-
Cuando sufrimos alguna tragediaLa Atalaya 2005 | 1 de mayo
-
-
Cuando sufrimos alguna tragedia
OWEN, de dos años y medio, estaba jugando en el cuarto de baño de su casa. Allí se las arregló para llegar a un botiquín que sus padres creían que estaba fuera de su alcance. Al abrirlo, fijó su atención en una botella en particular. La destapó y se bebió su contenido. Las consecuencias fueron trágicas.
La botella contenía un ácido corrosivo, y, desgraciadamente, el pequeño Owen falleció. Sus padres estaban destrozados. Percy, el padre, acudió a su iglesia en busca de consuelo. “¿Por qué tuvo que ocurrir esto?”, preguntó. La respuesta que le dio el clérigo fue: “Dios quería otro angelito en el cielo”. El padre, consternado, pensó que aquello era totalmente injusto. ¿De veras quiso Dios que ocurriera esa tragedia? Ante tal desilusión, Percy decidió no tener nada más que ver con su iglesia.
Cada vez que pensaba en lo sucedido, se preguntaba: “¿Habrá dejado ya de sufrir mi hijo? ¿Volveré a verlo alguna vez?”.
Puede que usted también se haya preguntado qué ocurre cuando una persona muere y si en el futuro será posible reencontrarnos con nuestros seres queridos que han muerto. La Palabra de Dios, la Biblia, arroja luz sobre estas cuestiones. En sus páginas hay respuestas claras y reconfortantes para quienes han pasado por tragedias parecidas. Es más, la Biblia da a conocer un acontecimiento glorioso que Dios ha prometido para el futuro: la resurrección.
El siguiente artículo trata de esta maravillosa esperanza.
-
-
La resurrección: una esperanza maravillosaLa Atalaya 2005 | 1 de mayo
-
-
La resurrección: una esperanza maravillosa
LA CREENCIA en una resurrección es bastante común. El Corán, el libro sagrado del Islam, dedica todo un capítulo a este tema. La sura 75 dice en parte: “¡Juro por el día de la Resurrección! [...] ¿Cree el hombre que no juntaremos sus huesos? [...] Pregunta: ‘¿Cuándo será el día de la Resurrección?’ Ese tal [Dios] ¿no será capaz de devolver la vida a los muertos?” (Sura 75:1-6, 40).
“El zoroastrismo —dice The New Encyclopædia Britannica— sostiene la creencia en una victoria final sobre el mal, una resurrección general, un Juicio Final y la restauración de un mundo limpio para los justos.”
La Encyclopaedia Judaica define la resurrección como “la creencia de que al final los muertos volverán a vivir en la Tierra en sus respectivos cuerpos”. La misma obra de consulta también comenta que la creencia adoptada por el judaísmo de que el hombre tiene un alma inmortal presenta un dilema: “En realidad, ambas creencias, la de la resurrección y la de la inmortalidad del alma, se contradicen”.
El hinduismo enseña que el hombre pasa por una serie de renacimientos o reencarnaciones, para lo cual necesita tener un alma que siga viviendo después de la muerte. El Bhagavad Gītā, el libro sagrado del hinduismo, dice: “Aquello que se difunde por todo el cuerpo es indestructible. Nadie puede destruir a esa alma imperecedera”.
A diferencia del hinduismo, el budismo no acepta la doctrina de la inmortalidad del alma. Con todo, hoy muchos budistas del Lejano Oriente creen en la transmigración de un alma inmortal.a
La confusión en cuanto a la resurrección
En los funerales que se llevan a cabo en la cristiandad se suele hablar de la resurrección y al mismo tiempo de que el alma sobrevive a la muerte. Por ejemplo, los clérigos protestantes suelen recitar estas palabras: “Por cuanto el Dios Todopoderoso quiso en su sabia providencia separar de este mundo el alma de este hombre, por tanto, nosotros encomendamos su cuerpo a la tierra: tierra a la tierra; ceniza a la ceniza; polvo al polvo, con la esperanza y la certeza de la resurrección a la vida eterna de todos los que durmieron en Cristo” (Manual del Ministro).
Esta afirmación hace que la gente se pregunte qué enseña la Biblia, si la resurrección o la doctrina de un alma inmortal. Observe lo que escribió el profesor Oscar Cullmann, un protestante francés, en su libro La inmortalidad del alma o la resurrección de los cuerpos: “Existe una diferencia radical entre la esperanza cristiana de la resurrección de los muertos y la creencia griega en la inmortalidad del alma. [...] El hecho de que el cristianismo ulterior haya establecido más tarde un nexo entre esas dos creencias y que el cristiano medio siga hoy confundiéndolas pura y simplemente, no ha podido decidirnos a guardar silencio respecto a lo que, con la gran mayoría de los exegetas, tenemos por verdadero [...;] toda la vida y todo el pensamiento del Nuevo Testamento están dominados por la fe en la resurrección [...;] el hombre entero, que ha muerto realmente, es llamado a la vida por un nuevo acto creador de Dios”.
No sorprende que en general la gente esté confundida respecto a la muerte y la resurrección. Para resolver la cuestión, tenemos que acudir a la Biblia, que presenta la verdad revelada por el Creador del hombre, Jehová Dios. En la Biblia se documentan un buen número de resurrecciones. Examinemos cuatro de estos relatos y lo que nos revelan.
“Mujeres que recibieron a sus muertos por resurrección”
En su carta a ciertos judíos que se habían convertido al cristianismo, el apóstol Pablo mencionó que algunas mujeres de fe “recibieron a sus muertos por resurrección” (Hebreos 11:35). Una de aquellas mujeres vivió en Sarepta, una localidad fenicia de la costa mediterránea cercana a Sidón. Se trataba de una viuda que fue muy hospitalaria con el profeta Elías y le proporcionó alimento en un tiempo de hambre extrema. Ahora bien, por desgracia, el hijo de esta mujer enfermó y murió. Elías lo llevó de inmediato a la cámara del techo donde se alojaba y le suplicó a Jehová que le devolviera la vida al muchacho. El milagro se produjo, y el joven “llegó a vivir”. Acto seguido, Elías se lo entregó a su madre y le dijo: “Mira, tu hijo está vivo”. ¿Cómo reaccionó ella? Rebosante de alegría, exclamó: “Ahora, de veras, sí sé que eres un hombre de Dios, y que la palabra de Jehová en tu boca es verdadera” (1 Reyes 17:22-24).
A casi 100 kilómetros [60 millas] al sur de Sarepta vivía un matrimonio muy generoso que atendió al profeta Eliseo, el sucesor de Elías. La esposa era una mujer importante en su ciudad, Sunem. Ella y su esposo acordaron proveer alojamiento a Eliseo en una cámara del techo de su casa. Su tristeza por no tener prole se tornó en alegría cuando la mujer dio a luz a un hijo. A medida que el muchacho fue creciendo, adquirió la costumbre de acompañar a los segadores que trabajaban con su padre en el campo. Pero cierto día se abatió la tragedia sobre aquella familia. El niño se quejó de un fuerte dolor de cabeza, así que uno de los sirvientes lo llevó deprisa a casa. Su madre lo acunó en sus brazos, pero no pudo evitar que muriera. La madre, deshecha, decidió acudir a Eliseo en busca de ayuda, para lo cual se encaminó con un sirviente hacia el monte Carmelo, al noroeste, donde se encontraba el profeta.
El profeta envió primero a su servidor, Guehazí, quien comprobó que el muchacho efectivamente había fallecido. Eliseo y la mujer llegaron a Sunem poco después. ¿Qué sucedió a continuación? El relato de 2 Reyes 4:32-37 dice: “Por fin Eliseo entró en la casa, y el muchacho estaba allí muerto, tendido sobre su lecho. Entonces él entró y cerró la puerta tras ellos dos y empezó a orar a Jehová. Por fin subió y se acostó sobre el niño, y puso su propia boca sobre la boca de él, y sus propios ojos sobre los ojos de él, y las palmas de sus propias manos sobre las palmas de las manos de él, y se quedó doblado sobre él, y la carne del niño se calentó gradualmente. Entonces Eliseo se puso a andar de nuevo en la casa, una vez hacia acá y una vez hacia allá, después de lo cual subió y se dobló sobre él. Y el muchacho se puso a estornudar hasta siete veces, después de lo cual el muchacho abrió los ojos. Ahora él llamó a Guehazí y dijo: ‘Llama a esta sunamita’. De modo que él la llamó, y ella entró a donde él. Entonces él dijo: ‘Alza a tu hijo’. Y ella procedió a entrar y caer a sus pies e inclinarse a tierra ante él, después de lo cual alzó a su hijo y salió”.
Al igual que la viuda de Sarepta, la mujer de Sunem sabía que lo que había ocurrido era fruto del poder de Dios. Ambas mujeres sintieron el indescriptible gozo de ver cómo Dios devolvía la vida a sus queridos hijos.
Resurrecciones durante el ministerio de Jesús
Unos novecientos años después, tuvo lugar una resurrección a poca distancia al norte de Sunem, en las inmediaciones de la aldea de Naín. Cuando Jesucristo y sus discípulos se acercaban a la puerta de Naín, procedentes de Capernaum, se encontraron con una procesión fúnebre: una viuda acababa de perder a su único hijo. Jesús, al verla, le dijo que dejara de llorar. El médico Lucas describe lo que ocurrió a continuación: “En seguida [Jesús] se acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron, y él dijo: ‘Joven, yo te digo: ¡Levántate!’. Y el muerto se incorporó y comenzó a hablar, y él lo dio a su madre” (Lucas 7:14, 15). Los testigos del milagro dieron gloria a Dios, y la noticia llegó hasta Judea, al sur, y se esparció por toda aquella comarca. Los discípulos de Juan el Bautista oyeron de aquel suceso y fueron a contárselo a Juan. Él, a su vez, les pidió que buscaran a Jesús y le preguntaran si era el Mesías esperado. Jesús les dijo: “Vayan, informen a Juan lo que vieron y oyeron: los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son levantados, a los pobres se anuncian las buenas nuevas” (Lucas 7:22).
La más conocida de las resurrecciones que llevó a cabo Jesús fue la de un amigo íntimo suyo llamado Lázaro. En esta ocasión, pasó algo de tiempo entre la muerte de Lázaro y el momento en que Jesús se presentó en la casa de la familia en Betania. Para cuando Jesús llegó, hacía cuatro días que Lázaro había muerto. Ante la petición de Jesús de que quitaran la piedra que tapaba la entrada a la cámara funeraria, Marta expresó sus reparos, diciendo: “Señor, ya debe oler mal, porque hace cuatro días” (Juan 11:39). Con todo, cualquier posible deterioro en el cuerpo de Lázaro no fue ningún impedimento para su resurrección. A una orden de Jesús, “el hombre que había estado muerto salió con los pies y las manos atados con envolturas, y su semblante estaba envuelto en un paño”. Las subsiguientes acciones de los enemigos de Jesús demuestran que Lázaro realmente volvió a la vida (Juan 11:43, 44; 12:1, 9-11).
¿A qué conclusión nos llevan los relatos de estas cuatro resurrecciones? Cada resucitado volvió a la vida siendo la misma persona. Todos pudieron ser reconocidos, incluso por sus parientes más cercanos. Ninguno de los resucitados habló de lo que había ocurrido durante el breve tiempo que estuvieron muertos. Ninguno dijo nada de haberse ido a otro mundo. Al parecer, todos regresaron con buena salud. Para ellos, la experiencia fue como si se hubieran dormido un rato y luego hubieran despertado, tal como Jesús había dado a entender (Juan 11:11). No obstante, transcurrido cierto tiempo, todos volvieron a morir.
El reencuentro con los seres queridos: una esperanza maravillosa
Poco tiempo después de la trágica muerte de Owen, mencionada en el artículo anterior, su padre fue a la casa de un vecino, donde vio encima de la mesa una invitación para asistir a una conferencia pública organizada por los testigos de Jehová. Le llamó la atención el título: “¿Dónde están los muertos?”. Eso era precisamente lo que él se preguntaba. De modo que asistió a la conferencia, en la que encontró verdadero consuelo procedente de la Biblia. Aprendió que los muertos ni sienten ni padecen. En vez de ser atormentados en un infierno o de que Dios se los lleve al cielo para ser ángeles, los muertos, como es el caso de Owen, esperan en el sepulcro hasta que llegue el momento de despertar en la resurrección (Eclesiastés 9:5, 10; Ezequiel 18:4).
¿Ha sufrido su familia alguna tragedia? ¿Se pregunta usted, al igual que el padre de Owen, dónde están sus seres queridos que han muerto y qué posibilidad hay de verlos de nuevo? Si así es, le invitamos a examinar qué más enseña la Biblia acerca de este tema. Tal vez se pregunte: “¿Cuándo tendrá lugar la resurrección? ¿Quiénes, exactamente, se beneficiarán de ella?”. En los siguientes artículos se analizan estas y otras cuestiones.
[Nota]
a Véase el libro El hombre en busca de Dios, págs. 150-154, editado por los testigos de Jehová.
-
-
La enseñanza de la resurrección nos concierneLa Atalaya 2005 | 1 de mayo
-
-
La enseñanza de la resurrección nos concierne
“Tengo esperanza en cuanto a Dios [...] de que va a haber resurrección así de justos como de injustos.” (HECHOS 24:15.)
1. ¿Cómo se convirtió la resurrección en causa de discordia entre los miembros del Sanedrín?
CORRÍA el año 56 de nuestra era, y el apóstol Pablo se hallaba en Jerusalén tras concluir su tercer viaje misional. Lo habían detenido soldados romanos, pero se le hizo comparecer ante el Sanedrín, el tribunal supremo judío (Hechos 22:29, 30). Pablo notó que entre sus miembros había saduceos y fariseos, dos grupos religiosos que discrepaban en un tema importante: la resurrección. Los primeros la negaban, y los segundos la aceptaban. De modo que Pablo expuso su opinión sobre esta enseñanza diciendo: “Varones, hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Respecto a la esperanza de la resurrección de los muertos se me está juzgando”. Al instante, la entera asamblea se sumió en el caos (Hechos 23:6-9).
2. ¿Por qué estuvo Pablo dispuesto a defender su fe en la resurrección?
2 Años atrás, cuando iba de camino a Damasco, Pablo recibió una visión en la que oyó la voz de Jesús. “¿Qué haré, Señor?”, le llegó a preguntar, y Jesús le respondió: “Levántate, sigue tu camino a Damasco, y allí se te dirá acerca de todo lo que te está señalado hacer”. Al llegar a la ciudad, Ananías, un servicial discípulo cristiano, halló a Pablo y le explicó: “El Dios de nuestros antepasados te ha escogido para que llegues a conocer su voluntad y veas al Justo [al resucitado Jesús] y oigas la voz de su boca” (Hechos 22:6-16). No es de extrañar, pues, que Pablo estuviera dispuesto a defender su fe en la resurrección (1 Pedro 3:15).
Declaración pública de la esperanza de la resurrección
3, 4. ¿Cómo demostró Pablo ser un tenaz defensor de la resurrección, y qué podemos aprender de su ejemplo?
3 Tiempo después, Pablo compareció ante el gobernador Félix. En aquella ocasión, cuando “un orador público” llamado Tértulo presentó los cargos de los judíos contra él, acusándolo de sedición y de ser el cabecilla de una secta, Pablo respondió con una franca réplica: “Esto sí te confieso, que, según el camino que ellos llaman ‘secta’, de esta manera estoy rindiendo servicio sagrado al Dios de mis antepasados”. Y, abordando el tema principal, afirmó: “Tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos” (Hechos 23:23, 24; 24:1-8, 14, 15).
4 Unos dos años más tarde, el sucesor de Félix, Porcio Festo, pidió al rey Herodes Agripa que interrogara a Pablo, quien se hallaba preso. Festo le explicó que los acusadores contradijeron la afirmación de Pablo de que “cierto Jesús que estaba muerto [...] estaba vivo”. En su defensa Pablo argumentó: “¿Por qué se juzga increíble entre ustedes el que Dios levante a los muertos?”. Y añadió: “Porque he obtenido la ayuda que proviene de Dios, continúo hasta este día dando testimonio tanto a pequeño como a grande, pero no diciendo ninguna cosa salvo las que los Profetas así como Moisés declararon que habían de efectuarse: que el Cristo había de sufrir y, como el primero en ser resucitado de entre los muertos, iba a publicar luz tanto a este pueblo como a las naciones” (Hechos 24:27; 25:13-22; 26:8, 22, 23). ¡Qué tenaz defensor de la resurrección! Como Pablo, también nosotros podemos proclamar convencidos que habrá una resurrección. Ahora bien, ¿qué reacción cabe esperar de la gente? Probablemente la misma que él recibió.
5, 6. a) ¿Cómo reaccionó la gente que escuchó a los apóstoles defender la resurrección? b) ¿Qué es preciso hacer al tiempo que expresamos nuestra esperanza en la resurrección?
5 Veamos lo que le sucedió a Pablo tiempo atrás cuando estuvo en Atenas, durante su segundo viaje misional (alrededor de los años 49 a 52). El apóstol habló con personas que creían en muchas deidades y las instó a conocer el propósito de Dios de juzgar con justicia la tierra habitada mediante un varón a quien había nombrado, que era el mismísimo Jesús. Pablo expuso que Dios había suministrado una garantía habiendo resucitado a Jesús. ¿Cómo reaccionaron sus oyentes? Dice el relato: “Pues bien, al oír de una resurrección de muertos, algunos empezaron a mofarse, mientras que otros dijeron: ‘Te oiremos acerca de esto hasta en otra ocasión’” (Hechos 17:29-32).
6 Poco después del Pentecostés del año 33, Pedro y Juan fueron testigos de una reacción semejante. En esta ocasión también estuvieron implicados los saduceos. En Hechos 4:1-4 se narra lo que ocurrió: “Ahora bien, mientras los dos hablaban al pueblo, se les presentaron los sacerdotes principales y el capitán del templo y los saduceos, molestos porque ellos enseñaban al pueblo y declaraban patentemente la resurrección de entre los muertos en el caso de Jesús”. En cambio, otros reaccionaron bien, y “muchos de los que habían escuchado el discurso creyeron, y el número de los varones llegó a ser como de cinco mil”. Así pues, podemos esperar diversas respuestas cuando hablemos de la esperanza de la resurrección. Por ello, es primordial que afiancemos nuestra fe en esta enseñanza.
La fe y la resurrección
7, 8. a) Según se muestra en una carta a la congregación corintia del siglo primero, ¿cómo puede resultar en vano la fe? b) ¿Por qué distingue a los verdaderos cristianos tener un concepto claro de la resurrección?
7 No todos los cristianos del siglo primero aceptaron enseguida la esperanza de la resurrección. A algunos les costó, como a ciertos miembros de la congregación de Corinto. A estos, Pablo escribió: “Les transmití, entre las primeras cosas, lo que yo también recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue enterrado, sí, que ha sido levantado al tercer día según las Escrituras”. Luego confirmó esta verdad diciendo que el Cristo resucitado “se apareció a más de quinientos hermanos”, la mayoría de los cuales aún estaban vivos (1 Corintios 15:3-8). Y agregó: “Si de Cristo se está predicando que él ha sido levantado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre ustedes que no hay resurrección de los muertos? Realmente, si no hay resurrección de los muertos, tampoco ha sido levantado Cristo. Pero si Cristo no ha sido levantado, nuestra predicación ciertamente es en vano, y nuestra fe es en vano” (1 Corintios 15:12-14).
8 En efecto, la enseñanza de la resurrección reviste tanta importancia que si no se acepta, la fe cristiana resulta inútil. Es más, tener un concepto claro de la resurrección distingue a los verdaderos cristianos de los falsos (Génesis 3:4; Ezequiel 18:4). Por eso, Pablo la incluye en “la doctrina primaria” y nos exhorta a que “pasemos adelante a la madurez”. “Y esto lo haremos —afirma él—, si Dios en realidad lo permite.” (Hebreos 6:1-3.)
La esperanza de la resurrección
9, 10. ¿A qué se refiere la Biblia cuando habla de la resurrección?
9 Con objeto de afianzar nuestra fe en la resurrección, analizaremos a continuación estas cuestiones: ¿a qué se refiere la Biblia cuando habla de la resurrección?, y ¿cómo magnifica el amor de Jehová esta enseñanza? Contestar estos interrogantes nos acercará más a Dios y, al mismo tiempo, nos servirá para enseñar al prójimo (2 Timoteo 2:2; Santiago 4:8).
10 El término griego que se traduce “resurrección” significa literalmente “acción de ponerse de pie nuevamente”. ¿Qué implica esta expresión? Según la Biblia, la esperanza de la resurrección es el convencimiento de que los muertos volverán a la vida. Además, las Escrituras indican que a los resucitados se les concede un cuerpo físico o espiritual, según sea su perspectiva: terrestre o celestial. Es asombroso ver cómo se plasman en esta maravillosa esperanza el amor, la sabiduría y el poder de Dios.
11. ¿Qué futuro les espera a los siervos ungidos de Dios al resucitar?
11 Al igual que Jesús, sus hermanos ungidos obtienen al resucitar un cuerpo espiritual que les permite servir en los cielos (1 Corintios 15:35-38, 42-53). Todos ellos serán gobernantes del Reino mesiánico, el cual convertirá la Tierra en un paraíso. Bajo Jesús en calidad de Sumo Sacerdote, los ungidos formarán un sacerdocio real y aplicarán los beneficios del sacrificio redentor de Cristo a la humanidad en el nuevo mundo de justicia (Hebreos 7:25, 26; 9:24; 1 Pedro 2:9; Revelación [Apocalipsis] 22:1, 2). Mientras tanto, el mayor deseo de los ungidos que todavía viven en la Tierra es permanecer aceptos a Dios. Al morir, recibirán su “retribución” mediante la resurrección en cuerpo espiritual a la vida inmortal en los cielos (2 Corintios 5:1-3, 6-8, 10; 1 Corintios 15:51, 52; Revelación 14:13). “Si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte —escribió Pablo—, ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección.” (Romanos 6:5.) Pero ¿qué puede decirse de aquellos para quienes la resurrección signifique vida en la Tierra de nuevo? ¿Cómo puede la esperanza de la resurrección acercarlos más a Dios? El ejemplo de Abrahán nos resultará muy iluminador.
La resurrección y la amistad con Jehová
12, 13. ¿Qué poderosa razón tenía Abrahán para creer en la resurrección?
12 Abrahán, a quien se le llamó “amigo de Jehová”, tuvo una fe extraordinaria (Santiago 2:23). Pablo se refirió a la fe de Abrahán tres veces en la lista de siervos fieles que encontramos en el capítulo 11 de Hebreos (Hebreos 11:8, 9, 17). La tercera referencia se centra en la fe que este patriarca manifestó cuando se dispuso fielmente a ofrecer a su hijo Isaac en sacrificio. Abrahán estaba convencido de que la promesa de una descendencia mediante Isaac tenía la garantía de Jehová. Aunque Isaac tuviera que morir sacrificado, Abrahán “estim[aba] que Dios podía levantarlo hasta de entre los muertos”.
13 Al final, cuando Jehová vio la firmeza de la fe de Abrahán, se encargó de suministrar un animal para el sacrificio. Con todo, la experiencia de Isaac sirvió para ejemplificar la resurrección, tal como Pablo indicó: “De allí [Abrahán] lo recibió [a Isaac] también a manera de ilustración” (Hebreos 11:19). Además, Abrahán ya tenía una poderosa razón para creer en la resurrección. ¿No había Jehová reavivado sus facultades reproductivas para que él y su esposa, Sara, engendraran en la vejez a su hijo Isaac? (Génesis 18:10-14; 21:1-3; Romanos 4:19-21.)
14. a) Según Hebreos 11:9, 10, ¿qué esperaba Abrahán? b) ¿Qué deberá experimentar Abrahán para recibir las bendiciones del Reino? c) ¿Cómo podemos recibir nosotros las bendiciones del Reino?
14 Pablo nos dice que Abrahán fue residente forastero y habitó en tiendas porque “esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios” (Hebreos 11:9, 10). Esta ciudad no era literal, como Jerusalén, donde se hallaba el templo de Dios, sino que era simbólica. Se trataba del Reino celestial compuesto de Jesucristo y sus 144.000 cogobernantes. A estos 144.000 en su gloria celestial también se les llama “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén”, la “novia” de Cristo (Revelación 21:2). En 1914, Jehová entronizó a Jesús como Rey Mesiánico del Reino celestial y le mandó que gobernara en medio de sus enemigos (Salmo 110:1, 2; Revelación 11:15). Abrahán, el “amigo de Jehová”, tendrá que volver a la vida para recibir las bendiciones de este Reino. Y también nosotros tendremos que estar vivos en el nuevo mundo de Dios para recibirlas, ya sea porque hayamos formado parte de la gran muchedumbre de sobrevivientes del Armagedón o porque hayamos resucitado (Revelación 7:9, 14). ¿Cuál es, pues, el fundamento de la esperanza de la resurrección?
El amor de Dios es el fundamento
15, 16. a) ¿Cómo coloca la primera profecía bíblica el fundamento para la esperanza de la resurrección? b) ¿Cómo nos acerca más a Jehová la esperanza de la resurrección?
15 Disfrutar de una estrecha relación con nuestro afectuoso Padre celestial, poseer una fe fuerte como la de Abrahán y obedecer los mandatos de Dios nos permite ser declarados justos y llegar a ser amigos de Jehová, lo que nos da la oportunidad de beneficiarnos del gobierno del Reino. De hecho, la primera profecía bíblica, que aparece en Génesis 3:15, coloca el fundamento para la esperanza de la resurrección y la amistad con Dios. No solo predice que se aplastaría la cabeza de Satanás, sino también, como contrapartida, que se magullaría el talón de la Descendencia de la mujer de Dios. La muerte de Jesús en el madero constituyó el magullamiento simbólico en el talón. Su resurrección al tercer día sanó aquella herida y allanó el camino para tomar medidas contundentes contra el que “tiene el medio para causar la muerte, es decir, [el] Diablo” (Hebreos 2:14).
16 Pablo nos recuerda que “Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). El agradecimiento que sentimos por su bondad inmerecida nos acerca más a Jesús y a nuestro amoroso Padre celestial (2 Corintios 5:14, 15).
17. a) ¿Qué esperanza manifestó Job? b) ¿Qué revela Job 14:15 acerca de Jehová, y cómo nos hace sentir personalmente?
17 Job, siervo fiel de tiempos precristianos, también creía en la resurrección. Sufrió muchísimo a manos de Satanás, pero a diferencia de sus falsos compañeros, que nunca mencionaron esta esperanza, Job obtuvo consuelo de ella y preguntó: “Si un hombre físicamente capacitado muere, ¿puede volver a vivir?”. Él mismo respondió diciendo: “Todos los días de mi trabajo obligatorio esperaré, hasta que llegue mi relevo”. Y dirigiéndose a su Dios, Jehová, aseguró: “Tú llamarás, y yo mismo te responderé”. Tocante al sentir de nuestro afectuoso Creador, Job señaló: “Por la obra de tus manos sentirás anhelo” (Job 14:14, 15). Así es, Jehová anhela que llegue el momento en que sus siervos fieles vuelvan a la vida en la resurrección. ¿No es verdad que nos acerca más a él meditar en el amor y la bondad inmerecida que nos muestra a pesar de nuestra imperfección? (Romanos 5:21; Santiago 4:8.)
18, 19. a) ¿Qué le depara el futuro a Daniel? b) ¿Qué analizaremos en el próximo artículo?
18 El profeta Daniel, a quien el ángel de Dios declaró “hombre muy deseable”, vivió una larga vida de servicio fiel (Daniel 10:11, 19). Su lealtad a Jehová permaneció inalterable desde su exilio en 617 antes de nuestra era hasta su muerte algún tiempo después de recibir una visión en 536, el tercer año de la gobernación de Ciro, el rey de Persia (Daniel 1:1; 10:1). Durante aquel año, Daniel tuvo una visión de la marcha de las potencias mundiales que culmina en la venidera gran tribulación (Daniel 11:1–12:13). Al no comprender el significado de la visión que recibió del ángel, Daniel le preguntó: “Oh mi señor, ¿qué será la parte final de estas cosas?”. En respuesta, este dirigió su atención al “tiempo del fin”, durante el cual “los que [tuvieran] perspicacia [entenderían]”. ¿Y qué le ocurriría a Daniel? El ángel afirmó: “Descansarás, pero te pondrás de pie para tu porción al fin de los días” (Daniel 12:8-10, 13). El profeta se levantará “en la resurrección de los justos”, durante el Reinado Milenario de Cristo (Lucas 14:14).
19 Vivimos muy adentrados en el tiempo del fin y más cerca del inicio del Reinado Milenario de Cristo que cuando nos hicimos creyentes. Por lo tanto, debemos preguntarnos: “¿Estaré en el nuevo mundo para disfrutar de la compañía de Abrahán, Job, Daniel y otros siervos fieles?”. Allí estaremos si permanecemos cerca de Jehová y obedecemos sus mandatos. En el próximo artículo, analizaremos la esperanza de la resurrección con más detalle a fin de averiguar quiénes resucitarán.
-
-
¿Quiénes resucitarán?La Atalaya 2005 | 1 de mayo
-
-
¿Quiénes resucitarán?
“No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán.” (JUAN 5:28, 29.)
1. ¿Qué impresionante declaración oyó Moisés procedente de la zarza ardiente, y quién aludió a ella años después?
HACE más de tres mil quinientos años ocurrió algo insólito. Cuando Moisés apacentaba las ovejas del patriarca Jetró, cerca del monte Horeb, el ángel de Jehová se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. “Mientras él seguía mirando, pues, he aquí que la zarza ardía con el fuego y, no obstante, la zarza no se consumía”, cuenta el relato de Éxodo. Entonces, una voz procedente del arbusto lo llamó. “Yo soy el Dios de tu padre —declaró la voz—, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.” (Éxodo 3:1-6.) En el siglo primero de nuestra era, el propio Hijo de Dios aludió a esta declaración.
2, 3. a) ¿Qué les espera a Abrahán, Isaac y Jacob? b) ¿Qué preguntas surgen?
2 Jesús estaba hablando con unos saduceos —que no creían en la resurrección— cuando afirmó: “El que los muertos son levantados, hasta Moisés lo expuso, en el relato acerca de la zarza, cuando llama a Jehová ‘el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob’. Él no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos ellos viven” (Lucas 20:27, 37, 38). Al mencionar estas palabras, Jesús confirmó que Abrahán, Isaac y Jacob permanecían vivos en la memoria de Dios, aunque habían muerto hacía mucho tiempo. Al igual que Job, aguardan a que termine su “trabajo obligatorio”, es decir, el sueño de la muerte (Job 14:14). Todos ellos serán resucitados en el nuevo mundo de Dios.
3 ¿Y qué sucederá con los miles de millones que han fallecido a lo largo de la historia? ¿Resucitarán también? Antes de obtener una respuesta que nos satisfaga, examinemos con la Palabra de Dios dónde están los muertos.
¿Dónde están los muertos?
4. a) ¿Dónde están los muertos? b) ¿Qué es el Seol?
4 La Biblia asegura que los muertos “no tienen conciencia de nada en absoluto”. No están sufriendo tormento en el infierno ni esperando en el limbo, sino que sencillamente han vuelto al polvo. Por consiguiente, la Palabra de Dios aconseja a los vivos: “Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismo poder, porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol, el lugar adonde vas” (Eclesiastés 9:5, 10; Génesis 3:19). El término hebreo Seol es poco familiar para la mayoría de la gente, y su origen es incierto. Muchas religiones enseñan que los muertos siguen con vida, pero como indica la Palabra inspirada de Dios, quienes se hallan en el Seol —la sepultura común de la humanidad— están muertos, inconscientes.
5, 6. ¿Adónde fue Jacob al morir, y con quién se reunió allí, por decirlo así?
5 La primera vez que aparece la palabra Seol en la Biblia es en Génesis 37:35. El patriarca Jacob creía que había perdido a su amado hijo José en la muerte y no se dejó consolar; de ahí que exclamara: “[¡]En duelo bajaré a donde mi hijo, al Seol!”. Jacob deseaba morir y estar junto a su hijo en el Seol. Más adelante, nueve de los hijos del patriarca quisieron llevarse a Egipto a su hermano menor, Benjamín, para buscar provisiones a fin de combatir el hambre. Sin embargo, Jacob se negó, diciendo: “No bajará mi hijo con ustedes, porque su hermano está muerto y él ha quedado solo. Si le acaeciera un accidente mortal por el camino en que fueran, entonces ciertamente harían descender mis canas con desconsuelo al Seol” (Génesis 42:36, 38). Estos dos pasajes relacionan el Seol con la muerte, no con la vida en el más allá.
6 El relato de Génesis narra que José se había convertido en el administrador de los víveres de Egipto y, por tanto, su padre pudo viajar hasta allí para encontrarse felizmente con él. Jacob residió en aquella tierra hasta su muerte, a la avanzada edad de 147 años. Respetando su última voluntad, sus hijos trasladaron sus restos y los sepultaron en la cueva de Macpelá en Canaán (Génesis 47:28; 49:29-31; 50:12, 13). De manera que Jacob se reunió, por decirlo así, con Isaac, su padre, y con Abrahán, su abuelo.
Reunidos con sus antepasados
7, 8. a) ¿Cómo podría explicarse adónde fue Abrahán al morir? b) ¿Cómo sabemos que otras personas fueron al Seol cuando murieron?
7 Tiempo atrás, después de ratificar el pacto que había hecho con Abrahán y de prometerle que su descendencia se multiplicaría, Jehová anunció el futuro de su siervo: “En cuanto a ti, irás a tus antepasados en paz; serás enterrado en buena vejez” (Génesis 15:15). Y así ocurrió exactamente, como indica Génesis 25:8: “Entonces expiró Abrahán y murió en buena vejez, viejo y satisfecho, y fue recogido a su pueblo”. ¿Quiénes formaban su pueblo? En Génesis 11:10-26 se enumeran sus antepasados hasta llegar a Sem, el hijo de Noé. De modo que fue con estos otros que ya descansaban en el Seol con quienes Abrahán se reunió al morir.
8 La expresión “recogido a su pueblo” aparece con cierta frecuencia en las Escrituras Hebreas. Así, es lógico concluir que tanto el hijo de Abrahán, Ismael, como el hermano de Moisés, Aarón, fueron al Seol al morir, con la esperanza de ser resucitados (Génesis 25:17; Números 20:23-29). Moisés también fue al Seol, aunque nunca se supo dónde estaba su tumba (Números 27:13; Deuteronomio 34:5, 6). Igualmente, Josué, sucesor de Moisés y caudillo de Israel, y toda su generación también descendieron al Seol cuando murieron (Jueces 2:8-10).
9. a) ¿Cómo indica la Biblia que el término hebreo Seol y la palabra griega Hades se refieren al mismo lugar? b) ¿Qué les espera a quienes están en el Seol, o Hades?
9 Siglos después, David llegó a ser rey de las doce tribus de Israel. A su muerte, “yació [...] con sus antepasados” (1 Reyes 2:10). ¿Fue también al Seol? Cabe destacar que el día del Pentecostés del año 33 de nuestra era, el apóstol Pedro hizo alusión a la muerte de David y parafraseó el Salmo 16, versículo 10, que dice: “No dejarás mi alma en el Seol”. Tras mencionar que David todavía permanecía en su tumba, Pedro aplicó a Jesús estas palabras y dijo: “[David] vio de antemano y habló respecto a la resurrección del Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne vio corrupción. A este Jesús lo resucitó Dios, del cual hecho todos nosotros somos testigos” (Hechos 2:29-32). Pedro utilizó la palabra Hades, el equivalente griego del término hebreo Seol. Por lo tanto, quienes se encuentran en el Hades están en la misma situación que los que descansan en el Seol: en espera de la resurrección.
¿Hay injustos en el Seol?
10, 11. ¿Por qué podemos decir que algunos injustos van al Seol, o Hades, al morir?
10 Después de que Moisés sacara de Egipto a la nación de Israel, estalló una rebelión en el desierto. Moisés pidió al pueblo que se separara de los cabecillas de la revuelta, a saber: Coré, Datán y Abiram. Estos iban a sufrir una muerte violenta. Moisés explicó: “Si fuera según la muerte de toda la humanidad como murieran estas personas, y con el castigo de toda la humanidad como se les impusiera castigo, entonces no es Jehová quien me ha enviado. Pero si es algo creado que Jehová haya de crear, y el suelo tiene que abrir su boca y tragárselos, y todo cuanto les pertenece, y ellos tienen que bajar vivos al Seol, entonces de cierto sabrán ustedes que estos hombres han tratado a Jehová irrespetuosamente” (Números 16:29, 30). De manera que, bien porque se los tragara la tierra, o bien porque los consumiera el fuego, como en el caso de Coré y los 250 levitas que lo apoyaron, todos estos rebeldes acabaron en el Seol, o Hades (Números 26:10).
11 Simeí, que había invocado el mal contra el rey David, recibió su merecido de las manos del sucesor al trono, Salomón. “No lo dejes sin castigar —le pidió David—, porque eres un hombre sabio y bien sabes lo que debes hacerle, y tienes que hacer bajar sus canas con sangre al Seol.” Salomón mandó a Benaya que ejecutase a Simeí (1 Reyes 2:8, 9, 44-46). Otra víctima de la espada ejecutora de Benaya fue el ex jefe del ejército de Israel, Joab, cuyas “canas [no bajaron] en paz al Seol” (1 Reyes 2:5, 6, 28-34). Estos dos ejemplos dan testimonio de la veracidad de la composición inspirada de David: “La gente inicua se volverá al Seol, aun todas las naciones que se olvidan de Dios” (Salmo 9:17).
12. ¿Quién era Ahitofel, y adónde fue al morir?
12 Ahitofel fue el consejero personal de David, y sus consejos se valoraban como si procedieran de Jehová mismo (2 Samuel 16:23). Desgraciadamente, este siervo leal se hizo traidor y se unió a una rebelión encabezada por Absalón, hijo de David. Todo parece indicar que David aludió a esta traición cuando escribió: “No fue un enemigo quien procedió a vituperarme; de otro modo yo podría soportarlo. No fue uno que me odiara intensamente quien se dio grandes ínfulas contra mí; de otro modo yo podría ocultarme de él”. Y añadió: “¡Desolaciones estén sobre ellos! Desciendan vivos al Seol; porque durante su residencia como forasteros ha habido cosas malas dentro de ellos” (Salmo 55:12-15). A su muerte, Ahitofel y sus compañeros fueron al Seol.
¿Quiénes están en el Gehena?
13. ¿Por qué se le llama a Judas “el hijo de destrucción”?
13 Comparemos la situación de David con la de Jesús, el David Mayor. Uno de sus doce apóstoles, Judas Iscariote, se hizo traidor como Ahitofel. La traición de Judas revistió mucha mayor gravedad que la de Ahitofel, pues obró contra el Hijo unigénito de Dios. En una oración que pronunció al final de su ministerio terrestre, Jesús dijo acerca de sus discípulos: “Cuando estaba con ellos yo los vigilaba por causa de tu propio nombre que me has dado; y los he guardado, y ninguno de ellos es destruido sino el hijo de destrucción, para que la escritura se cumpla” (Juan 17:12). Al llamar a Judas “el hijo de destrucción”, Jesús dejó claro que no habría esperanza de resurrección para Judas. No permanecería en la memoria de Dios, y no iría al Seol, sino al Gehena. Pero ¿qué es el Gehena?
14. ¿Qué representa el Gehena?
14 Jesús condenó a los líderes religiosos de su día porque hacían a cada uno de sus prosélitos “merecedor del Gehena” (Mateo 23:15). En aquella época, la gente conocía el valle de Hinón (o Gehena), un lugar donde se arrojaban desperdicios y los cadáveres de los criminales ejecutados que no merecían un entierro digno. Anteriormente, Jesús mismo había hecho mención de aquel lugar en su Sermón del Monte (Mateo 5:29, 30). El significado simbólico del término Gehena no dejaba dudas a sus oyentes: representaba la destrucción completa, sin esperanza alguna de resurrección. Aparte de Judas Iscariote, ¿ha habido otras personas que al morir hayan ido al Gehena en lugar de al Seol, o Hades?
15, 16. ¿Quiénes acabaron en el Gehena, y por qué fueron allí?
15 Los primeros seres humanos, Adán y Eva, fueron creados perfectos. Su caída en el pecado fue deliberada. Ellos podían elegir entre la vida eterna o la muerte. Lamentablemente, desobedecieron a Dios y se pusieron del lado de Satanás. Por eso, al morir no tenían posibilidad alguna de beneficiarse del sacrificio redentor de Cristo. Acabaron en el Gehena.
16 Caín, el primogénito de Adán, mató a su hermano Abel y, a consecuencia de ello, vivió como fugitivo. El apóstol Juan dice que Caín “se originó del inicuo” (1 Juan 3:12). Es lógico concluir que, al igual que sus padres, fue al Gehena cuando murió (Mateo 23:33, 35). ¡Qué gran contraste con la situación del justo Abel! “Por fe —explicó Pablo— Abel ofreció a Dios un sacrificio de mayor valor que el de Caín, por la cual fe se le dio testimonio de que era justo, pues Dios dio testimonio respecto a sus dádivas; y por ella, aunque murió, todavía habla.” (Hebreos 11:4.) Así es, Abel está en el Seol esperando la resurrección.
Una “primera” resurrección y una resurrección “mejor”
17. a) Durante este “tiempo del fin”, ¿quiénes van al Seol? b) ¿Qué les depara el futuro tanto a quienes están en el Seol como a quienes están en el Gehena?
17 La pregunta que ahora surge es: ¿qué sucede con los que mueren durante este ‘tiempo del fin’? (Daniel 8:19.) El capítulo 6 de Revelación sitúa en este período de tiempo el cabalgar de cuatro jinetes. Curiosamente, al último se le llama Muerte, y le sigue el Hades. Por lo tanto, muchos de los que sufren una muerte prematura a causa de la actividad de los jinetes que le preceden acaban en el Hades, donde aguardan a ser resucitados en el nuevo mundo de Dios (Revelación 6:8). Entonces, ¿qué les depara el futuro tanto a quienes están en el Seol (o Hades) como a quienes están en el Gehena? Simple y llanamente: resurrección para los primeros, y destrucción eterna, es decir, la inexistencia, para los segundos.
18. ¿Qué perspectiva ofrece “la primera resurrección”?
18 El apóstol Juan escribió: “Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y reinarán con él por los mil años”. Aquellos que gobernarán con Cristo toman parte en “la primera resurrección”, pero ¿qué esperanza hay para el resto de la humanidad? (Revelación 20:6.)
19. ¿Cómo se benefician algunos de “una resurrección mejor”?
19 En el pasado, desde los días de los profetas Elías y Eliseo, el milagro de la resurrección devolvió la vida a algunas personas. “Hubo mujeres que recibieron a sus muertos por resurrección —escribió Pablo—; pero otros hombres fueron atormentados porque rehusaron aceptar la liberación por algún rescate, con el fin de alcanzar una resurrección mejor.” Aquellos siervos íntegros esperaban una resurrección que les ofrecería no solo unos cuantos años más de vida para luego morir, sino la perspectiva de vivir para siempre. Esa sí que será “una resurrección mejor” (Hebreos 11:35).
20. ¿Qué analizará el próximo artículo?
20 Tengamos la certeza de que si morimos fieles antes de que Jehová ponga fin a este mundo malvado, nos espera “una resurrección mejor”; será mejor pues ofrece la posibilidad de vida eterna. Jesús prometió: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán” (Juan 5:28, 29). El próximo artículo analizará más a fondo el propósito de la resurrección y mostrará cómo la esperanza en la resurrección nos ayuda a ser íntegros y a cultivar el espíritu de abnegación.
-
-
¿Qué significa abrigar la esperanza de la resurrección?La Atalaya 2005 | 1 de mayo
-
-
¿Qué significa abrigar la esperanza de la resurrección?
“Estás abriendo tu mano y satisfaciendo el deseo de toda cosa viviente.” (SALMO 145:16.)
1-3. ¿Qué ejemplos demuestran la esperanza que abrigan algunos cristianos para el futuro?
CHRISTOPHER, de nueve años, y su hermano habían dedicado la mañana a predicar de casa en casa con su tío, su tía y sus dos primos cerca de Manchester (Inglaterra). Nuestra revista ¡Despertad! explicó lo que sucedió aquel día: “Por la tarde fueron todos juntos a visitar la cercana ciudad turística de Blackpool, situada en la costa. Los seis estuvieron entre las doce personas que murieron instantáneamente en un terrible accidente ocurrido en la autopista y al que la policía [calificó de] ‘verdadero holocausto’”.
2 La noche antes de la tragedia, la familia había asistido al Estudio de Libro de Congregación, donde se había tratado el tema de la muerte. “Christopher siempre fue un chico reflexivo —dijo el padre del muchacho—. Aquella noche habló con lucidez sobre un nuevo mundo y la esperanza que tenía para el futuro. Luego, mientras seguíamos con [el estudio], Christopher dijo repentinamente: ‘Lo bueno de ser testigo de Jehová es que, aunque la muerte produce dolor, sabemos que algún día volveremos a vernos en la Tierra’. Poco nos imaginábamos los presentes lo memorables que llegarían a ser aquellas palabras.”a
3 Décadas antes, en 1940, un Testigo austriaco llamado Franz se enfrentó a la guillotina por negarse a quebrantar su lealtad a Jehová. Franz escribió a su madre desde una prisión de Berlín: “Si con el conocimiento que tengo hubiese prestado el juramento militar, habría cometido un pecado por el que merecería la muerte. Eso hubiese sido nefasto para mí. No tendría resurrección. [...] Hoy, mi querida madre, y todos mis hermanos y hermanas, me han comunicado la sentencia; no se alarmen, he sido sentenciado a muerte. Seré ejecutado mañana por la mañana. Dios me da fortaleza, al igual que siempre lo hizo con todos los verdaderos cristianos del pasado. [...] Si permanecen firmes hasta la muerte, nos volveremos a ver en la resurrección. [...] Hasta que volvamos a encontrarnos”.b
4. ¿Qué efecto nos producen personalmente estos relatos, y qué estudiaremos a continuación?
4 La esperanza de la resurrección significaba mucho para Christopher y para Franz. Era una realidad. No cabe duda de que estos relatos nos conmueven. Ahora bien, a fin de acrecentar nuestra gratitud a Jehová y fortalecer nuestra esperanza en la resurrección, veamos por qué tendrá lugar la resurrección y cómo debe influir en nosotros personalmente.
Una visión de la resurrección terrestre
5, 6. ¿Qué revela la visión que el apóstol Juan describió en Revelación 20:12, 13?
5 En una visión acerca de los acontecimientos que ocurrirían durante el Reinado Milenario de Jesucristo, el apóstol Juan presencia cómo tiene lugar la resurrección terrestre. Informa: “Vi a los muertos, los grandes y los pequeños [...]. Y el mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos” (Revelación 20:12, 13). Todos aquellos que hayan quedado en el Hades (o Seol), la sepultura común de la humanidad, serán liberados sea cual sea su rango o posición: “grandes” o “pequeños”. Los que perecieron en el mar también volverán a la vida. Este maravilloso acontecimiento es parte del propósito de Jehová.
6 El reinado de mil años de Cristo comienza con el acto de prender y abismar a Satanás. Este no podrá extraviar a ninguno de los resucitados ni de los supervivientes de la gran tribulación, pues durante este tiempo estará sumido en un estado de inactividad (Revelación 20:1-3). Quizás mil años nos parezcan una eternidad, pero a los ojos de Jehová son “como un día” (2 Pedro 3:8).
7. ¿Cuál será la base para juzgar a los resucitados durante el Reinado Milenario de Cristo?
7 Según las palabras de Juan, el Reinado Milenario de Cristo será una época de juicio, pues escribió: “Vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono, y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos. [...] Y fueron juzgados individualmente según sus hechos” (Revelación 20:12, 13). Tengamos en cuenta que no se juzga a los resucitados en función de lo que han hecho o han dejado de hacer antes de morir (Romanos 6:7). Notemos que se hace mención de “rollos” que han de abrirse. De manera que serán las obras que realice cada persona después de conocer el contenido de estos rollos las que proporcionarán la base para decidir si su nombre quedará escrito en “el rollo de la vida” o no.
“Resurrección de vida” o “resurrección de juicio”
8. ¿Qué dos opciones tendrán ante sí los resucitados?
8 Al principio de la visión de Juan se dice que Jesús tiene “las llaves de la muerte y del Hades” (Revelación 1:18). Él está al servicio de Jehová en calidad de “Agente Principal de la vida” y posee la autoridad para juzgar a “los vivos y a los muertos” (Hechos 3:15; 2 Timoteo 4:1). ¿Cómo lo hará? Levantando a la vida a quienes duermen en la muerte. “No se maravillen de esto —dijo Jesús a las muchedumbres que lo escuchaban—, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán.” Y añadió: “Los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio” (Juan 5:28-30). Así pues, ¿qué futuro les aguarda a los siervos fieles de la antigüedad?
9. a) ¿Qué aprenderán muchos de los resucitados? b) ¿Qué inmensa labor educativa se llevará a cabo?
9 Cuando estos fieles de la antigüedad resuciten, enseguida descubrirán que las promesas en las que confiaban se habrán materializado. Seguramente anhelarán conocer la identidad de la Descendencia de la mujer de Dios, que se menciona en Génesis 3:15, la primera profecía bíblica. Y se sentirán felices de saber que este Mesías prometido, Jesús, fue fiel hasta la muerte, dando así su vida como sacrificio redentor (Mateo 20:28). Quienes les den la bienvenida a la vida se deleitarán en ayudarlos a comprender que el rescate es una expresión de la bondad inmerecida y la misericordia de Jehová. Cuando los resucitados sepan lo que el Reino de Dios está logrando a fin de que se cumpla el propósito divino para la Tierra, su corazón rebosará indudablemente de expresiones de alabanza a Jehová. Tendrán innumerables oportunidades de demostrar su devoción a su amoroso Padre celestial y a su Hijo. Todo el mundo disfrutará de participar en la inmensa labor educativa de enseñar a los miles de millones de resucitados, quienes también tendrán que aceptar la dádiva del rescate.
10, 11. a) ¿Qué posibilidades ofrecerá el milenio a todos los habitantes de la Tierra? b) ¿Cómo deberíamos reaccionar ante tales posibilidades?
10 Cuando Abrahán resucite, le reconfortará vivir bajo la gobernación de aquella “ciudad” que él esperaba con ilusión (Hebreos 11:10). Será también muy emocionante para Job enterarse de que su vida fortaleció a otros siervos de Jehová que afrontaron pruebas de integridad. Y, por supuesto, Daniel querrá saber cómo se cumplieron las profecías que él escribió por inspiración.
11 De hecho, todos los que vivan en el justo nuevo mundo, ya sea porque hayan resucitado o porque hayan sobrevivido a la gran tribulación, tendrán mucho que aprender sobre el propósito de Jehová para la Tierra y sus habitantes. La posibilidad de vivir para siempre y de alabar a Jehová por la eternidad sin lugar a duda hará de este programa docente una verdadera delicia. Sin embargo, lo más importante será lo que personalmente hagamos a medida que estudiemos lo escrito en los rollos. ¿Aplicaremos en nuestra vida lo aprendido? ¿Meditaremos en la vital enseñanza que recibamos a fin de fortalecernos y resistir el último esfuerzo de Satanás para desviarnos de la verdad?
12. ¿Qué contribuirá a que todos participen de lleno tanto en la obra docente como en la transformación de la Tierra en un paraíso?
12 No hay que olvidar las maravillosas bendiciones que tendrán lugar cuando se apliquen los beneficios del sacrificio redentor de Cristo. Quienes vuelvan a la vida ya no adolecerán de las enfermedades o incapacidades que sufren hoy día (Isaías 33:24). Gozar de un cuerpo sano y de salud perfecta permitirá a todos los habitantes del nuevo mundo participar de lleno en la obra docente de instruir a los miles de millones de resucitados en el camino de la vida. Asimismo participarán de la mayor empresa jamás llevada a cabo en la Tierra: la transformación de todo el planeta en un paraíso para la gloria de Jehová.
13, 14. ¿Con qué propósito se libera a Satanás en la prueba final, y qué posibilidades se nos presentan a cada uno de nosotros?
13 Satanás de nuevo tratará de descarriar a la humanidad cuando se le libere del abismo para la prueba final. Según Revelación 20:7-9, las naciones que hayan sido extraviadas, es decir, los grupos de personas que hayan caído presa de la perniciosa influencia del Diablo, serán sentenciadas a destrucción: “descend[erá] fuego del cielo, y los devor[ará]”. Aquellos de los resucitados que se cuenten entre estas naciones también serán destruidos, lo que significará que su resurrección habrá sido de juicio condenatorio. Por el contrario, los que hayan permanecido íntegros recibirán el don de la vida eterna: su resurrección habrá sido “una resurrección de vida” (Juan 5:29).
14 ¿Cómo nos reconforta aun ahora la esperanza de la resurrección? Es más, ¿qué hemos de hacer para estar seguros de recibir sus beneficios en el futuro?
Lecciones que aprender
15. ¿Cómo nos beneficia ahora tener la esperanza de la resurrección?
15 Tal vez hayamos perdido a un ser querido en la muerte y estemos luchando por asimilar esa gran pérdida. La esperanza de la resurrección nos permite obtener paz interior y fortaleza, algo de lo que carecen otras personas que no conocen la verdad. Pablo consoló así a los tesalonicenses: “Hermanos, no queremos que estén en ignorancia respecto a los que están durmiendo en la muerte; para que no se apesadumbren ustedes como lo hacen también los demás que no tienen esperanza” (1 Tesalonicenses 4:13). ¿Nos vemos en el nuevo mundo, presenciando la resurrección? Entonces, consolémonos meditando en la perspectiva de encontrarnos con nuestros seres amados.
16. ¿Cómo nos sentiremos cuando tenga lugar la resurrección?
16 Quizás estemos sufriendo en nuestra carne algunas de las consecuencias de la rebelión de Adán, como la mala salud. Si así es, no dejemos que la angustia nos haga olvidar la gozosa esperanza de experimentar personalmente la resurrección y volver a la vida con salud y vigor renovados en el nuevo mundo. Cuando abramos los ojos y veamos todos esos rostros rebosantes de felicidad que nos dan la bienvenida a la vida, no podremos menos que agradecerle a Dios su bondad amorosa.
17, 18. ¿Qué dos importantes lecciones no podemos olvidar?
17 Mientras tanto, repasemos dos lecciones que debemos grabar en el corazón. La primera es la importancia de servir a Dios de toda alma ahora. En imitación del Amo, Jesucristo, nuestra vida abnegada demuestra que amamos a Jehová y al prójimo. Si la oposición o persecución nos priva de los medios de vida o de la libertad, estemos resueltos a mantenernos firmes en la fe contra viento y marea. Ante el riesgo de perder la vida, la esperanza de la resurrección nos consuela y fortalece para permanecer leales a Jehová y a su Reino. En efecto, si somos celosos en la predicación del Reino y en la obra de hacer discípulos recibiremos las bendiciones eternas que Jehová tiene preparadas para los rectos.
18 La segunda lección está relacionada con la forma de afrontar las tentaciones que proceden de la carne caída. Abrigar la esperanza de la resurrección y agradecer la bondad inmerecida de Jehová refuerzan nuestra resolución de permanecer firmes en la fe. El apóstol Juan advirtió: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo. Además, el mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17). El materialismo, uno de los encantos del mundo, dejará de atraernos si lo comparamos con “la vida que realmente lo es” (1 Timoteo 6:17-19). Ante la tentación de sucumbir a la inmoralidad, resistiremos con firmeza, pues comprendemos que en caso de morir antes de Armagedón, persistir en una conducta que desagrade a Jehová podría ponernos en la misma situación de aquellos para quienes no hay resurrección.
19. ¿Qué inestimable privilegio tenemos, que nunca debemos dar por sentado?
19 Sobre todo, nunca debemos dar por sentado el inestimable privilegio de regocijar el corazón de Jehová ahora y siempre (Proverbios 27:11). Permanecer fieles hasta la muerte o íntegros hasta el fin de este malvado sistema de cosas indica que estamos de parte de Jehová en la cuestión de la soberanía universal. ¿No será un verdadero gozo vivir en el Paraíso terrestre, ya sea que hayamos sobrevivido a la gran tribulación o hayamos experimentado el milagro de la resurrección?
Se satisfacen nuestros deseos
20, 21. ¿Qué nos ayudará a permanecer fieles aunque tengamos preguntas sin responder sobre la resurrección?
20 Nuestro análisis de la resurrección deja algunas preguntas sin contestar. Por ejemplo, ¿cómo atenderá Jehová el asunto de aquellos que estaban casados cuando murieron? (Lucas 20:34, 35.) ¿Resucitarán las personas en el mismo lugar donde fallecieron? ¿Volverán a la vida cerca de donde residan sus familiares? Quedan todavía infinidad de preguntas pendientes sobre la resurrección. No obstante, tengamos presentes las palabras de Jeremías: “Bueno es Jehová al que espera en él, al alma que sigue buscándolo. Bueno es que uno espere, aun callado, la salvación de Jehová” (Lamentaciones 3:25, 26). A su debido tiempo y para nuestra total satisfacción, Jehová revelará todas las respuestas. ¿Por qué podemos estar convencidos de esto?
21 Reflexionemos en las palabras inspiradas que el salmista cantó a Jehová: “Estás abriendo tu mano y satisfaciendo el deseo de toda cosa viviente” (Salmo 145:16). Nuestros deseos cambian conforme pasa el tiempo. Lo que anhelábamos cuando éramos niños ha dejado de interesarnos. Nuestro modo de ver la vida varía en función de nuestras vivencias y anhelos. Con todo, sean cuales sean nuestros deseos en el nuevo mundo, Jehová los satisfará completamente.
22. ¿Por qué tenemos razones para alabar a Jehová?
22 Lo principal ahora es que cada uno de nosotros seamos fieles. “Lo que se busca en los mayordomos es que al hombre se le halle fiel”, dice la Biblia (1 Corintios 4:2). Estamos al servicio de las gloriosas buenas nuevas del Reino de Dios. Proclamarlas con entusiasmo a toda persona contribuirá a que nos mantengamos en el camino de la vida. Nunca pasemos por alto el hecho de que “el tiempo y el suceso imprevisto [nos] acaecen a todos” (Eclesiastés 9:11). Aferrémonos a la gloriosa esperanza de la resurrección y así contrarrestaremos la ansiedad innecesaria que provocan las incertidumbres de la vida. Si todo parece indicar que nos alcanzará la muerte antes del Reinado Milenario de Cristo, consolémonos con la incuestionable esperanza de la resurrección. Cuando Jehová lo estime conveniente, se harán realidad en nuestro caso las palabras que Job dirigió al Creador: “Tú llamarás, y yo mismo te responderé”. Alabemos a Jehová, Aquel que anhela levantar a la vida a todos los que están en su memoria (Job 14:15).
[Notas]
a Véase ¡Despertad! del 8 de julio de 1988, pág. 10, editada por los testigos de Jehová.
b Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios, pág. 662, editado por los testigos de Jehová.
-