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  • Cómo afrontar la pérdida del cónyuge
    La Atalaya 2013 | 15 de diciembre
    • Vienen a la mente infinidad de preguntas sobre los resucitados, por ejemplo, qué pasará con los que han enviudado más de una vez. Los saduceos plantearon el caso de una mujer que había perdido a su primer esposo, al segundo y a varios más (Luc. 20:27-33). ¿Qué relación habrá entre ellos cuando resuciten? No lo sabemos, y de nada sirve especular o preocuparse por esas cuestiones. Lo que debemos hacer es confiar en Dios. Y algo es seguro: cualquier cosa que Jehová haga en el futuro será buena, algo que anhelar, no que temer.

      LA ESPERANZA DE LA RESURRECCIÓN, UNA FUENTE DE CONSUELO

      Una de las enseñanzas más claras de la Palabra de Dios es que nuestros seres queridos que han muerto volverán a vivir. Los relatos bíblicos sobre resurrecciones del pasado son garantía de que “todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [la] voz [de Jesús] y saldrán” (Juan 5:28, 29). Quienes reciban a los que han sido librados de la muerte se sentirán muy felices. Por otra parte, no podemos ni siquiera imaginar la alegría que sentirán los resucitados.

      Durante ese tiempo, la humanidad estará gozosa como nunca antes. Miles de millones de seres humanos que se durmieron en la muerte despertarán a la vida (Mar. 5:39-42; Rev. 20:13). Meditar en este futuro milagro debería consolar a quienes han perdido a seres queridos.

      ¿Tendrá alguien motivos para estar triste cuando se produzca esa grandiosa resurrección? Según la Biblia, no. En Isaías 25:8 leemos que Jehová “realmente se tragará a la muerte para siempre”. Eso significará la total eliminación de sus efectos angustiosos, pues la profecía sigue diciendo: “El Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro”. Si en la actualidad está triste por la pérdida de su cónyuge, sin duda la resurrección le dará razones para sentirse feliz.

      Ningún ser humano puede entender a cabalidad todo lo que Jehová logrará en el nuevo mundo. Él mismo dice: “Como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de ustedes, y mis pensamientos que los pensamientos de ustedes” (Is. 55:9). La promesa de Jesús respecto a la resurrección venidera nos da la oportunidad de confiar en Jehová, como hizo Abrahán. Lo que todos los cristianos debemos hacer ahora es obedecer a Dios; así seremos “considerados dignos de ganar aquel sistema de cosas” junto con quienes resuciten (Luc. 20:35).

      UN MOTIVO DE ESPERANZA

      En vez de preocuparse, cultive la esperanza. Desde el punto de vista humano, el futuro es sombrío. Pero Jehová nos ofrece algo mucho mejor. Aunque no sabemos cómo satisfará todos nuestros deseos y necesidades, podemos estar seguros de que lo hará. El apóstol Pablo escribió: “La esperanza que se ve no es esperanza, porque, cuando el hombre ve una cosa, ¿la espera? Pero si esperamos lo que no vemos, seguimos aguardándolo con aguante” (Rom. 8:24, 25). Confiar plenamente en las promesas de Dios le ayudará a aguantar. Y gracias a su aguante, en el futuro Jehová le “dará las peticiones de [su] corazón”. Él satisfará “el deseo de toda cosa viviente” (Sal. 37:4; 145:16; Luc. 21:19).

      Confíe en la promesa de Dios de un futuro feliz

      Poco antes de la muerte de Jesús, sus apóstoles se sentían angustiados. Él los consoló con estas palabras: “No se les perturbe el corazón. Ejerzan fe en Dios, ejerzan fe también en mí”. Y les dijo: “No los dejaré desconsolados. Vengo a ustedes” (Juan 14:1-4, 18, 27). Durante siglos, sus palabras alimentaron la esperanza y el aguante de sus seguidores ungidos. De igual modo, quienes anhelan reencontrarse con sus seres queridos que han muerto tienen motivos para alegrarse. Jehová y su Hijo no los dejarán desconsolados. ¡Podemos estar seguros de ello!

  • Cómo afrontar la pérdida del cónyuge
    La Atalaya 2013 | 15 de diciembre
    • ¿Se pregunta qué pasará en el futuro?

      Es normal preguntarse cómo cumplirá Jehová sus promesas. Abrahán pensaba a menudo en la promesa divina de que tendría un hijo. Jehová lo animó a tener paciencia, y su fidelidad se vio recompensada (Gén. 15:2-5; Heb. 6:10-15).

      Jacob sufrió mucho al creer que su hijo José había muerto. Años después seguía llorando su pérdida. Sin embargo, Jehová le reservaba a este siervo fiel una bendición extraordinaria. Con el tiempo, se reencontró con José y además tuvo la alegría de conocer a sus nietos. Jacob le dijo: “No tenía idea de que vería tu rostro, pero mira que Dios me ha dejado ver también a tu prole” (Gén. 37:33-35; 48:11).

      ¿Qué aprendemos de estos relatos? Primero, que nada puede impedir que el Dios todopoderoso cumpla su voluntad. Segundo, que si oramos y actuamos de acuerdo con la voluntad divina, Jehová cuidará de nosotros y en el futuro satisfará completamente todos nuestros deseos y necesidades. El apóstol Pablo escribió: “A aquel que, según su poder que está operando en nosotros, puede hacer más que sobreabundantemente en exceso de todas las cosas que pedimos o concebimos, a él sea la gloria por medio de la congregación y por medio de Cristo Jesús por todas las generaciones para siempre jamás. Amén” (Efes. 3:20, 21).

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