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  • La religión y la superstición... ¿amigas, o enemigas?
    La Atalaya 1987 | 1 de noviembre
    • La religión y la superstición... ¿amigas, o enemigas?

      EL SÁBADO 11 de junio de 1983, en la isla indonesia de Java los aldeanos corrían a sus hogares para sellar apresuradamente todas las grietas de techos, ventanas y puertas. ¿Qué terror los amenazaba? Había empezado un eclipse solar, y temían que la sombra del eclipse entrara en sus hogares y les causara alguna calamidad.

      En los llamados países en desarrollo, la gente suele observar con fervor religioso creencias parecidas a la que acabamos de mencionar. Por ejemplo, en algunas partes de África la gente evita caminar bajo el sol del mediodía porque “el que lo hace puede volverse loco”. Los padres no quieren que sus hijos coman huevos, por temor de que “se hagan ladrones”. No dicen cuántos hijos tienen, porque “si las brujas oyen que uno se jacta, le llevan uno de los hijos” (African Primal Religions).

      La gente del mundo occidental tiende a reírse de esas costumbres, que son para ella un despliegue de temor supersticioso, producto de ‘ignorancia pagana’. Sin embargo, no son solo personas no cristianas quienes tienen creencias como esas. Influencias semejantes “se ven en gente de todo el mundo”, dice el Dr. Wayland Hand, profesor en costumbres populares e idiomas germánicos. Él y su colega, el Dr. Tally, ya han reunido casi un millón de ejemplos de supersticiones tan solo en los Estados Unidos.

      Muchos que se consideran cristianos, impulsados por su deseo de conocer el porvenir, investigan la astrología... una de las formas más antiguas de la superstición. Y es curioso que a veces las creencias supersticiosas tienen el apoyo y respaldo franco de líderes religiosos. Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York, un frío 10 de enero de 1982, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Griega oriental, Vasilios, presidió una misa al aire libre para celebrar la Fiesta de la Epifanía. Después, según el periódico New York Post, arrojó al río East una cruz de oro y dijo a los observadores que la primera persona que regresara con la cruz tendría buena suerte durante el resto de la vida.

      Pero ¿hay compatibilidad entre las creencias cristianas y la superstición? Cierto escritor ha dicho: “Sobre la tumba de la fe crece la flor de la superstición”. Por eso, ¿no hubiera de esperarse que la religión cristiana contrarrestara y eliminara el temor supersticioso?

      La religión...¿elimina el temor supersticioso?

      La religión verdadera debería eliminar tal temor, y en el primer siglo lo hizo. Aunque los primeros cristianos vivían en medio del mundo romano, donde dominaba la superstición, rechazaron las supersticiones. Pero después de la muerte de los apóstoles de Cristo empezaron a introducirse en la congregación enseñanzas religiosas falsas, entre ellas supersticiones. (1 Timoteo 4:1, 7; Hechos 20:30.) Empezó a surgir una clase clerical que, según el libro A History of the Christian Church, aceptó la práctica de usar horóscopos y seguir otras supersticiones. Con el tiempo, aquellas prácticas populares fueron llamadas “cristianas”.

      ¿Y qué sucede hoy día? La religión todavía tolera las costumbres supersticiosas. Considere el país de Suriname, o Surinam, donde personas de descendencia africana que se identifican como cristianos suelen usar amuletos para que los protejan de los espíritus malos. Un observador dijo: “Día tras día estas personas viven, comen, trabajan y duermen en pavor”. Por todo el mundo, otros millones de personas temen a los “espíritus” de los muertos. Lo irónico es que muchas veces la religión ha promovido esas supersticiones.

      Considere lo que sucedió en la isla africana de Madagascar. Cuando los misioneros de la cristiandad empezaron a esparcir sus creencias, los habitantes de Madagascar respondieron a sus esfuerzos, pero no quisieron librarse de sus creencias tradicionales. ¿Cómo reaccionaron las iglesias? El Daily Nation, periódico de Kenia, dice: “Los primeros misioneros fueron tolerantes y flexibles, y con el tiempo aceptaron esta situación”. ¿Qué resultado tuvo esto? Hoy la mitad de la población de Madagascar es, supuestamente, cristiana. Sin embargo, ¡también teme a los “espíritus” de sus antecesores muertos! Por eso, es práctica común que inviten al sacerdote o a su pastor para que bendiga los huesos de algún antecesor antes de devolverlos al sepulcro familiar. Sí, líderes religiosos han perpetuado la mentira de que se puede engatusar, adular y sobornar a Dios, al Diablo y a los antecesores muertos mediante costumbres supersticiosas.

      Lo mismo sucede en Sudáfrica, donde el 77% de la población afirma que es cristiana y muchísimas personas asisten a las iglesias. Sin embargo, millones de esos miembros de las iglesias siguen observando la religión africana tradicional, con su temor supersticioso a los antepasados muertos. Así, en muchísimos países llamados cristianos la religión es simplemente una apariencia sin sustancia. Si se busca debajo de la superficie, se puede ver que las viejas supersticiones han sobrevivido y medran.

  • La religión verdadera elimina el temor... ¿cómo?
    La Atalaya 1987 | 1 de noviembre
    • La religión verdadera elimina el temor... ¿cómo?

      LOS autores británicos Edwin y Mona Radford quedaron perplejos. Tras de reunir más de dos mil supersticiones, descubrieron que Escocia, India y Uganda, y también la América Central, tenían los mismos temores supersticiosos. Se preguntaron qué razón pudiera haber para esto. El escritor Robertson Davies no se equivoca cuando dice: “Parece que la superstición está conectada con algún cuerpo de creencias que precedió por mucho a las religiones que conocemos”. Entonces, ¿qué “cuerpo de creencias” que precedió al cristianismo es la raíz de la superstición?

      Raíz y ramas de la superstición

      La Biblia señala a la tierra de Sinar (la zona entre los ríos Tigris y Éufrates, después llamada Babilonia) como el lugar de origen de conceptos religiosos falsos, entre ellos supersticiones. Allí, “un poderoso cazador” llamado Nemrod empezó a construir la notoria Torre de Babel. El propósito era usar aquella estructura en adoración falsa. Sin embargo, Jehová Dios confundió el lenguaje de los constructores y les frustró los planes. Gradualmente dejaron de construir, y fueron esparcidos de allí. (Génesis 10:8-10; 11:2-9.) Sin embargo, a todo lugar donde aquella gente fue, llevó consigo las mismas creencias, ideas y mitos. No obstante, Babel siguió siendo centro de la religión falsa, y con el tiempo dio expansión también a su papel de madre y nodriza de la magia, el sortilegio y las creencias supersticiosas, como la astrología. (Compárese con Isaías 47:12, 13; Daniel 2:27; 4:7.) Por eso un libro sobre ciudades antiguas, Great Cities of the Ancient World, dice: “La astrología se fundaba en dos ideas babilónicas: el zodíaco y la divinidad de los cuerpos celestes. [...] Los babilonios atribuían a los planetas las influencias que se esperarían de sus respectivas deidades”.

      ¿Qué efecto han tenido en nosotros estos sucesos de la antigüedad? El libro bíblico de Revelación indica que de las ideas de la antigua Babilonia se ha desarrollado un sistema religioso falso que se extiende por todo el mundo. Ha existido hasta nuestro tiempo, y se llama “Babilonia la Grande”. (Revelación 17:5.) Por supuesto, el tiempo y los sucesos locales han ejercido influencia en aquellas ideas babilónicas originales. Como resultado, hoy hay gran diversidad de religiones. Pero tal como muchas veces sucede que en el mismo terreno crecen diversos árboles, así diversas religiones y supersticiones de todo el mundo tienen sus raíces en terreno común: Babilonia. Para ilustrar este punto, consideremos cómo una de las creencias supersticiosas de Babilonia se ha infiltrado en casi toda religión del mundo hoy.

      ¿En qué se basa el temor a los muertos?

      Los babilonios creían que una parte espiritual del hombre sobrevivía a la muerte del cuerpo carnal y podía regresar para causar bien o mal a los vivientes. Por eso, inventaron ritos religiosos que tenían el propósito de apaciguar a los muertos y evitar su venganza. Esta creencia se mantiene viva en muchos países hoy. Por ejemplo, en África “desempeña un papel vital en la vida diaria de casi toda [...] sociedad” (African Religions—Symbol, Ritual, and Community).

      En esos países, hasta supuestos cristianos son afectados por tales creencias. Por ejemplo, Henriette, de 63 años de edad, descendiente de africanos, confiesa: “Aunque yo pertenecía a la iglesia protestante local, temía a los ‘espíritus’ de los muertos. Vivíamos cerca de un cementerio, y siempre que cerca de nuestra casa pasaba una procesión fúnebre yo despertaba a mi hijito y lo abrazaba hasta que la procesión había pasado. No quería que el ‘espíritu’ del muerto entrara en casa y lo poseyera mientras dormía”.

      Supersticiones como esa sobreviven debido a la enseñanza del alma inmortal, común en la cristiandad. La historia muestra que los filósofos griegos —especialmente Platón— ampliaron la idea babilónica de la inmortalidad. Bajo la influencia de estos filósofos, según escribe John Dunnett, prominente conferenciante británico sobre teología, “el concepto de la inmortalidad del alma se difundió extensamente dentro de la Iglesia Cristiana”. Esta enseñanza babilónica ha mantenido a millones de personas en esclavitud al temor supersticioso.

      Sin embargo, la religión verdadera elimina ese temor. ¿Por qué? Porque la religión verdadera no se funda en creencias que tienen sus raíces en Babilonia, sino en enseñanzas bíblicas.

      El alma según la Biblia

      El primer libro de la Biblia nos dice que el hombre llegó a ser un alma, una persona viviente. (Génesis 2:7.) Por eso, cuando una persona muere, el alma muere. El profeta Ezequiel confirma esto: “El alma que peca... ella misma morirá”. (Ezequiel 18:4; Romanos 3:23.) El alma es mortal y no sigue viviendo después de la muerte. En vez de eso, como dice Salmo 146:4: “Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos”. Por eso, la conclusión del conferenciante John Dunnett es que la inmortalidad del alma “sigue siendo una creencia sin apoyo bíblico”.

      Si no hay alma inmortal, no puede haber “espíritus” de los muertos que aterroricen a la gente en la Tierra. Se desmorona el fundamento para temer supersticiosamente a los muertos.

      Temor basado en engaño

      No es fácil que desaparezca el supersticioso temor a los muertos. ¿Por qué? Porque es verdad que suceden cosas raras... como sucedió aquella noche en que, en Suriname, una señora de mediana edad oyó que alguien la llamaba por su nombre. Ella no hizo caso, pero entonces unas “manos” invisibles empezaron a tocarla; y cuando ella objetó a aquello, una fuerza invisible casi la estranguló. Usted quizás se pregunte: ‘Si los “espíritus” de los muertos no están vivos, ¿quién fue responsable de esto?’. De nuevo, el conocimiento bíblico disuelve el temor supersticioso.

      Este conocimiento muestra que sí existen fuerzas espirituales inicuas, llamadas demonios. Sin embargo, estos demonios no son almas de difuntos. Son ángeles de Dios que se rebelaron y se pusieron de parte de Satanás, quien “está extraviando a toda la tierra habitada”. (Revelación 12:9; Santiago 2:19; Efesios 6:12; 2 Pedro 2:4.) La Biblia muestra que los demonios se deleitan en engañar, asustar y hostigar a los humanos. El relato de Lucas 9:37-43 muestra que un demonio ‘convulsionaba con espumarajos’ a un muchacho y lo afligía con magulladuras. Hasta cuando llevaron al muchacho a Jesús, “el demonio lo arrojó al suelo y lo convulsionó violentamente. Sin embargo —continúa el relato—, Jesús reprendió al espíritu inmundo y sanó al muchacho y se lo entregó a su padre”.

      Un dato interesante es que la Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature define superstición como “la adoración de dioses falsos”. Por eso, si usted ejecuta actos supersticiosos como los ya mencionados, puede que, quizás sin darse cuenta, ¡esté apaciguando a “dioses falsos”, o a los demonios! Tal adoración falsa es una ofensa grave contra Jehová Dios. (Compárese 1 Corintios 10:20 con Deuteronomio 18:10-12a.)

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