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  • La elección del cristianismo primitivo no se dejó al azar
    ¡Despertad! 1988 | 8 de agosto
    • EN EL primer siglo había dioses de toda clase y para todos los gustos. Desde su nacimiento hasta su muerte, los ciudadanos del imperio romano esperaban la protección y el auxilio de sus diferentes deidades.

      Cuba cuidaba del bebé recién nacido, y Osipago fortalecía sus huesos. Adeona guiaba sus primeros pasos, mientras que Fabulino le enseñaba a hablar. Marte lo protegería en la batalla. Cuando enfermase, Esculapio lo cuidaría. Una vez que muriese, sería Orco, el dios del mundo de los muertos, quien velaría por él.

      Todas las ciudades y tribus importantes podían presumir de tener su propio dios patrón, y diariamente se ofrecía incienso al emperador romano, a quien se consideraba un dios que se había encarnado. La adoración a las deidades orientales estaba de moda, y se habían erigido templos en honor de Mitra, Isis y Osiris. Incluso los judíos, que profesaban adorar al invisible Dios Todopoderoso, se habían dividido irremediablemente en numerosas sectas religiosas.

  • La elección del cristianismo primitivo no se dejó al azar
    ¡Despertad! 1988 | 8 de agosto
    • [Ilustraciones en la página 6]

      La antigua Roma adoraba a muchos dioses, entre ellos: Marte, el dios de la guerra; Júpiter, el principal dios romano, y Esculapio, el dios de la medicina

      Marte

      [Reconocimiento]

      Dibujo basado en la colección de Mansell

      Júpiter

      [Reconocimiento]

      Dibujo basado en una exposición del Museo Británico

      Esculapio

      [Reconocimiento]

      Dibujo basado en una exposición del Museo Arqueológico Nacional de Atenas

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