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El insólito matrimonio de Boaz y RutLa Atalaya 2003 | 15 de abril
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El insólito matrimonio de Boaz y Rut
ES PRIMAVERA, y el campo cercano a Belén es un hervidero de actividad. Después de un largo día, el aroma del grano recién tostado recuerda a los hambrientos trabajadores que ha llegado la hora de comer, durante la cual se deleitarán con el fruto de su trabajo.
Boaz, un rico terrateniente, come y bebe hasta saciarse y luego, cuando el día de siega llega a su fin y cada hombre va en busca de un lugar cómodo en donde descansar, se acuesta satisfecho al lado de un montón de grano, se tapa y se queda dormido.
Un encuentro furtivo
A medianoche, Boaz se despierta temblando de frío. Claro, alguien le ha destapado los pies, y además ¡hay una persona acostada allí! En la oscuridad no la reconoce, así que pregunta: “¿Quién eres?”. Una voz de mujer le contesta: “Soy Rut tu esclava, y tienes que extender tu falda sobre tu esclava, porque tú eres un recomprador” (Rut 3:1-9).
A solas comienzan a conversar. Las mujeres no acostumbran a presentarse de esta forma en una era (Rut 3:14). No obstante, como Boaz la invita a hacerlo, Rut se queda acostada a sus pies hasta poco antes del amanecer, momento en el que se levanta y se marcha, evitando así comentarios infundados.
¿Acaso se trataba de un encuentro amoroso? ¿Había sido hábilmente seducido este pudiente anciano por Rut, una pobre y joven viuda de un país pagano? ¿O quizás fue Boaz el que esa noche se estaba aprovechando de las circunstancias y la soledad de Rut? En absoluto. Con una historia conmovedora de trasfondo, ambos destacan como ejemplos de profunda lealtad y amor a Dios.
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El insólito matrimonio de Boaz y RutLa Atalaya 2003 | 15 de abril
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Al cabo del día, Rut ha espigado unos 22 litros de cebada que, junto con lo que le sobró de la comida, lleva a casa para su suegra (Rut 2:15-18). Complacida al verla traer tanto alimento, Noemí le pregunta: “¿Dónde espigaste hoy [...]? Llegue a ser bendito el que se fijó en ti”. Al enterarse de que había sido Boaz, exclama: “Bendito sea él de Jehová, que no ha abandonado su bondad amorosa para con los vivos y los muertos. [...] El hombre es pariente nuestro. Es uno de nuestros recompradores” (Rut 2:19, 20).
En busca de un “lugar de descanso”
Deseosa de encontrar un hogar, o “lugar de descanso”, para su nuera, Noemí aprovecha la oportunidad para formular la petición de recompra de acuerdo con la Ley de Dios (Levítico 25:25; Deuteronomio 25:5, 6). Para atraer la atención de Boaz sobre este asunto, Noemí le expone a Rut sin tardanza un plan de acción muy eficaz, y quizás un tanto sorprendente. Una vez que Rut está preparada y bien aconsejada, baja a la era de Boaz al amparo de la oscuridad. Lo encuentra dormido, así que le destapa los pies y espera a que se despierte (Rut 3:1-7).
No cabe duda de que cuando Boaz se despierta, esta acción simbólica de Rut le ayuda a comprender el significado de la petición de ella de que ‘extienda la falda sobre su esclava’. El proceder de Rut recuerda a este anciano judío su responsabilidad como recomprador, ya que era pariente del difunto esposo de Rut, Mahlón (Rut 3:9).
Aunque Boaz no había previsto la visita nocturna de Rut, su reacción sugiere que tal solicitud de recompra no le era totalmente inesperada, pues estuvo dispuesto a acceder a su petición.
Él debió percibir cierta inquietud en la voz de ella, porque la tranquilizó diciendo: “Ahora, hija mía, no tengas miedo. Todo lo que dices lo haré para ti, porque toda persona en la puerta de mi pueblo se da cuenta de que eres una mujer excelente” (Rut 3:11).
Boaz consideró las acciones de Rut completamente virtuosas, pues le dijo: “Bendita seas de Jehová, hija mía. Has expresado tu bondad amorosa mejor en el último caso que en el primer caso” (Rut 3:10). En el primer caso, Rut había ejercido bondad amorosa, o amor leal, para con Noemí. En el último caso estuvo dispuesta a ofrecerse de forma altruista a ser recomprada por Boaz, un hombre mucho mayor que ella, a fin de producir descendencia para el nombre de Mahlón, su difunto esposo, y para Noemí.
Un recomprador se retracta
A la mañana siguiente, Boaz mantiene una conversación con un familiar, a quien se le llama “Fulano”, cuyo parentesco con Noemí es más cercano que el suyo. Delante de los habitantes y los ancianos de la ciudad, Boaz le dice: ‘Pensé que debería revelarte que tienes el derecho de recompra de la porción del campo que pertenecía al esposo de Noemí, Elimélec, y que ella tiene que vender. ¿Quieres recomprarla? —inquiere—. Porque si no es así, entonces yo lo haré’. Fulano responde diciendo que sí la recomprará (Rut 4:1-4).
¡Pero este personaje no sabe la sorpresa que le espera! Boaz pasa a añadir delante de todos los testigos: “El día que compres el campo de mano de Noemí, también es de Rut la moabita, la esposa del muerto, de quien tienes que comprarlo para hacer que el nombre del muerto se levante sobre su herencia”. Temiendo que esto pueda arruinar su propia herencia, dicho familiar próximo renuncia al derecho de recompra y se retracta diciendo: “Yo no puedo hacer la recompra” (Rut 4:5, 6).
Conforme a la tradición, el hombre que rehusaba efectuar la recompra tenía que quitarse la sandalia y dársela a su prójimo. Y así lo hace este recomprador cuando le dice a Boaz: “Cómpratelo”. A continuación, Boaz declara ante los ancianos y ante todo el pueblo: “Ustedes son testigos hoy de que en efecto compro de mano de Noemí todo lo que pertenecía a Elimélec y todo lo que pertenecía a Kilión y Mahlón. Y también a Rut la moabita, la esposa de Mahlón, la compro para mí, sí, por esposa, para hacer que el nombre del muerto se levante sobre su herencia [...]. Ustedes son testigos hoy” (Rut 4:7-10).
Toda la gente que se hallaba en la puerta responde a Boaz: “Conceda Jehová a la esposa que entra en tu casa ser como Raquel y como Lea, las cuales dos edificaron la casa de Israel; y tú, demuestra tu mérito en Efrata y cobra renombre en Belén” (Rut 4:11, 12).
Con la bendición del pueblo, Boaz toma a Rut por esposa. Ella le da a luz un hijo, Obed, por medio de quien Boaz y Rut llegan a ser antepasados del rey David y, por consiguiente, de Jesucristo (Rut 4:13-17; Mateo 1:5, 6, 16).
“Un salario perfecto”
A lo largo del relato, desde que se menciona su saludo amable a los trabajadores hasta que acepta la responsabilidad de conservar el nombre familiar de Elimélec, se observa que Boaz fue una persona sobresaliente, un hombre de acción y autoridad. Al mismo tiempo demostró autodominio, fe e integridad, así como generosidad, bondad, castidad y obediencia absoluta a los mandamientos de Jehová.
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