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    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
    • Hay que guardarse cuidadosamente de ella. El rey David, a quien Dios concedió muchos favores y gran autoridad, se dio cuenta de que a pesar de todo podía ser culpable de presuntuosidad, y por eso oró: “Las equivocaciones... ¿quién puede discernirlas? De pecados ocultos pronúnciame inocente. También retén a tu siervo de actos presuntuosos; no dejes que me dominen. En ese caso seré completo, y habré permanecido inocente de mucha transgresión”. (Sl 19:12, 13.) Existe gran peligro de que incurramos en presuntuosidad, y por eso hemos de estar en guardia constantemente. Los actos presuntuosos o atrevidos son pecados mucho más serios que las equivocaciones. Sin importar la posición que se ocupe, el tomarse libertades es una cosa detestable a la vista de Dios.

  • Presunción
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
    • Falta de respeto a la soberanía de Dios. Cuando una persona actúa de manera presuntuosa para con Dios, muestra falta de respeto a Su soberanía y Divinidad. Los más reprensibles son los que afirman ser sus siervos, pero presentan una imagen deformada de Él. Por eso, Jehová dijo de los falsos profetas: “El profeta que tenga la presunción de hablar en mi nombre una palabra que yo no le haya mandado hablar, [...] ese profeta tiene que morir. [...] Cuando hable el profeta en nombre de Jehová y la palabra no suceda ni se realice, [...] con presunción la habló el profeta”. (Dt 18:20-22.)

      Además, cuando, quizás por presunción, se muestra falta de respeto a los siervos nombrados de Jehová, en realidad se le muestra falta de respeto a Él. En Israel, los casos difíciles se llevaban al ‘lugar que Jehová escogía’ (desde los días de David en adelante, Jerusalén). A cualquiera que se burlase del juicio pronunciado tenía que dársele muerte, pues el que se oponía a los representantes de Dios estaba despreciando a Dios mismo. La Ley decía: “De acuerdo con la ley que te indiquen, y conforme a la decisión judicial que te digan, debes obrar. [...] Y el hombre que se porte con presuntuosidad al no escuchar al sacerdote que está de pie para servir de ministro allí a Jehová tu Dios, o al juez, ese hombre tiene que morir; y tienes que eliminar de Israel lo que es malo. Y todo el pueblo oirá y tendrá miedo, y ya no obrará presuntuosamente”. (Dt 17:8-13; compárese con Nú 15:30.) El apóstol Pedro habla de algunos que muestran gran falta de respeto a Dios y a sus siervos ungidos y los llama “osados [del griego tol·mētḗs, “atrevidos”, Val], voluntariosos, estos no tiemblan ante los gloriosos, sino que hablan injuriosamente”. Según dice Pedro, tales hombres “sufrirán [...] destrucción en su propio derrotero de destrucción”. (2Pe 2:10, 12.)

      El presumir por razón de cierto parentesco puede ser un lazo. Juan el Bautista discernió lo que pensaban los judíos cuando lo abordaron, y por eso les advirtió: “No se atrevan a decir dentro de sí: ‘Por padre tenemos a Abrahán’. Porque les digo que de estas piedras Dios puede levantar hijos a Abrahán”. (Mt 3:9.) La palabra griega que se traduce aquí “atrevan” es dó·xē·te, de do·ké·ō, que significa básicamente “pensar; formarse una opinión [correcta o incorrecta]”.

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