún día los afligidos?”.
¿Cuál es el papel de la Iglesia?
No hay duda de que usted se preocupa por cuestiones como la pobreza, la vivienda y la salud. Por eso, ¿se ha preguntado alguna vez si su Iglesia debería participar activamente en las reformas sociales?
Quizás se sienta inclinado a responder: “¿Por qué no? La Iglesia debería utilizar su influencia para hacer del mundo un lugar mejor”. O, por el contrario, ¿opina usted como el ministro de Justicia de Brasil, Paulo Brossard, quien dijo: “Los asuntos seglares los resuelve el estado, y los espirituales, la Iglesia”?
En Brasil, el país que cuenta con mayor número de católicos nominales, los obispos ahora hablan libremente de cuestiones sociales. Por ejemplo: el periódico Latin America Daily Post comenta: “La Iglesia brasileña se está convirtiendo cada vez más en una defensora de la causa de los oprimidos que no tienen tierras, un viraje histórico desde los días en que la Iglesia daba más apoyo a la oligarquía [clase social dirigente]”.
Una nueva teología
Este viraje, o cambio, que se produce entre muchos miembros del clero católico ha resultado en una teología radicalmente nueva. Según un periódico brasileño, “la teología de la liberación tiene que ver con un movimiento muy extendido entre los sacerdotes brasileños que defiende el apoyo de la Iglesia a los elementos revolucionarios que tienen la finalidad de luchar contra la pobreza y la opresión”.
Esta teología alternativa propone que Jesús fue un libertador. Promueve la ‘creencia fundamental de que la principal misión del cristianismo implica movilizar políticamente a los pobres’. De modo que la teología de la liberación justifica la acción en un mundo donde a los pobres siempre se les ha animado a permanecer pasivos.
El activista Francis O’Gorman explica: “Tiene que producirse un cambio. Cuando dos terceras partes del mundo sufren pobreza porque se les niegan sus derechos, algo va mal en la sociedad. Disponemos de los recursos necesarios para alimentar a todo el mundo. Vemos a los ricos enriquecerse aún más mientras que los pobres cada vez se sumen más en la pobreza”.
Está dividiendo a la Iglesia
La teología de la liberación está dividiendo a la iglesia católica de una forma drástica. Por ejemplo: el papa Juan Pablo II ha censurado el compromiso de los sacerdotes con dicha teología. Él dijo: “La idea de Cristo como figura política, como revolucionario, como hombre subversivo de Nazaret, no concuerda con el catecismo de la Iglesia”. En realidad, el Papa trata de frenar a los movimientos activistas, pues teme que la Iglesia de América Latina se esté dejando manipular por fuerzas radicales.
Recientemente, el Papa amonestó al teólogo brasileño Leonardo Boff por abogar en favor de la teología de la liberación. Es interesante el hecho de que los prelados católicos, como el Papa, no critican a los apoyadores de la teología de la liberación por mezclarse en la política, pues eso es precisamente lo que ha hecho la Iglesia en su larga historia. No, más bien, lo que les motiva a objetar es la similitud que existe entre la teología de la liberación y la ideología comunista.
El cardenal brasileño Vicente Scherer declaró que los comunistas “adoptan una táctica diferente a la utilizada en el pasado para infiltrarse y dominar. En lugar de utilizar métodos brutales, [...] tratan de atraer hacia su causa a ciertas facciones de la Iglesia, y, lamentablemente, han conseguido que esas facciones participen en promover la causa comunista”.
Boaventura Kloppenburg, obispo católico de Salvador (Brasil), dijo lo siguiente respecto a los defensores de la teología de la liberación: “Quieren hacer una nueva versión del Evangelio, una nueva interpretación de la doctrina y la historia, quieren conseguir una adaptación popular de la liturgia, quieren desbloquear las conciencias morales en el sentido de que la gente pueda cometer actos revolucionarios sin problemas”.
No es de extrañar que los católicos honrados encuentren difícil seguir a líderes eclesiásticos que discrepan tanto.
¿Tendrá éxito la teología de la liberación?
Aunque los defensores de la teología de la liberación sean bienintencionados, las reformas necesarias no se alcanzan fácilmente. Las complejidades de la sociedad humana y el egoísmo innato hacen patente que hasta si se consigue efectuar un cambio, los problemas no se resuelven. Como escribió Lord Halifax: “Cuando la gente lucha por su libertad, raramente consigue algo de su victoria, aparte de nuevos amos”.
Pregúntese: ¿Saben las personas que creen en tales movimientos, como la teología de la liberación, adónde se les está conduciendo? Jesús advirtió del peligro de andar a ciegas, al decir: “Por eso, si un ciego guía a un ciego, ambos caerán en un hoyo”. (Mateo 15:14.)
De modo que, ¿está usted seguro de tener un cuadro real de la difícil situación que atraviesan los pobres del Tercer Mundo y de cómo se puede resolver? ¿Ve Dios los problemas de la pobreza y la opresión, y piensa hacer algo al respecto?
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Cómo se puede resolver el problema de los pobres¡Despertad! 1988 | 22 de diciembre
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Cómo se puede resolver el problema de los pobres
ALGUNOS líderes religiosos se expresan con tanta elocuencia sobre los problemas actuales, que la gente puede llegar a creer que saben muy bien el modo de mejorar las cosas. Sin embargo, si los políticos y los economistas no han sido capaces de solucionar los problemas, ¿podrán lograr algo los líderes religiosos mediante apoyar a los elementos revolucionarios?
Los líderes religiosos defienden su espíritu agitador, pero no todo el mundo está convencido de su sinceridad. Edmund Burke escribió: “Es un error bastante extendido suponer que los que más fuerte se quejan en defensa del público en general son los que tienen más interés en su bienestar”. ¿Cabe la posibilidad de que a esos líderes los motiven intereses nada afines al celo por la justicia?
La revista brasileña Veja afirma lo siguiente: “En realidad, lo que la Iglesia desea es poder [...]. El hecho de que las riquezas del mundo estén tan concentradas en países protestantes, budistas y hasta ateos, obliga a la Iglesia a tratar de recobrar el poder a través de los pobres del Tercer Mundo”.
Pero aun admitiendo que a nivel individual los clérigos no busquen ventajas personales, ¿saldrán verdaderamente beneficiados los pobres si apoyan un movimiento de liberación que respalda el activismo social? ¿Es esa la manera de resolver el problema de los pobres?
Un patrón establecido para los cristianos verdaderos
¿Qué ejemplo puso Jesucristo, aquel a quien todos los cristianos verdaderos están obligados a imitar? Mientras estuvo en la Tierra, no se envolvió en reformas sociales ni se apartó de su comisión de hablar a otros acerca del Reino de Dios. (Lucas 4:43; Juan 6:15.) Hasta el papa Juan Pablo II, mientras trataba el tema del activismo social, dijo: “En los Evangelios se ve claramente que para Jesús, cualquier cosa que hubiese alterado su misión como el Siervo de Yahweh [Jehová] era una tentación”.
Esto no significa que Jesús no reconociera las necesidades de los pobres. Sí lo hacía. La Biblia dice que cuando vio a las muchedumbres, “se compadeció de ellas, porque estaban desolladas [u hostigadas] y desparramadas como ovejas sin pastor”. (Mateo 9:36.) Además, a los que desearan seguirle les extendió la siguiente invitación: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré”. (Mateo 11:28.)
Así es como habla del Reino de Cristo una profecía bíblica: “Él librará al pobre que clama por ayuda, también al afligido y a cualquiera que no tiene ayudador. Le tendrá lástima al de condición humilde y al pobre, y las almas de los pobres salvará. De la opresión y de la violencia les redimirá el alma, y la sangre de ellos será preciosa a sus ojos”. (Salmo 72:12-14.)
Por consiguiente, los que quieren imitar a Jesús deben sentir gran compasión por los pobres y tratar de ayudarlos. ¿Pero cómo? En vista de que Jesús reconoció que el mundo actual está bajo el control de Satanás el Diablo, no trató de reformarlo. (Lucas 4:5-8; Juan 12:31; 14:30; 18:36.) No obstante, sí ayudó a los pobres mediante darles instrucción que les ayudaría a enfrentarse a los problemas de la vida.
Jesús enseñó a sus discípulos a ser personas emprendedoras, en imitación de su propio ejemplo y el de su Padre. “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando”, dijo Jesús. (Juan 5:17.) A los seguidores de Cristo también se les instruyó a cuidar de sí mismos y de sus familias por medio de ser virtuosos, honrados e industriosos. (Filipenses 4:4-8; 1 Tesalonicenses 4:11, 12.) Pero esto solo era en preparación de algo mejor: la realización de las bendiciones del Reino de Dios.
El Reino de Dios es la única solución
Jesús presentó el Reino de Dios como la única solución realista y duradera para el problema de los pobres y de toda otra persona. ¿Qué opina usted al respecto? ¿Por qué hablan tan poco del Reino de Dios los defensores de la teología de la liberación?
La verdad es que han perdido la fe en las promesas bíblicas sobre el Reino de Dios. Sin embargo, cuando Jesús enseñó a sus seguidores que orasen para ‘que viniese el Reino de Dios y se hiciese Su voluntad en la Tierra como en el cielo’, no estaba dando una esperanza ilusoria. Esa oración recibirá una respuesta. El Reino de Dios es un gobierno real. Usted puede tener el convencimiento de que Cristo jamás hubiera engañado a sus devotos seguidores enseñándoles a orar por algo que nunca iba a acontecer. (Mateo 6:9, 10.)
El apóstol Pedro fue bendecido con una vista por anticipado de este gobierno celestial. Eso ocurrió con ocasión de la transfiguración de Jesús ante Pedro y otros dos apóstoles en una montaña elevada. Por eso, muchos años después, Pedro pudo escribir: “No, no fue siguiendo cuentos falsos artificiosamente tramados como les hicimos conocer el poder y la presencia de nuestro Señor Jesucristo, sino por haber llegado a ser testigos oculares de su magnificencia”. (2 Pedro 1:16-18.)
En una visión, Pedro pudo ver a Cristo gobernando en ese Reino de Dios. “Por consiguiente —continúa Pedro—, tenemos la palabra profética [sobre el Reino, mediante profetas como Isaías y Daniel] hecha más segura.” (2 Pedro 1:19.) Por ejemplo: el profeta Daniel registró una visión de la instalación de Cristo como Rey, cuando le “fueron dados gobernación y dignidad y reino”. Daniel pasó a decir: “Su gobernación es una gobernación de duración indefinida que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas”. (Daniel 7:13, 14.)
¿Qué dice “la palabra profética” que les sucederá a los gobiernos humanos actuales cuando venga el Reino de Dios en respuesta a las oraciones de los seguidores de Cristo? Lea lo que se predijo por inspiración en Daniel 2:44: “En los días de aquellos reyes [los gobiernos que existen actualmente] el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas [el Reino por el que Cristo enseñó a sus discípulos a orar]. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos [gobiernos humanos actuales], y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”.
Verdaderamente, el Reino de Dios es la única esperanza de la humanidad para resolver el problema de los pobres. Se ha demostrado que el hombre es incapaz de gobernar bien a su prójimo. La historia revela que “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”, sin importar el tipo de gobierno que se haya probado. Como indicó hace mucho tiempo la Palabra de Dios: sencillamente, al hombre no le pertenece gobernarse a sí mismo sin contar con Dios. (Eclesiastés 8:9; Jeremías 10:23.)
Por otro lado, puede estar seguro de que las abundantes bendiciones descritas en la “palabra profética” de Isaías se cumplirán. Allí dice: “Ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. [...] No se afanarán para nada, ni darán a luz para disturbio; porque son la prole que está compuesta de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. Y realmente sucederá que, antes que ellos clamen, yo mismo responderé; mientras todavía estén hablando, yo mismo oiré”. (Isaías 65:21-24.)
Para impartir estas bendiciones, Jehová Dios no utilizará ningún esfuerzo ni movimiento humano, ni siquiera la teología de la liberación. Él va a hacer que su gobierno celestial asuma el poder, reúna a toda la humanidad obediente y traiga justicia y prosperidad. De modo que tenga presente el Reino de Dios. Póngalo en primer lugar en su vida. Sí, “mejor es refugiarse en Jehová que confiar en el hombre terrestre”. (Salmo 118:8; Mateo 6:33.)
[Ilustración en la página 7]
El Reino de Dios resolverá los problemas de los pobres
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